14 enero, 2024 02:47

Víctor Manuel Fernández (8 de julio de 1962, Alcira Gigena, Argentina) fue nombrado por el Papa Francisco como prefecto del Dicasterio para la Doctrina de la Fe el pasado mes de julio. Este ministerio, que comenzó bajo el nombre de Santa Romana y Universal Inquisición, tuvo al inicio un carácter exclusivamente judicial, para conocer las causas de herejía y de cisma y, posteriormente, se extendió a todo aquello que pudiera afectar a la fe y moral cristiana. El nombramiento del cardenal argentino estuvo marcado por las críticas. 'Tucho', como se conoce coloquialmente al otrora arzobispo de La Plata, es amigo personal de Francisco y su teólogo de cabecera, pero esos no eran los motivos.

El Santo Pontífice le enviaba una carta en la que le encomendaba la finalidad principal del dicasterio, que es "guardar la fe". Añadía la epístola a 'Tucho' que él sabía que la Iglesia "necesita crecer en su interpretación de la Palabra revelada y en su comprensión de la verdad" sin que esto implique imponer un único modo de expresarla. Porque "las distintas líneas de pensamiento filosófico, teológico y pastoral, si se dejan armonizar por el Espíritu en el respeto y el amor, también pueden hacer crecer a la Iglesia".

Volvió la polémica al mundo eclesial cuando el pasado septiembre accedió al cargo. En parte por su juventud —al tener 61 años se espera que esté mucho tiempo en el cargo y continuará en el cargo con sucesor de Francisco— y, en realidad, por su fama de progresista.

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De esto último no ha tardado en dar cuenta con dos documentos promulgados a final del año pasado. El primero de ellos aseguraba que tanto transexuales como parejas de hijos LGTBI podían ser bautizados. El segundo, conocido como Fiducia Supplicans, permitía la bendición de parejas LGTBI y de divorciados.

Las voces contrarias no tardaron en aparecer, sobre todo en portales religiosos especializados. Este 1 de enero, los ataques fueron mucho más allá. Aún se desconoce quien publicó un libro oculto de 'Tucho' Fernández en la plataforma Scribd. El título de la obra es La Pasión Mística. Espiritualidad y sensualidad. Fue editado en México, en el año 1998, y luego desapareció. De hecho, ni siquiera aparecía entre la multitud de escritos publicados que portaba su biografía al aceptar el cargo, en la que también falta Sáname con tu boca, El arte de besar, otro polémico libro.

El primero de los libros mencionados ha causado un gran revuelo en el seno de la iglesia por cómo trata la sexualidad y la relación con Dios, de una forma explícita. Hay quienes han pedido su dimisión. El propio prelado ha asegurado, en declaraciones a InfoVaticana, que no volvería a escribir un libro al que EL ESPAÑOL ha tenido acceso y que deja frases como: "Puede haber una religiosa que tenga que hacer grandes sacrificios para ser fiel a su virginidad, porque su psicología tiene algún fuerte condicionamiento en ese orden, y, sin embargo, tener al mismo tiempo una hermosa vivencia del amor de Dios muy auténtica, que la haga feliz".

La pasión Mística

El Papa Francisco eligió como prefecto del Dicasterio para la Doctrina de la Fe a 'Tucho' Fernández en julio de 2023.

El Papa Francisco eligió como prefecto del Dicasterio para la Doctrina de la Fe a 'Tucho' Fernández en julio de 2023. Redes sociales

El libro de Tucho Fernández comienza advirtiendo al lector.

Esta obra es una invitación a un mundo de amor apasionado que se esconde en lo más profundo de nuestro ser.

Aquí se nos invita a caminar con los hombres y mujeres más pasionales de la historia por los sublimes senderos de la unión mística, hasta llegar a un punto en el que nos parece rozar lo imposible. Atrevámonos a vivir esta aventura.

Fue publicada cuando el prelado tenía 36 años y constaba de nueve epígrafes: El fuego del amor divino; Un pozo de pasión sublime; Una loca historia de amor; La pasión mística; Hasta el fin; Hermosa mía, ven; Orgasmo masculino y femenino; El camino hacia el orgasmo; Dios en el orgasmo de la pareja.

Son estos tres últimos títulos los que más revuelo han causado de un ensayo que consta de 94 páginas y acaba con el siguiente poema:

Despacito, no te apresures,
no tan humano.
Quiero que Dios me sane
con tus labios.

No impidas que el misterio
del amor infinito,
con tus toques de fuego y de ternura
me cure el alma.

Tranquila,
el mundo es nuestro,
besa más lento.

Permite que te invada
un rayo divino,
deja que se apodere de tu cuerpo.
Para quitarme el miedo,
para darme la paz y el amor
que me negaron...

