Donald Trump ha anunciado recientemente que Estados Unidos abandona el Acuerdo de París, marco de Naciones Unidas sobre el cambio climático. ¿Qué significa esta decisión? ¿Por qué el presidente de Estados Unidos decide abandonar un acuerdo histórico tejido durante años, firmado por 195 países y ratificado por el 75% de ellos?
Las respuestas no son fáciles. Trump representa un sector de la población, tal vez relevante, que no entiende de decisiones globales que afectan a su economía local, aunque traten de responder a los retos a los que nos enfrentamos como humanidad.
Estos retos se derivan del antropoceno, la nombrada edad de los humanos en la que vivimos actualmente. Retos que abarcan desde el crecimiento y envejecimiento de la población, el acceso a una salud universal o el abastecimiento energético equitativo, sin que esto conlleve efectos devastadores sobre el planeta en el que vivimos. Todos ellos son la base de la nueva agenda de desarrollo sostenible aprobada en 2015 por los líderes mundiales que se concreta en diecisiete objetivos, los llamados “Objetivos de Desarrollo Sostenible”.
Para reflexionar sobre estos desafíos, el pasado fin de semana se celebró en Boston la segunda reunión de científicos españoles en EE.UU. (ECUSA). La congregación ha reunido a más de 160 científicos, creando un foro de debate y reflexión con el fin de concretar vías que conduzcan al éxito de los retos del antropoceno. Las claves que se han planteado tampoco son sencillas: corresponsabilidad, interdisciplinariedad y colaboración.
Que el planeta esté camino de la superpoblación no es un problema sólo de los habitantes de los países en desarrollo
Corresponsabilidad: que el planeta esté camino de la superpoblación no es un problema sólo de los habitantes de los países en desarrollo. Las nuevas enfermedades derivadas del envejecimiento poblacional en los países más desarrollados no son sólo un problema de los científicos. Que la emisión media anual de CO2 de una persona sea 5.000 kilogramos no es un problema sólo de los políticos.
Estos son problemas comunes, donde la responsabilidad se reparte. Es crítico, por tanto, reforzar las debilitadas sinergias entre políticos, científicos y sociedad. El riesgo es hacer real el famoso dicho español de unos por otros y la casa sin barrer.
El acceso universal a la energía no se resuelve con una detallada ingeniería mundial de redes elécrticas
Interdisciplinariedad: llevamos muchos años pensando que las soluciones a nuestros problemas se resolvían con especialización. Por supuesto que sin un trabajo especializado no se puede profundizar en los problemas ni dar respuestas prácticas. Sin embargo, los retos son complejos y sólo una aproximación donde participen disciplinas diversas puede abordar esa complejidad.
El acceso universal a la energía no se resuelve con una detallada ingeniería mundial de redes eléctricas. Sin la participación de educadores, sociólogos, antropólogos, financieros, ecónomos, expertos en modelos de negocio y politólogos, las soluciones ni serán eficaces ni serán sostenibles.
En este sentido, la organización de los profesionales es fundamental, como bien demuestra ECUSA, que integra a profesionales de la ciencia de muy diversos ámbitos con la vocación no sólo de reclamar un cambio sino también de ser protagonista de este cambio a través de sus acciones y fomentando la interdisciplinariedad.
Como las telas de araña, los retos a los que nos enfrentamos no se pueden romper aplicando presión en un solo punto
Colaboración: la complejidad de estos retos combina, entre otros, el avance del conocimiento, el desarrollo de nuevas tecnologías, el fortalecimiento de políticas internacionales, la consolidación de las alianzas y el reconocimiento de las economías particulares. Los retos a los que nos enfrentamos plantean problemas complejos, enmarañados.
Como las telas de araña, no se pueden romper aplicando presión en un solo punto. Hacen falta acciones coordinadas, alianzas. Las emisiones de CO2 no se pueden resolver sólo inventando tecnologías menos emisoras. Al menos, no con la rapidez necesaria. Sin la colaboración de ciudadanos, empresas, organizaciones sociales, científicos y políticos, no es posible llegar a soluciones eficaces.
El camino para que EE.UU. abandone el Acuerdo de París no va a ser rápido y ni siquiera está claro que termine de ejecutarse, pero ha dejado un poso de desconfianza y desolación. La desolación de una falta de liderazgo, necesario para ejecutar medidas valientes que miren al largo plazo y permitan un planeta habitable para las generaciones venideras.
La desconfianza sólo se resuelve con compromiso político y rigor científico. Con políticos centrados en desarrollar políticas públicas que converjan a los retos de nuestra sociedad, con escalas de tiempo superiores a los términos electorales. También con científicos asesorando con rigor y visión sobre esas políticas públicas, fuera de la zona de confort de los artículos en revistas internacionales.
*** Teresa Nieves es investigadora en el centro espacial de vuelo Goddard (GSFC) de la NASA, Catholic University of America y miembro fundador de ECUSA y Julio Lumbreras es profesor titular de la Universidad Politécnica de Madrid y director de la UPM para América del Norte. El resto de ponentes del panel de apertura del II encuentro de científicos españoles en EE.UU. son Marta Fernández, Jonás Gonseth, Eva Hernando, Rubén Juanes y Marco Muñoz. (Las opiniones de los autores no representan a ninguna de las instituciones en las que trabajan).