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En el canal de la Mancha, a pocas millas de la costa francesa, la isla de Jersey es un territorio autónomo de catorce kilómetros de largo por ocho de ancho con espléndidas playas y dunas verdes. Pertenece a la Corona británica, pero no forma parte del Reino Unido. Jersey no solo es un tesoro natural donde hay más bancos que gaviotas sino que esconde otros muchos tesoros en sociedades offshore (las que se ubican en centros financieros extraterritoriales).
El escudo de Saint Helier, capital de Jersey, son dos hachas de oro cruzadas en un fondo azul. Simbolizan el martirio de San Helerio y un mar que durante siglos estuvo infectado de corsarios, como cuentan con orgullo los nativos. Esas hachas podrían también simbolizar el martirio de Juan Carlos I.
Ha sido un martirio para el rey emérito desde que los fiscales anticorrupción se pusieron a investigar la trazabilidad del dinero de un trust (instrumento financiero de la legislación británica parecida al fideicomiso) llamado JRM 2004 (¿qué significaban esas iniciales?) abierto hace casi 20 años en la isla que fue uno de los refugios de activos más opacos del planeta. Sin ir más lejos, el ministro de Industria de Rajoy, José Manuel Soria, mantuvo ocultos allí algunos ahorros desde 1993 a 2002, cuando era alcalde de Las Palmas. La OCDE considera a Jersey paraíso fiscal, por eso el 60 % de la economía de la isla depende del negocio bancario.
Regularizaciones a la carrera
Tras el misterioso caso del trust JRM 2004 (dotado con 10 millones de euros) los radares de la fiscalía han detectado a un titular con un perfil sorprendente, más propio, al menos en principio, de un amante de los libros de Historia que de los libros de cuentas. Se trata de Joaquín Romero Maura, un octogenario de ilustre linaje que se formó en Oxford como historiador bajo el magisterio del hispanista Raymond Carr y allí adquirió reputación académica hasta que, abandonado por Clío, la musa de la Historia, se hizo devoto de Pluto, la deidad griega de la Economía.
Pero para saber algo más de esta personalidad proteica y de su sigilosa entrada en el entourage de los negocios de Juan Carlos, administrados por su gestor personal, el diplomático Manuel Prado y Colón de Carvajal, les pido un poco de paciencia. De momento, continuemos con el fondo de la cuestión; es decir, los fondos del trust JRM 2004.
Este caso empezó para la fiscalía anticorrupción cuando, en 2015, España firmó con Jersey un acuerdo de intercambio de información tributaria. Un año antes, había abdicado Juan Carlos I y quedó sin efecto la inviolabilidad e irresponsabilidad que le atribuía el artículo 56.3 de la Constitución.
Los sistemas del Servicio de Prevención de Blanqueo de Capitales (Sepblac) no tardaron en alertar de una entrada sospechosa de fondos en cuentas españolas procedentes de la isla del tesoro. Fue coser y cantar para las autoridades tributarias conocer la identidad del supuesto beneficiario real de la sociedad. Real en el doble sentido de "auténtico"y de "perteneciente o relativo al rey o a la realeza".
Tras el chivatazo del servicio de antiblanqueo, Hacienda vinculó los fondos con el rey emérito y puso el asunto en manos de la Fiscalía del Tribunal Supremo. Era la tercera diligencia de investigación abierta sobre las cuentas en el extranjero del monarca. Antes, el Teniente Fiscal del Tribunal Supremo Juan Ignacio Campos (fallecido el pasado diciembre) había investigado el dinero que el padre de Felipe VI disfrutó desde dos fundaciones con cuentas en Suiza y el posible cobro de una mordida de 100 millones de dólares, que recibió del Ministerio de Finanzas de Arabia Saudí en su cuenta suiza de la Fundación Lucum, probablemente el pago por mediar en la adjudicación del contrato a una unión de empresas españolas para la construcción del AVE a La Meca.
