Un halcón blanco agazapado. El poder de 28 alas de fibra de carbono, distribuidas en voladizos que se mueven entre 110 y 125 grados y que estiran completamente el vuelo en sólo tres minutos, para poder refugiar al recién llegado en su regazo en caso de tormentas de arena, cuando se cierra, o del ardiente sol y la escasa lluvia cuando abre sus alas.
Así es el pabellón de Emiratos Árabes Unidos en la Expo de Dubái que arrasa entre los visitantes por su originalidad y su majestuosidad y que lleva la firma de uno de los arquitectos españoles más polémicos: Santiago Calatrava (70 años).
"Estamos encantados con el pabellón. Es espectacular. El arquitecto es brasileño, creo... ¿o era español? No lo sé, pero el movimiento del edificio es flipante", asegura Munir a EL ESPAÑOL | Porfolio. Es uno de los voluntarios emiratíes que rodean el magnífico edificio y que evita que la gente se amontone antes de entrar en uno de los lugares más demandados de la Expo 2020 -retrasada un año por la pandemia-, con 192 países invitados y que el pasado 21 de noviembre ya había vendido más de cuatro millones de tickets en algo más de mes y medio.
La entrada a las entrañas de un animal mecánico, y a la historia de un país que cumple ahora justamente 50 años de vida, va directa a un tragaluz central lleno de simbolismo y colocado a una altura de 27,8 metros. Otro Oculus, como denominan a esta entrada de luz natural, que reproduce el logo de la Expo de Dubái, el ojo de halcón que todo lo ve. De hecho, seguro que es testigo, por ejemplo, de las idas y venidas de un arquitecto bendecido y maldito por los dioses al mismo tiempo. Un nombre que, sin embargo, se ha consagrado en los últimos años -como un Ave Fénix que resucita una y otra vez- como emir de Dubái con obras como esta.
El valenciano Santiago Calatrava presentó en abril de 2016 un proyecto que respondía al lema "alas que representan el flujo de movimiento". De hecho, optó por "un halcón en vuelo", el animal nacional de EAU. Así ganó el concurso público que convocó el Consejo Nacional de Medios de los emiratos frente a otras 11 ideas de ocho arquitectos de prestigio.
We are excited by the amazing #UAE national pavilion for #Expo2020 -an iconic milestone on our national Expo journey pic.twitter.com/XNpLgFnTLH
— Expo 2020 Dubai (@expo2020dubai) April 30, 2016
El despacho ubicado en Zúrich, su ciudad adoptiva desde que Calatrava se fuera a estudiar Ingeniería Civil en los años 70 con sólo 22 años, ya tenía en el bolsillo el gran negocio urbanístico de los próximos años junto a la poderosa empresa inmobiliaria Emaar Properties, una de las mayores del mundo. El encargo era levantar en Dubái la Creek Tower, el rascacielos más alto con 1.300 metros de altura y 210 pisos, casi 475 metros más que su torre vecina Burj Khalifa.
Un hito global único por el módico precio de 1.000 millones de dólares (886 millones de euros) que tiene la marca Calatrava desde el primer trazo hasta la punta que se eleva al cielo: una torre en forma de flor de lis, que resurge en algunas zonas del desierto y que tiene a los emiratíes fascinados a pesar de que lleva, ya reconocidos, dos años de retraso.
"El diseño del edificio está inspirado en la tradición islámica, evocando la misma historia que trajo al mundo la Alhambra y la Mezquita de Córdoba. Estas maravillas arquitectónicas combinan elegancia y belleza con matemáticas y geometría. El diseño de la torre tiene sus raíces en el arte clásico y la cultura de Dubái", aseguró el arquitecto español cuando se presentó la que iba a ser su oportunidad de resurgimiento, casi a la italiana.
Y es que, ¿cómo puede un arquitecto condenado por sus errores en Italia o España hacerse con el mayor encargo mundial de los últimos tiempos? Su llegada a las alturas guarda un secreto a voces en el sector: un hombre a su sombra que se ha convertido en el conseguidor de Santiago Calatrava en la tierra de los Reyes Magos.
En la ceremonia donde se puso la primera piedra de la Creek Tower, el 10 de octubre de 2016, no era Santiago Calatrava el que estaba a pie de obra junto a las autoridades emiratíes, si no una de sus mejores armas empresariales y la persona que ha conseguido que se convierta casi en el emir del ladrillo de Dubái si de diseñar edificios y proyectos hablamos: el menor de sus hijos varones, Micael (37 años).
