El líder supremo de Corea del Norte, Kim Jong Un, conversa con el miembro del politburó del Partido Comunista Chino, Li Hongzhong, el pasado 28 de julio en Pyongyang.

El líder supremo de Corea del Norte, Kim Jong Un, conversa con el miembro del politburó del Partido Comunista Chino, Li Hongzhong, el pasado 28 de julio en Pyongyang. Reuters

LA TRIBUNA

Corea del Norte: hay países que sólo quieren ver el mundo arder

El fragmentado orden geopolítico actual es el hábitat perfecto para Kim, más envalentonado que nunca por el refuerzo de los aliados antiliberales considerados parias por Occidente.

5 noviembre, 2023 02:13

27 de julio, 70 aniversario del final de la Guerra de Corea. Las celebraciones en Seúl son sobrias y austeras, mientras que en Pyongyang se exaltan los desfiles militares con miríadas de soldados, carros de combate e incluso armamento nuclear. En verdad, nada nuevo bajo el lejano sol de oriente.

Sin embargo, este año sí hay un detalle inquietante: Kim Jong Un está sentado junto a dos invitados de honor: el ministro de Defensa ruso, Sergei Shoigu, y el miembro del Politburó chino Li Hongzhong.

El líder norcoreano, Kim Jong Un, se reúne con el ministro de Defensa ruso, Sergei Shoigu, en Pyongyang, Corea del Norte.

El líder norcoreano, Kim Jong Un, se reúne con el ministro de Defensa ruso, Sergei Shoigu, en Pyongyang, Corea del Norte. Reuters

Poco después, Rocketman visita Rusia durante una semana (el viaje más largo de Kim desde que es el líder supremo). Aunque ninguna fuente oficial aclara los pormenores del encuentro, el New York Times asegura que Kim y Putin han acordado que "Corea del Norte aportará millones de misiles y munición en la guerra de Ucrania a cambio de ayuda alimentaria y tecnología satelital y para submarinos de propulsión nuclear".

Podría interpretarse por estos hechos que el país más hermético del mundo está abriéndose, al menos, con sus socios estratégicos. Pero lo cierto es que la agenda de Pyongyang es mucho más compleja y ambiciosa. Y que, sobre todo, no ha arrancado ahora.

Habituada a operar en las oscuras grietas del sistema internacional, el fragmentado orden geopolítico de nuestros días es el hábitat perfecto para Kim, más envalentonado que nunca por el refuerzo del mosaico de aliados antiliberales considerados parias por Occidente.

No hace tanto, en 2017, incluso Rusia y China apoyaban las sanciones internacionales a Corea del Norte. Hoy el escenario es muy distinto y la hoja de ruta de Pyongyang se proyecta en tres líneas paralelas en política exterior: una ya en curso (Ucrania), otra en desarrollo (Irán y Siria) y otra inminente (Taiwán).

Ucrania lo ha acelerado todo. Moscú no se ha escondido a la hora de acoger a trabajadores norcoreanos ni al transferir petróleo por encima de los precios máximos fijados en las sanciones. Además, junto a China bloqueó la aprobación de una nueva resolución del Consejo de Seguridad de la ONU que pretendía imponer costes a Corea del Norte por su racha récord de lanzamientos de misiles.

Más aún, Rusia ha incrementado su hostilidad respecto a Corea del Sur, amenazando con retirar el apoyo ruso a la cooperación para la paz en la península coreana y la seguridad nuclear. Como botón de muestra, el expresidente Medvedev amenazó a Seúl abiertamente con armar a Corea del Norte si los surcoreanos apoyan a Kiev.

"Quizás sea en China y Taiwán el escenario donde la sombra de Kim se torna más amenazadora"

En Oriente Medio, un informe de la inteligencia estadounidense para el Congreso alertó de que "la cooperación norcoreana con los programas de misiles balísticos de Irán es continua y significativa". Una cooperación que se remonta, al menos, hasta 2011, según el medio surcoreano independiente Daily NK. El mismo desveló que "200 científicos nucleares norcoreanos trabajan en las instalaciones de enriquecimiento de uranio de Natanz (Irán)".

Más denuncias: asociaciones de disidentes iraníes han aportado pruebas sobre funcionarios persas que han asistido reiteradamente a pruebas nucleares de Corea del Norte, así como viajes de expertos norcoreanos a Irán. Una conexión con el plácet de Rusia, que incluso hace de escala en ambas direcciones.

Por si fuera poco, Pyongyang también ha sembrado en Siria al proporcionar misiles y materiales para armas químicas. Según la ONU, Siria acogió a 800 trabajadores de la construcción norcoreanos en 2020.

Pero quizás sea en China y Taiwán el escenario donde la sombra de Kim se torna más amenazadora. Si bien Pekín no ha proporcionado ayuda letal a Rusia para Ucrania, está demostrado el suministro de vehículos de transporte, aviones no tripulados y semiconductores, así como el aumento de las compras de petróleo. Este apoyo pretende ser suficiente para ganarse el apoyo de Putin si finalmente Xi Jinping se lanza a por Taiwán.

"Corea del Norte se ha establecido en el imaginario popular como un estrafalario Estado objeto de mofa, pero los Kim tienen un plan"

Un escenario muy posible pero que, todavía, plantea serios interrogantes para la propia China, sobre todo por las posibles consecuencias nefastas que conllevaría para el comercio global. El coste en vidas humanas y el impacto económico generalizado serían terribles, provocando un terremoto geopolítico sin precedentes. Tales costes barruntan que nadie saldría ganador… nadie excepto, efectivamente, Corea del Norte.

Con la invasión de Taiwán, los sistemas mundiales de finanzas, tecnología y comercio explosionarían, y ahí es donde empieza el beneficio de Kim.

Por un lado, la invasión brindaría a Pyongyang la oportunidad de provocar una brecha entre Estados Unidos y Corea del Sur.

En segundo lugar, por razones políticas, económicas y estratégicas, Corea del Norte se pondría rápidamente del lado de China y, muy probablemente, Pekín dejaría de aplicar prácticamente todas las sanciones de la ONU contra Corea del Norte.

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El régimen podría ganar miles de millones de dólares al año a través de las exportaciones de carbón, pesca, textiles y trabajadores en el extranjero. Esto también supondría importaciones ilimitadas de petróleo de China y Rusia. Los lazos comerciales transfronterizos chino-coreanos y las redes de aprovisionamiento volverían a los niveles anteriores a la sanción, e incluso los superarían.

En tercer lugar, los actuales socios de Corea del Norte en materia de proliferación nuclear (Irán, Rusia y Siria) se unirían también a este equipo, lo que ofrecería aún más oportunidades para una mayor colaboración en toda esta red en expansión de actores con un menor temor a las sanciones. La aparición de sistemas económicos y tecnológicos mundiales paralelos daría a Corea del Norte un puerto seguro para atacar al bloque contrario a través de medios financieros, militares y cibernéticos.

Corea del Norte, con los Kim al frente (ojo con la hermanísima del líder supremo), se ha establecido en el imaginario popular como un estrafalario Estado objeto de mofa. Pero, cuidado, Pyongyang, como le decía Alfred Pennyworth a Batman, sólo quiere ver el mundo arder. Y tiene un plan para conseguirlo.

*** Andrés Ortiz Moyano es periodista y escritor.

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