Rodolfo Ares junto a Alfredo Pérez Rubalcaba.

Rodolfo Ares junto a Alfredo Pérez Rubalcaba. EFE

OBITUARIO

Rodolfo Ares dio más al socialismo de lo que recibió a cambio

Rodolfo Ares (1954-2023) se lleva consigo su profundo conocimiento de la política vasca de los últimos 40 años, vista desde el lado no nacionalista.

28 enero, 2023 02:41

Probablemente fueron sus orígenes humildes, en una aldea gallega de Orense, y su instalación en el barrio más marginal de Bilbao (Ocharcoaga), los que convirtieron a Rodolfo Ares en un resistente a machamartillo.

El presidente del PNV, Andoni Ortuzar, saluda al secretario de Organización del PSOE, Santos Cerdán, a su llegada a la capilla ardiente del socialista Rodolfo Ares.

El presidente del PNV, Andoni Ortuzar, saluda al secretario de Organización del PSOE, Santos Cerdán, a su llegada a la capilla ardiente del socialista Rodolfo Ares. EFE

Pero no era esa la imagen que daba en política. No parecía de Ocharcoaga. Su apariencia era fina, elegante, incluso un punto atildada. Para decirlo en plata, daba la imagen de lo que en los pueblos se cataloga como "señorito".

Ares no tenía el aspecto de ninguno de sus conmilitones vizcaínos de generación, desde luego. Ni Patxi López ni Nicolás Redondo Terreros, un poco más jóvenes que él, ofrecían esa apariencia. A su lado resultaban más toscos, en particular el primero.

Pero estos, a diferencia de él, tenían pedigrí socialista. Ambos eran hijos de históricos de la margen izquierda vizcaína.

Él, en cambio, no era nadie, en el sentido de que no tenía pasado familiar socialista.

Y ese punto clasista también funcionó, de manera cruel pero eficaz, en contra del ahora fallecido. Porque por aptitudes políticas no estaba en absoluto por debajo de López y Terreros, a los que sirvió como secretario de organización.

Rodolfo Ares se lleva consigo su profundo conocimiento de la política vasca de los últimos 40 años, vista desde el lado no nacionalista. Desde que empezó como concejal en el Ayuntamiento de Bilbao, al que accedió en las municipales de 1983, hasta su ubicación como auténtico hombre fuerte del Gobierno vasco de Patxi López, como consejero de Interior, entre 2009 y 2012.

[Fallece el socialista Rodolfo Ares, exconsejero de Interior del Gobierno vasco]

En su etapa final, tras dejar la política vasca de primera fila, le encontramos ubicado en el más estricto y ortodoxo sanchismo, donde empleó su mejor hacer, como muñidor de acuerdos y negociador hasta el amanecer, para Pedro Sánchez en sus años más salvajes, si es que los de ahora no lo son también.

Ese sanchismo de Rodolfo Ares sólo se explica por su identificación hasta la médula con la condición inicial de outsider de Pedro Sánchez dentro del socialismo. El Rodolfo Ares niño de la emigración de Orense, vecino de las casas baratas de Ocharcoaga en Bilbao, se debió sentir identificado desde el principio con la imagen que el actual presidente del Gobierno se trabajó a conciencia entre la militancia, haciendo kilómetros de una punta a otra del país, frente al socialismo oficial de los barones y las vacas sagradas.

Es conocida la labor de negociador de Rodolfo Ares (lo que se conoce en el argot político como fontanero) cuando Pedro Sánchez decidió coger el testigo que había dejado tirado Mariano Rajoy, quien rechazó la propuesta del rey para formar gobierno tras las elecciones de diciembre de 2015.

Durante el primer semestre de 2016, Rodolfo Ares se fajó en lo imposible: conseguir apoyos suficientes para investir a Pedro Sánchez. Después, fue uno de los principales agentes sanchistas, si no el principal (por encima incluso del secretario de organización de entonces, César Luena), en aquel infausto comité federal del 1 de octubre de 2016, cuando tras una bochornosa sesión con denuncias de fraude, Sánchez tuvo que dimitir.