Este mismo poema cierra el otro libro oculto de 'Tucho' Fernández, Sáname con tu boca, El Arte de Besar'.

Primeros capítulos

Durante los primeros capítulos de La Pasión Mística, el prelado acerca al lector a distintas experiencias de amor divino. No en vano, señala que "en la Biblia" encontramos "imágenes muy variadas que nos hablan de amor". Tras citar algunos ejemplos, destaca que "Dios toca las fibras más íntimas del corazón, donde guardamos muchas heridas por no haber recibido suficiente amor de nuestros seres queridos o por haber sido mal amados".

Esto es, según continúa Fernández, lo que a veces nos hace sentir "como que estamos de más en esta tierra, o que nadie nos tiene realmente en cuenta o que para nadie somos verdaderamente importantes". 

Parece que el prelado habla a los que se sienten fuera de los márgenes, de hecho, en el siguiente párrafo apunta: "Él —Dios— sí nos esperaba, porque pensó en cada uno de nosotros desde toda la eternidad. Y si los demás nos esperaban con otro sexo, con otro color de piel, con otra cara, Dios nos esperaba así como somos".

Esto queda claro con otro párrafo de este primer capítulo: "Algunas personas escapan de Dios porque tienen una falsa imagen de él. Lo imaginan como alguien triste o amargado. Pero ese no es el Dios que nos presenta la Biblia".

Recuerda esto al cierre del Papa Francisco en la Jornada Mundial de las Juventudes de 2023, cuando aseguraba que "la Iglesia no es una aduana".

En el segundo capítulo, títulado Un pozo de pasión, se eleva el tono. Comienza a describir la relación con Dios y deja párrafos como los siguientes: 

Y ahora, rodeado por tus brazos, acariciado por tu piel, dejándome bañar por tu respiración, me parece que algo nuevo estás haciendo, Jesús. No te vas de mi lado, siguen estando tus brazos, tu piel, tu calor, tu hombro que me sostiene. Pero ahora estás entrando en mí, te estás apoderando de mi intimidad, del centro más profundo de mi corazón. Sin violentarme, sin obligarme, con una infinita delicadeza.

Y te estoy permitiendo que inundes ese sitio más hondo de mi ser, en un instante sublime, increíble y sobrenatural, llegas a tocar lo más delicado de mi intimidad con el fuego de tu amor divino y humano, para que nunca más desconfíe de tu amor, para que sepa de una vez que puedes dármelo todo.

Mi Señor, mi amor, mi alegría, mi todo. Descanso en ti como nunca. Todo reposa, todo se sana, todo se libera. 

Aquí, junto al pozo...

Víctor Manuel Fernández.

Víctor Manuel Fernández. Vatican News

El tercer capítulo hace un repaso a la historia de amor que han tenido los santos en sus encuentros con Dios. Cita las aventuras de Agustín, de Santa Catalina de Siena, Gregorio de Nisa o el místico Silvano. Además, cuenta la experiencia de una feligresa, que cuando comulgaba se dirigía a Cristo con El Hondero entusiasta de Pablo Neruda:

Ansíame, agótame, viérteme,
sacrifícame.
Haz tambalear los cercos
de mis últimos límites...

Es decir, en estos tres capítulos, Fernández narra, a través de los testimonios de los místicos, "que la relación con Dios puede afectar benéficamente al nivel erótico del hombre, hasta llegar a la sexualidad".

En el cuarto capítulo, habla de los besos en la boca explícitamente y cita a San Bernardo, "que acude a esta figura para intentar expresar la belleza de ciertos encuentros con Dios". A partir de aquí cita a Guillermo de Saint Thierry, "que describe momentos particulares de la experiencia de Dios como una especie de ingreso a la alcoba nupcial, donde el amado regala los secretos de su amor".

Termina recordando el texto que, como exponía San Juan Clímaco, "la relación con Dios puede vivirse de modo apasionado y sensual".

Por primera vez se menciona la palabra orgasmo en el capítulo 5. Lo hace rememorando la experiencia de Ángela de Foligno, cuya experiencia mística asegura Fernández que tiene que ver con el clímax. El prelado cuenta que Santa Matilde describe "un encuentro maravilloso en el que el Señor la llamó, puso sus manos en las de ella, fijó sus ojos en los de ella, imprimió su boca en la suya, unió su corazón al de ella y se unió totalmente a ella".

O la vez que Hadewych de Amberes contó su experiencia:

Se acercó a mí y me tomó toda entre sus brazos, y me estrechó contra él. Y todos mis miembros sentían el contacto de los suyos tan completamente como yo lo había deseado. Así fui satisfecha y extremadamente saciada (Minne; citado en Nuevo Diccionario de Espiritualidad, Madrid 1991, 1757).

