Alquilar piso en España y otras historias de terror
Los pisos de alquiler españoles son las plantas de residuos del siglo XX, y hasta allí llevan los arrendadores los desechos para que el inquilino los recicle como pueda.
En España sólo se alquila un tipo de vivienda debido al comunismo inmobiliario al que están condenadas las clases medias: piso estándar (mejor o peor ubicado), pero decorado con los muebles de la abuela. Pisos que llenan los propietarios con todo eso que sobrevive en los trasteros después de tirar una bomba atómica (porque los manteles de hule amarilleados por el tiempo son lo único que sobrevivirá a un holocausto nuclear).
Qué daño hicieron los años 60 y 70 a la decoración. Veníamos de la gloria y del terciopelo pasamos directamente al gotelé, que es la vagancia de los constructores con prisa. Los pisos de alquiler son las plantas de residuos del siglo XX, y hasta allí llevan los arrendadores los desechos para que el inquilino los recicle como pueda.
Por 1.000 euros en Ikea pondrían una casa entera, pero ellos prefieren venderle al Erasmus que dejó lo de mirar pisos para el último momento que esto es typical Spain. Lo mismo que tomarse unas cañas con unos torreznos, vaya.
Y si el inquilino es un veinteañero de por aquí, pues se le dice que lo moderno es no contaminar comprando muebles innecesariamente. A mí la sororidad con el medioambiente me la pela si me dejan un crucifijo de escayola en la habitación y un dálmata de loza pintado a la entrada. Y todo por no gastarse cuatro duros en una cadena sueca, por mucho árbol que haya que talar.
"Ser joven en España consiste en elegir entre una hipoteca que sabes que nunca te concederán o alquilar la casa de Cuéntame"
El problema, casi siempre, es que los caseros son octogenarios entrañables a los que uno, después de que hayan subido hasta un cuarto sin ascensor, no sabe cómo decirles que no. Da pudor hablarles con sinceridad, decirles que tiene más rollo la celda de un cartujo que una puñetera cocina de gas.
Después está ese otro propietario desganado a los 50 que se ofende por cualquier pregunta y te dice que “no es una gotera, por favor, es un sistema de riego por goteo natural”. Y cuando le preguntas con tu mejor cara si piensa cambiar la bañera esa que tiene aspecto de criadero de setas por una ducha, te responde displicentemente que cómo la va a cambiar, si está a estrenar.
Ser joven en España consiste en elegir entre una hipoteca que sabes que nunca te concederán o alquilar la casa de Cuéntame, con Herminia momificada en una colcha de croché en el armario. Y todavía se le ocurre al Gobierno que lo mejor para incentivar a los jóvenes, pobres precarios por capricho, es lanzar este nuevo plan E de la vivienda que consiste en darles 250 euros al mes para que alquilen un pisito y dejen a sus padres en paz.
"Yo recuerdo los apartamentos que alquilaron todos mis amigos como recuerdo todas las películas de terror que he visto"
Valientes insensatos. Acaban de subir en 250 euros el precio de todos los alquileres de España. Como siempre, los políticos esquivando los problemas de verdad. Y el único que tenemos es que encontrar un piso de alquiler decente (un piso en el que los muelles del sofá no te hagan una colonoscopia cada vez que te sientas y en el que el resto de muebles sean posteriores a los años 90) es más difícil que ligar en Valladolid.
Yo recuerdo los apartamentos que alquilaron todos mis amigos como recuerdo todas las películas de terror que he visto. Cada uno de ellos era un viaje al pasado más retrógrado. Con suerte, en el mejor de ellos, entre unas estanterías oscuras de melanina desconchadas que absorbían toda la luz como un agujero negro, apareció una enciclopedia Espasa que pudo ojear mi amigo durante el mes entero que tardaron en arreglarle el televisor.
En el peor de los casos, siempre temes que se hayan dejado las cenizas de la abuela en cualquiera de los jarrones que invaden las estanterías. El parque automovilístico de España será antiguo, pero los muebles con los que se rellenan los pisos de alquiler son los del Berlín del otro lado del muro. Digo más: en la RDA había decoradores con mejor gusto.
Los pisos que se alquilan en España son todos preconstitucionales y contra eso debería legislar el Gobierno. No se puede consentir que en 2021 todavía haya viviendas con una bañera rosa, los tapetes de ganchillo como telarañas que buscan atrapar al inquilino desprevenido y un bigotito tardofranquista en la puerta a falta de felpudo.
*** Guillermo Garabito es periodista.