Farsante Puigdemont, la reina que llora y las andanzas de Pumpido Jr.
Carles Puigdemont, la reina Sofía, Genoveva Casanova y Cándido Conde-Pumpido Varela; la autora comenta lo más destacado de la semana a través de sus protagonistas.
Carles Puigdemont
Puigdemont se cuela muy sobrado en la vida de todos nosotros. Antes de que las cosas llegaran a este punto, el ex president de la Generalitat era un señor de flequillo adolescente al que le reían todas las gracias y todas las farsas. Él era en sí mismo una farsa erigida con las adivinaciones de su mujer, Marcela Topor, la rumana que cree en los espíritus, la magia y el poder de los amuletos.
Después de proclamar y desproclamar la independencia de Cataluña en cosa de minutos, Carles Puigdemont (Girona, 1962) salió por pies el 2 de noviembre de 2017 huyendo de la Justicia. Dicen que en un maletero. Así se convirtió en el prófugo de Waterloo, donde vive, trabaja, se hace la víctima y, gracias a Sánchez, se recupera del miedo al ostracismo mientras espera en los pasillos del Parlamento Europeo a que lleguen sus fieles en el avión de las 8. Unos le llevan "fuet" y otros le piden que les libre del "lawfare".
Cinco años atrás, siempre vestía trajes holgados y, para protegerse del frío de Bruselas, se metía las manos en los bolsillos de los abrigos que le quedaban pequeños. Por la calle, iba rodeado de amigos ricos como Matamala, gente que estaba allí para entretenerlo y pagarle las comidas. Hasta que llegó el enviado especial de Sánchez y le ofreció el Estado en formato tarta. Entonces los cortesanos de Puigdemont se vinieron arriba. Hasta el más bobo se creía el rey del mambo. Del equipo operativo formaban parte los dirigentes de Junts (Laura Borràs, alias "la giganta", Miriam Nogueras y Jordi Turull). Y, en cuanto a los desengañados, Clara Ponsatí, convertida en enemiga acérrima de Sanchez y como consecuencia, ahora también de Puigdemont.
Los tratos con el enviado de Sánchez, Santos Cerdán, han acabado poniendo de los nervios al poder judicial, excepción hecha de los tres jueces que hoy por hoy figuran en el Gobierno de Sánchez: Margarita Robles, Fernando Grande Marlaska y Pilar Llop. Prácticamente los únicos miembros de la judicatura (en excedencia, se entiende) que aplauden con las orejas la venidera salida a hombros de Puigdemont camino de Barcelona.
Sofía de Borbón y Grecia
Aquel 31 de octubre, después de los actos de la mañana, la familia de la princesa de Asturias fue a cambiarse de galas para, a continuación, tomar el camino de El Pardo, donde tendría lugar la fiesta privada. A falta de merienda, se celebró directamente un cenorrio. Asistió toda la familia, padres, madres, primos, tíos, sobrinos y amigos íntimos. Un ejemplo: los Gómez Acebo, los Zurita, los Grecia, los Marichalar, los Bulgaria, (con Quintín incluido), los Ortiz Rocasolano, los Huéscar, los Osorno, etcétera. Parecía una romería. Si se descuidan, casi el Rocío. La Familia Real nunca olvidará la noche en que Leonor fue reina por un día.
Mientras ella reinaba con sus amigos, al palacio de El Pardo llegaban, en sendos coches, los Reyes eméritos, don Juan Carlos por un lado, y la reina Sofía por otro. Sus miradas eran silenciosas y no se cruzaron en ningún momento mientras atravesaban la ciudad. Era como si no se hubieran conocido nunca. Llegaron por separado y también se marcharon por separado.
["Dolido" y "enfadado" con Sofía: la fiesta amarga de Juan Carlos en el cumpleaños de Leonor]
El largo silencio de los eméritos sigue caminos distintos y no coinciden entre sí. Ambos están aparcados en la cuneta de sus vidas, y se limitan a ver cómo pasan los hijos y los nietos. Mal que bien, el rey Juan Carlos se consuela con su hija Elena, la primogénita. En cambio, la reina Sofía busca el consuelo en la soledad. Ella, la emérita, ha disfrutado poco de sus nietas Leonor y Sofía, a quienes no pudo ni patrocinar los veranos de Mallorca pagándoles cursos de vela. Y en cuanto al espléndido cumpleaños de la princesa de Asturias, doña Sofía ha tenido que conformarse viéndolo por la tele. Que tristeza.
