Sánchez y los nacionalismos nos roban
Si Cataluña no se separó de España tras la famosa declaración de independencia de ocho segundos no fue "por dar una oportunidad a España", sino porque no dispone de dinero para pagar sus pensiones.
Érase una vez un bloque de cien viviendas regido por una comunidad de vecinos.
La cuota de comunidad se componía de tres partes, que sufragaban los gastos de los ascensores y el garaje; los gastos de la piscina; y los del resto de zonas comunes.
Todos los vecinos pagaban sus cuotas, más pronto o más tarde, y la comunidad funcionaba. Las cuotas del mantenimiento de las zonas comunes, los garajes y los ascensores eran suficientes para el pago de los gastos. En algunos momentos incluso hubo superávit, como durante la época de la Covid-19, porque casi nadie salía y había menos gasto. Una vez hubo que inutilizar temporalmente una de las puertas porque se averiaba mucho. Pero los vecinos pudieron arreglarse con las demás.
Sin embargo, había un problema con la piscina.
Se estaba haciendo vieja, y no paraban de salirle achaques. Tenía una filtración rebelde, las tuberías de la depuradora se rompían y las bombas de los filtros estaban al borde de su vida útil. Cada año subían los gastos: el mantenimiento, la electricidad para la depuradora, el salario del socorrista…
Pero la piscina era fundamental. Cuando llegaba el duro verano, todos querían disfrutar de ella.
Los problemas de la piscina hacían que el remanente que en tiempos había en la cuenta de la comunidad fuera cada vez más escaso. Como había una única cuenta para todo, se gastaban en la piscina los ingresos que sobraban del resto de las cuotas.
A pesar de ello, hubo que pedir un préstamo al banco para sufragar ciertas reparaciones. No se descartaba que se tuvieran que pedir más.
Al final, tras una reunión de la comunidad de vecinos, fue evidente que no quedaba más remedio que subir la cuota de la piscina.
"Cada uno de los noventa y cuatro vecinos sensatos acabó pagando un 6,4% más por la subida de la cuota de la piscina, y todo siguió funcionando"
Pero un grupo de seis vecinos quería un trato diferente. Decían que ellos pagaban sus cuotas religiosamente para que todo funcionara, y que si por ellos fuera, la piscina estaría cerrada. Así que decidieron no pagar incrementos de cuota de piscina.
Eso sí, cuando llegaba el crudo verano, esos seis vecinos aparecían para bañarse a primera hora, cuando había menos gente.
Los noventa y cuatro vecinos restantes no estaban de acuerdo, pero como todos necesitaban la piscina y no querían que dejara de funcionar, decidieron poner un poco más de dinero de la subida de cuota para compensar el que no ponían los seis díscolos. Al fin y al cabo, eran sólo seis.
Cada uno de los noventa y cuatro vecinos sensatos acabó pagando un 6,4% más por la subida de la cuota de la piscina, y todo siguió funcionando.
Al poco tiempo, otros diecisiete vecinos, que ya apuntaban maneras, dijeron que querían el mismo trato que los otros seis. Ya no iban a pagar más subidas de cuota de piscina. Ya no eran seis, sino veintitrés los díscolos. Las próximas subidas de cuota iban a tener que soportarlas los setenta y siete vecinos restantes, y estos tendrían por tanto que pagar la subida de la cuota, más un 30%.
Ya no era el 6,4%, que casi no se notaba.
Y lo peor es que todo apuntaba a que los gastos de la piscina iban a seguir creciendo, porque con eso del cambio climático cada vez hacía más calor, y habría que aumentar las horas de funcionamiento y de socorrista, los productos químicos…
No puedo contarles el final de este cuento porque aún no hemos llegado a él.
"En la Seguridad Social se ha abierto un profundo agujero. El envejecimiento de la población, el trabajo sumergido, el desempleo y la baja natalidad han mermado sus ingresos y aumentado sus gastos"
ERC ha pactado con el PSOE la aprobación de un pacto de financiación singular para Cataluña. En realidad, se trataría de una financiación plural, porque sería muy similar a la que tienen País Vasco y Navarra desde hace años.
Estas dos comunidades pagan una cuota de solidaridad por los servicios que reciben del Estado, como si fueran meros contratistas, a cambio de no pagar otros impuestos, como el IRPF, el impuesto de sociedades, el impuesto al patrimonio, sucesiones y donaciones, y los impuestos especiales (hidrocarburos, alcohol, tabaco).
País Vasco y Navarra siguen pagando, a través de las nóminas de los trabajadores, su cuota para el sostenimiento de la Seguridad Social. A pesar de tener competencias transferidas en materia de gestión tributaria y de servicios sociales, la Seguridad Social es un sistema de protección social común a todo el territorio español. Sus gastos se destinan a financiar prestaciones por desempleo, enfermedad común, maternidad, accidentes de trabajo, enfermedad laboral, familias con hijos a cargo, personas dependientes y, por supuesto, las pensiones.
En las cuentas de la Seguridad Social se ha ido abriendo un profundo agujero. El envejecimiento de la población, el trabajo sumergido, el desempleo y la baja natalidad han mermado sus ingresos y aumentado sus gastos.
Esto nos lleva a un déficit estructural. Si la situación no varía, los ingresos del sistema no serán suficientes para cubrir los gastos a largo plazo.
Para cubrir este déficit, la Seguridad Social se ve obligada a pedir préstamos, lo que aumenta la deuda pública.
Como en la comunidad del cuento, los malabaristas del Estado van tomando dinero de algunos lugares para tapar los agujeros de otros. Pero el agujero de la piscina cada vez es más difícil de llenar. Se calcula que en diez años se habrán jubilado más de seis millones de personas, que lógicamente reclamarán su derecho a piscina.
Al final, lo que une a todos los españoles es la Seguridad Social, La Liga y La Vuelta. No olvidemos que las pensiones se pagan con las cotizaciones a la Seguridad Social actuales. Lo que hemos ido cotizando a lo largo de nuestra vida laboral no va a una hucha particular, esperando que nos jubilemos.
Si Cataluña no se separó de España tras la famosa declaración de independencia de ocho segundos no fue "por dar una oportunidad a España", sino porque no dispone de dinero para pagar las pensiones. Lo que pretenden los separatistas es acumular dinero para poder hacerlo cuando llegue el momento.
Y para eso necesita apropiarse de cuantos más impuestos, mejor.
Las pensiones van a ser un arma arrojadiza muy poderosa en el futuro. Y los políticos separatistas son maestros en el arte de la demagogia. En el momento en que haya el más mínimo problema para el pago de las pensiones, dirán que es "un motivo más para exigir la independencia", que es "culpa del Estado", y que si fueran independientes "esto no habría ocurrido".
Cuidado con el pacto entre el PSOE y ERC. Parafraseando a Pink Floyd, es otro ladrillo en el muro.
*** José Luis Márquez Arroyo es miembro del Foro de Profesores.