Siguió actuando en favor de su favorito en los momentos más difíciles, hasta las primarias del PSOE de junio de 2017, y eso que entonces también se presentaba el secretario general de los socialistas vascos, Patxi López.

"Ares supo resistir la mayor calamidad que le cayó a España durante la segunda mitad del siglo XX: el terrorismo de ETA"

Pero es que, visto con la perspectiva que da el tiempo, aquellas primarias, con la presentación de una tercera candidatura vasca que no tenía nada que hacer frente a las dos mayoritarias de Sánchez y Susana Díaz, cada vez cobra más verosimilitud la tesis de una estratagema calculada para no partir en dos el partido.

Conociéndole un poco, es probable que la mano de Ares fuera decisiva en aquel episodio.

A mí me habría gustado mucho decir de él algo así como que "ha muerto un resistente". Porque siendo gallego y viniendo al País Vasco como tantos otros que, como él, llegaron de Castilla, Extremadura o Andalucía, supo resistir la mayor calamidad que le cayó a España en general y al País Vasco en particular durante la segunda mitad del siglo XX: el terrorismo de ETA, junto con el nacionalismo vasco supremacista que le rodeó.

Pero Ares resistió sin un proyecto alternativo, que fue lo trágico entonces (y sigue siéndolo hoy) para todos los vascos que no eran nacionalistas. Quizá, al igual que le pasó a uno de sus principales jefes, Patxi López, se vio embaucado por la mística nacionalista vasca de superioridad ancestral, apoyada por la comprensión y la legitimación de los distintos gobiernos españoles.

Pero todo su espíritu negociador y capacidad de llegar a acuerdos (algo acreditado por políticos de todos los partidos), se veía limitado por la falta de un proyecto propio para el País Vasco y para España. Apelar a la libertad, en su sentido etéreo e inmaculado, en un territorio de frontera donde reinaba la ley del más fuerte era todo su programa.

El PNV tuvo en él a un fiel interlocutor. Porque aunque tenía que ir con escolta a todas partes, sin tiempo para atender a su familia; aunque le mataron a compañeros como Fernando Buesa, a quien sustituyó como portavoz socialista en el Parlamento vasco; aunque le avisaron de que los terroristas le habían copiado hasta las llaves de acceso a su vivienda, él siguió siendo fiel a sus compromisos, con una discreción rocosa y cumpliendo a rajatabla lo que acordaba.

"De Ares se podría decir que en vida obtuvo mucho menos, pero muchísimo menos, de lo que dio a los que le rodearon"

Rodolfo Ares estuvo en los principales acuerdos políticos de la Euskadi de los últimos 40 años. Desde los que a nivel municipal permitieron despejar los terrenos donde luego se instalaría el Museo Guggenheim de Bilbao.

Pasando por los de los sucesivos gobiernos de coalición con el PNV en Diputaciones y Parlamento vasco, que garantizaron a los socialistas pisar moqueta en los peores años del terrorismo.

Hasta los que, ya al final de la legislatura del gobierno de Patxi López, llegaron al reparto de las políticas de memoria histórica en el País Vasco tras el fin del terrorismo: para el nacionalismo el Instituto Gogora y para el Gobierno central, el Memorial de Víctimas.

Por no mencionar los encuentros con la izquierda aberzale cuando la debilidad de la banda hacía entrever la posibilidad de llegar a un final del terror. Ares encabezaba entonces la delegación socialista, junto con Patxi López y Jesús Eguiguren, sin duda como el más sensato de los tres, en contacto permanente con quien era entonces su mímesis en Madrid: Alfredo Pérez Rubalcaba.

Rodolfo Ares lo dio todo en el PSE-EE (y todo es todo) a cambio de unos cuantos artículos compungidos de homenaje y reconocimiento. De él se podría decir que en vida obtuvo mucho menos, pero muchísimo menos, de lo que dio a los que le rodearon.

Seguramente es la mejor manera para irse en paz de este mundo. 

*** Rodolfo Ares (Riós, Orense, 1954–Bilbao, 2023) fue secretario de organización del PSE-EE en los periodos 1995-2009 y 2013-2014, y consejero de Interior del Gobierno autonómico vasco entre 2009 y 2012.  

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