La renuncia de Iván Espinosa de los Monteros a recoger su acta de diputado este martes abre la peor crisis en Vox hasta la fecha. La formación de Santiago Abascal lo tendrá difícil para encontrar un reemplazo en la portavocía del Congreso a la altura del reconocimiento mediático de su hasta ahora hombre fuerte en el Parlamento.
Pero además, pierde al único cargo dentro de la formación de ultraderecha con un perfil menos antisistema y atrabiliario. Aunque no exento de manifestaciones y postulados radicales, Espinosa de los Monteros cultivó una faceta más cordial y dialogante, que le han valido elogios de rivales políticos como Cayetana Álvarez de Toledo. No en vano, como informa hoy este periódico, algunos dirigentes del PP le han abierto la puerta a reintegrarse en el centroderecha liberal.
Aunque el portavoz ha asegurado que deja la política de manera definitiva "por motivos personales y familiares", son palmarias y conocidas las causas de fondo que explican su salida.
Espinosa de los Monteros se había mostrado molesto por los mediocres resultados de la formación en el 23-J, cuando Vox perdió 19 diputados y más de medio millón de votos. Y fue uno de los miembros de la dirección que exigieron responsabilidades por el manejo de la agresiva campaña centrada en la "batalla cultural" y capitaneada por Jorge Buxadé.
Además, había trasladado su disconformidad con la elaboración de las listas al Congreso, en las que fueron purgados los representantes de la facción liberal de Vox. Fueron obra también del fundamentalista Buxadé y de Ignacio Hoces, otro de los perfiles extremistas que han ganado peso en la estructura. De hecho, como ha podido saber EL ESPAÑOL, la dimisión de Espinosa se precipitó porque Abascal y Buxadé ya planeaban hacer portavoz en el Congreso a Hoces.
Es comprensible el distanciamiento de Espinosa de los Monteros con la nueva jefatura de Vox, que se ha alejado mucho del partido que él ayudó a fundar. Por eso ha escrito Rubén Manso, uno de los diputados apartados de las listas del 23-J, que "el partido castiga a sus padres".
La salida de Espinosa viene a certificar, aunque Vox lo había negado repetidamente con desdén, que sí existían familias enfrentadas dentro del partido. Pueden encontrarse precedentes de la crisis actual al menos desde hace un año, con el abandono de Macarena Olona y la degradación de Javier Ortega Smith.
Los reproches velados a la actual directiva del propio Ortega Smith o del también excluido Víctor Sánchez del Real prueban que la formación ultra está carcomida por el hermetismo, la verticalidad y el gobierno orgánico despótico. Por eso, como informa este periódico, ya hay miembros del partido pidiendo un Congreso Extraordinario.
Con sus tesis magufas, sus formas estrafalarias y sus declaraciones irrisorias, Vox ha acabado pareciéndose a la caricatura que de ellos hacían sus detractores, como ha señalado Manso.
En este contexto cabe leer también la decisión de Abascal de ofrecer gratis sus diputados a Feijóo, que parte de un reconocimiento implícito de que se han convertido en los apestados de la vida pública.
La marcha de Espinosa sólo va a acentuar esa condición. Y por eso no es descabellado pronosticar el ocaso de Vox, después de que hayan triunfado definitivamente los integristas. Sólo cabe lamentar que esta radicalización de la ultraderecha no se hubiera producido antes del 23-J. Porque es legítimo suponer que el antiguo ala derecha del PP, cuya escisión está en el origen de Vox, habría salido en desbandada hacia las filas de su matriz.
Aún así, la radicalización de los de Abascal abre una oportunidad interesante al PP. Si Feijóo juega bien sus cartas, podría volver a pescar en el caladero de los votantes más liberales de su rival. Aunque tendrá que gestionar con habilidad las relaciones con este reducto falangizado, alguno de cuyos represtantes ya ha introducido en gobiernos autonómicos y municipales.
Lo que está claro es que la esta situación redobla la presión sobre Sánchez para armar una mayoría de investidura. Porque sabe que esta es la última vez que podrá resistir en el poder gracias a Vox.