Dejad que los niños se alejen de Putin
La crisis de refugiados desatada por la invasión rusa de Ucrania sólo va a contribuir a agravar el serio problema demográfico que afecta a Rusia y a su área de influencia.
Una de las mayores preocupaciones de Vladímir Putin, este criminal de guerra que ha invadido Ucrania, es el declive demográfico de su país. Al igual que lo es, o debería serlo, para un gran número de países del mundo.
Aunque intelectuales, artistas y abajo firmantes nos siguen martilleando con lo de la "explosión demográfica", la realidad hace tiempo que superó las alarmas maltusianas de la paternidad despreocupada.
Pero que nadie respire aliviado. Mejor que traspase la angustia del exceso a la del defecto, pues la catástrofe sigue amenazando, aunque no sea la que aún le cuentan los herederos del Club de Roma.
Y es que el acontecimiento que nos va a definir en este siglo XXI no será la superpoblación, sino la caída de la demografía global. No tendremos que esperar mucho para ello. Tres décadas, más o menos, si escuchamos a los autores de Empty Planet. The Shock of Global Population Decline.
Darrell Bricker y John Ibbitson, sus autores, consideran que habrá un pico de 9.000 millones de personas y que luego la Humanidad se verá en la parte de arriba de un tobogán muy siniestro. Otros investigadores, como el austríaco Wolfgang Lutz, mueven algunas cifras. Pero ya nadie discute lo que va a suceder.
Efectivamente, tal como se está generalizando, los jóvenes siguen en casa y no tienen intención de tener niños antes de cumplir los treinta. En las sociedades occidentales, uno o dos niños es la norma, si se tienen. Crear una familia ya no se siente como un deber para los propios, la religión o la patria.
"Rusia se despeña hacia el pozo poblacional, y el mismo Putin reconoció que la demografía era el principal problema de Rusia"
En todo caso, tenerlos se relaciona con el logro, con la plenitud personal. Y a esta plenitud se llega pronto: con los primeros biberones y los primeros problemas uno ya se ve realizado. Esto tan complicado de corregir se llama Low Fertility Trap y afecta a unas dos docenas de Estados alrededor del mundo. Japón, Corea del Sur, España, Italia y buena parte del este de Europa lideran este camino a la extinción. En 2050 serán tres docenas. Y, sí, también África llegará a su pico antes de lo que muchos creen.
Rusia se despeña hacia el pozo poblacional. Según el periódico Vedomosti del 30 de noviembre de 2021 (localizado y traducido del ruso por mi amigo Jorge Ferrer), el presidente Putin, en el foro de inversión de VTB Capital, dijo que la demografía era el principal problema de Rusia.
"Tenemos problemas internos que son inherentes a Rusia, y esto se debe principalmente a problemas demográficos. Tuvimos dos descensos naturales en nuestro desarrollo demográfico: fue durante la Segunda Guerra Mundial [...] y a principios-mediados de 1990, después del colapso de la Unión Soviética".
Pero, a pesar de sus llamamientos y del proyecto nacional "Demografía", la tasa de natalidad en el país sigue descendiendo. Según Bricker e Ibbinston, con su programa antialcoholismo, con una economía que crecía gracias al gas, la inmigración y a una subida de hasta el 1.7 de niños por mujer, se produjeron algunos avances. Y según el digital Finanz.ru del 2 de septiembre de 2021 (también facilitado por Jorge Ferrer), la población aumentó algo en el contexto del bienestar de los "años gordos de 2010", con el petróleo a más de 100 dólares por barril.
Se pasó de esos 142 millones de rusos en el 2009 a los 144 de ahora. Insuficiente para un país que envejece.
"Si el problema demográfico de Rusia y de su zona de influencia era una de sus grandes preocupaciones, con la crisis de refugiados han hecho un pan con unas hostias"
Putin creía que su entrada en Ucrania sería poco más que un paseo militar. Que le recibirían a los pocos días con banderas y flores y que las mujeres cubrirían de besos a los soldados. La huida hacia Europa (según ACNUR, de 4 millones de personas, de las cuales la mayoría son mujeres en edad de tener hijos y de sus niños) es una catástrofe.
Se calcula que han salido un millón y medio de menores. Si el problema demográfico de Rusia y de su zona de influencia era una de sus grandes preocupaciones, ha hecho un auténtico pan con unas hostias. Ignoro si se confirmó, pero hace unos días se publicó la noticia de que la Embajada de Estados Unidos en Ucrania acusaba a Moscú de "secuestrar" a más de 2.000 niños de Mariúpol.
Irónicamente, en un momento histórico donde algunos investigadores como Bricker e Ibbinston lo fían todo a la inmigración, Europa recibe, más que refugiados de guerra, una riqueza insospechada. Y más cuando, para desgracia de Ucrania, muchos de ellos ya no volverán a casa. El editorial de este mismo periódico del pasado día 26, titulado El futuro de la España vacía pasa por Ucrania, no podía ser más acertado.
40.000 ucranianos han venido a España y podrían llegar quizá cientos de miles. Es cierto que, como dice su autor, "cualquier consideración utilitarista pasa a segundo plano", y nos estremecemos con la hecatombe de tantos hombres, ucranianos y rusos, que verán su vida segada en el frente. Pero no son el gas y las materias primas las únicas riquezas que están en juego en esta guerra. Desde todos los puntos de vista, Rusia va a pagar un alto precio por haber dejado crecer algo peor que un zar.
*** Teresa Giménez Barbat es escritora y exeurodiputada.