Así paga las culpas de su marido. El rey emérito (antes Juan Carlos I) ya se ha acostumbrado a que los suyos no le inviten a los eventos del Estado. El primer desengaño lo tuvo en diciembre de 2018 con motivo del 40 aniversario de la Constitución del 78. Ese día, al rey Juanito ni siquiera le hicieron sitio en el "gallinero". Léase tribuna de invitados, que es lo que se le había ofrecido en junio de 2017, al cumplirse el 40 aniversario de las primeras elecciones democráticas. Y la reina Sofía no lo tuvo mejor. Por no poder ni pudo contemplar por el ojo de la cerradura el momento en el que la Princesa juraba la Constitución.
Doña Sofía (noviembre, 1938) se ha convertido en una reina muy sufrida. Desde hace tiempo lo suyo es llorar.
Genoveva Casanova
Cuando terminaron los actos de Leonor, los reyes Felipe VI y Letizia se hicieron la maleta y volaron a Dinamarca, pues debían visita a Margarita II y los príncipes herederos, Federico y la australiana Mary Donaldson.
La periodista María Ángeles Alcázar conoce la vida de todos los royals porque ha dado la vuelta al mundo pisándoles los talones y no pierde comba de nada. Viajó con nuestros Reyes a Dinamarca y pudo entrar en el palacio Christianborgen, donde se situó estratégicamente en una esquina del pasillo, frente a un espejo que reflejaba el paso de la "comitiva" real. Y así pudo ver cómo la heredera danesa se mostraba distante de su marido, cuya mano llegó a rechazar en un determinado momento del acto oficial de bienvenida a los reyes de España.
Y es que todavía no se había recuperado de las comprometedoras fotos de su marido en Madrid con la modelo mexicana, Genoveva Casanova (noviembre, 1976). Modelo, actriz, empresaria, escritora, vaya usted a saber, porque todas esas vitolas cuelgan de la biografía de una mujer que también ha pasado por la vida de Cayetano Martínez de Irujo, con el que se casó en 2005 (dos hijos en común), el cantante Luis Miguel, Vargas Llosa júnior y el exministro Michavila.
Madrid no es Copenhague, pero según cuenta la revista Lecturas con todo lujo de fotografías y detalles, el príncipe heredero de Dinamarca había tenido un encuentro con la bella Casanova en las proximidades del Retiro madrileño, concretamente en el apartamento donde pernoctó con el Príncipe tras una cena en el restaurante/tablao El corral de la morería.
Al día siguiente, Federico salió del apartamento de Genoveva a las ocho de la mañana (maletita negra en ristre). A esas horas, no se sabe en qué meridiano se hallaba la australiana Mary Donalson (en EEUU, parece), pero tampoco importa. El amor no repara en clases ni lenguas. Seguro que a Federico le gustó tanto Madrid que pronto repetirá la visita, si bien Genoveva insiste: "Sólo somos buenos amigos".
Cándido Conde-Pumpido Varela
He aquí otra historia de amor. O casi mejor, de desamor. Protagonista del relato: Cándido Conde-Pumpido Varela. Es el hijo del presidente del Tribunal Constitucional, donde justamente quiere Sánchez al padre por muchos años, pero eso es otra cosa. Vamos a lo nuestro:
A sus 42 años, el abogado Conde-Pumpido ha vivido una experiencia que puede costarle cara. Hasta no hace mucho, ha sido novio casi formal (o totalmente informal) de Lara Dibildos, con la que rompió semanas atrás porque, según declaraciones de la actriz, estaba desbordada y la convivencia con el jurista se había hecho dura e imposible.
A Conde-Pumpido le arruinó su condición de guaperas, pues además de guapo tenía fama de golfo. Lo era. Además, gastaba cierta chulería en el vestir y peinaba rizos, a veces mezclados con algunas canas.
En compañía un par de amigos, invitó a su chalet a una joven brasileña que fue objeto de una violación grupal. La brasileña denunció y Conde-Pumpido presentó ante la juez imágenes de la cámara de su chalet. La juez no dio crédito a la denuncia de la víctima y dejó al jurista en libertad sin medidas cautelares.
Posteriormente fue ingresado en la unidad psiquiátrica de un hospital y ahí sigue. Veremos por donde continua la historia. Yo me pongo en lo peor si echo un vistazo al historial de un personaje cuyo nombre siempre aparece asociado a un escándalo, allá donde el blanqueo de capitales, la droga y la prostitución se cruzan con el tráfico de influencias judiciales en las alegres noches de Madrid.