Las dos Españas, a garrotazos con el centro.

Las dos Españas, a garrotazos con el centro. Tomás Serrano

LA LISTA DEL SÉPTIMO DÍA

¿Es posible una tercera España o estamos condenados a soportar las otras dos?

La actual situación de Ciudadanos parece la enésima prueba de la imposibilidad histórica del centro para cuajar en España, pero ¿es eso irremediable?

18 abril, 2021 01:38

1. Primera obviedad. El centroizquierda, en España, no existe. Lo que sí existe es el centroderecha

2. ¿Y qué es el centroderecha? Un tipo que quiere impuestos bajos y servicios públicos mínimos, pero de calidad: sanidad, educación, pensiones, policía, ejército y poco, muy poco más. 

3. Un tipo, además, al que le importa un rábano tu raza, tu religión o si te crees hombre, mujer o cogollo de Tudela mientras no se lo frotes en los morros o le cobres por ello. 

4. El centro es, en fin, un tipo aseado. Personal e ideológicamente. 

5. De toda la vida de dios, eso ha sido un liberal. Pero ahora lo llamamos centro. Pues vale. Sea centro

6. Segunda obviedad. La inmensa mayoría de los votantes de los partidos de centro, en España, proceden de la derecha. Del liberalismo y del conservadurismo. 

7. El CDS fue un partido de centroderecha puro y duro. Y Ciudadanos es un partido de centroderecha liberal, diga lo que diga el sector socialdemócrata del partido.

8. ¿Y UPyD? El partido de Rosa Díez y Fernando Savater fue un partido de centroizquierda, efectivamente. Y por eso duró lo que duró: lo que una lágrima en la lluvia. 

9. Digamos también, hablando de UPyD, que el PSOE siempre ha sido más efectivo exterminando competidores que el PP. Aunque ese es otro tema. 

10. Pero, más allá de las artimañas del PSOE, ¿por qué no ha cuajado nunca un partido de centroizquierda en España? Lo explica en este artículo de EL ESPAÑOL Óscar Monsalvo.

11. En España no puede existir un partido de centroizquierda porque creer que tus valores morales son el bien absoluto, como ocurre en el caso de nuestra izquierda, conduce de forma natural a dos conclusiones incompatibles con el centro.

12. La primera conclusión es la de que cualquier cosa que hagas para imponer esos valores estará justificada. Porque si el objetivo final es el bien absoluto, es decir la sociedad perfecta, cualquier mal percibido como relativo será un precio aceptable a pagar.

13. Aceptable a pagar… por el prójimo, claro. Ya saben ustedes que el socialismo es esa ideología que se aplica a los demás, pero jamás a uno mismo

14. Además. ¿Qué es un mal relativo? Para la izquierda, el mal provocado siempre será relativo porque este es visto como una herramienta para lograr el bien absoluto.

15. Para la víctima, en cambio, ese mal siempre será absoluto, independientemente de cuál sea su fin. Ejemplo (extremo): el terrorismo de ETA. 

16. La segunda conclusión es que no cabe negociación alguna sobre esos valores.

17. Porque, ¿quién osaría transaccionar con el bien absoluto? Cualquier avenencia en este sentido, cualquier pacto, cualquier componenda, cualquier punto medio, sería visto como una cesión al mal.

18. Y por eso no puede existir un partido de centroizquierda estable, sólido y duradero. Porque si eres de izquierdas, no negocias tus valores morales con nadie ni por nada

19. Mírenlo de otro modo y desde el punto de vista de la izquierda. ¿Cuál es el punto medio entre el bien absoluto (la izquierda) y el mal absoluto (la derecha)? El mismo que entre la salud y la muerte: la enfermedad.

20. ¿Y quién quiere estar enfermo cuando puede estar absolutamente sano simplemente modelando la sociedad a imagen y semejanza de los deseos de los líderes del partido?

21. El Shangri-La del centrismo es ese mítico espacio geográfico en el que pueda sentirse cómodo (o al menos no excesivamente incómodo) tanto un socialdemócrata como un liberal como un conservador. 

22. Es probable que en ese espacio pueda sentirse relativamente cómodo un liberal, que lleva la transacción en el ADN. Quizá porque la inmensa mayoría de ellos proceden del sector privado. Que es lo mismo que decir del mundo real, donde lo bueno suele ser enemigo de lo mejor.

23. O que pueda sentirse relativamente cómodo un conservador, acostumbrado a ver cómo muchos de los valores e instituciones que él considera buenos, útiles y merecedores de respeto desaparecen aplastados por nuevas modas ideológicas de consumo rápido y digestión lenta.

24. Los conservadores son gente acostumbrada a la decepción vital. El centro liberal será siempre un mal menor para ellos.  

25. Pero eso no será jamás posible con un socialdemócrata. Quizá, puntualmente, en circunstancias históricas excepcionales. Diciembre de 2017 en Cataluña, por ejemplo.

26. O la España de abril de 2019, cuando Ciudadanos consiguió 53 escaños y el 15,86% de los votos.

27. Pero no la España de seis meses después, cuando Ciudadanos cayó hasta los 10 escaños. Lo que demuestra la fragilidad (y la extrema volubilidad) del voto de centro. 