En 2013, tres años antes de que el despacho Calatrava empezara a recoger contratos millonarios por Oriente, su hijo Micael, director ejecutivo de Calatrava International LLC, abrió una sucursal en Qatar. Ese fue el punto de arranque (y de expansión) de un joven formadísimo, culto, discreto y muy hábil con los números y con las relaciones públicas que, al menos en esa parte del mundo, ha conseguido ahuyentar la marca Calatrava de todos los problemas jurídicos que arrastra su padre en Europa y en EEUU.
Con vista de lo que venía, en 2016, al tiempo que se hacía con el pabellón de la Expo y con el rascacielos más grande del mundo, Micael decidió trasladar a Dubái su oficina para poder controlar las obras de su padre in situ y seguir con una expansión multimillonaria.
De hecho, según los cálculos que hace el propio despacho del arquitecto, Micael Calatrava maneja ahora mismo en su hub más de 5.000 millones de dólares en presupuestos y obras. Algunos de los proyectos que ha gestionado él mismo como director de diseño en la zona son, además de los ya mencionados, la Embajada de los Emiratos Árabes Unidos en China y la sede del banco Sohar International en Omán, entre otros.
"Dubái es conocida por su sociedad multicultural y sus edificios modernos y de aspecto futurista. Creemos que el estilo único de Calatrava de combinar naturaleza y tecnología será apreciado tanto por los ciudadanos como por los turistas de esta ciudad. Ya estamos teniendo un impacto con nuestros dos próximos proyectos de alto perfil, Dubái Creek Tower y EAU Pavilion en Dubái World Expo 2020, y también tenemos otros proyectos en trámite", advertía en 2020 el propio Micael hablando de una marca de la casa que ha perseguido siempre a su padre, en los cielos y en los infiernos.
Pocos hablan públicamente de los ingresos que puede llevarse la firma en cada uno de estos negocios. Sin embargo, lo que sí se sabe por algunas filtraciones es que la firma Calatrava suele quedarse con hasta un 16% del coste, tal y como pasó con un rascacielos en Suecia, o los 100 millones de euros que se supone ganó el arquitecto en Valencia por la Ciudad de las Artes y las Ciencias.
El tercero, Micael
Muy celoso de su vida privada, el menor de los hijos varones de Santiago Calatrava y de Robertina Marangoni siempre ha disfrutado si los números cuadran y casan. Lo habrá heredado de su madre, hija de un banquero judío, y la parte más prosaica de la sociedad Calatrava. Santiago y Robertina llevan casi 50 años juntos. Se conocieron en la universidad de Zúrich y se casaron en una ermita en los Alpes.
Quizá ese gusto por el control económico le puede venir muy bien a la división de Oriente Medio del despacho del arquitecto valenciano si no quiere volver a caer en los mismos pecados de los que han adolecido la mayoría de sus obras y que le han costado prestigio y algún que otro problema legal, siempre por una falta de previsión y sobrecoste.
Micael tiene una licenciatura, una maestría en Ciencias y un título profesional en ingeniería civil (estructural) de la Escuela de Ingeniería y Ciencias Aplicadas de la Universidad de Columbia, en EEUU. Y también una maestría en Administración de Empresas de la Escuela de Negocios de esa misma universidad.
De hecho, antes de unirse a Calatrava Middle East, trabajó en Tortus Capital, en Nueva York, que es un fondo de cobertura de múltiples estrategias centrado en la inversión de valor. Esta experiencia lo ha catapultado a ser uno de los mejores cazadores de oportunidades en toda la estructura de capital y un gran analista en inversiones relacionados con las estrategias de cobertura. La perfecta medicina a mucha de las dolencias que ha tenido el despacho Calatrava.
Los cuatro hijos del arquitecto español, Rafael, Gabriel, Micael y Ana Sofía, hablan perfectamente español, inglés, alemán, francés, italiano y sueco (por su madre, que es mitad sueca, mitad suiza). Además, el matrimonio de Santiago y Robertina apostó porque cada uno estudiara un "idioma difícil" y Micael eligió el árabe, un conocimiento que le ha abierto las puertas de par en par del Emirato y de toda la zona, donde ha conseguido meterse en el bolsillo a los emires y hacerse con negocios multimillonarios.
