Los ejércitos de trolls se han convertido en un elemento primordial del manual de desinformación del Kremlin. Se manifiestaron por primera vez en 2016, cuando la Agencia de Investigación de Internet (IRA) del confidente de Putin, Yevgeny Prigozhin, empleó a miles de personas en una "granja de trolls" de San Petersburgo, para intervenir en elecciones clave, incluida la carrera presidencial de Estados Unidos entre Donald Trump y Hilary Clinton.

Hoy siguen vivos y coleando, en una escala completamente diferente, como parte de la invasión rusa de Ucrania. Aunque menos obvios en sus manifestaciones, después del bloqueo geográfico de los principales medios de desinformación, Sputnik y Russia Today, y la eliminación de su contenido en las plataformas de redes sociales más grandes del mundo, Twitter, Facebook y YouTube.

Facebook.

La investigación publicada por el Gobierno británico en mayo de 2022 encontró que Rusia ha expandido su ejército de bots y trolls desde que invadió Ucrania el 24 de febrero de 2022. Y advirtió de que un nuevo ejército de trolls, vinculado a Prigozhin, el fundador del grupo de mercenarios Wagner, había entrado en acción en la guerra de Ucrania.

Además de poner en la diana a los principales medios de comunicación, o líderes políticos como el entonces primer ministro británico Boris Johnson y el canciller alemán Olaf Scholz, la actividad de los trolls se ha concentrado en la manipulación de la opinión pública mediante la inyección de desinformaciones en las secciones de comentarios de una variedad de plataformas de redes sociales (Facebook, Twitter, TikTok, Telegram).

Los investigadores de META demostraron en agosto que los trolls de guerra del "Frente Cibernético Z" están conectados a la fábrica de trolls dirigida por Prigozhin. Y un estudio publicado el 6 de noviembre reveló que las cuentas de redes sociales "hibernadas", una vez vinculadas al IRA, estaban activas nuevamente para cargar contra la gestión del presidente Biden de la crisis de Ucrania antes de las elecciones de mitad de mandato

Utilizando una combinación de minería de datos basada en algoritmos y análisis cualitativos, la investigación de nuestro grupo de expertos, Political Capital, ha rastreado y analizado la activación de cuentas de trolls y sus estrategias de difusión a raíz de la invasión de Ucrania en los países del Grupo de Visegrado, Alemania, Italia y Rumania.

El uso repetido de fotos de bancos de imágenes, y los patrones de publicación consistentes en republicar el mismo comentario palabra por palabra en hilos en Facebook, revelaron sus patrones de comportamiento inauténtico. Nuestro equipo examinó textos repetitivos que tenían al menos 5 palabras y que se publicaron al menos 200 veces en las redes sociales, y obtuvo una serie de hallazgos interesantes. 

"La narrativa difundida buscó reinterpretar la guerra como un conflicto entre Rusia y Occidente, con el foco en el 'incumplimiento' de las promesas que había hecho a Rusia sobre la ampliación de la OTAN"

Primero, en nuestro estudio de los países de Visegrado, observamos que existen diferencias notables específicas de cada país en las actuaciones y narrativas. En Hungría y la República Checa, por ejemplo, detectamos un gran número de mensajes comparables que estaban alineados con las narrativas pro-Kremlin. De las cinco narrativas difundidas en ambos países, tres se centraron en (1) la comisión por parte de Ucrania de un genocidio en el Donbás, (2) el control de Ucrania por los neonazis, o (3) la inexistencia de Ucrania como Estado.

En Polonia, sin embargo, tales tácticas no funcionarían, debido al malestar generalizado dentro del país con respecto a Rusia. Como tal, los mensajes intentaron enfatizar la inseguridad geopolítica al sugerir que el partido gobernante Ley y Justicia no fue diligente con la seguridad nacional, y que la cooperación de la OTAN podría arrastrar a Polonia a la guerra.

