Más de 20 millones de espectadores estuvieron pegados a la televisión o cualquier dispositivo digital el pasado sábado, 6 de mayo, para ver en directo la ceremonia de coronación de Carlos III desde Londres. El nuevo rey de los británicos fue el protagonista de un acto religioso, que se trasladó a la Abadía de Westminster en 1606 y que se replicó, casi de forma exacta, al que protagonizó su madre, Isabel II, en 1953. Pero el soberano inglés quiso incluir algunos pequeños detalles que le han dado un toque más del siglo XXI y más global.
Una de las tradiciones que Carlos de Inglaterra ha querido romper es la de no incluir a otros reyes durante la ceremonia de entronización. Según la norma británica, no puede haber en la abadía más que un rey, ya que en un momento del acto todos los presentes tenían que arrodillarse y jurar pleitesía al nuevo monarca. Entonces, para evitar que otros jefes de Estado de otras naciones tuvieran que arrodillarse y que sólo hubiera un rey en la sala, no se les invitaba y punto. Ahora, no obstante, simplemente se ha reducido a que sólo lo hiciera Guillermo, el Príncipe de Galés.
Y es que las cosas han cambiado mucho; las fronteras en Europa están muy claras y la relación de Carlos III con sus colegas de profesión es muy estrecha y cercana. Así que una de las novedades de su ceremonia de coronación en 2023, fue que no faltó ni una sola de las cabezas visibles de los royals del viejo continente.
Durante todo el fin de semana, todas las familias reales tuvieron la oportunidad de reunirse. Y lo hicieron de forma oficial; con todo el foco mediático puesto sobre ellas. Pese a ello, los royals se reúnen en muchas ocasiones a nivel privado y fuera de los focos atención. Eso sí, no suelen coincidir de forma tan numerosa y durante tanto tiempo.
El sábado fue una excepción, pues la ceremonia de coronación duró tres horas y las cabezas visibles de las Casas Reales estaban en un sitio privilegiado, cerca del altar, en la zona del coro, donde las cámaras de la BBC dieron cuenta de su presencia en varias ocasiones de la retransmisión. La decisión de cómo sentarlos –y así evitar cualquier herida de ego– vino dada por el protocolo británico, que los colocó por orden de llegada al trono. Por eso, los reyes de España estaban sentados justo detrás de Guillermo y Máxima de los Países Bajos, ya que fueron coronados un año antes que los españoles.
Reencuentros reales
Tras la coronación, todos los invitados pudieron disfrutar de un almuerzo en el palacio de Buckingham, aunque Felipe VI y Letizia justificaron su ausencia porque el rey viajaba directo a Sevilla para presenciar la final de la Copa del Rey de fútbol entre el Real Madrid y el Osasuna. Si no hubieran tenido este compromiso, hubieran acudido a la comida para finalizar un fin de semana lleno de reencuentros.
Reencuentros que comenzaron la noche de viernes en el mismo lugar donde terminaron con una recepción de Carlos y Camila a sus ilustres invitados. Las cámaras de televisión y los fotógrafos fueron sacando imágenes de las personas que iban entrando en la fiesta, pero en el interior sólo se pudieron ver algunas instantáneas facilitadas por el equipo de prensa de Clarence House, la casa del nuevo rey de los británicos.
En ellas se pudo observar muchos rostros conocidos, muy distendidos, charlando de forma animada. Entre los corrillos, se pudo ver a los Reyes españoles sonrientes conversando con Victoria de Suecia o con el Príncipe de Gales. "Pasaron una buena tarde. Aunque después, como ocurre en todo este tipo de eventos, te juntas con quién más afinidad tienes. Y no es precisamente con la heredera sueca con quién mejor se lleva nuestra reina. En cuanto hizo los saludos de rigor se juntó con su amiga, Max –la fuente se refiere a Máxima de los Países Bajos– y ya no se soltaron la una a la otra. Siempre que se encuentran hacen lo mismo", revela a EL ESPAÑOL | Porfolio una persona cercana a Letizia.
La relación de la esposa de Felipe VI con el resto de sus colegas de profesión es más o menos distante dentro de la cordialidad. Ella está fuera del club de las llamadas royals. "Ni quiere estar ni le interesa. Aunque al principio, cuando comenzó su relación con el príncipe de Asturias, su deseo realmente era otro. Al final el tiempo pone a todos en su sitio y ha dejado de pelear por tener un sitio en un club que no le aporta nada más que sentirse acompañada en los grandes eventos reales. Es como lo de Marie Chantal, pues hacemos una foto y ya está. Si total, ¿cuánto nos vemos? Dos veces al año… pues sonriamos", sentencia la misma fuente.
El debut de Letizia
Aunque se habían visto de refilón en alguna ocasión privada, la presentación oficial de Letizia Ortiz Rocasolano tuvo lugar el 14 de mayo de 2004. Una semana antes de que tuviera lugar su boda con el entonces príncipe de Asturias. Ella, ascendida a princesa –no lo era todavía, pero fue invitada como tal– acudía con Felipe a Dinamarca para asistir a la boda de Federico, el heredero danés, con una joven abogada australiana, Mary Donaldson. Nunca ha vuelto a brillar tanto. Era un día importante para la futura princesa de Asturias. Era su debut ante toda la realeza europea.
