Salvo sorpresa de última hora, algo que no cabe descartar dado el ciclotímico historial de crisis y reconciliaciones en los minutos de descuento de las dos almas de este Gobierno, el PSOE no apoyará las enmiendas de Unidas Podemos a la ley del 'sí es sí' de Irene Montero. Enmiendas que sí apoyarán socios habituales de los socialistas como EH Bildu y ERC. "[Las enmiendas de Podemos] no resuelven el problema de las rebajas de penas" ha dicho la portavoz de la Ejecutiva Federal del PSOE, Pilar Alegría.
En la práctica, y más allá de la habitual retórica conciliadora del PSOE con su socio de coalición ("la norma es una buena ley cuyo objetivo es proteger a las víctimas de manera integral"), eso hará que el PSOE saque adelante la reforma con el voto a favor del PP. También, que la ley del 'sí es sí' pierda su elemento distintivo, el del consentimiento como presunto elemento central del delito, y se vuelva a una configuración penal muy similar, por no decir idéntica, a la de la ley anterior.
Este diario ha repetido una y otra vez que la insistencia de Podemos en el "consentimiento" es fruto de su ignorancia de los principios más elementales del derecho y de una grotesca obcecación ideológica que privilegia la retórica por encima de la eficacia jurídica de la ley y de la protección de las víctimas. El resultado es una ley que ha liberado o rebajado la pena ya a cientos de violadores, pederastas y agresores sexuales, con el consiguiente dolor para las víctimas de estos.
Aunque la intención del PSOE de llegar a un pacto con sus socios de coalición es lógica, cabe preguntarse por el retraso de una reforma que sólo ha hecho que aumentar el número de agresores beneficiados por la ley del 'sí es sí' y que acabará incluyendo a todos aquellos que cometan su delito antes del cambio de la norma. ¿Por qué entonces se ha alargado una negociación en la que parecía claro que Podemos no iba a ceder y que sólo ha hecho que generar dolor en las víctimas y aumentar su número?
Cabe preguntarse también por cuál será el sentido del voto de Yolanda Díaz y de los miembros de su nueva plataforma, Sumar. La decisión parece obvia, pero cabe preguntarse cómo digerirá eso el votante potencial de la ministra de Trabajo, heredado en buena parte de Podemos, y que no considera la ley del 'sí es sí' como la mayor chapuza jurídica de la democracia, sino como una norma valiente boicoteada por el Poder Judicial, por la derecha mediática y por un PSOE acobardado por las presiones.
Finalmente, cabe preguntarse si el apoyo de ERC y EH Bildu a las enmiendas de Podemos (enmiendas cuya incoherencia es flagrante: si la ley es perfecta tal y como está configurada, ¿por qué presentarlas?) preconfigura o puede ser un embrión de un nuevo bloque de nacionalistas y Podemos diferenciado del formado por PSOE y Sumar de cara a una hipotética nueva legislatura.
La ley del 'sí es sí' llegará así pronto al final de su vida. La desautorización de sus autoras y principales responsables (Irene Montero, Ángela Rodríguez Pam y Victoria Rosell) es absoluto. En circunstancias normales, esto debería suponer el final de su andadura en el Gobierno y su licenciatura con deshonor en forma de cese fulminante.
Por supuesto, no será así, y la reforma de la ley se convertirá en uno de los principales argumentos de campaña de Unidas Podemos en las elecciones de mayo y en las generales de finales de año. El consuelo es que sus víctimas, las mujeres españolas, dictarán sentencia en breve en las urnas.