La decisión de Joe Biden, coincidente con la opinión del Pentágono, de no alargar el plazo de evacuación en Afganistán más allá de la fecha originalmente prevista del 31 de agosto ha provocado el envalentonamiento de los talibanes y el aumento del riesgo para los soldados de las fuerzas internacionales. Y entre ellos los españoles.
Biden no ha cedido a las presiones del G7, que reunido ayer martes y encabezado por Boris Johnson pidió al presidente americano prorrogar el plazo para la evacuación de todos los ciudadanos afganos que hayan colaborado con las embajadas o las fuerzas internacionales que han permanecido en Afganistán durante 20 años.
Fuentes del Gobierno americano han revelado a la agencia Reuters que a pesar de la aparente firmeza de su decisión, el presidente americano ha pedido al Ejército un plan de contingencia para la permanencia en suelo afgano más allá del 31 de agosto. Una señal de que Biden prevé la posibilidad de que la situación de relativa estabilidad actual degenere rápidamente, obligando a una operación militar de mayor calado.
Los países europeos han reconocido ya, oficiosamente, que será prácticamente imposible evacuar a todos los ciudadanos afganos que pretenden sacar de Afganistán. Especialmente después de que los talibanes hayan anunciado que impedirán que los esos ciudadanos lleguen hasta el aeropuerto y salgan del país.
"Necesitamos el talento de nuestra gente, de nuestros ingenieros, de nuestros doctores, de nuestros profesores y de aquellos que han sido educados. No deben irse a un país extranjero" dijeron los portavoces talibanes el pasado 15 de agosto.
Autonomía estratégica
Si algo ha demostrado la súbita espantada americana es la subsidiariedad y el escaso peso de los países europeos en las decisiones geoestratégicas de la Casa Blanca. Y la prueba es esa súplica prácticamente unánime de todos los países europeos presentes en el aeropuerto de Kabul para que Joe Biden acceda a alargar el plazo de evacuación más allá del 31 de agosto.
El porqué de esa petición es obvio. Dada la amenaza talibana ("si las fuerzas americanas permanecen en Afganistán más allá del 31 de agosto, habrá consecuencias"), sólo el ejército americano puede garantizar la seguridad de las operaciones de evacuación más allá de esa fecha límite. El resto de soldados presentes en el aeropuerto de Kabul no son suficientes, ni en número ni en material y vehículos de combate, para resistir una hipotética ofensiva talibana contra el aeródromo.
Lo cual demuestra la necesidad de algo que el Alto Representante de la UE para Política Exterior y de Seguridad, el español Josep Borrell, reclamó el pasado domingo: la creación de un Ejército europeo que permita a los países de la UE no depender de los Estados Unidos y garantizar la "autonomía estratégica" de estos.
Fuerza militar ofensiva
La idea no es banal. El creciente aislacionismo estadounidense y el auge de China, con una presencia cada vez mayor en África y una hegemonía incontestable en el escenario asiático, prueban que el mundo del siglo XXI no se parecerá en nada al del siglo XX.
Un Ejército europeo permitiría a los países de la UE no depender de las necesidades y las decisiones geoestratégicas de su socio estadounidense. En casos como el de Afganistán, ese Ejército europeo permitiría a la UE llevar a cabo una operación de evacuación sin depender de los plazos estadounidenses.
Ese Ejército europeo no sería, en cualquier caso, una fuerza de paz como la de los Cascos Azules de la ONU, sino una verdadera fuerza militar ofensiva y defensiva. Fuerza militar que, al menos en un primer momento, debería cimentarse sobre el Ejército francés, el más numeroso y poderoso de la UE en la actualidad. Algo que, como con casi total seguridad, provocaría los recelos de Alemania.
La creación de un Ejército europeo implicaría también la proliferación de un tipo de imágenes a la que muchos ciudadanos europeos no están acostumbrados y que sólo han visto en películas americanas: la llegada de docenas de cuerpos en bolsas negras. Pero el mundo está cambiando a marchas aceleradas y la UE no puede pretender por más tiempo vivir en una burbuja ajena a los problemas del resto del planeta, como una Suiza planetaria, mientras Estados Unidos ejerce de policía global.
Es hora de que la UE entre en la vida adulta. Y el Ejército europeo debe ser parte de ese tránsito hacia la madurez geoestratégica.