Wagner: un camino sin vuelta atrás
Con independencia del desenlace del rápido y bien planificado golpe de Estado sobre la capital, orquestado por sorpresa por Prigozhin, Rusia ya ha sufrido una derrota estratégica.
Durante el mes de junio el Ministerio de Defensa ruso lanzaba un ultimátum al grupo Wagner que expiraba el 1 de julio, y en el que solicitaban al batallón la firma de un documento en el que aceptaban integrarse en la cadena de mando ministerial. En otras palabras, Wagner PMC "Private Military Contractor" debía someterse al gobierno.
Ofertas similares fueron realizadas a otros grupos, como el Batallón Ajmat de Ramzán Kadirov, quienes firmaron los documentos hace varias semanas. Sin embargo, lejos de plegarse al Kremlin, Yevgeny Prigozhin ha orquestado un golpe de Estado bien planificado sobre la capital.
Desde 2014, Wagner se convirtió en una herramienta al servicio de la inteligencia militar rusa en África y Oriente Próximo. Una manera económica y eficaz de influir más allá de las fronteras rusas sin necesidad de exponer directamente a las Fuerzas Armadas.
Naturalmente, el líder de la compañía no alcanzó una posición de tanta relevancia por sí solo. Prigozhin cuenta con importantes apoyos entre los oligarcas de San Petersburgo y el aparato de inteligencia militar y fuerzas especiales.
Efectivamente, la inteligencia a menudo necesita un aparato ejecutor, así que recurren a los temidos Spetsnaz. Y puesto que las actividades de Wagner exigían de personal bien instruido capaz de hablar idiomas y operar con profesionalidad en el extranjero, el GRU dio acceso a Wagner a las bases militares de las brigadas de fuerzas especiales. Wagner entabló buenas relaciones con los Spetsnaz para reclutar personal
Una vez comenzó la guerra de Ucrania y el ejército sufrió su descalabro en la ofensiva del Donbás, Vladímir Putin decidió confiar en los mercenarios como una manera de paliar los problemas del frente. Así es como se estableció un cupo de equipamiento y financiación del ejército que debía desviarse a la compañía.
Desde entonces la compañía ha redoblado su esfuerzo por reclutar personal llegando a contratar a numerosos miembros de las Fuerzas Armadas, incluyendo artilleros, tanquistas, pilotos de combate, logísticos o francotiradores. La competición por los abastecimientos y los recursos humanos entre el ejército y Wagner se ha tornado insufrible para ambas partes.
Peor aún. En las filtraciones de Estados Unidos se adujo que Yevgeny Prigozhin trató de negociar con los ucranianos para que cedieran ciertas posiciones alrededor de Bakhmut a cambio de recibir coordenadas de blancos del ejército.
"El grupo Wagner ha utilizado el mes de descanso desde el final de la batalla de Bakhmut para tramar el golpe contra Putin"
Mientras, en el frente la tensión era constante, con oficiales del ejército y mandos de Wagner humillándose mutuamente, desarmando a soldados y profiriendo amenazas.
Pero a lo largo de este proceso Wagner ha formado una potente fuerza de choque con entre 20.000 y 40.000 efectivos, un puñado de blindados, un embrión de fuerza aérea, un humilde paraguas antiaéreo y ante todo, un núcleo de abundante infantería motorizada ideal para dar un golpe.
Al fin, al término de la Batalla de Bakhmut el pasado mayo y tras sufrir un notable desgaste, Wagner se retiró de la ciudad y cedió sus posiciones al ejército ruso. Se suponía que la PMC iba a reconstituirse para retomar la ofensiva en los próximos meses. Sin embargo, este mes de descanso lo han utilizado para tramar el golpe.
El principal problema para dar el golpe era que el núcleo de tropas wagneritas estaba en Ucrania, así que era muy difícil salir del teatro de operaciones sin que el Ministerio de Defensa de Shoigu notara inmediatamente lo que estaba sucediendo. Motivo por el que todo el plan de Prygozhin gira en torno a la velocidad y el efecto sorpresa.
[Putin anuncia una respuesta "dura" contra los "traidores" amotinados del Grupo Wagner]
Este 23 de junio por la tarde, tras orquestar un montaje acusando al Shoigu de atacar un campamento de Wagner, los primeros convoyes de la PMC partieron a toda velocidad en dirección al nodo de Rostov del Don, una de las ciudades clave en la que Prigozhin podía establecer su retaguardia, su punto de partida y posiblemente su base de operaciones.
Con todo, desde Rostov hasta Moscú hay más de 700 kilómetros que exigen 15 horas de coche en condiciones normales. Los wagneritas organizaron sus convoyes colocando a los carros de combate en vanguardia para lidiar con las barricadas, obstáculos y retenes de las distintas fuerzas de seguridad, que como apenas tienen armamento antitanque a menudo optan por deponer las armas.
Las autoridades rusas pusieron en marcha la operación Ciudadela para cerrar Moscú a cal y canto, poniendo bajo el mando del Ministerio de Defensa a todos y cada uno de los trabajadores públicos de la ciudad, y amenazando con instaurar la ley marcial.
En paralelo, las tropas chechenas se dirigieron a Rostov y a medida que los rusos se acercaban a la capital, encontraban más resistencia. Sólo la fortuna dirá qué desenlace aguarda a todo esto, tras la negociación aparentemente final de Putin y Prigozhin, pero hay dos cosas claras. Una es que todo se decidirá en Moscú. La otra es que, venza quien venza, Rusia ya ha sufrido una derrota estratégica en Ucrania.
*** Yago Rodríguez es analista militar y geopolítico, y director de The Political Room.