Hace unos días Yolanda Díaz proponía reformar el Reglamento del Congreso para implementar el uso de las lenguas cooficiales. Lo hace en España, una nación con una lengua común que nos sirve no sólo para entendernos en el Congreso sino también entre 500 millones de personas.
Pero, otra vez, toca defender no sabemos qué "derechos de las lenguas", pisando los derechos de los ciudadanos que vemos sublimada y exaltada la diferencia e instrumentalizada la diversidad cultural española, para enterrar cualquier atisbo de política igualitaria.
Comienza a ser patológica la obsesión de la "izquierda" española por la propuesta inane o nociva. Es propuesta inane, nadería política, el uso de las lenguas cooficiales en el Congreso cuando ya están reconocidas constitucionalmente. Sólo serviría para dificultar y ridiculizar el debate parlamentario con congresistas haciendo uso de traductores cuando a duras penas llegan al entendimiento en la lengua común española.
La nueva ocurrencia de Díaz está fundamentada, según ella, en que vivimos en un "país de países". Cuántos países y en cuántas partes pretende fragmentar España es algo que no sabemos. Tanto daría ocho que ochenta porque ni Yolanda Díaz ni el resto de nacionalistas pueden responder a "cuántos países" al carecer de razones políticas, económicas y jurídicas que sustenten las pretensiones independentistas de territorios de España.
Es propuesta nociva el modelo territorial propuesto por Yolanda que pretende "desbordar el autonomismo" con otro "contrato territorial". Acusa de centralismo a uno de los sistemas más descentralizados del mundo que ha supuesto dificultar la vida diaria al ciudadano. No es, desde luego, facilitarla que un español no pueda acceder a su historial clínico si sale de la comunidad autónoma donde reside. O que no pueda acceder en igualdad de condiciones a puestos de la Administración pública por no conocer una lengua cooficial pudiendo desempeñar la misma función en la lengua de todos.
PSOE y Sumar proponen un modelo territorial federal asimétrico, cuando la federación significa unir lo desunido, y que mantendría privilegios por territorios. Romper y fragmentar son las máximas de la propuesta. Y el federalismo, forma sutil del separatismo, el instrumento.
La pseudofundamentación ideológica de los nacionalismos fragmentarios ha impregnado a casi la totalidad de la izquierda. Ejemplo de ello lo vemos en lo que es una buena y una mala noticia.
La buena: trece empleadas de la multinacional textil en Iruña han conseguido una mejora salarial del 24,7% tras 240 días de huelga indefinida. La huelga y la movilización por los derechos laborales sirven y jamás hay que abandonarlas. La mala: que en lugar de exigir un convenio estatal que aplique esta medida en toda España, se pide que se excluya a las trabajadoras navarras del convenio estatal para que no se las perjudique.
El sindicalismo cantonalista es una manifestación más de esa visión insolidaria y anti-igualitaria acogida por la izquierda española por la susodicha influencia de los nacionalismos fragmentarios. Lo único que consiguen es parcializar y minorar drásticamente la fuerza y eficacia de la lucha de la clase trabajadora.
¿Es que las mejoras en las condiciones laborales se merecen más o menos en función del territorio en que se nazca? El sindicalismo es internacionalista y ante las dificultades de realizarlo como tal, qué menos que lucharlo como causa nacional para todos los trabajadores de España.
[Opinión: La República Federal Plurinacional Sumarita de Yolanda Díaz]
Cantonalismo reaccionario y fragmentación de la lucha obrera es lo que viene a ofrecer esta izquierda. Eso, y absoluto servilismo a un imperialismo estadounidense que ha exportado a medio mundo sus desquiciadas políticas identitarias.
Y todo, a pesar de la hispanidad. A pesar de esa lengua de 500 millones de hablantes que desprecian en el país que la vio nacer. Todo a pesar de la historia compartida con diferentes naciones en el mundo que convendría potenciar para enfrentar a un imperialismo estadounidense que nos ha colonizado culturalmente y que somete, formando o asaltando gobiernos, a países hispanos.
Fuera y dentro de España tenemos razones de unión para la lucha conjunta en favor de la clase trabajadora. Una propuesta que nuestra izquierda patria ha decidido ni plantearse porque defender que España no sea balcanizada y alianzas útiles y naturales es "fascismo". Toca seguir soportando la propuesta inane o nociva.