El aniversario de la Constitución ya no viene acompañado de proclamas ruidosas pero inofensivas, al ser proferidas desde fuera de la institucionalidad o la periferia del Estado. Este año se ha producido un salto cualitativo y muy grave. Sus enemigos se sientan en el Consejo de Ministros y utilizan esa posición como palanca para reventarla, igual que un caco con la caja fuerte.
En las últimas semanas, coincidiendo con la discusión de los Presupuestos, han quedado en evidencia los planes de Podemos: hacer piña con todos los partidos que defienden la autodeterminación y la república. Son dos objetivos legítimos, pero que suponen liquidar nuestro marco de convivencia, el que más paz y prosperidad ha traído a España en su historia.
Hay además un agravante. Tal y como hoy recuerda en EL ESPAÑOL Virgilio Zapatero, hablamos de formaciones que siguen sin renunciar expresamente a la "unilateralidad", es decir, no se comprometen a canalizar sus proyectos políticos por la vía legal prevista: el título X de la Constitución. En tres palabras, no son demócratas.
Deterioro institucional
Desde la llegada de Podemos al Gobierno asistimos a un deterioro progresivo de instituciones fundamentales del Estado. El intento de asalto al Poder Judicial quizá sea el más flagrante -así lo ha interpretado la UE-, pero no el único. Cada día se ve más claro que ni están por el consenso ni quieren promoverlo.
La Constitución, como todo texto legal, está sujeta a las modificaciones que sean precisas para adecuarse a los nuevos tiempos. Pero quienes exhiben el afán de tumbarla ya ni siquiera disimulan hablando de "nueva Transición": apelan a una "nueva era" en la que el Gobierno queda vedado a los conservadores y liberales. Es el "no volverán a formar parte del Consejo de Ministros" de Pablo Iglesias, al que Echenique daba una nueva vuelta de tuerca esta semana en el Congreso al jactarse de que va a legislarse en contra de la mitad de los españoles.
Corona y Constitución
En realidad, es un contrasentido que en la dirección del Estado estén quienes abogan abiertamente por su destrucción (ERC, Bildu, Podemos...). En su punto de mira tienen la Corona y la Constitución. Pero si ya es temerario intentar dinamitar un sistema que ha proporcionado décadas de prosperidad -basta, pese a las dificultades, ver de dónde veníamos y dónde estamos- mucho más lo es en las circunstancias actuales de zozobra mundial.
Y claro, a punto de conmemorarse el 42º aniversario de la Constitución, la pregunta que surge a millones de ciudadanos es lógica: ¿qué hace el PSOE junto a esta banda?