Por ahora, es el único de los hermanos que sigue la tradición materna de apostar más por los números que por el dibujo y dicen que, al igual que su madre, es un negociador zalamero pero implacable. De la pareja de Calatrava durante casi medio siglo, Robertina Mangaroni, decía el periodista español Llàtzer Moix en su libro Queríamos un Calatrava (Ed. Anagrama) que "se mostraba intransigente en muchas negociaciones" y lo decía, a modo de piropo, su propio socio y esposo.
Alejado de los focos mediáticos que no sean las páginas salmón de los grandes periódicos o los foros especializados de arquitectura, donde ha participado últimamente para promocionar los proyectos de su padre, es raro encontrarse a Micael en escándalos, redes sociales o páginas de sociedad, por lo que no se conocen muchos detalles de su vida privada ni de sus relaciones personales salvo que está casado desde hace años.
Las ventajas de Micael
Dos son las ventajas que tiene Micael y que han llevado a su padre en carros de oro por los países de Oriente: la primera, que es un buen ingeniero estructural; así puede convencer de que los proyectos de su padre, mágicos y casi de Las mil y una noches en el papel, pueden sostenerse y hasta volar, como el halcón blanco del pabellón de la Expo. La segunda ventaja es que conoce bien cuál es la mecánica de la construcción y los pecados que cometen muchos de los proyectos Calatrava.
De hecho, en una charla de Google que hicieron padre e hijo en junio de 2019, el propio Micael era consciente del retraso que suelen acumular estas obras y bromeaba con que la Creek Tower estaba "planificada como la torre más alta del mundo", pero cuando la terminaran veremos "si es la más alta o hay otra que la ha superado". Por cómo marcha es posible que en Jedda o en otra ciudad de la zona, se lancen a subir la apuesta a los más de 1.300 metros de altura marcados por Calatrava.
Aunque no haya torre simbólica para la Expo de Dubái (la idea era abrir la Creek Tower al estilo torre Eiffel para la exposición universal), lo que sí ha supuesto la cita mundial en el Emirato es colocar a Calatrava en un récord: edificios vivos y en movimiento.
La idea del pabellón de EAU no sólo busca brindar vida al halcón blanco que representa, sino también reflejar el paso del tiempo y la emoción de un lugar cambiante gracias, precisamente, a la mecánica: 46 actuadores hidráulicos que activan la rotación de las alas como si fueran pistones. Una vez arranca el movimiento, el aceite hidráulico se empuja a través de estos actuadores, extendiendo los pistones para abrir las alas a su máxima capacidad, en uno de los sistemas más grandes de este tipo.
También el rascacielos colosal parte de un estudio extremo de mecánica e ingeniería que han determinado excavaciones a una profundidad de 72 metros para los cimientos, terrazas panorámicas de 360 grados, balcones giratorios y espacios verdes que quieren imitar otro de los mitos orientales más famosos: los jardines colgantes de Babilonia.
"Nuestro difunto padre fundador, su Alteza el Jeque Zayed bin Sultan Al Nahyan, utilizó expediciones de cetrería para forjar conexiones entre tribus y crear una identidad nacional distinta que finalmente condujo a la fundación de los Emiratos Árabes Unidos. Ahora, el diseño del halcón simbolizará cómo estamos conectando a los Emiratos Árabes Unidos con las mentes del mundo y cómo, como comunidad global, podemos elevarnos a nuevas alturas a través de la asociación y la cooperación", comentaba en Arabian Business el responsable emiratí al inaugurar su pabellón presentación al mundo. Orgulloso. Confiado. Satisfecho de los dírhams pagados.
"Nos sentimos honrados de presentar estos proyectos", aseguraba Micael alardeando de historia y cultura de la zona como inspiración para los nuevos sueños que los Calatrava están creando en esa parte del mundo y quizá pensando que es buena tierra para empezar a olvidar las chapuzas que han perseguido a su padre por Europa y EEUU.
Los ocho fiascos de Calatrava
1. Gran Canal de Venecia. En el año 2012 el Tribunal de Cuentas italiano le reclamó 3,4 millones de euros junto a los responsables del proyecto del cuarto puente sobre el Gran Canal de Venecia por presentar "patologías crónicas" a consecuencia de un diseño defectuoso. Al final, en 2019, el Tribunal de Cuentas de Venecia condenó a Calatrava a pagar casi 78.000 euros por los errores que encarecieron la construcción del Puente de la Constitución.
