Mujeres iraníes, los abrazos de Macron, palabra de rey y Zelenski en el Capitolio
Taraneh Alidoosti, Emmanuel Macron, Felipe VI y Volodímir Zelenski; la autora comenta lo más destacado de la semana a través de sus protagonistas.
Taraneh Alidoosti
El mundo se dividió. Una parte estaba en Argentina, donde se vivía histéricamente su victoria en el Mundial 2022, con rescate de futbolistas vía aérea, caos urbano y algún que otro muerto. Entretanto, al otro lado del mundo, el de influencia islámica, seguía la lucha sempiterna de las mujeres por culpa de los velos.
Taraneh Alidoosti, la actriz iraní que llamó racista a Donald Trump y boicoteó los Oscar de Hollywood, ha saltado a los medios por su detención y encarcelamiento. Actualmente, está en prisión y su futuro es incierto, pero existe algún dato alentador. En medio de las protestas, el régimen de los ayatolás parece dispuesto a suprimir la policía de la moral y piensa revisar la ley del velo. Toquemos madera.
Los medios se esmeran en llevar la cuenta de las mujeres víctimas de la represión en Irán, empezando por Mahsa Amini, asesinada a los 22 años por no ponerse bien el hiyab. Pero ya es muy larga la lista de mujeres jóvenes que se han convertido en símbolos feministas de esa lucha.
En casi tres meses de movilizaciones, el número de muertos ha sido muy elevado (se ha hablado de 400, así como de miles de detenidos). Bastantes futbolistas iraníes (no uno ni dos) se han postulado junto a la causa de la mujer. El caso más conocido es el de Amir Nasr-Azadani, el futbolista de la selección iraní supuestamente condenado a muerte por ofender a Dios, aunque el Gobierno iraní ha dicho que es una noticia falsa. Lo cual no blanquearía el hecho de que en ese país impera un régimen teocrático y medieval. Más o menos como en Qatar, que está en la misma órbita político-religiosa.
Emmanuel Macron
La final del Mundial de Futbol, jugada entre la selección francesa y la argentina, fue el mayor espectáculo deportivo de todos cuantos se vieron durante el torneo. El estadio Icónico de Lusail, con capacidad para 80.000 espectadores, acogió mayoritariamente a la afición argentina, desplazada en una flota de aviones que hacían las veces de puente aéreo.
Menos franceses, pero con el presidente al frente. Emmanuel Macron se portó como un señor representando a su país. Vergüenza debió darle al ausente mandatario argentino. Muchos llegamos a pensar que era un ente abstracto. El francés, en cambio, echó el resto. Estuvo todo el rato de pie, los 90 minutos del partido, más la prórroga y los penaltis. Una vez concluido todo, con los jugadores derrengados en el césped y la afición sin mover las pestañas, monsieur le president bajó al terreno de juego y se dirigió a los jugadores. Mbappé estuvo de romper a llorar como un crío. Macron se dirigió al futbolista para consolarlo, pero la buena voluntad fue en balde. A Mbappé le podía la rabia y no se inmutó, insensible a los besos del presidente en la cabeza de una de las estrellas del torneo.
Por fin terminó el Mundial. Qué descanso. Ya era hora. Parecía que no iba a acabar nunca, pero la amenaza se diluyó y finalmente resultó tan perecedero como el documental que dio la vuelta al mundo contándonos las patrañas y corruptelas del torneo que hizo posible el Qatargate.
Ha terminado el Mundial de futbol, pero con el balón de oro (o de petrodólares) no vinieron los sueños prometidos. Mientras Francia y Argentina jugaban la final, al mundo se le caía la cara de vergüenza por el escándalo de los sobornos previos a la celebración del campeonato. Qatar vende y el mundo compra. Y al revés. Ha quedado acreditado que los agentes reunidos en esa esquina del Golfo son unos ídem o no se lo han hecho mirar. Que se lo pregunten a los exégetas de Mahoma, de quien Occidente ha dado muy buenos intérpretes: tan culpable es el que da como el que toma.
Felipe VI
En este día de la Navidad (felices fiestas a todos) no se habla de otra cosa. El mensaje de anoche vuelve a poner al rey en el centro de la crónica política de la jornada, a cuenta de sus llamadas al diálogo y el sosiego, que se han convertido en bienes de muy escasa circulación.
Pero las lenguas viperinas no descansan. Aunque en la Zarzuela y la Moncloa niegan la mayor, algunos medios no paran de hurgar en la herida de una supuesta mala relación del presidente del Gobierno con el rey. Yo no digo ni que sí ni que no, porque no estuve en el viaje inaugural del AVE de Madrid a Murcia, en el que compartieron protagonismo Pedro Sánchez y Felipe VI ¿O debería decirlo al revés? Ah, ese es el problema señalado por quienes afean el comportamiento de Sánchez en cuestiones de protocolo, o simplemente de buena educación. Los rastreadores de videos insisten en asociar las referencias al protocolo con una educación esmerada. Yo lo cuento como un producto urgente de la observación propia. Veo que el rey y el presidente se dirigen al vagón de tren que les corresponde, caminando más o menos al mismo ritmo y sin apenas dirigirse la palabra. Detecto cierta tensión en el rostro del presidente, como si estuviera afectado por un ataque de contrariedad. Los gritos de algunos espontáneos alternan los "viva el rey" con los "fuera Sánchez". Y entonces veo que Sánchez cierra el paso al rey, lo adelanta por la izquierda y entra en el vagón sin respetar la preferencia del monarca. Es lo que hay. La interpretación es libre.
Volodímir Zelenski
Dicen que es la primera vez que sale al extranjero. Me lo creo. Sin embargo, virtualmente no ha parado de viajar. En la ONU estuvo por video. Es decir, grabó un video en Kiev y lo mandó por SEUR a las Naciones Unidas. Perfecto. Es como si hubiera mandado un paquete por Zalando. En nuestro Congreso de los Diputados también estuvo, pero no necesitó pisar la Carrera de San Jerónimo. Recuerdo que dispusieron varias cámaras en el hemiciclo y que a través de ellas Zelenski se dirigió a los españoles.
Además de cámaras, su equipo siempre va con banderas. Me recuerdan a los saharauis. También a los palestinos y, mucho antes, a los cubanos. Todos muy dados a las banderolas. Desde hace un año. Ucrania, a través su presidente, ha hecho acto de presencia en muchos hogares españoles. Y cuando digo españoles digo europeos o americanos.
Recuerdo que en muchas casas se hacían galletas pintadas de amarillo y azul y luego se vendían envueltas en paquetes de celofán para recoger fondos. Como ya dijo Zelenski en el Capitolio, ayudar económicamente a Ucrania es una inversión, no una obra de caridad. También dijo que no se rendirían nunca, y lo expresó con la firmeza de quien cree estar en posesión de una verdad como la copa de un pino.
Del Capitolio, que fue la meta principal del viaje, se dirigió a la Casa Blanca para encontrarse con el presidente Biden, que tomó a Zelenski por los hombros demostrándole su cariño. Supongo que el presidente ucraniano también le habló de Bajmut, en la región de Donetsk, que está resultando la batalla más sangrienta de toda Ucrania.