¿Sí al exit-catalán para acabar con el problema de una vez?
Sí. Plantear una pregunta con un sí y contestarla con otro sí es un pleonasmo. Es algo así como preguntar si está usted de acuerdo en subir arriba o en bajar abajo. Como si se pudiera subir abajo o bajar arriba. Exactamente ese es otro error más en el que incurrió el presidente de la Generalitat, Carles Puigdemont, al desvelar el viernes pasado la pregunta del referéndum convocado para el próximo 1 de octubre. La cuestión a la que se enfrentarán los participantes en la consulta ilegal es la siguiente: “¿Quiere que Cataluña sea un Estado independiente en forma de República?”.
¿Un-Estado-Independiente? ¿Acaso existe un Estado Dependiente, más allá de que en este mundo terrenal la suerte de cada uno de nosotros, y también la de los Estados, dependa del de al lado y del de más allá? Llevaba razón el catedrático Jorge de Esteban cuando denunciaba este sábado, en un artículo en El Mundo titulado La declaración del Palau, que la formulación de la pregunta para el referéndum catalán incurre de entrada en un pleonasmo, porque un Estado, para serlo, ha de ser independiente.
A la política catalana actual –yo diría que a la española en general- le sucede lo que el gran Josep Pla escribía sobre las señoritas catalanas de su época: “Antes se les daba una cabellera, ahora se les da el bachillerato”. Antes Cataluña tenía políticos inteligentes y ahora son una pandilla de “primarios e ignorantes”, como en otro sentido escribió también el periodista ampurdanés.
Tontos o tontos, los actuales dirigentes de Cataluña avanzan en la senda de la ruptura. El 1 de octubre está a la vuelta de la esquina y, con él, el precipicio al que se conduce a los catalanes y a los españoles en general.
Pues sí, como nos preguntamos en el titular, la única salida es el “exit-catalán”. Y ha de producirse en el tercer tiempo del partido que se disputa entre Cataluña y el resto de España. Me han convencido dos de mis mejores amigos catalanes. Uno es un gran empresario y el otro un relevante ejecutivo en una multinacional española-catalana.
Preguntados ambos sobre el “català-exit” (remedando al brexit, el referéndum en el que los británicos apoyaron la salida –exit- de Gran Bretaña –Br- de Europa y se quedaron colgados de una soga al cuello, más aún con el resultado de las elecciones del pasado miércoles), estas fueron las respuestas de mis amigos:
El empresario: “No es lo mismo català-exit que exit-català. Como sabes, exit en catalán significa éxito. En inglés, salida. El primero es una utopía basada en un gazpacho de intereses e interesados que tratan de alinearse, pero ni con superglue pegan entre sí. Es un machembrat (conglomerado); no tienen nada que ver unos con otros. Los catalanes deseamos, soñamos con otra cosa, con el exit-català. Y sólo podemos conseguirlo con la ayuda del resto de los españoles. El exit-català será el éxito de España, de Europa, de nuestra sociedad”.
“Lo único que els assenyats catalans (los catalanes sensatos) queremos es que se nos trate como merecemos. Hemos sido el tractor de la economía española, a pesar de muchos. Cuidado, no estoy hablando de locomotoras y furgones de cola. El tractor es el que provoca arranque y tracción para que la máquina se ponga en marcha y luego todos juntos funcionamos. Y así ha de seguir siendo. Hablar de locomotora y vagones es distinto”.
“Lo que queremos es que se nos trate como merecemos. Insisto, hemos sido el tractor de la economía española... Los vasquitos, en cambio, crearon un cuerpo de élite de 'malos' apoyados sotto voce (en voz baja) por el resto, los buenos, y viven a cuerpo de rey. Bueno, no sé si la palabra es la adecuada. Han conseguido y siguen consiguiendo pingües beneficios. Ellos son buenos y en Madrid están en la oligarquía”.
“Los catalanes somos rucs (burros). Unos porque lo son y el resto, la mayoría, porque somos tan discretos, tan low profile (perfil bajo), que dejamos que los que chillan se otorguen la representatividad de los demás y de la mayoría”.
“Que alguien del Gobierno del Estado tuviera las narices de sentarse con la mayoría silenciosa y poner una oferta comme il faut (como es necesario) como alternativa y esto se solucionaría. Pero como somos un país cainita, lo que a los vascos se les da bajo mano, ni de coña a los catalanes”.
El ejecutivo: “Como sé que te gusta el rugby, te lo voy a explicar así. En el rugby, la primera parte de un partido es dura; la segunda, durísima. Ganará el partido quien toca que lo gane: el Estado, obviamente. Pero el tercer tiempo es necesario. Y ahora, más que nunca”.
“El tercer tiempo es el de la reconciliación, la amistad, el olvidar los agravios, hablar hacia adelante, juntos, unidos, pero también entendiendo o queriendo entender al otro. Habrá un equipo que quedará tocado y más que nunca el equipo fuerte tiene que tender la mano al débil. Hay que ser optimista y tú y yo lo somos. Molts petonets, amic (muchos besos, amigo)”.
El catedrático Jorge de Esteban decía también en el artículo citado al principio que “algún día muy cercano habrá que plantearse en serio qué salida racional se le da al llamado problema catalán”. Efectivamente, alguna salida hay que encontrar y no parece que sea ni el referéndum ilegal e inviable del 1 de octubre ni tampoco la planteada durante todos estos años por el presidente diletante. Mariano Rajoy, muy en su estilo vital, se ha limitado a la expresión inglesa wait and see (espera y verás), adaptación del keep calm and carry on de la II Guerra Mundial (mantén la calma y continúa).
Sobre aquel Londres cayeron las bombas y aquí, ahora, en España, proliferan los misiles, que son los decretos y leyes promovidos por los políticos catalanes secesionistas, contrarrestados desde Madrid por el Tribunal Constitucional.
El 1 de octubre, el día del pseudo-referéndum convocado, es una fecha con mucha Historia. En 1823, Fernando VII restableció la Inquisición; en 1936, en Burgos, Franco fue nombrado Jefe del Estado de las tropas sublevadas, de ahí que durante 40 años se conmemorara a la fuerza en España la llamada Fiesta del Caudillo; en 1960, Nigeria se independizó del Imperio Británico...
¿En honor a qué efeméride el Govern catalán habrá elegido el 1 de octubre para el referéndum? Puestos a especular, me quedo con una conmemoración: el 1 de octubre de 1971 fue inaugurado en Orlando (EEUU) el mayor parque de entretenimiento del mundo, Disneyworld, con una extensión similar a la ciudad de Barcelona. Desde aquel día, Goofy, Alicia, Dumbo, los Tres Cerditos, el Capitán Nemo, Peter Pan, Pinocchio, Roger Rabitt, Tarzán... se solazan por allí.
Sería fácil identificar a cada uno de estos personajes animados con cada uno de los inanimados políticos estrafalarios catalanes (y españoles) que nos llenan de desasosiego y nos hacen reír a la vez por su estulticia. Pero como el problema catalán es serio, no bromeemos: hay que encontrar una solución al problema catalán buena para todos. O sea: para España.