El rey emérito inició un proceso de regularizaciones fiscales a la carrera. En diciembre de 2020 aportó de manera "voluntaria" a Hacienda de 638.393 euros; en febrero de 2021 pagó 4,3 millones. En Derecho Mercantil se habla de "actos voluntarios no deseados", aparente oxímoron que no es tal, como ejemplifica el caso del capitán de buque mercante que voluntariamente arroja al mar la mercancía para salvar el barco de un naufragio.
También en Casablanca Humphrey Bogart renuncia a su idilio con Ingrid Bergman para beneficiar la causa de la Resistencia. Es plausible que Juan Carlos pagara para evitarse males mayores y aceptar que —como dijo en memorable ocasión su pariente el Príncipe Felipe de Edimburgo— "hoy en día, todo el dinero parece nacer con un instinto natural para retornar al Tesoro".
La primera regularización respondía a los fondos presuntamente enviados desde México por el empresario Allen Sanginés-Krause, que entraban en el circuito bancario español a través de una cuenta vinculada a una tarjeta que utilizó el coronel del Ejército del Aire y edecán del rey emérito Nicolás Murga para gastos de la familia real. La segunda regularización respondía a los vuelos y viajes pagados durante años desde Suiza con cargo a la Fundación Zagatka, constituida en Liechtenstein y controlada por Álvaro de Orleans, pariente lejano del rey emérito y empresario tan avispado como para embolsarse, según el Sunday Telegraph, 50 millones de francos suizos por hacer de intermediario en la venta del Banco Zaragozano al Barclays Bank.
La de Jersey fue la tercera diligencia abierta sobre las cuentas en el extranjero de Juan Carlos I
A este aristócrata lo sacó del armario Corinna Larsen, la amante del monarca, cuando, en una reunión en Londres en 2015, desveló al comisario Villarejo que Orleans era "el hombre de paja" de Juan Carlos. En 2018, el Consorcio Internacional de Periodistas de Investigación puso al descubierto en los Papeles de Panamá el entramado financiero de la familia Orleans a través de sociedades offshore para operaciones inmobiliarias en la costa gaditana. El empresario y su familia tienen varios negocios en Cádiz, entre ellos el club de golf Costa Ballena y algunas bodegas y también una casa rural en Málaga que administra su hermana Gerarda.
Un fleco de KIO
A diferencia de los casos que provocaron las regularizaciones a matacaballo del rey emérito, el caso de los fondos de Jersey podría comprometer seriamente al monarca por haber sido detectados cuando ya no estaba cubierto por la inviolabilidad constitucional. La Fiscalía ha constatado que mantuvo una fortuna oculta en Jersey hasta 2004, aunque ha anunciado que propondrá a la fiscal general, Dolores Delgado, el archivo de la investigación tras comprobar que no hay rastro de actuaciones del rey emérito en esas cuentas en los últimos 17 años.
El decreto de archivo, de 20 páginas, redactado por Alejandro Luzón, fiscal Jefe de la Fiscalía Especial contra la Corrupción y la Criminalidad Organizada, supone que esos fondos procedían de donaciones realizadas entre los años 50 y 70 para apoyar al entonces príncipe de España "en el caso de que fuera depuesto".
El rey emérito figuró como "único beneficiario" de dos trust hasta 2004, cuando se constituyó el JRM 2004 y traspasó el dinero al historiador cosmopolita y financiero internacional (ya lo verán) Joaquín Romero Maura (JRM). Desde entonces, según la fiscalía, no hay indicios que vinculen a don Juan Carlos con el JRM 2004, pero el decreto de archivo confirma que hubo otros dos trust constituidos por Colón de Carvajal en 1995 y 1997 con los nombres Tartessos y Hereu de los que sí fue beneficiario Juan Carlos cuando era rey.
No parece casual la elección de 2004 para constituir el JRM trust. Entre ese año y 2006, Colón de Carvajal fue condenado a sendas penas de dos años y un año de prisión por apropiación indebida en el caso KIO, aunque solo cumplió dos meses. La primera sentencia daba por probado que el empresario Javier de la Rosa aprovechó la confusión provocada por la invasión de Kuwait por Irak en 1990 para desviar cuantiosos fondos del Grupo Torras, propiedad de KIO. Cien millones de dólares de ese desfalco fueron ingresados en una cuenta de Colón de Carvajal en la Société Générale Alsacienne de Banque en Ginebra y acabaron en un destino desconocido. De la Rosa sostuvo que fue el rey Juan Carlos quien le sugirió la transferencia en una comida en el Hotel Claridge's de Londres.