28. Abandonemos toda esperanza. En circunstancias de normalidad, y normalidad es el PSOE controlando las televisiones, el centro no tiene la menor oportunidad entre el electorado de izquierdas en España.

29. Mucho menos la tiene en esos momentos en que la socialdemocracia ve en el horizonte una amenaza, casi siempre imaginaria (el resurgir del fascismo), que la lleva a atrincherarse en esa zona de confort ideológico que son sus dogmas ideológicos.  

30. Nada de lo que está ocurriendo ahora es novedoso. 

31. Pablo Casado y Teodoro García Egea sólo están haciendo lo que hizo José María Aznar a principios de los años 90.

32. Es decir, reunificar el centroderecha español mediante una agresiva estrategia de captación de líderes del centro. El Ciudadanos de 2021 es el CDS de 1991. 

33. ¿Las formas son el problema? ¿Y quién recuerda hoy las formas del PP de Aznar en su relación con el CDS? No fueron tampoco exquisitas. 

34. Lo único que se recuerda es que ese joven líder popular reunificó el centroderecha y lo llevó hasta la Moncloa, derrotando al aparentemente invencible PSOE de Felipe González. ¿Acaso no se ve el paralelismo?

35. Observen la ilustración de Tomás Serrano que encabeza este artículo. Si Goya viviera hoy, esa sería su pintura. 

36. Las dos Españas suelen atizarse fuerte. Pero nunca tan fuerte como cuando le atizan a la tercera.

37. Lo que hay entre las dos Españas es rivalidad por el pastel. Pero lo que las dos Españas sienten por la tercera es odio. Sólo hay que echarle un ojo a las redes sociales para comprobarlo. 

38. El porqué no tiene secreto. Más allá de sus discrepancias cosméticas, las dos Españas comparten su fe en un mismo paradigma: un Estado pantagruélico, paternalista, vertical, caciquil y de identidades artificiales múltiples.

39. El Estado del líder carismático, las filas prietas, la administración proveedora y el pintoresquismo regional echao al monte, no sea que le falte un perejil al esperpento. 

40. Quienes buscan rastros del franquismo en la España de hoy suelen buscar en los lugares incorrectos. Buscan un franquismo estético, puramente cosmético. El franquista de bigote, copa balón y puro. 

41. Pero el franquismo, el verdadero, el sociológico, está hoy en otros lados.

42. Está en la Sección Femenina de nuestra izquierda, tan juvenil y falangista ella. ¡Si hasta quieren prohibir el porno, y la prostitución, y la gestación subrogada, y muy pronto el sexo fuera del matrimonio! 

43. En las televisiones públicas, donde la proporción ideológica habitual del sector periodístico (90% de izquierdas-10% de derechas) se corrige levemente (99% de izquierdas-1% de derechas).

44. En el carné del PSOE, que tantas puertas sigue abriendo en España.

45. En esos tres millones de funcionarios y varios millones más de mantenidos colaterales que lastran la economía española y obligan a un sobreesfuerzo suicida al sector privado.

46. En los regímenes que PSOE y PP han construido allí donde han podido: Andalucía, Valencia, Murcia, Extremadura…

47. Y en el nacionalismo, por supuesto, puro destilado de Francisco Franco Bahamonde

48. La primera en caer en España durante la Segunda República fue la tercera España. Liquidada esta, ya sólo fue cuestión de tiempo que estallara la Guerra Civil

49. La tercera España no se derrumbó sola o exterminada por una de las dos Españas. Las dos se dedicaron con igual empeño a la tarea de demoler a aquellos que intentaron hasta el último momento frenar el desastre que se avecinaba.

50. ¿Puede existir un partido de centro en España que evite las tendencias centrífugas de PP y PSOE? ¿Que convierta en irrelevante políticamente al franquismo sociológico que todavía hoy anida en nuestra extrema izquierda, en nuestra extrema derecha y en nuestros nacionalismos

51. España sigue siendo hoy una excepción histórica. El centro liberal (algunos lo llamarán derecha o conservadurismo, pero en la práctica es centro liberal, incluso rozando la socialdemocracia en algunos casos) gobierna en la actualidad en Francia, en Alemania, en Italia, en Holanda, en Bélgica y en Reino Unido. España es hoy la única gran economía europea que continúa aferrada al socialismo

52. Y cuando digo socialismo no me refiero sólo al PSOE. Me refiero al paternalismo estatalista, transversal a la mayoría de los partidos.  

53. ¿Está sentenciado Ciudadanos? Está por ver. Intuyo que los menos preocupados, a nivel personal, son los propios líderes de Ciudadanos, que proceden en su amplia mayoría del sector privado y que no necesitan hacer girar puertas para ganarse muy bien la vida lejos de la política

54. Otra cosa es la preocupación a nivel político. ¿Sería mejor una España donde los correctores del bipartidismo fueran los extremos (Podemos, Vox, PNV, ERC, Compromís, BNG, EH Bildu), o una donde el corrector fuera el centro?

55. Ese es el dilema histórico real, no si Largo Caballero era un asesino o un santo. 

Javier Fernández-Lasquetty, entre libros de Hayek, fotos con Aznar y Vasgas Llosa y una figura de Tintín, en su despacho.

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Ilustración: Javier Muñoz

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