La sexualidad

No ha llegado a su fin el quinto capítulo cuando se nombra por primera vez también la sexualidad. Para 'Tucho' Fernández, los místicos han creado sus relatos de amor con Dios despojándolos de toda humanidad, porque "el amor de Dios no tiene los límites del amor humano: celos, posesividad, interés egoísta, esclavitudes activas, miedos, etcétera".

Explica el prefecto del Dicasterio para la Doctrina de la Fe para finalizar este capítulo que "si hablar de este tema nos despierta cierta repugnancia o rechazo, es porque en el fondo tampoco tenemos una visión positiva de la sexualidad, como regalo maravilloso que Dios nos ha hecho, como maravillosa posibilidad de encuentro, y no sólo como simple satisfacción de instintos".

El capítulo 6 continúa por los mismos derroteros. De hecho, arranca de la siguiente manera: "Voy a intentar describir, con mis pobres palabras, una experiencia de amor, un encuentro apasionado con Jesús, que me contó una adolescente de dieciséis años...".

En él se encuentran fragmentos como los siguientes:

Acaricio tus labios, y en un inaudito impulso de ternura tú me permites que los bese suavemente. Me pareció oír tu invitación que aparece en la Biblia: "Bésame con los besos de tu boca".

[...]

Entonces, Jesús, como animado por mi beso, te pones de pie; y caigo de admiración ante tu gloria. Me miras con firmeza y ternura, y me muestras las llagas de tus manos, como diciendo: "Mira, yo te amé seriamente". Entonces siento que me estás invitando a que te ame no sólo con mis caricias, no sólo con mis besos, no sólo con mis arrebatos de amor, sino con mi manera de vivir, con toda la seriedad de mi existencia, con mis obras de amor, permitiendo que tu presencia lo inunde todo, que te metas en mis cosas.

Orgasmo masculino y femenino

Comienzan aquí las frases más polémicas —en el seno de la Iglesia— de lo escrito por Víctor Manuel Fernández, en el capítulo 7, titulado El Orgasmo masculino y femenino:

Nos preguntamos ahora si esta experiencia mística, donde todo el ser es tomado por Dios, si esta especie de “orgasmo místico", es vivido por cada uno de acuerdo a su sexualidad. Es decir, si el varón lo vive como varón y la mujer de un modo femenino. Para eso, veamos primero cómo viven el orgasmo el varón y la mujer, y cuál es la diferencia entre un orgasmo masculino y un orgasmo femenino.

Normalmente, la mujer, más que el hombre, considera muy insatisfactorio el sexo sin amor y necesita condiciones adecuadas para sentirse excitada sexualmente. Le atrae menos que al hombre mirar fotos con escenas sexuales violentas, imágenes de orgías, etc. Pero esto no significa que se sienta menos excitada por la pornografía fuerte, sino que la disfruta y la valora menos y, en algunos casos, le despierta temor.

Disfruta más con las caricias y los besos, y necesita que el varón juegue un poco antes de penetrarla. Pero a él, en pocas palabras, le interesa más la vagina que el clítoris.

Como si de un experto sexólogo se tratara, Fernández comienza a enumerar las diferencias entre el orgasmo masculino y femenino. Habla de eyaculación sin problemas ni remilgos, la describe.

En los momentos del orgasmo, él suele emitir gruñidos agresivos; ella, un balbuceo infantil o suspiros.

No olvidemos que la mujer tiene un rico plexo venoso alrededor de la vagina, que mantiene un buen flujo sanguíneo después del orgasmo. Por eso suele ser insaciable... 

[...]

La mujer requiere más tiempo, más dedicación; le hace falta que el varón le dedique un plus después que él haya alcanzado su propia satisfacción. Pero él normalmente se descarga bien en la eyaculación y queda satisfecho y agotado. Termina, y pasa a otra cosa, como si quedara vacío por dentro.

'Tucho' Fernández pretende llevar al lector hacia una meta clara: igual que el orgasmo masculino y femenino es diferente, ¿lo es la experiencia mística y sexual con Dios?

Una primera frase no deja indiferente a nadie. Señala Fernández en su libro: "Pero no olvidemos que a nivel hormonal y psicológico no existe el macho puro ni la hembra pura".

Camino hacia el orgasmo

"Todo lo que hemos visto nos muestra que Dios no es enemigo de nuestra felicidad, que no mutila nuestra capacidad de amar, porque es amor, amor apasionado, amor que hace bien, que libera, que sana", comienza diciendo el penúltimo capítulo del libro. Aquí se pregunta quién está capacitado para tener esa relación con Dios.

