La boda de Tamara, Amelina mártir y la chica de moda en Sumar
Tamara Falcó, Victoria Amelina, Elizabeth Duval y Mario Vargas Llosa; la autora comenta lo más destacado de la semana a través de sus protagonistas.
Tamara Falcó
Tamara e Íñigo no son la pareja del año porque de esas hay muchas, incluso demasiadas. Por ejemplo: una influencer y un "pijoaparte" son pareja del año siempre que salgan fotografiados en ¡Hola! luciendo tiara y tul ilusión, previo pago del reportaje gráfico correspondiente.
Lo de Tamara Falcó e Íñigo Onieva no es nuevo, aunque ellos reúnen todos los requisitos para serlo, incluso más de los necesarios. La boda se celebró ayer mismo en el Rincón, la finca que Tamara heredó de su padre, el marqués, fallecido en la era de la pandemia.
La revista ¡Hola! ofreceofrece a la pareja un pastizal por la publicación del reportaje de los novios y los numerosos invitados. El coste del reportaje gráfico es proporcional es al número de famosos. En este sentido, Tamara e Íñigo alcanzan un valor similar al de príncipes o futbolistas. Volviendo a Tamara, ella no es una influencer al uso. Yo incluso diría que es exagerado calificarla de ese modo. Si así fuera, sería una más del montón de activistas que se han hecho famosas en las redes.
Hoy me atrevo a practicar el ejercicio de la influencia y la comparación con las hermanas Pombo, que en Santander gozan de una popularidad poco común. María, la mayor de las hermanas, tiene tres millones de seguidores, y es tal su osadía como "influencer" que cuando nació su primogénito pidió que le hicieran una foto de su maternal tripa inmortalizando así la cicatriz de su cesárea.
No imagino a Tamara en un trance semejante. La hija de Isabel Preysler disparó su fama cuando rechazo el vestido de novia que estaba a punto de adquirir en el atelier bilbaíno de Sophie et Voilà. Al final había tantas personas opinando sobre el vestido de novia que Tamara se echó para atrás. Aquello fue un verdadero escándalo. En Madrid no se hablaba de otra cosa: los paparazzi iban de un lado para otro persiguiendo a los protagonistas: Tamara estaba en la residencia familiar de Puerta de Hierro. Íñigo Onieva, en la de las Salesas (de reciente adquisición, supongo) y así sucesivamente.
El trajín era inagotable y a Tamara no se le ocurrió mejor idea que cambiar Bilbao por Nueva York. En el cambio se supone que intervino Preysler, más o menos amiga de Carolina Herrera. Ahora el vestido ya cumplió su función y el diseñador (Wes Gordon) también. Lo demás lo tendremos en el quiosco a partir de hoy, tras la larga noche en El Rincón. Atrás queda un comentario de Tamara cuando, después de las rupturas y las infidelidades, las discordias y las concordias, la mamá de Onieva renegaba de los paparazzi. Fue entonces cuando a Tamara se le ocurrió decir: "Hay que ser educado con los periodistas". Pudo haber añadido que era lo más rentable.
Victoria Amelina
La radio es un fenómeno. El día 1 de julio me desperté convencida de que algo inquietante estaba ocurriendo. No me equivocaba. En efecto, ocurría. Cuando empezaba a recuperar la conciencia, caí en la cuenta de que el presentador estaba entrevistando a Héctor Abad Faciolince, que el día anterior había asistido a una espantosa tragedia de la que tardaría en reponerse. Un misil ruso había explosionado en una céntrica pizzería de Kramatorsk (Ucrania) causando una terrible masacre. Era un rincón frecuentado por gente de prensa que solía juntarse a tomar copas y cenar a última hora de la tarde. Héctor Abad, que era un preclaro hombre de letras y hablaba como un Castelar mitad colombiano, mitad español, relató minuciosamente el caos que reinaba en la pizzería entre gritos, estrépito de platos y ríos de sangre.
Héctor vio la imagen de Victoria Amelina frente a él, su rostro desvaído, la mirada dulce y el pelo rubio y sedoso como el de una valquiria. Tenía la cabeza caída hacia atrás y llena de esquirlas". Luego respiró e hizo un doloroso silencio.
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Además de Héctor Abad, en el restaurante se encontraba también Sergio Jaramillo, excomisionado de paz y ministro de Defensa colombiano, así como la periodista Catalina Gómez, que ha cubierto la guerra de Ucrania desde sus comienzos.
Aquel día, los muertos de la pizzería ascendieron a once. Los heridos, a sesenta. Victoria no logró superar las heridas producidas por el misil balístico Iskander y falleció a los pocos días. En el recuerdo quedan sus novelas, sus cuentos infantiles, sus ensayos. Y sus éxitos. Victoria Amelina fue ganadora del premio Joseph Conrad y finalista del premio de Literatura de la UE.
