Resulta sustancial en una democracia que el poder político respete a la prensa y a sus profesionales. Atacarlos como estrategia de escapismo y justificación es intolerable, y eso es, ni más ni menos, lo que hace el vicepresidente Pablo Iglesias para tapar su responsabilidad en el caso Dina.
El problema es que, con su actitud, salpica a todo el Gobierno. El presidente Sánchez ya está siendo interpelado por ello por los informadores. Este lunes ha evitado como ha podido pronunciarse, sin dar su apoyo al vicepresidente pero sin entrar tampoco a criticarle. Sin embargo, tarde o temprano tendrá que definir su posición.
Valores fundacionales
Tal y como revela hoy EL ESPAÑOL, los reiterados ataques de Iglesias a la prensa pueden costarle una sanción a España por parte de las instituciones europeas. Así pasó en Hungría. El desprecio a la labor de los medios de comunicación del gobierno populista de Viktor Orbán llevó a Bruselas a tomar cartas en el asunto.
Como resume en nuestras páginas un alto cargo del Parlamento Europeo, si de verdad Iglesias impulsa una comisión parlamentaria "contra periodistas y medios de comunicación por publicar la verdad", España estaría infringiendo el artículo 7 del Tratado, que vela por el respeto a los valores fundacionales de la UE.
Como Vox
El intento de amordazar a los informadores desde el poder político estropea todavía más la de por sí deteriorada imagen de Iglesias en Bruselas, y eso, en un momento en el que España espera el favor de la UE, resulta especialmente peligroso.
Es revelador que, en sus ataques a los periodistas, Podemos esté empleando el mismo argumentario que Vox y sus socios europeos. La dignidad del cargo de vicepresidente y de nuestra democracia no puede ser socavada de esta manera.