"Puede que mi experiencia de Dios sea verdadera, aunque la viva en medio de una aridez afectiva", señala el prelado en un momento dado, antes de llegar a una de las partes más polémicas:

...Es muy posible que, haciendo un camino adecuado, todos podamos tener una experiencia más plena del amor de Dios, una experiencia que sane nuestra afectividad enferma, nuestra emotividad lastimada, que nos haga más alegres en nuestra entrega cotidiana, que nos haga más libres y felices.

Pero esto tampoco significa necesariamente que esa experiencia gozosa del amor divino, si la alcanzo, me liberará de todas mis debilidades psicológicas. No significa, por ejemplo, que un homosexual necesariamente dejará de serlo. Recordemos que la gracia de Dios puede coexistir con debilidades y también con pecados, cuando hay un condicionamiento muy fuerte. En esos casos, la persona puede hacer cosas que objetivamente son pecado, pero no ser culpable, y no perder la gracia de Dios ni la experiencia de su amor. Veamos cómo lo dice el Catecismo de la Iglesia Católica:

La imputabilidad y la responsabilidad de una acción pueden quedar disminuidas e incluso suprimidas a causa de la ignorancia, la inadvertencia, la violencia, el temor, los hábitos, los afectos desordenados y otros factores psíquicos y sociales (CEC 1.735).

Puede haber una religiosa que tenga que hacer grandes sacrificios para ser fiel a su virginidad, porque su psicología tiene algún fuerte condicionamiento en ese orden, y, sin embargo, tener al mismo tiempo una hermosa vivencia del amor de Dios muy auténtica, que la haga feliz.

El orgasmo en la pareja

Quizás este sea el culmen de la polémica. El arranque del capítulo no deja lugar a dudas.

Hasta ahora hemos hablado sobre la posibilidad de llegar a una especie de orgasmo plenificante en nuestra relación con Dios; lo que no implica tanto alteraciones físicas, sino simplemente que Dios llega a tocar el centro anímico-corpóreo del placer, de modo que se experimenta una satisfacción que abarca a toda la persona. Esto nos lleva a otra consecuencia importante: nos invita a descubrir que, si Dios puede hacerse presente en ese nivel de nuestra existencia, también puede hacerse presente cuando dos seres humanos se aman y llegan al orgasmo; y ese orgasmo, vivido en la presencia de Dios, puede ser también un sublime acto de culto a Dios.

'Tucho' Fernández declara que esto es así porque "es un acto de culto a Dios vivir un momento de felicidad". Por eso, entiendo que "el que no es capaz de disfrutar de los placeres de la vida, porque no se ama o no se acepta a sí mismo, difícilmente podrá amar generosamente a los demás".

Esto nos lleva a decir lo mismo "del placer sexual, que ha sido creado por Dios para la felicidad del hombre".

Además, el placer sexual tiene una nobleza particular por encima de los demás placeres del cuerpo, porque el placer sexual es vivido por dos, es compartido, y puede ser una maravillosa expresión de amor. Pero precisamente por eso el placer sexual puede perder toda su belleza cuando es sólo búsqueda de satisfacción personal y no se tiene en cuenta al otro, cuando se usa al otro sólo para beneficio personal de cada cual.

Por todo ello, se reseña que, cuando dos personas se aman, "el placer sexual es también un acto de culto a Dios". Incluso, añade 'Tucho' Fernández que "el placer del orgasmo se convierte en un anticipo de la maravillosa fiesta de amor que es el cielo".

Está convencido el prelado de que "el placer sexual no dificulta la espiritualidad ni la contemplación, porque si la unión sexual es un acto de amor, este no hace más que abrir el corazón y facilita así la contemplación de Dios".

Todo ello no quita, según Fernández, que todo lo referido al cuerpo sea santo. "Una pareja puede quitar al sexo su finalidad más preciosa, y los amantes pueden convertirse sólo en dos ególatras que se masturban mutuamente".

De hecho, castiga a quienes tienen sexo por el simple hecho de tenerlo. "El sexo por el sexo mismo es una forma de quedarse en la adolescencia y de falta de maduración. El sexo sólo por el sexo es de hecho la forma de sexualidad más común del adolescente que se masturba, porque en la masturbación alcanza placer y escapa del compromiso con el otro, se protege de los demás y no da nada de sí".

Fernández, para dar cuenta de ello, llega a citar a teólogos de otras religiones, incluyendo el libro una cita de Al Sonouiti, que en el siglo XV hacía la siguiente alabanza: "Alabado sea Alá, que afirma los penes duros y rectos como las lanzas para hacer la guerra en las vaginas".

En definitiva, concluye el prefecto del Dicasterio para la Doctrina de la fe católica que "querer esconderse de Dios cuando experimentamos placer, como aquella mujer que escondía el crucifijo cuando tenía relaciones con su esposo, es creer en un falso Dios que, en lugar de ayudarnos a vivir, se convierte en un perseguidor que odia nuestra alegría".