Argentina cae en el agonismo electoral
La recomposición de los votos en Argentina y las alianzas poselectorales, que darán la victoria definitiva en la segunda vuelta del 19 de noviembre, no están aún cerradas.
Trabajar de sol a sol por un salario que mengua sistemáticamente. Pagar impuestos sin recibir servicios dignos. Apostarlo todo a la educación de los hijos, la única herencia que recibirán, para que lleguen lejos (sabiendo que difícilmente llegarán más lejos que sus padres; quizás, que ni siquiera lleguen allí).
Escuchar cada día noticias que dan cuenta de una violencia descontrolada, de criminales poderosos. Temer por el futuro. Saberse inseguro ante la autoridad.
Sufrir las crisis financieras. Ver desvanecerse los ahorros. Comprar cada vez menos y más caro. Pasar la vida sin saber lo que es un empleo formal. Terminarla sin conocer una jubilación.
Ese es el contexto en el que han votado muchos argentinos en un país donde la pobreza alcanza al 40%. Con una inflación del 138,2%, la economía fue el centro de la campaña. Porque, la economía no es sólo una cifra en Argentina. Es el miedo continuo al rápido deterioro de las condiciones de vida de los ciudadanos.
Esta campaña estuvo, además, aderezada por la inseguridad. Pocos días antes de las elecciones primarias, la muerte de una niña, golpeada en un robo, encendió un gran debate lleno de falsedades. Aunque Argentina tiene uno de los índices de homicidios más bajos de América Latina, la inseguridad ciudadana también hace mella.
Los temas centrales del proceso electoral eran relevantes. Sin embargo, los contrincantes electos en las primarias llamaban la atención por su singularidad, más que por su solvencia.
Por la izquierda peronista, Sergio Massa, actual ministro de Economía, con la inflación y la devaluación como cartas de presentación.
Por la derecha "macrista" de Juntos Por el Cambio, Patricia Bullrich, exministra de seguridad, extremista en sus ideas. Se la ha acusado de una pasividad que alimentó la popularidad del tercer candidato en liza, Javier Milei.
"Es evidente que Javier Milei no inventó el populismo en Argentina, pero sí que representa un modelo nuevo de neoliberalismo extremo"
Representante de un neoliberalismo agresivo ("libertario", según él), Milei es uno de los productos más representativos del populismo de ultraderecha. Un candidato que dice ser diferente, que enfrenta las preguntas difíciles con respuestas fáciles, contundentes. Que ratifica la idea de que alguien nos ha robado, y la de que ese alguien sigue aprovechándose de su poder. Milei predica una revolución contra "la casta" porque todos, excepto él, son iguales. Un agitador de la plaza pública que no duda en blandir una sierra eléctrica y convertirla en su seña de identidad.
Es evidente que Javier Milei no inventó el populismo en Argentina, uno de los países donde quizás más haya evolucionado el concepto gracias al más variopinto conjunto de personajes. Pero sí que representa un modelo nuevo de neoliberalismo extremo que responde a un contexto también extremo de crisis y choque de modelos sociales.
Aunque Milei sobrepasó a los demás candidatos en las primarias, en la primera vuelta los resultados han sido inesperados. El ganador ha sido Massa con un 36% del voto. Milei también pasa a la segunda vuelta, con un 30%. Bullrich ha hecho su peor papel y sólo ha conseguido un 23,8%. La ultraderecha ha sido contenida, temporalmente.
Además, en un escenario tan caldeado, llama la atención que la participación cayera siete puntos por debajo de la registrada en 2019, en un contexto algo más anodino. Ha votado el 74% del padrón electoral, una cifra alta para el contexto latinoamericano.
Como era de esperarse, el poder del voto peronista sigue concentrado en el famoso conurbano, los distritos que rodean Buenos Aires y que concentran hasta un 24% del voto. Ganar allí es una demostración de poder, y el peronismo lo conserva, con la victoria de su candidato (también se celebraban elecciones locales) y el apoyo a Massa.
Sin embargo, la recomposición de los votos, que dará la victoria definitiva en la segunda vuelta el 19 de noviembre, no está cerrada. El sistema electoral y de partidos argentino es muy complejo y las alianzas y matices entre las distintas siglas van a dar mucho juego. Una parte del voto antiperonista acérrimo que apoyó a Bullrich irá a Milei con seguridad. Pero el voto radical podría acercarse a Massa si ve demasiado riesgo. La izquierda y los abstencionistas son otro caladero disponible.
"Si en Argentina las elecciones siempre son apasionantes, en esta cita se presentan casi agónicas"
Massa tendrá también la carta de la movilización ante la posibilidad de un gobierno de ultraderecha con un programa tan radical como el de Milei, que promete la dolarización, cortar relaciones con China (primer socio comercial del país) y con Brasil, la salida del Mercosur, un recorte extremo del gobierno y del gasto, y autorizar el porte de armas.
Si bien Massa ha ganado la batalla, la entrada de la ultraderecha como tercera fuerza en el Congreso hace la victoria agridulce. En la Cámara han pasado de tres a treinta y nueve diputados y en el Senado irrumpen con ocho. Esto significa un cambio radical en la política argentina y anticipa un futuro de difícil gobernabilidad.
Si en Argentina las elecciones siempre son apasionantes, en esta cita se presentan casi agónicas. Sin embargo, y esto es lo más preocupante, ante el extremismo de Milei y el claro riesgo que representa una propuesta tan desmedida, tampoco el peronismo comparece con las credenciales de una apuesta solvente para una situación social y económica que se deteriora rápida y cruelmente para muchos ciudadanos.
*** Érika Rodríguez Pinzón es profesora de la Universidad Complutense, investigadora del ICEI y Special Advisor del Alto Representante de la Unión Europea.