¿Quién se beneficia ahora de la abstención en el País Vasco?
PNV y PSOE se beneficiaron en el pasado de la baja participación. Las cosas están cambiando: unos agitan el árbol de la participación y los aberzales recogen las nueces.
Durante la campaña electoral del 21-A por fin se mencionó a los vascos que faltan en el censo electoral. Decenas de miles abandonaron el territorio durante los años del plomo. Si estos ciudadanos continuasen residiendo en Durango, Tolosa o Llodio, los resultados electorales habrían sido muy diferentes.
Pero hay otro componente electoral que suele pasar desapercibido. Y que, sin embargo, tiene mucha importancia a la hora de explicar el creciente peso de los nacionalismos vascos en el Parlamento de Vitoria: la abstención.
Las elecciones anteriores, celebradas en julio de 2020, vieron cómo PNV y EH Bildu copaban conjuntamente casi el 70% de los escaños. Este dato coincidió con el menor porcentaje de participación en la historia de las elecciones vascas: poco más de la mitad del electorado fue a votar.
El porcentaje de escaños nacionalistas en el Parlamento salido de las elecciones de este domingo es algo mayor, con 54 escaños asignados a PNV y EH Bildu, 27 a cada uno.
Es innegable que la pandemia disuadió a bastantes electores de acudir a los colegios electorales. Pero esta dinámica de participación a la baja lleva dándose desde 2001. En 2016, últimas elecciones celebradas en periodo "ordinario", la participación fue del 60%.
En 2001, la participación alcanzó el 78,1%, el máximo jamás registrado. También coincidió con el mejor resultado histórico del Partido Popular, con Jaime Mayor Oreja, que alcanzó los 19 escaños. 12 más de lo que ha obtenido la candidatura encabezada por Javier de Andrés.
De modo que es fácil comprender que una parte del descenso en la participación ha ido asociado a un descenso del voto 'españolista', que se suma a todos esos votantes que abandonaron el País Vasco conforme percibían que la espiral de violencia no remitía.
"Mucho ha cambiado. ETA ya no existe y ha cundido una especie de amnesia: el 'conflicto' es algo olvidado por los electores vascos"
La participación también se ve afectada por la falta de competitividad electoral. Las elecciones vascas se repiten cada cuatro años con la seguridad de que el PNV retendrá la Lehendakaritza. Por eso estas elecciones han calcado el dato de participación de 2012, cuando EH Bildu se presentó por vez primera y obtuvo 21 escaños, su techo hasta este 21-A.
Los mejores resultados populares vinieron poco después del asesinato de Gregorio Ordóñez, al que el terrorismo etarra mató porque podía haber ganado las elecciones.
Mucho ha cambiado desde entonces. ETA ya no existe (quizás sería más adecuado afirmar que ETA ya no mata) y ha cundido una especie de amnesia por la cual el "conflicto", en palabras de Pello Otxandiano, es algo olvidado por los electores vascos.
Los aberzales han dejado de hablar del futuro de una Euskal Herria socialista e independiente para centrarse en el deterioro de la sanidad y la educación pública.
Ni siquiera el candidato del PP, Javier de Andrés, introdujo el tema del terrorismo en la campaña. De hecho, ETA no fue un tema de campaña hasta que la terminal mediática socialista, la SER, decidió preguntar a Otxandiano.
Por supuesto, Aimar Bretos era consciente de la respuesta que daría el candidato aberzale. Tampoco es casual que a la mañana siguiente en el mismo medio entrevistaran a su candidato, el eibarrés Eneko Andueza, que posteriormente fue replicado por Sumar.
Con esta maniobra, intentaron dos cosas. Primero, cortar las fugas de electorado progresista a la opción aberzale. Y dos, movilizar al electorado que lleva quedándose en casa, cada vez en una mayor proporción, desde el comienzo del siglo XXI.
Quizás los trackings internos del PSOE y PNV detectaron esta movilización a favor de los aberzales, que aunque insuficiente para hacerse con el poder esta legislatura, les ha servido para convertirse en el partido al que todos miran.
Al final, la participación se quedó en un 63%, prácticamente la misma que en 2012, cuando EH Bildu irrumpió en las instituciones.
El pasado domingo dieron un nuevo paso adelante en su proyecto de hacerse con el poder. Ahora tan sólo deben confiar en la desmovilización asimétrica para, más pronto que tarde, colocar a un aberzale en el Palacio de Ajuria Enea.
PNV y PSOE se beneficiaron en el pasado de la baja participación. Las cosas están cambiando: unos agitan el árbol de la participación y los aberzales recogen las nueces.
*** Juan Hernando Quevedo es consultor de Asuntos Públicos en Ernest.