Por otra parte, la constitución de Tartessos y Hereu (heredero en catalán) es algo posterior a la percepción por Juan Carlos de la herencia de su padre. El conde de Barcelona falleció en 1993 y, contra el interesado mito de que don Juan de Borbón había vivido con lo justo, dejó una fortuna de más de 1.100 millones de pesetas, repartidos entre varios inmuebles y otras tantas cuentas bancarias, dos de ellas en Ginebra y una en Lausana, donde vivió con su familia en los años 40. De los más de 700 millones de pesetas que sumaban las cuentas, al hereu Juan Carlos le correspondieron más de 370, que se depositaron en un banco suizo.
Ahora, el informe de los fiscales, filtrado esta semana a la cadena Cope, confirma que, a instancias de Colón de Carvajal, en 2004 Tartessos y Hereu se fusionaron y se depositaron en uno nuevo llamado JRM 2004. Detrás de esas siglas estaba el historiador de la Universidad de Oxford Joaquín Romero Maura, supuesto testaferro del también presuntamente testaferro Colón de Carvajal.
Según la investigación fiscal, desde ese momento el dinero deja de ser atribuible a Juan Carlos porque quien dispuso de él fue Romero Maura, que nombró beneficiarios en caso de muerte a su esposa y al British Refugee Council, una organización fundada en 1951 para socorrer a refugiados en el Reino Unido. Los fiscales intentaron interrogar a Romero Maura en la residencia geriátrica de Zaragoza donde reside actualmente, pero no fue posible debido a que padece de alzhéimer avanzado.
¿Era entonces Romero Maura el dueño del dinero o sólo su administrador? Según la legislación mercantil anglosajona, un trust es una figura por la que se establece una relación fiduciaria en la que el titular del derecho de propiedad está sujeto a la obligación de usar los bienes en beneficio de otra. O sea, que hay dos dueños, el fiduciario (que viene del latín fiduciarius y significa "digno de confianza") y el beneficiario, que es el que realmente disfruta del dinero. Juan Carlos aseguró desde Abu Dabi que nunca tuvo conocimiento de que los documentos de la sociedad lo colocaban como beneficiario esos fondos.
¿Es posible ser beneficiario y no saberlo? Lo es, por la misma razón que uno puede figurar como heredero en un testamento sin consentirlo ni saberlo. De hecho, Felipe VI aparecía sin su consentimiento como segundo beneficiario de la Fundación Lucum, abierta en Panamá, disuelta en 2012 y controlada por su padre.
Además de las indagaciones sobre el trust cuya titularidad corresponde ahora a Romero Maura, el Ministerio Público es partidario de archivar también las otras dos investigaciones que mantiene abiertas: las supuestas comisiones por la obra del AVE a La Meca y los abonos del millonario mexicano Allen Sanginés-Krause. Tres razones avalan a los fiscales: el monarca gozó de inviolabilidad hasta junio de 2014, algunos hechos han prescrito e hizo las correspondientes regularizaciones tributarias.
JRM siempre estuvo allí
Es hora de volver a dar entrada en esta historia —con el protagonismo que le corresponde— a Joaquín Romero Maura, JRM para los banqueros de Jersey. Para presentarlo, hagamos un doble viaje en el espacio y en el tiempo: al Nueva York de los años 90.
John Brademas fue un líder visionario del Partido Demócrata en el Congreso de Estados Unidos. Graduado en Harvard, obtuvo un doctorado en Oxford y en 1981 se convirtió en el decimotercer presidente de la Universidad de Nueva York (NYU). En 1983, inició una cruzada personal para mejorar el conocimiento de España y del mundo de habla hispana. Su primer paso fue honrar al rey Juan Carlos I con el título de Doctor Honoris Causa en Derecho "por su valiente liderazgo y defensa de los principios democráticos".
