La temporada del Real Madrid en la Champions League no ha dejado de asombrar al mundo. El viejo lugar común que reza que en el fútbol puede pasar cualquier cosa ha sido llevado hasta sus últimas consecuencias por el equipo español: hasta llegar a su decimosexta final de la máxima competición europea ha protagonizado tres remontadas casi inverosímiles.
El Real Madrid ha culminado un año de ensueño ganando su decimocuarta Copa de Europa. Ha vencido al todopoderoso Liverpool por un gol a cero.
Una ajustada y sufrida victoria en un encuentro en el que el equipo inglés empezó tomando la iniciativa, con una delantera temible y envalentonada. Pero el Madrid, una vez más, se ha repuesto, ha dado la vuelta a la tendencia que marcaba el partido y ha hecho valer su dominio.
Ganar esta final es un justo trofeo para una plantilla liderada por un Karim Benzema, en el apogeo de su segunda juventud, al que ya nadie se atreverá a negar el Balón de Oro. Ha vuelto a ser decisivo Thibaut Courtois, un guardameta que es una auténtica garantía bajo palos y que repelió las ocasiones más claras de Mohamed Salah y Sadio Mané. Y Vinicius Jr. no ha perdido la ocasión de reivindicarse como una de las grandes figuras que marcará la próxima época del fútbol internacional.
Los de Carlo Ancelotti han dado muestras de crecerse en la adversidad. Pareciera que un luminoso desfavorable, que sería un golpe mortal desmoralizador para cualquier otro equipo, en el Madrid actúa, en cambio, como estímulo adicional para sobreponerse a situaciones extremas.
Por eso, aunque los de Jürgen Klopp partían como favoritos para la final en París, los blancos en todo momento insuflaron a su hinchada la esperanza de repetir la gesta de un equipo letal en Europa. Porque si algo ha probado el Madrid es que cualquier criterio técnico y táctico cede ante el empuje de los famosos "intangibles" que el último campeón de Liga siempre ha llevado a gala. Una identidad basada en el pundonor y la casta. Una mitología del combate irreductible en la que rendirse nunca es una opción.
La importancia de Florentino
El estadio de Sant-Denis ha sido escenario de este despliegue de valores competitivos sin parangón en el fútbol mundial. La leyenda del Real Madrid se engrandece añadiendo a su palmarés una nueva 'Orejona'. Doblan así los blancos al segundo equipo que más trofeos de Champions atesora, el AC Milan, con 7. Y Florentino Pérez iguala al histórico Santiago Bernabéu como presidente de la entidad con más títulos en su haber.
La etapa Florentino no coincide por casualidad con la época dorada del Real Madrid. La templada y sagaz gestión del presidente ha imprimido una solvencia económica y una presencia social internacional que han transformado al club por completo. Una política de fichajes inteligente combinada con una disciplina presupuestaria que contrasta con los excesos pecuniarios característicos de los clubes propiedad de jeques y oligarcas.
De esto es bien consciente el presidente. "En el Real Madrid no se reparten dividendos", afirmó. Un claro guiño en referencia a un club que es propiedad de sus socios, y no una sociedad anónima regida por criterios empresariales.
"El Real Madrid es una manera de entender la vida", sentenció Florentino Pérez al término del encuentro en la zona mixta. Y no le falta razón: uno de los grandes logros de su mandato ha sido promover que los jugadores, además de llevar la camiseta del Madrid, sean también madridistas. Pocos clubes pueden presumir de una plantilla identificada hasta ese punto con los valores de su escudo.
Después del revés que supo la llegada frustrada a Madrid de Kylian Mbappé, la victoria del Real Madrid permite reafirmarse en la lectura que deja la eliminación consecutiva de tres clubes-Estado, el PSG, el Chelsea y el Manchester City: no hay dinero en el mundo capaz de comprar un espíritu ganador que excede cualquier capacidad de planificación estratégica a golpe de talonario.
Hasta los rivales más acérrimos del club blanco han tenido que rendirse a la exhibición inconmensurable de una actitud avasalladora de compromiso, confianza y sacrificio. La merecida victoria en París añade un capítulo más a una historia de éxitos inapelables a la que aún no se le otea un final. Enhorabuena a todos los madridistas.