En una semana en la que el planeta asiste a un crecimiento exponencial de los contagios por el coronavirus, el Ministerio de Ciencia ha anunciado una remodelación de la carrera científica que la comunidad de investigadores no aprueba en términos generales. Eso, por una parte. Por otra, el Gobierno central y los autonómicos siguen sin prestar mucha atención a las evidencias científicas y el desconcierto por el rumbo de la pandemia toma asiento a nuestra vera. Por ello pienso que es un buen momento de plantearnos qué podemos hacer, hoy mismo, por aquello que nos ha salvado, es decir, por la ciencia.
Nuestra especie es una más de la Tierra. Sin embargo, debido al poder de raciocinio que tenemos hemos logrado hacer frente a los más discordes desafíos planteados por la naturaleza. La capacidad desarrollada para saltarnos las adversidades, sirviéndonos de un método científico en constante evolución, nos ha hecho colonizadores y longevos. Además, es una constante histórica la necesidad que ha tenido cada generación de reivindicar el papel de la ciencia en nuestros éxitos como especie.
Muchas son las ocasiones en que amigos, conocidos y seguidores me han preguntado qué pueden hacer por el desarrollo de la ciencia. Está claro que no todos queremos ser parte activa de la investigación científica. Sin embargo, de igual manera que no todos queremos, ni podemos, ser deportistas de élite, pero sí participamos en la financiación del deporte consumiendo eventos de esta índole, existen fórmulas para apoyar a la ciencia sin tener que manejar una pipeta.
Amén de la consabida exigencia a los políticos de una implicación real, cada ciudadano puede mostrar su solidaridad con proyectos de investigación como se hace con damnificados por desastres naturales o víctimas de la pobreza en muchas partes del mundo. Es conocida la grandísima generosidad de la sociedad española con causas sociales, pero esto no ocurre cuando de ciencia se trata. Por ello, sirva esta modesta columna para motivarte en este sentido.
"Sin los granos de conocimientos que se fueron cimentando hace dos décadas no hubiésemos tenido la tecnología para producir las vacunas"
Con la cercanía del fin de año, a veces podemos hacer ciertos ajustes que nos desgravan en la próxima declaración de la renta. Por estas fechas varios amigos, entre los que se encuentran la escritora y política Marta Rivera de la Cruz y su paisano José Rus Rodríguez, suelen hacer aportaciones a la Fundación para la Investigación Biomédica del Hospital La Paz con el propósito de aumentar la hucha con la que se financian mis proyectos en Metástasis, Sepsis y ahora Covid-19. Por muy pequeñas que sean las donaciones sabemos que los grandes edificios se construyen con muchos pequeños elementos.
Probablemente, la desinformación en este contexto no ayuda a fomentar el espíritu solidario con esta causa tan loable como las que anteriormente mencioné. Aunque quizá la verdadera razón radica en la falta de inmediatez en los resultados. Al aportar dinero para construir una aldea infantil o comprar alimentos somos capaces de ver la utilidad de nuestro acto en poco tiempo. Con la ciencia esto no ocurre; su cocción a fuego lento nos impide constatar el beneficio de nuestra generosidad.
Sin embargo, debemos tener en cuenta que sin los granos de conocimientos que se fueron cimentando hace dos décadas no hubiésemos tenido la tecnología necesaria para producir las vacunas que hoy están evitando muertes por la Covid-19. Por desgracia es difícil predecir qué experimento será crucial para desatascar un problema de la humanidad en el futuro. Lo mejor es fomentar la investigación en todos los sentidos imaginables.
En España existen varias asociaciones y fundaciones sin ánimo de lucro que buscan fondos para financiar proyectos de investigación. Cada una de ellas es un potencial receptor de donaciones particulares que engrosarán las cuantías de esos proyectos, tan necesarios para hoy y para mañana. Además de la Fundación del Instituto que dirijo (la Fundación para la Investigación Biomédica del Hospital La Paz), existe una lista considerable de opciones.
Por ejemplo: La Asociación Española Contra el Cáncer (AECC), la Fundación CRIS, la Fundación FERO y la Asociación Española de Investigación sobre Cáncer (ASEICA).
"Al placer que se siente cuando sabemos que hemos hecho algo de provecho se añade el incentivo fiscal asociado a estas donaciones"
Todas ellas se implican, desde diferentes ángulos, en proyectos que intentan aumentar el conocimiento que tenemos sobre esa terrible enfermedad. En el caso de la Fundación del Hospital La Paz tu donación se puede dedicar a una pléyade de proyectos en los más diversos campos que van desde las enfermedades infecciosas hasta la metástasis.
La AECC dedica sus fondos a acciones como el apoyo a pacientes y familiares además de proyectos de gran envergadura científica. Mientras que la Fundación CRIS está dirigida específicamente a buscar soluciones al cáncer infantil, FERO apoya a investigadores noveles que enfrentan el desafío de montar un laboratorio en este apasionante campo. En el caso de ASEICA, esta asociación promueve las carreras y visibilidad de los científicos que nos dedicamos a escudriñar los secretos de esta enfermedad.
Ya sabes que buscar información en internet sobre cómo colaborar económicamente es sencillo. Recuerda que al placer que se siente cuando sabemos que hemos hecho algo de provecho se añade el incentivo fiscal asociado a este tipo de donaciones. Aprovecha la cercanía del fin de año y regálate una colaboración con tu futuro y el de la humanidad. Cualquiera que sea tu decisión, aquí te espero siempre, en esta columna donde pretendo, cada semana, difundir ciencia, política científica e investigaciones recientes en EL ESPAÑOL.
*** Eduardo López-Collazo es director científico del Instituto de Investigación Sanitaria del Hospital Universitario La Paz (IdiPAZ), de Madrid.