Luego, fundó una cátedra con el nombre del rey que atrajo a los hispanistas más eminentes del mundo. El 9 de abril de 1997, en presencia de los reyes de España y de la primera dama Hillary Clinton, se inauguró en la NYU el Centro Rey Juan Carlos I de España, ubicado en Judson Hall, el emblemático edificio de Washington Square Park diseñado por el famoso arquitecto Stanford White, que murió asesinado por un marido celoso.
En el acto había representantes de los benefactores de la cátedra: la Caixa, la Caja de Ahorros de Madrid, Endesa, Iberdrola, Morgan Stanley, Pfizer, Renfe, Telefónica y las Fundaciones de Coca-Cola, Ramón Areces y Tabacalera. El primer patronato de la Fundación del Centro lo constituían el propio monarca como presidente honorario, John Brademas como presidente ejecutivo y, entre otros vocales, Colón de Carvajal, en cuya oficina del edificio Pirámide en Castellana 31 estaba la sede de la Fundación Centro Rey Juan Carlos I de España.
Joaquín Romero Maura también estaba allí, pero no solo —ni siquiera principalmente— como historiador. Aunque nombrado por orden del Ministerio de Educación y Ciencia del 12 de noviembre de 1993 como vocal del primer patronato, fue Colón de Carvajal quien lo cooptó para el cargo, no tanto por su erudición histórica como por sus technicalities financieras.
Joaquín Romero Maura estaba en la inauguración en Nueva York del Centro Rey Juan Carlos I de España
Nacido en Niza, en 1940, durante el exilio de su familia en Francia tras la Guerra Civil, Romero Maura a los 18 años estudiaba Derecho en la Universidad de Barcelona, la única entonces existente en Cataluña. Era el año de 1958, el francés era su segunda lengua y ganó el premio mundial de literatura convocado por una librería de París para jóvenes de 18 a 25 años. El concurso consistía en responder a esta pregunta: "¿Qué obra famosa francesa os ha producido mayor impresión y por qué?".
Joaquín contestó que Las flores del mal de Baudelaire y argumentó, entre otras cosas, que ese poemario "presentaba los problemas humanos con una profundidad y crudeza que no he encontrado en ningún otro lugar". Con una dotación de 500.000 francos franceses y una estancia de un mes en Francia con los gastos pagados, pudo ahorrar lo bastante para cursar Ciencias Políticas en París. Antes fue criminalista y profesor ayudante de Derecho Penal en Barcelona.
Entre 1965 y 1969 hizo un doctorado en Historia en el St. Anthony's College de Oxford, vivero de la más alta escuela de historiadores ingleses, de A. J. P. Taylor a Raymond Carr, de Isaiah Berlin a Maurice Bowra. Investigador en el Nuffield College de Oxford, en ese ambiente académico cosmopolita Romero Maura fue el primer director del Centro de Estudios Ibéricos, con financiación del Banco Urquijo (Juan Pablo Fusi lo sucedería como director en 1976). Fue entonces cuando publicó La Rosa de Fuego (Grijalbo, 1975), un ensayo sobre el obrerismo anarquista en Barcelona entre el Desastre del 98 y la Semana Trágica.
¿Por qué a un burgués como él le dio por estudiar el anarquismo? La respuesta más plausible está en su apellido, en su segundo apellido. La Semana Trágica de Barcelona le costó en 1909 la presidencia del Consejo de Ministros a su bisabuelo Antonio Maura (1853-1925), que fue presidente del Consejo de Ministros en cinco ocasiones durante el reinado de Alfonso XIII. En su cuarto mandato reprimió cruelmente las manifestaciones que protestaban por el reclutamiento de tropas para la Guerra de Marruecos, la clausura de los sindicatos y de las escuelas laicas. Pero, sobre todo, por la detención arbitraria de millares de personas, las casi 200 penas de destierro, las 59 cadenas perpetuas y las cinco condenas a muerte, que le costaron varios intentos de asesinato a manos de anarquistas.
Reciclado a financiero
Nieto del político Miguel Maura Gamazo, ministro de Gobernación del Gobierno provisional de la Segunda República, Romero Maura pertenecía, por lo tanto, a una de las estirpes predominantes en la vida pública española, con relaciones en las más altas esferas políticas y financieras.
