En una conocida novela de García Márquez, un viejo coronel espera durante años una carta, que reconozca su derecho a una pensión como veterano de guerra.
Del mismo modo, podríamos imaginar a José Luis Rodríguez Zapatero, esperando a que su partido reivindique su etapa. O a que los historiadores y analistas políticos resalten sus aciertos y difuminen sus errores, como han hecho con otros ex presidentes, por ejemplo, Suárez o González.
Procede evaluar esa etapa, pues hay ya una cierta perspectiva histórica. En estas fechas, concretamente el 22 de julio, se han cumplido 20 años de la votación en la que Zapatero se alzó con la Secretaría general del Partido Socialista. Y aquel 35º Congreso supuso, en términos políticos, la sustitución del viejo PSOE de González por un nuevo PSOE, menos clásico quizás en materia social, territorial e internacional.
La elección de Zapatero también conllevó un cambio en la política mediática del PSOE. No se mantuvo la alianza con el Grupo Prisa. Sino que se optó por una estrategia que podríamos denominar "Hombres nuevos sin viejos enemigos". Eso llevó, por ejemplo, al PSOE a tender puentes con El Mundo y su director, Pedro J. Ramírez, que habían sido hasta entonces mirados con mucho recelo desde las filas socialistas.
En consecuencia, la primera biografía de Zapatero, al ser elegido secretario general, fue publicada en La Esfera, la editorial del diario El Mundo. Y su primera entrevista, al llegar a la Presidencia del Gobierno, se concedió a este mismo periódico. Se superaban así las tradicionales trincheras izquierda/derecha, socialdemocracia/liberalismo, que han marcado, históricamente, nuestro debate político-mediático.
Volvamos al legado de la Presidencia de Zapatero. Todos los presidentes, desde la Transición, han salido carbonizados de la Moncloa. Algunos han ido recuperando, con el tiempo, su prestigio.
Todavía a día de hoy, parte de la izquierda ve a Zapatero como un ex presidente "sectorial", al que sólo se le reivindica como adalid de las políticas de Igualdad y como impulsor del matrimonio entre personas del mismo sexo.
Zapatero puso por delante los intereses del país a los de su partido. Además, evitó el rescate económico
Ciertamente, la dura crisis que hubo en su segunda legislatura ha marcado su valoración pública hasta el día de hoy. Hubo errores en la gestión y en la comunicación de la crisis, como ha reconocido el propio Zapatero. En el subconsciente colectivo, ha quedado el recuerdo de que el Gobierno tardó en usar la palabra "crisis". También que tardó en hacer ajustes, lo que pudo agravar la situación. Además, muchos analistas consideran que las medidas de estímulo, agrupadas en torno al Plan E, no surtieron los efectos esperados.
A mi juicio, hubo errores mayores: por ejemplo, no pinchar la burbuja inmobiliaria, al ganar las Elecciones de 2004; o no repartir los sacrificios de la crisis entre rentas altas y bajas.
Sin embargo, también hubo aciertos en la respuesta a la recesión. Zapatero puso por delante los intereses del país a los de su partido. Además, evitó el rescate económico de España con las medidas que adoptó. Finalmente, dejó saneadas las cuentas de la Seguridad Social. Al final de su mandato, el Fondo de Reserva tenía 66.815 millones de euros, un superávit que el PP no supo mantener.
Por otro lado, difícilmente otro presidente habría conseguido atajar la crisis mucho mejor que él. Rajoy no fue la panacea. Tardó en controlar la situación, y sólo lo logró con la ayuda de Europa, especialmente con las políticas de Mario Draghi desde el BCE.
Durante la Presidencia de Zapatero, tuvo especial relevancia la política territorial. En mi opinión, fue inteligente la respuesta al Plan Ibarretxe. Frente a la postura de Aznar que llegó a plantear la reforma del Código Penal para agravar el tipo delictivo de convocatoria de un referéndum ilegal, el PSOE optó por hacer política. Eso se tradujo en aplicar los procedimientos parlamentarios: el lehendakari llevó su propuesta al Congreso de los Diputados, se le escuchó respetuosa, democráticamente, y se votó no, sin aspavientos.
El Estatut de Cataluña fue otro de los asuntos delicados que le tocó gestionar a Zapatero. Antes de su llegada al Gobierno, ya había un proyecto de reforma en el Parlament. Desde Moncloa, se intentó modificar el texto que llegó a las Cortes, para que pasara el filtro del Tribunal Constitucional, y supusiera un marco estable de autogobierno.
Las diferencias entre los partidos tuvieron como consecuencia que el Estatut acabó desencallando gracias a un pacto entre Zapatero y Artur Mas. Quedaron fuera Esquerra y el PP, por distintos motivos. La reacción del Partido Popular fue llamativa: recurrió 136 artículos del Estatut. De ellos, 95 fueron aprobados por el PP en otras Comunidades Autónomas, en algunos casos con un texto casi idéntico.
Con el tiempo comprobaremos si la etapa de Zapatero recibe un juicio severo o se reconoce su contribución a España
Ejemplo:
Artículo 169.2 del Estatut de Cataluña
"La integración de líneas o servicios de transporte que transcurran íntegramente por Catalunya en líneas o servicios de ámbito superior requiere el informe previo de la Generalitat".
Artículo 128.2 del Estatuto de Castilla-La Mancha
"La integración de líneas o servicios de transporte que transcurran íntegramente por Castilla-La Mancha en líneas o servicios de ámbito superior a su territorio requerirá el informe previo de la Junta de Comunidades"
No parece que esta estrategia de Rajoy tuviera mucho rigor jurídico ni coherencia política. Eso sí contribuyó, junto a otras causas, a crear el germen de la deriva soberanista posterior.
Quizás una carencia de la política territorial de Zapatero fue no profundizar en los mecanismos de coordinación entre las CCAA. Para ser justos, el PSOE tenía una propuesta de reforma de la Constitución con un Senado en el que sus miembros fueran elegidos por los Ejecutivos regionales, que buscaba, precisamente, eso: mejorar la comunicación, la gobernanza Gobierno central-Gobiernos autonómicos. Pero no fue posible llevarla a cabo.
Esta limitación de nuestro modelo de Estado se ha visto recientemente en la crisis del coronavirus. Ha sido difícil coordinar la respuesta a la pandemia, incluso en algo tan básico como tener una metodología común para recabar los datos estadísticos.
En otros ámbitos, Zapatero tuvo aciertos meritorios, que, a mi juicio, no han sido suficientemente destacados:
- El final de ETA sin concesiones políticas.
- Los avances en derechos civiles y sociales (Ley contra la Violencia de Género, Ley de Igualdad, Ley de Dependencia, Ley del Matrimonio entre personas del mismo sexo).
- El pluralismo informativo en RTVE, una excepción en nuestra historia democrática.
- El respeto al trabajo de los medios de comunicación, sin vetos a periodistas (a diferencia de lo que hicieron Aznar o González).
Con el tiempo, comprobaremos si la etapa de Zapatero recibe un juicio severo, por su gestión de la crisis económica. O si, por el contrario, se analiza aquella Presidencia en su conjunto, y se reconocen sus contribuciones a la modernización de España. También habrá que ver si se valora su forma de entender la política, desde el talante democrático y el respeto al adversario. Como dijo, en cierta ocasión, Pedro J. Ramírez, Zapatero es, probablemente, el mejor ser humano que ha pasado por la Moncloa.
*** Pablo Reyero Trapiello es analista político.