La licitación de dos contratos para un decorado de debate electoral, por si hay nuevos comicios en noviembre, ha sido interpretado por la oposición como un indicio de que el Gobierno tenía previsto volver a las urnas un segundo después de la fallida investidura de julio. Entienden PP, Cs y Podemos que los socialistas están dispuestos a usar RTVE como un arma electoral, si bien desde el ente han justificado esta iniciativa alegando que deben funcionar con "previsión" y cumplir "una serie de plazos legales".
Las denuncias de la oposición han puesto el foco en el nombramiento de Enric Hernández como superdirector de RTVE, en concreto como responsable de Información y Actualidad, un cargo de reciente creación que le da una autoridad sin precedentes, tanto sobre la radio como sobre la televisión públicas. Hernández, hasta hace poco director de El Periódico de Cataluña, es un periodista de una trayectoria acreditada, que ha demostrado sobradamente la defensa de los valores constitucionales en un entorno hostil. Su medio ha dado exclusivas como la de que la CIA avisó a los Mossos de un posible atentado en la Rambla de Barcelona. Por esta información, tanto Hernández como su periódico fueron objeto de acoso por parte del Govern de la Generalitat. A Hernández se le percibe cercano a la sensibilidad del PSC, -y por lo tanto del PSOE-, por lo que es comprensible que todas las miradas estén puestas en él.
Espina clavada
Es un secreto a voces que hay sectores del Gobierno que consideran que RTVE no es lo suficiente beligerante en la defensa de sus intereses. Y es bien sabido que esos mismos sectores del Ejecutivo tienen clavada la espina del manifiesto de los redactores de informativos el pasado mes de abril, que llevó a Rosa María Mateo, administradora única en funciones, a rectificar después de que, en una maniobra de escape, Pedro Sánchez intentase alterar la fecha del debate electoral a cuatro para hacerlo coincidir con otro prefijado inicialmente en Atresmedia y evitar así confrontarse -y desgastarse- con el resto de sus rivales en más de una ocasión.
Una añagaza del presidente que chocó contra la firmeza de sus periodistas. Esta reacción de los profesionales supuso todo un hito en pro de la independencia de RTVE.
Ansiedad
Sería una lástima que este avance en la credibilidad del ente sufriera una merma en razón de la ansiedad del Gobierno en funciones por tratar de inferir y de cincelar una RTVE afín a sus criterios.
Es indudable que una radiotelevisión pública sólo tiene sentido cuando es de todos, cuando se basa en el pluralismo, en la rentabilidad social de los productos comunicativos, y cuando rechaza frontalmente cualquier injerencia del poder político. Es de esperar que Hernández y su equipo sean beligerantes en la defensa de estos principios.