Bernard-Henry Lévy pone voz en nuestras páginas a uno de los conflictos más sangrientos que sufre África, ignorado por la comunidad internacional. En primera persona e introduciéndose en el corazón de la maldad humana, el intelectual nos alerta del genocidio que sufren los cristianos en Nigeria.
De la mano del filósofo francés y en un reportaje exclusivo, hoy mostramos a la opinión pública el modo en que la tribu de los fulanis, "pastores pehúles" de "linaje saheliano", se dirigen al sur del país africano con sus rebaños llevando consigo los peores tics del yihadismo.
Injerencia de Qatar
Los fulanis pueden considerarse una nueva horda de islamistas radicales que mantienen cierta autonomía de acción con respecto de Boko Haram. De hecho, el Índice Global de Terrorismo los cataloga como el cuarto movimiento yihadista del mundo, tan sólo por detrás de Estado Islámico, los talibanes y el propio Boko Haram.
El testimonio de BHL, en la línea del mejor reporterismo bélico, es inquietante porque consigna las matanzas y las persecuciones que sufren los cristianos y el éxodo al que se están viendo sometidos. La violencia los empuja hacia las tierras estériles y desérticas del norte del país. El reportaje revela, además, que en Nigeria hay injerencia de Qatar, responsable de abrir madrasas (escuelas islámicas) para niñas pehúles.
Guerra civil
Hay que celebrar la valentía de Lévy para ponernos en la pista de la guerra civil que oficiosamente vive Nigeria. Una nación donde la población se divide a partes iguales entre cristianos y musulmanes. No es casualidad que los misioneros cristianos sean objetivo principal de una violencia con los ingredientes más perversos: el componente étnico y el fanatismo religioso.
Si la labor del intelectual es la de no permanecer impasible ante las catástrofes de la Humanidad, la del mundo desarrollado es la de actuar ante este tipo de masacres. Este en concreto se produce, además, a las puertas del Sahel, donde el yihadismo busca hacerse fuerte.
Que el islamismo se haya extendido a países vecinos como Níger, Chad y Camerún nos debe hacer reflexionar de que el granero del terrorismo ha variado de Oriente al corazón de África. La geopolítica del terror ha variado de centro de operaciones.