Hace ya años que se puso de moda, sobre todo en las despedidas de soltero, colocar a un ser humano con el torso apoyado en la barra, boca arriba, para que el camarero, con varias botellas en las manos, le fuera haciendo una mezcla de distintos líquidos en la boca. Esto es lo que ocurrió ayer en el Congreso.
El Gobierno, tal y como relatan todas las cabeceras, aprobó a través de una sola ley y por el procedimiento de urgencia la reforma de la sedición, la reforma de la malversación y la reforma de la ley con la que se elige a los jueces del Tribunal Constitucional. Zarzalejos, en El Confidencial, lo llama la "ley ómnibus" y habla de "una crisis inédita en el sistema constitucional". Varios periódicos destacan también una circunstancia un tanto rara: Pedro Sánchez, el presidente histórico, no estuvo en el Congreso, sino en Bruselas.
Y esto último es muy grave, pero no por marcharse el día que se aprueban las reformas más importantes de su mandato, sino porque... ¿quién cuidó el huerto de Moncloa? Un poco de responsabilidad, por favor, que está el clima muy delicado. La tromba de agua, la tormenta eléctrica. Y va el presidente y abandona su labor.
Fue uno de los plenos más bochornosos que se recuerdan, con acusaciones cruzadas de golpismo entre el bloque de Moncloa y la oposición. Pero, ojo, porque esa polarización también se percibe en la prensa. PSOE, Podemos y sus socios acusaron a la oposición de urdir un golpe con la "derecha judicial" para impedir el normal funcionamiento del Parlamento. Y la oposición acusó al Gobierno de urdir un golpe para que la democracia funcione a su antojo, mediante la eliminación de las mayorías necesarias que requiere la renovación del poder judicial.
Por ejemplo, El País acusa en su editorial a la oposición de "intento de sabotaje". La Vanguardia hace lo propio y endosa al PP un "movimiento gravemente lesivo para la soberanía popular". Al otro lado del río, ABC dice que el Gobierno "arrolló la división de poderes" y que ha llevado a la democracia "a un momento crítico"; y El Mundo resume lo sucedido con esta frase: "Todas aquellas instituciones que no se someten a sus aspiraciones de control son presentadas por el PSOE y por su bloque de poder como enemigos de la democracia".
En realidad, la posible intervención del Tribunal Constitucional no llegó a ocurrir. Recordemos que se había convocado un pleno de urgencia a petición del PP, que tiene mayoría en este órgano. Feijóo lo había hecho para que se suspendiera de manera cautelar la ley que justo después iba a aprobar el Gobierno en el Congreso.
¿Y por qué no ocurrió? Encontramos la respuesta en EL ESPAÑOL: al parecer, Pedro González-Trevijano, el presidente del Constitucional, suspendió el pleno al creer que los jueces progresistas –los elegidos por la izquierda– se levantarían. Pero esto no ha acabado: porque ese pleno, en teoría, va a celebrarse el lunes y todavía podría suspender la reforma de Sánchez.
Vamos ahora con algunas escenas concretas porque el adjetivo "golpista" viajó de una bancada a otra con una profusión inédita. Tanto es así que Meritxell Batet, la presidenta del Congreso, acostumbrada a retirarlo del Diario de Sesiones, se rindió y dijo como el colegiado Mateu Lahoz: "Jueguen, jueguen". La Razón habla de "las horas más bajas de la Democracia".
Por ejemplo, Felipe Sicilia, dirigente del PSOE, no midió demasiado bien y el paralelismo histórico le salió por la culata. Acusó a la derecha de hoy –es decir, a PP y Vox– de emular a Tejero. Vino a decir que es lo mismo la maniobra con el Constitucional que entrar armado en la Cámara. Olvidó que Tejero, el 23 de febrero, dio su golpe contra un gobierno de centro-derecha.
En ese momento, veo en ABC o EL ESPAÑOL, un diputado del PP, Mario Garcés, recordó a los diputados del PSOE que, en su partido, todos se echaron al suelo aquel día y que quienes se mantuvieron sentados o en pie fueron Suárez y Gutiérrez Mellado, de UCD; y Santiago Carrillo, del PCE.
Otra escena que debe mencionarse: el Partido Popular, que había llamado a defender la Democracia, se levantó del pleno y se marchó para no participar en la votación de las reformas a las que se oponía.
Como es viernes, termino con un regalo para vosotros, compañeros. Lo traigo envuelto en La Vanguardia: "Retrato de los españoles de más de 55 años: activos y con ganas de disfrutar. Solventes, independientes, digitales y muy activos. Son solidarios".
*Esta es la revista de prensa que Daniel Ramírez realiza cada mañana para 'La España que madruga', en 'Más de Uno', el programa de Carlos Alsina en Onda Cero