Letizia triunfó aquella tarde en Dinamarca y conoció a sus colegas de profesión, algunos con la misma problemática que ella: sin ser de sangre azul, ni llevar esta profesión en las venas, ¿cómo ser aceptada por su pueblo? Entre ellas estaban Mary de Dinamarca, Máxima de los Países Bajos, Matilde de Bélgica y Mette-Marit de Noruega.
Las cinco jóvenes, entonces todas princesas, pronto hicieron buenas migas, llegaron hasta a fundar un grupo de amigas llamado, entre bromas, el Club M –anécdota que contó la Reina Máxima en una entrevista que le hicieron hace unos años en un medio holandés–. En ese grupo había una L, la de Letizia, que nunca terminó de encajar.
Esto finalmente ha provocado que la única relación que se podría calificar como de amigas es la que mantiene con Máxima de Holanda, la argentina. No sólo porque es la única reina europea que habla español –aunque la española domina perfectamente el inglés–, sino porque tienen muchas cosas en común. Los reyes holandeses son amantes declarados de España, viajan mucho a este país y cuando vienen a Madrid se instalan en Zarzuela, en la residencia de los reyes, con sus tres hijas.
Holandeses, sí; británicos, poco
El amor de los holandeses por España viene de lejos. De hecho, estos monarcas se conocieron en una caseta de la Feria de Sevilla. Algo curioso es que mientras que a Letizia nunca se le ha visto vestida de flamenca, sí se ha podido ver a la reina holandesa acompañada de sus hijas ataviada con el traje tradicional andaluz el pasado mes de mayo. Entre las dos parejas de reyes, de hecho, hay mucha confianza. Tanto es así que la Reina se ha referido a los soberanos de los Países Bajos como "Max y Willy" en alguna conversación con periodistas. Eso sí, siempre dentro de la cordialidad.
Aun así, no se puede decir que Letizia tenga la misma relación con ninguna otra persona de la realeza europea. A pesar de que podrían tener muchas cosas en común con la actual princesa de Gales, lo cierto es que no se tratan. Esto se pudo confirmar el pasado fin de semana. "Todo dentro de la cordialidad. Sin malos rollos ni nada, pero no se conocen mucho. Cuando llegaron a la recepción el viernes se saludaron con cariño, tanto Kate como Guillermo fueron muy cariñosos con ella, pero luego cada uno a lo suyo. Hay mucha diferencia de edad entre ambas parejas para que cuaje algo más. Además, están en dos escalones muy distintos todavía", relata la misma persona.
Es el momento de recordar que durante la visita de Estado de Felipe y Letizia a Reino Unido de 2017 sorprendió a muchos el mal gesto que tuvo Kate en el banquete de gala, algo que algunos usuarios de Twitter recordaban al ver que ni siquiera al compartir carruaje se esforzaba en aparentar cierta sintonía con Letizia. “¿Qué le ha hecho Letizia a Kate?”, comentaba un usuario. “La última vez que se vieron hizo lo mismo, ignorándola durante el banquete de Estado y poniendo cara de enfadada toda la noche. Fue de mala educación no hacerle una reverencia”. "¿Dónde está la policía del protocolo?", bromeaba otro.
No es más fluida su relación con la heredera al trono sueco. La poca sintonía de Letizia con Victoria de Suecia viene desde hace muchos años, tras un incidente que protagonizaron en una comida privada en la Ciudad Condal. Era finales de junio de 2009. La entonces princesa de Asturias acudió a Barcelona para hacer entrega de la primera beca de la Fundación Fero de Investigación Oncológica. La princesa sueca estaba en la capital catalana para conocer en La Caixa el funcionamiento del llamado Microbank y allí coincidió con la infanta Cristina.
Tras terminar con sus respectivos compromisos, las tres mujeres se reunieron en un conocido restaurante de comida mediterránea en el centro de la ciudad. "No sabemos muy bien cuál fue la conversación que molestó tanto a la reina; fue algo referente a la profesión de su abuelo –Francisco Rocasolano era taxista–, lo que hizo que se levantara y se marchara. Ya por entonces la relación con su cuñada no era buena, pero desde entonces tampoco le es simpática la sueca", confiesa la misma amiga de la esposa de Felipe VI.
Al final, la reina tiene dos amigas entre sus compañeras de trabajo, porque además de Máxima mantiene una buena relación con Rania de Jordania, a la que conoció durante su luna de miel, ya que pasaron varios días disfrutando del país. Con las demás la relación no es fría, pero tampoco de amistad. Siempre con cordialidad y educación, lo cierto es que Letizia ya tiene buenos amigos de su etapa anterior. Su círculo de amistades está cerrado. Sus amigos del mundo del periodismo, sumando unos cuantos que ha incorporado de los de su marido. Y entre ellos no hay sitio para más corona que la suya.