La propuesta de reforma del sistema de financiación autonómica presentado por el Ministerio de Hacienda plantea un reajuste de largo alcance en el que destaca el uso de la variable de la población ajustada y algunas correcciones que benefician a la España vacía.
En sentido contrario, el nuevo sistema, de momento apenas un esqueleto, desecha el efecto capitalidad sufrido por áreas densamente pobladas como Madrid o Barcelona.
El informe debe ahora ser debatido con las comunidades, aunque la inclusión de la variable de la población ajustada satisface en buena parte las reclamaciones de las comunidades tradicionalmente infrafinanciadas: Valencia, Andalucía y Murcia.
El nuevo modelo reconoce también, sin mencionarlas de forma explícita, parte de las exigencias de la España vacía: "La intención es reforzar la consideración de las singularidades de aquellas comunidades autónomas que se enfrentan al reto demográfico".
Adiós al efecto capitalidad
La nueva propuesta tiene en cuenta tanto variables demográficas (número de escolares y de estudiantes universitarios, y población envejecida) como geográficas (dispersión de la población, densidad o insularidad). En el actual sistema, el primer factor tiene mayor peso que el segundo.
En cuanto al efecto capitalidad, que en el contexto del actual sistema de financiación autonómica beneficia a las grandes capitales, con Madrid y Barcelona a la cabeza, ha sido desechado en la nueva propuesta del Ministerio de Hacienda.
Esas grandes capitales han alegado tradicionalmente como argumento en sus reclamaciones las necesidades en sanidad y transporte que provoca la presencia de un amplio porcentaje de población flotante.
Pero en su informe el Ministerio de Hacienda argumenta que la atención sanitaria a los desplazados se resuelve ya a través del Fondo de Cohesión Sanitaria y el Fondo de Garantía Asistencial. En cuanto al transporte, el informe afirma que este se cofinancia ya por la Administración General del Estado a través de subvenciones otorgadas a las grandes ciudades.
El informe destaca también que la alta densidad de esas grandes ciudades tiene efectos beneficiosos que deben ser tenidos en cuenta, como el incremento de la eficiencia de los servicios públicos dada, precisamente, la concentración poblacional.
Personas, no kilómetros
Políticamente, el documento del Ministerio de Hacienda, a falta del ajuste fino final, satisface las reclamaciones de las comunidades infrafinanciadas y lanza un guiño a la España vaciada, que también se beneficiará de las inversiones en infraestructuras y en 5G que llegarán con los fondos de la UE.
La complejidad de las correcciones (como la que divide a la población en siete tramos de edad para el gasto sanitario o como la que tiene en cuenta las necesidades en educación universitaria, no universitaria y formación profesional) hace difícil un balance definitivo de ganadores y perdedores. El silencio de la Comunidad de Madrid, a la que perjudican algunas variables y benefician otras, es ilustrativo al respecto.
A la espera de la versión final de la propuesta, EL ESPAÑOL defiende la idea de que la corrección de los desajustes del sistema de financiación actual no puede hacerse a costa del criterio poblacional. La despoblación de algunas zonas del país es un fenómeno natural, políticamente neutro y común a todas las economías desarrolladas, no una injusticia histórica que deba ser enmendada a costa de una sobrecorrección que dañe las zonas más productivas y densamente pobladas.
El Gobierno, como principio general, debe financiar personas, no kilómetros cuadrados.