Imagen del ayatolá Jomeini en Teherán, en 2017.

Imagen del ayatolá Jomeini en Teherán, en 2017. Reuters

LA TRIBUNA

Irán está a un paso de lograr la bomba nuclear

Si con Rusia permitimos licencias de las que hoy nos arrepentimos, con Irán no podemos repetir el mismo error: no debemos pactar con Teherán ni levantar las sanciones.

6 marzo, 2023 02:01

Mientras el mundo libre sigue buscando la forma de derrotar a Rusia en Ucrania, la República Islámica de Irán continúa su carrera imparable hacia la consecución de un viejo sueño, el arma nuclear.

Hace unos días la Agencia Internacional de la Energía Atómica desvelaba que algunas partículas recogidas en la central de Fordow contenían uranio enriquecido al 84,7%. Un nivel de enriquecimiento que podría llevar a Irán a tener el ansiado nivel de 90% en apenas 15 días.

Montaje con el símbolo atómico y la bandera de Irán.

Montaje con el símbolo atómico y la bandera de Irán. Reuters

Si bien la noticia ha sobrecogido al mundo, tampoco es una sorpresa, ya que Irán nos tiene acostumbrados a llevar a cabo acciones secretas que acaban con resultados cada vez más cercanos a la proliferación nuclear militar.

De hecho, la historia de la central de Fordow es la historia de un engaño. Un engaño que los occidentales nos hemos creído gustosos con el único fin de creer que vivimos en un mundo más seguro. Pero que Teherán haya llegado hasta este punto significa que podría convertirse en el décimo Estado en tener la bomba nuclear.

Al igual que ocurrió con la central de Natanz, la central de Fordow formaba parte de un programa secreto de enriquecimiento que buscaba alcanzar unos niveles que le permitiera la construcción de armas nucleares. La central de Fordow fue construida en un periodo indeterminado entre 2006 y 2007. Aunque el mundo no tuvo conocimiento de ella hasta 2009, fecha en la que la Agencia Internacional de la Energía Atómica, Francia, Reino Unido y Estados Unidos de forma conjunta destaparon su existencia.

La central, que se encuentra cerca de la ciudad santa de Qom, está excavada en la roca de las laderas de los montes Fordow y Hassan Aqa, aprovechando unas instalaciones subterráneas de los Guardianes de la Revolucíón.

[Opinión: ¿Cómo sabemos que Irán está produciendo bombas nucleares?]

En el año 2009, Fordow comenzó a enriquecer uranio al 5% mediante unas 3.000 centrifugadoras que fueron instaladas al efecto. Dos años más tarde el porcentaje fue elevando al 20% bajo la excusa de alcanzar el nivel necesario para la investigación médica.

Durante este periodo, en 2013, se produjeron explosiones no identificadas en la central que fueron atribuidas por Irán a agentes cercanos a Israel. De hecho, como represalia un dron iraní fue enviado para atacar la ciudad de Haifa, aunque fue derribado por fuerzas israelíes.

Lejos de desmantelarlas, el Acuerdo Nuclear permitió a Irán mantener las instalaciones de Fordow bajo la promesa de no enriquecer más uranio en esa central en un periodo de al menos quince años. Además, se transformaría la central, pasando de ser un centro de enriquecimiento a ser un centro de investigación sin fines militares.

En el año 2016 las sospechas comenzaron a activarse al conocerse que en dicha central Irán había instalado baterías antiaéreas rusas con misiles S300, lo que hacía presagiar que Irán estaba escondiendo en Fordow algo más que un centro de investigación. En 2018 fuentes israelíes publicaron unas imágenes que mostraban que Irán había vuelto a la carrera del enriquecimiento.

"El Acuerdo de 2015 no ha servido para frenar las ambiciones nucleares de los ayatolás y les ha permitido descongelar importantes activos financieros"

Las peores sospechas se hicieron certezas cuando en 2019 el antiguo ministro de Exteriores y actual director de la Organización de Energía Atómica iraní, Ali Akbar Salehi, confirmó que Fordow había vuelto a enriquecer uranio, aunque reconoció que a niveles muy bajos, solo al 5%. La realidad parece mucho más peligrosa ya que Irán, al menos en este centro, se acerca ya al 90%, una cifra que le pone en las puertas del club nuclear.

Actualmente, las posibilidades de volver a la mesa de negociación son nulas. Desde septiembre, Irán se ha mostrado como un Estado aún menos fiable, no solo por este descubrimiento, sino también por la dura represión ejercida contra sus ciudadanos. Y sobre todo por su implicación en la Guerra en Ucrania, donde ha suministrado drones kamikaze al bando ruso.

Además, el Acuerdo de 2015 no solo no ha servido para frenar las ambiciones nucleares de los ayatolás, sino que les ha permitido descongelar una importante cantidad de activos financieros. Activos que han sido usados para apoyar a grupos como Hezbollah (presente desde 2017 en el Sáhara Occidental), los Houties en Yemen o a la Red Khazali en Irak.

Para el futuro y para evitar cometer los mismos errores debemos huir de la negociación con Teherán y profundizar en los controles técnicos que eviten los avances de Irán en asuntos nucleares. Y, sobre todo, no debemos caer en la tentación de levantar las sanciones.

Si con Rusia fuimos condescendientes y permitimos licencias de las que hoy nos arrepentimos, con Irán no podemos permitirnos hacer lo mismo. Si 2015 fue una batalla perdida, la de 2023 es una segunda oportunidad para solucionar el problema. En palabras de Margaret Thatcher, "puede que tengas que luchar una batalla más de una vez para ganarla".

*** Alberto Priego es profesor de Relaciones Internacionales de la Universidad Pontificia de Comillas.

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