La petición de Bildu para que el Parlamento vasco vote a favor de la expulsión de PP, Ciudadanos y Vox de "Euskal Herria" es un atentado a la democracia característico de los movimientos totalitarios de la Europa de los años 30. Los proetarras pretenden que estos partidos no puedan hacer campaña electoral en tierras vascas y navarras con el argumento de que "tensionan la convivencia" y "apenas" gozan de "apoyo social, político e institucional".
Dicen los radicales vascos que en España "se está imponiendo una manera perversa de hacer política" puesto que los actos de Cs, PP y Vox de meses atrás fueron una provocación. Y con su habitual cinismo añaden que estos tres partidos constitucionales instigan "incidentes o momentos violentos". Baste recordar el acoso que sufrieron la pasada campaña en lugares como San Sebastián, Bilbao o Rentería para desmontar de un plumazo tal infamia.
Derechos
El escrito de Bildu es intolerable y ha provocado una oleada de indignación entre los demócratas, como no podría ser de otra manera. Supone borrar de un plumazo derechos fundamentales como la libertad de expresión, la libertad de reunión, la libertad de movimiento...
Pero conviene recordar en este punto que parte de los argumentos que los radicales vascos utilizan para hacer esta enmienda a la democracia son idénticos a los que esgrimieron dirigentes del PSOE en su día contra las campañas de PP, Cs y Vox en Navarra y el País Vasco. Los socialistas no deberían volver a cometer ese error.
Minorías
Bildu persigue su objetivo de siempre con otros medios: expulsar a los constitucionalistas. Antes apoyaban a quienes los eliminaban a tiros, ahora buscan su expulsión ejerciendo el apartheid desde las instituciones. Estamos ante un intento repugnante de silenciar y atropellar a las minorías que permite hacerse una idea clara de qué políticas llevarían a cabo los herederos de ETA en el caso de tener el poder suficiente. Solo pensarlo produce escalofríos.
Si algo nos enseña la trágica historia de Europa es cómo el totalitarismo es capaz de usar los Parlamentos para lanzar sus zarpazos. Y eso está pasando en el País Vasco en 2019. Ojalá los partidos constitucionalistas sepan ver quiénes son los verdaderos enemigos del Estado de derecho, de la convivencia y de la libertad.