Francia Márquez (40 años), que este domingo puede ser elegida la vicepresidenta de Gustavo Petro (62) en Colombia, se niega a ser una minoría. Y eso que puede convertirse en la primera mujer, en la primera negra y en una de las primeras outsider (así llaman a los que no han hecho política en Bogotá) en alcanzar el poder en el país sudamericano.
"Minorías son las 47 familias que han gobernado en este país; pero nosotros, los excluidos, los empobrecidos y racializados, los violentados a quienes nunca se les ha garantizado sus derechos, somos las mayorías en este país", aseguró en una entrevista a un periódico colombiano.
Nacida en la vereda de Yolombó, municipio de Suárez, en el olvidado departamento de Cauca (al sur del país), su pueblo arranca de una comunidad afrodescendiente donde se crio entre la casa de sus abuelos, la de su mamá (cuando ya tenía 12 años) y la de sus vecinos; entre una montaña surcada por dos ríos, las aguas del Ovejas y el barro.
Por eso, cuando le preguntan a Francia Elena de dónde le viene la fuerza que ha demostrado en su vida personal pero también como activista y política, ella lo tiene claro: de su pasado cimarrón, es decir, de sus ascendientes esclavos que, según consiguió demostrar para evitar que las compañías mineras destrozaran su tierra, llevan asentados en esa zona de Colombia desde 1636.
Aprendió desde muy pequeña que defender el terreno era defender a su comunidad y defenderse a sí misma. De hecho, en estos días de campaña electoral, se hizo viral un vídeo de la candidata del Pacto Histórico de adolescente, criticando la invasión de su tierra por parte de la minería a gran escala y pidiendo auxilio para las raíces que no pueden hablar castellano. "Para mí ese territorio, donde nos siembran el ombligo, es todo", asegura cada vez que le preguntan.
Gustavo Petro y la izquierda colombiana
El senador Gustavo Petro tenía todo en su mano para ser el candidato de la unión de izquierdas que se presenta este domingo a la primera vuelta de las elecciones presidenciales de Colombia, Pacto Histórico. Fue el favorito y parecía que iba a poder modelar una candidatura única casi con las manos libres. Pero los 783.160 votos que consiguió Francia Márquez el pasado 23 de marzo en la consulta de candidatos, ha unido su destino al de la líder feminista, ecologista e indigenista para poder cambiar su país.
"Es una figura inédita en la política colombiana". Así han descrito a Francia Márquez muchos de los principales analistas del país y el exalcalde de Bogotá lo sabe.
Petro ha sido honesto al reconocer que Márquez no era precisamente lo que tenía pensado para ser su segunda (tienen muchas diferencias en políticas de género y en algunas sociales) y Francia le ha advertido que esta vez no ha conseguido los votos suficientes para ser ella la candidata pero que su objetivo para el futuro es, sin duda, ser la presidenta.
Por eso, muchos miembros del sistema no creen en este matrimonio de conveniencia que, al menos, ha obligado a políticos, partidos e instituciones a levantar la mirada más allá de Bogotá. Los que sí parecen creer en el tándem es el electorado puesto que todos los sondeos advierten de que Francia Márquez podría darle a Petro una victoria histórica gracias, sobre todo, a la movilización de mucha población que no tenía pensado ni votar y en zonas donde el caciquismo se impone al pensamiento.
"Soy porque somos" fue el lema de Márquez en esas primarias de marzo que no llegó a ganar pero que la han llevado a unas elecciones que pueden ser como su Pacto, históricas.
La Marcha de los Turbantes
Su lucha para evitar que el barro sagrado para ella fuera profanado la llevó a organizar en 2014 una marcha de mujeres contra la minería ilegal (Movilización de Mujeres Negras por el Cuidado de la Vida y los Territorios Ancestrales o la Marcha de los Turbantes, como ellas mismas bautizaron) que sacudió al Gobierno colombiano; a obligar a un tribunal a paralizar la expulsión masiva de sus vecinos que hubiera significado la extinción de su pueblo..., pero también la ha llevado a su exilio, a vivir amenazada y hasta a un intento de asesinato por parte de los poderes oscuros a los que ha enfrentado, del que salió milagrosamente ilesa.
"Mis raíces son los pasos de cientos de miles de seres humanos esclavizados que entregaron su vida por parir la libertad para esta nación. Desde muy joven hice de este legado mi mandato, mi sentir y mi pensar. De ellos y ellas aprendí que la dignidad no tiene precio y que resistir no es aguantar", aclaró Márquez.
Vivir con una diana sobre la cabeza no ha sido fácil ni para ella ni para sus dos hijos. Pero Francia se ha negado a sentirlo, aunque muchos de los que la conocen bien reconocen que es difícil acercarse del todo a ella, que es más bien una persona cauta.
Las amenazas de grupos paramilitares y de bandas como Los Rastrojos, el Bloque Capital y las Águilas Negras la sacaron físicamente de su tierra, pero es imposible romper la conexión que tiene con sus raíces y la huida, en este caso, siempre ha sido circular, con viaje de retorno.
De hecho, durante la campaña electoral ha vuelto a pisar Cauca para diversos actos. Ha sido su propia gente la que ha querido protegerla con las máximas medidas de seguridad frente a una Francia que se niega a esconderse, aun siendo muy consciente de la levedad de la vida que ha visto crecer y morir en la puerta de su casa.