Cuando acabo de escribir estas líneas aparecen ante mis ojos unas fotografías de Héctor Abad y Sergio Jaramillo con las camisas ensangrentadas y el pelo revuelto. La tragedia les había salpicado. Sólo les faltaba llorar.
Elizabeth Duval
Filósofa y escritora, nacida como hombre y socializada como mujer (orientación lésbica, según propia confesión), colaboradora en el programa de Antonio Ferreras Al Rojo Vivo, Elizabeth Duval se ha convertido en un referente indiscutible del proyecto yolandista. Nacida en Alcalá de Henares y educada en un colegio católico de Barajas, Elizabeth acaba de ser elegida portavoz feminista de Sumar, logrando que las campanas suenen todo lo que no sonaron por Irene Montero. La Duval es el último fichaje estrella de Yolanda Díaz. Un hallazgo de chica.
No había cumplido aún catorce años el día que la escritora abrió el ordenador y tecleó una carta a sus padres. Quería hacerles partícipes de la inquietud que le invadía por sentirse injustamente atrapada en el cuerpo de un hombre. Les acercó la pantalla y así supieron lo de su hija. Poco tiempo después, la incipiente escritora se distanciaba de su entorno y comenzaba sus estudios en la Sorbona de París. Fue una buena estudiante que más tarde se licenciaría en Filosofía y Filología francesas. A punto de cumplir los veintitrés años, ha cambiado de nombre pero no de cuerpo. Sin embargo, no se siente condicionada por su transexualidad. Dice que por la calle la señalan más como lesbiana que como trans. De vez cuando se permite alguna licencia transfeminista, como presentarse al programa de citas televisadas Firt Dates cuando tenía 19 años. O sea, antes de ingresar en el olimpo de los semidioses culturales y mediáticos
Prefiere la metafísica a la política (o sea, más de pensar que de actuar) y siempre le acompaña la polémica. Nunca antes había militado en la defensa de los derechos de la mujer. Por cierto: muchas mujeres no creen en ella. Dicen que no es de fiar una feminista que nunca ha tenido la regla y nunca podrá parir (Laura Freixas dixit). En todo caso, un prematuro referente intelectual de incierta evolución, que conviene seguir.
Hija de una camarera, se aficionó pronto a leer a Marx y a huir de las trincheras culturales (eso dice), aunque no tiene ningún empacho en declararse muy cerca de Jacques Lacan y muy lejos de Miguel Hernández, después de haberse metido entre pecho y espalda ochenta libros por año, aparte de los que ella escribe. Uf.
Mario Vargas Llosa
El primer día de julio los hijos de Mario Vargas Llosa comunicaron que el Nobel de Literatura había sido ingresado en la clínica Ruber Internacional por Covid-19. Muchos nos preguntamos entonces si estaría en Lima, París, Londres o Nueva York. Faltaba añadir Madrid, que en los últimos años ha sido la ciudad de su vida.
Por segunda vez consecutiva, el maldito Covid se interponía en su vida. Los hijos le acompañaron, y también Patricia Llosa, de la que se ha vuelto inseparable tras la ruptura con Preysler. Ay, Patricia, en plan "amarraditos los dos, espumas y terciopelo, yo con un recrujir de almidón, y tu serio y altanero. La gente nos mira con envidia por la calle, murmuran los vecinos, los amigos y el alcalde".
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Prosigo. Decía que el ingreso en la Ruber parecía una procesión, con sus hijos al mando. Álvaro, el mayor, fiel a su aire de pater familias; y Gonzalo, el mediano, rodeado siempre de mujeres. El día que a Vargas Llosa le dieron el Nobel a Gonzalo le acompañaba Genoveva Casanova. Últimamente lo he visto acompañado de mujeres vistosas que le sacan un palmo. Por ejemplo, Mar Flores y alguna que otra supervedette.
También andaba por allí la hija del escritor, Morgana, una mujer de carácter fuerte que no duda en cantarles las cuarenta a los paparazzi que persiguen una foto. Álvaro delega en ella el genio. Si uno presume de intelectual, la otra presume de visceral. Son dos poderes distintos y una única fuerza verdadera: ambos bastante mandones.
Gonzalo no es nada del otro mundo, pero de él se diría que es un director de orquesta mediocre. Bajito y mandón, aficionado a las señoras.
Vargas Llosa, felizmente, ya ha vuelto a casa con el alta bajo el brazo. Delgado y animoso, para él la vida vuelve a empezar