En Alemania, los esfuerzos de los trolls se concentraron en amplificar un sentimiento de culpa en la opinión pública alemana. La narrativa principal también buscó reinterpretar la guerra como un conflicto entre Rusia y Occidente (Estados Unidos y la OTAN), con el foco en el supuesto incumplimiento de Occidente de las promesas que había hecho a la Unión Soviética y Rusia con respecto a la ampliación de la OTAN.

En segundo lugar, descubrimos que muchas de estas historias falsas tienen su epicentro en Moscú. Identificamos fácilmente tres mensajes que son repetidos como loros por los trolls en Hungría. Entre ellos figuraban "Ucrania no existe", "El nuevo orden mundial dictatorial de la OTAN", y los "últimos ocho años de genocidio en el Donbas". De estos, el primero surgió de una organización conectada con el oligarca ucraniano pro-Putin Viktor Medvechuk, localizando la fuente en la "agencia de noticias" de los separatistas. Una investigación de AFP reveló que la misma narrativa ha estado circulando en griego, alemán, inglés y búlgaro.

"La AfD de Alemania, los socialdemócratas rumanos, Robert Fico en Eslovaquia y el Partido Trikolor en la República Checa también dieron oxígeno a las narrativas del Kremlin"

La asimilación de los mensajes del Kremlin también ha crecido en algunas partes. Nuestra investigación detectó información errónea del Kremlin en medios de comunicación populares, incluidos RTL, RTL Aktuell, Sat1 y ZDF Heute, que cuentan con grandes audiencias en sus respectivos países. También lograron abrirse paso entre las administraciones en ciertos países simpatizantes.

Por ejemplo, los artículos de opinión de los principales medios de comunicación progubernamentales en Hungría se hicieron eco de la falsa afirmación de que se cometió un "genocidio" o "etnocidio" contra la minoría rusa o húngara, haciendo referencia a un conflicto diplomático de larga duración sobre los derechos lingüísticos de las minorías entre Kiev y Budapest. Mientras que los políticos de la AfD de Alemania, los socialdemócratas rumanos, Robert Fico en Eslovaquia y el Partido Trikolor en la República Checa también dieron oxígeno a las narrativas del Kremlin.

En última instancia, nuestros aciertos en la identificación de la actividad de los trolls derivaron de sus errores. Por ejemplo, en varios casos encontramos que los aparentes usuarios eslovacos de Facebook comentaban en páginas checas de la red social en húngaro. Y los perfiles italianos comentaban en páginas colombianas de Facebook en su propio idioma, etc. Los perfiles que difundieron narrativas abiertas a favor y en contra del Kremlin en paralelo fueron aún más reveladores. Estos errores sugieren que la fuente rusa detrás de estos perfiles olvidó cambiar de cuenta antes de mudarse a una jurisdicción diferente. También descubrimos que los perfiles falsos y robados eran más frecuentes en la difusión de estas narrativas. 

[Estas son las 'fake news' que difunde el Kremlin para justificar la invasión de Ucrania]

La escala de la actividad de los trolls rusos en Europa debería preocupar tanto a los líderes políticos como a la ciudadanía en general. Las operaciones de influencia online inauténticas son fáciles de fabricar y baratas de ejecutar. 

Por lo tanto, es imperativo que la UE promulgue una legislación adecuada, más allá de su Ley de Servicios Digitales, y desarrolle capacidades técnicas que puedan reconocer mejor el comportamiento en línea no auténtico. La última bala de plata, sin embargo, radica en las compañías de redes sociales, en ellas mismas y en su apetito por combatir las redes falsas de manera transparente.

Los legisladores europeos deberían dar la máxima prioridad a garantizar que estas plataformas cumplan, con rapidez, con las exigencias de perseguir la desinformación. Y, además, introducir sus propias herramientas para evitar que la actividad de los trolls se propague en sus plataformas.

*** Péter Krekó es director del Political Capital Institute, Senior Fellow de CEPA y exalumno de Europe’s Futures Fellow

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