Ciudadanos ha decidido no presentarse a las elecciones del 23 de julio y ha demostrado así su coherencia con el primero de sus principios fundacionales: la lucha contra el chantaje nacionalista, que en este caso se extiende a aquel que ha sido su principal valedor durante los últimos cinco años. El presidente del Gobierno Pedro Sánchez.
EL ESPAÑOL ha defendido hasta el último día a Ciudadanos y la necesidad de un partido liberal que evite en la medida de lo posible la tentación de PP y PSOE de apoyarse en los partidos populistas y radicales que habitan en la periferia de sus respectivos dominios demoscópicos. Que les obligue a mirar al centro, en vez de a sus extremos, en la búsqueda de consensos aceptables para una mayoría de los españoles.
Es evidente que Ciudadanos no es ya esa herramienta. Esa puerta sigue abierta, quizá para las elecciones europeas de dentro de un año. Pero la posibilidad de que el partido naranja recupere un porcentaje de voto mínimo dos meses después de una catástrofe como la de este 28M se antoja casi imposible. El partido ha tomado así la única decisión sensata que cabía. El irredentismo sólo habría ahondado en el descrédito y frustrado las escasas posibilidades que queden de un renacer del partido.
Ciudadanos apaga así las luces, por tiempo indeterminado, de una forma más sensata que UCD, el CDS o UPyD, otros partidos de centro aquejados del mismo mal que Ciudadanos: la extrema polarización de la política española y una sociología nacional extraordinariamente reticente a los principios liberales.
La combinación de ambos elementos no deja espacio para proyectos como Ciudadanos más allá de breves arrebatos de fuerza que se desvanecen con la misma rapidez que llegaron. A pesar de ello, Ciudadanos llegó a rozar el sorpaso al PP en abril de 2019 e Inés Arrimadas ganó unas elecciones al nacionalismo catalán en 2017. Sólo unos años después, el PP ha reabsorbido todo el electorado de los naranjas.
Lo cierto es que Ciudadanos no tenía ya fuerza para decantar gobiernos, pero sí para conseguir un 1 o un 2% de los votos que se habrían perdido en unas elecciones generales, pero que en manos de Feijóo y optimizados por el sistema D'Hondt podrían cimentar una mayoría suficiente para desalojar a Pedro Sánchez de la Moncloa.
"El voto útil hoy es otro y esa es la manera de frenar a Sánchez" ha dicho uno de los líderes presentes en la reunión de la Ejecutiva que ha tomado la decisión de no presentarse a las elecciones del 23 de julio. La misma Ejecutiva ha remarcado que su resolución no equivale a una disolución, sino a una hibernación. El tiempo dirá. Pero en las circunstancias actuales, no presentarse a las elecciones es lo correcto.