El carácter se adquiere, el apellido se hereda y los pájaros del mismo plumaje vuelan juntos, no necesitan que los ascensores de la movilidad social estén engrasados porque para ser rico ni siquiera hace falta tener dinero, sino que los ricos te acepten como uno de los suyos. La Fundación Antonio Maura lo eligió como miembro de su patronato, cuyo presidente de honor es el Rey Felipe VI. Entre eso y su currículum no debió resultarle difícil al bisnieto de Antonio Maura ingresar en el mundo de las finanzas.
Dejó sus investigaciones en Oxford y se mudó al WWICS de la Smithsonian Institution, en Washington, uno de los diez mejores think tanks del mundo. En la MIT Sloan School, la elitista Escuela de Negocios del Instituto Tecnológico de Massachusetts se recicló a financiero y después de algunos años trabajando como banquero internacional en Washington fue nombrado presidente ejecutivo del banco norteamericano Merrill Lynch en Francia, donde ejerció entre 1987 y 1988. Un par de años después, se instaló en Madrid para trabajar como asesor en el Ministerio de Cultura, cuyo titular era su pariente el gran escritor Jorge Semprún Maura.
En el poema 51 de Las flores del mal, el libro preferido de Joaquín Romero Maura, describe Baudelaire un "gato misterioso, seráfico y extraño" que sirve como metáfora de la reservada personalidad de este historiador y financiero de vida cosmopolita, británico stiff upper lip (labio superior rígido) e inteligencia felina. El hombre que siempre estuvo allí vive ahora recluido en un geriátrico de Zaragoza y ya no puede recordar quién fue, qué hizo, ni la fidelidad impecable a las ideas monárquicas de su bisabuelo Antonio Maura.
Los otros Maura
No todos los Maura siguieron la senda conservadora del fundador de la estirpe. El propio hijo de don Antonio, Miguel Maura Gamazo, pasó de ser monárquico a republicano y llegó a ministro de Gobernación durante la II República. Mucho más revoltosos salieron los sobrinos de Miguel: Jorge Semprún (1923-2011) y Constancia de la Mora (1906-1950). Ambos, sino de la familia, renegaron de su conservadurismo a machamartillo y de sus zapatos con mucho brillo.
En su exilio en Francia tras el estallido de la Guerra Civil, Jorge se unió a la Resistencia, fue capturado por la Gestapo y deportado al lager de Buchenwald; sobrevivió gracias a que hablaba alemán. Militó en el Partido Comunista de España (fue expulsado en 1963 por desavenencias con Carrillo y Pasionaria) y triunfó como escritor. Ya más francés que español, Felipe González lo llamó para ser ministro de Cultura en 1988, ocupó el cargo hasta 1991.
Constancia "Connie"de la Mora, alcanzó celebridad internacional tras la publicación de sus memorias como directora de la Oficina de Prensa Extranjera durante la II República. En Doble esplendor, su autobiografía, cuenta su activismo contra las convenciones sociales de su clase y evoca su amistad con reporteros como Hemingway o Dos Pasos. Fue libro de culto en Estados Unidos. Su divorcio— uno de los primeros en España— y su trabajo en una tienda de artesanía con Zenobia Camprubí, mujer de Juan Ramón Jiménez, fueron un escándalo. Su posterior matrimonio con Ignacio Hidalgo de Cisneros, jefe de la Fuerza Aérea Republicana, envolvió a la pareja en una aureola de leyenda.
Su hermana Marichu de la Mora perteneció a la Sección Femenina y fue decana de la prensa de moda, tuvo cinco hijos, uno de ellos es el director de cine Jaime Chávarri. La actriz Carmen Maura, bisnieta de Bartolomé, hermano de Antonio Maura, escandalizó a la familia por sus papeles excéntricos a comienzos de su carrera. Eduardo Maura, tataranieto del antiguo presidente, fue diputado de Podemos en dos legislaturas y es responsable estatal de Cultura en Podemos. Su tío Fernando Maura, abogado, economista y escritor, pasó por Alianza Popular, PSOE y UPyD hasta recalar en Ciudadanos.