2. Nueva York. El arquitecto español fue el elegido para construir el WTC Transportation Hub en la ciudad de Nueva York en el World Trade Center, tras los ataques del 11 de septiembre de 2001. Las obras terminaron en 2016, con siete años de retraso, y un coste de 4.000 millones, el doble de lo que se había presupuestado. Calatrava cobró 80 millones de dólares por un monumento que muchos han calificado de ególatra. Desde la oficina de Calatrava matizan que " la gran mayoría de los costes no tienen relación con ninguna decisión de diseño que pueda ser atribuida al arquitecto".
3. Oviedo. El Tribunal Supremo condenó en 2016 a Santiago Calatrava a pagar tres millones de euros a la promotora Jovellanos XXI por lo que consideró su 'negligencia' en el Palacio de Congresos de Oviedo y un "fracaso generalizado" en la construcción de una cubierta auxiliar. Tuvieron que derribar una gradería durante las obras y construir fija una cubierta que estaba prevista como móvil. La oficina del arquitecto asegura que se debió a que "la compañía constructora cometió errores" y que la decisión de hacer fija la cubierta la tomaron los promotores.
4. Valencia. Dos son los casos que han puesto en entredicho la obra de Calatrava en Valencia. El primero fue la amenaza de demanda del Gobierno valenciano por no garantizar la reposición del trencadís o recubrimiento del auditorio de la Ciudad de las Artes y las Ciencias de Valencia. El famoso trencadís, que se cayó en parte hace unos años, tuvo que ser retirado con un coste de tres millones de euros "de los que se hicieron cargo las empresas vinculadas a la construcción del edificio, incluido el Estudio de Arquitectura", según la oficina de Calatrava. Pero no ha sido el único daño: el edificio se ha hundido en parte, concretamente "la plataforma escénica de la sala principal", según explica un portavoz del arquitecto, y hasta se ha inundado, "una vez" y por "obras temporales realizadas en el exterior (con motivo de la visita del Papa) que provocaron un cambio en la recirculación del agua de lluvia". Por otra parte, el Ágora Ciudad de las Artes y las Ciencias ha sufrido un coste por duplicado que se ha visto acompañado de goteras, retrasos, problemas técnicos y hasta que los chatarreros desvalijaran parte del edificio que estaba tirado en un descampado. Un portavoz de Calatrava culpa a "la propietaria la que, en contra de las recomendaciones del arquitecto, detuvo las obras en varias ocasiones para usar las instalaciones sin terminar para realizar actividades públicas, con los consecuentes retrasos y sobrecostes".
5. Bilbao. El Puente de Zubizuri iba a ser un hito arquitectónico en Bilbao pero se convirtió en un dolor de cabeza para las autoridades cuando, literalmente, la gente empezó a resbalarse y darse golpes por todos los lados. El Ayuntamiento tuvo que poner una alfombra antideslizante por el suelo de un cristal para el que algunos acusaron a Calatrava de no haber tenido en cuenta el clima húmedo. Sin embargo, la oficina del arquitecto asegura que "se debió a actos vandálicos en los que se destrozaron numerosas losetas" y los reemplazamientos de estas fueron por piezas "distintas" y "sin ningún tipo de supervisión o autorización" por parte del arquitecto.
6. Suecia. La construcción del rascacielos Turning Torso, en Malmö, tuvo un sobrecoste de 170 millones de euros lo que provocó hasta dimisiones políticas en la ciudad y eso que todo se debió, entre otros motivos, a "un fallo de cálculo de los refuerzos en los diseños del equipo de Calatrava". El promotor del edificio acabó procesado.
7. Madrid. Por el 300 aniversario de Caja Madrid, se le encargó a Calatrava el diseño del obelisco situado en Plaza de Castilla, revestido de pan de oro. En teoría, este monumento tenía que estar en movimiento constante, pero está parado desde los prmeros meses de su inauguración, algunos testigos hablan de días. Según el arquitecto se debe a que el Ayuntamiento de Madrid, "en plena crisis económica", decidió "reducir los costes de mantenimiento de la obra".
8. Álava. En abril de 2013, los dueños de las Bodegas Ysios en Laguardia demandaron al arquitecto español y a la constructora por dos millones de euros para arreglar la cubierta del nuevo edificio ya que tenía goteras y humedades. La oficina de Calatrava recuerda que la demanda fue retirada tras el acuerdo entre las partes.