No es extraño que, el pasado lunes, se desatara la psicosis colectiva durante un mitin del Pacto Histórico cuando un asistente la señaló con un puntero láser. Fue un momento de angustia, de esos que traen a la memoria imágenes de otros líderes civiles como Martin Luther King o Berta Cáceres. Pero resultó ser un estudiante que no pretendía hacerle daño sino unirse a su fiesta, aunque la anécdota ha sido recogida por todos los medios colombianos para dejar claro lo que supone Francia para el país en estos momentos.
Esa batalla por su tierra también le ha traído regalos inesperados. En 2015 recibió el premio Nacional a la Defensa de los Derechos Humanos. En 2018, se le otorgó el Premio Goldman, el llamado Nobel del ecologismo, por su activismo y en 2019, la BBC la incluyó en su lista de las 100 mujeres más influyentes del planeta.
También esa guerra sin cuartel la acabó dirigiendo a la universidad porque tuvo claro que, aunque nunca había entrado en sus planes, tenía que prepararse si quería jugar en el mismo tablero que los poderes económicos que dominan Colombia.
Abogada
Es licenciada desde el año 2020 en Derecho por la Universidad Santiago de Cali no sin antes pasar por años de penurias, de pagos atrasados y cobrados con intereses, de notas que no subían a su expediente porque le faltaba un recibo, o de exámenes guardados a la espera de pasar por administración. "Me iba caminando porque no tenía dinero para el transporte. A veces sin comer... Para mí siempre fue muy duro estudiar. Pero lo logré", explicaba en un reportaje sobre su vida antes de lograr ser nombrada candidata a la Vicepresidencia.
A quienes la acusan de no estar preparada, ella responde: "Yo no he venido a pedirles permiso"
Muchos de los políticos y periodistas que siguen la vida política colombiana siguen viendo a Francia Márquez como una outsider a la que reprochan, ante las encuestas que la encumbran como ganadora junto a Gustavo Petro, su falta de preparación para el puesto para el que ha sido designada.
En un discurso reciente, Francia aseguraba que estaba cansada de que siempre le dijeran que algo no era lo suyo, que no estaba preparada, que dónde iba esta mujer, esta madre soltera, esta trabajadora del hogar... "Yo no he venido a pedirles permiso", dicen que contestó en una ocasión cuando sus compañeros hombres le ponían trabas para asumir misiones.
Y con un simple tuit, en agosto de 2020, directo y ambicioso, provocó un terremoto político que ha obligado a los hombres blancos de Bogotá a cambiar el rumbo y hacerla subir al barco: "Quiero ser presidenta de este país".
Por eso, quienes la defienden alegan que Francia Marquez es mucho más allá de una historia personal dura y conmovedora y destacan su papel como "lideresa social, defensora de derechos humanos y ambientales", así como su trabajo dentro del proceso de paz de un país que ha sufrido violencia durante más de 70 años, sobre todo en el departamento del río Cauca, la tierra de Francia.
De hecho, Márquez estuvo como una de las representantes de las víctimas en las mesas de diálogo de La Habana que supusieron los acuerdos de paz en Colombia firmados entre el Gobierno y la guerrilla de las FARC, y la paz es la primera propuesta de un programa político lleno de cambios sociales y pequeñas revoluciones.
Su abuelo Andrés
Escuchándola hablar de quién es ella en realidad, una mujer negra y colombiana, como se califica a sí misma, no es difícil entender la simbiosis que tiene con la tierra oscura que la vio nacer. En el río que hay cerca de su casa pescaba con su abuelo, Andrés Mina, el hombre que más ha influido en Francia. Dice de él que era un líder nato, un hombre que sin saber de leyes impartía consejos con sabiduría. Mientras él vivió, nunca le faltó comida en la mesa a ninguno de sus nietos que vivían con él.
Pero a su muerte, con 12 años, Francia tuvo que irse a vivir con su mamá, Gloria María Mina. Su padre, Alfredo Márquez, siempre estuvo ausente. En otras casas. Si suma la familia de su papá y la de su mamá, Francia tiene 11 hermanos y, como suele ocurrir en muchas familias desestructuradas, la necesidad une al mismo nivel que el amor.
Fue su madre, como partera, quien la ayudó a dar a luz a su primer hijo cuando tenía solo 16 años. En una entrevista muy personal, Francia explicó que no sabía nada de las relaciones sexuales en ese momento y que lo único que quería era un príncipe azul (blanco, en su caso, porque la negritud sigue siendo una condena en la sociedad colombiana actual) que la quisiera.
Creyó encontrarlo en un minero mayor que ella que venía de Cali. Ni siquiera se atrevió a decirle en persona que estaba embarazada y cuando se lo contó por carta... Él desapareció al día siguiente dejando una estampa que persigue a muchas mujeres colombianas, sobre todo en estas zonas pobres: niñas solas con un bebé en brazos.
"Tuve que dejar los estudios y trabajar en la mina para no dejarnos morir de hambre. Ni siquiera hice la dieta de 40 días", explicó la candidata en una entrevista en 2021.
Ya no cree en príncipes y menos en blancos. Es consciente de que la propia Constitución de Colombia se asentó en un estado racista donde los negros y los indígenas no eran valorados como personas. Reconoce que en su casa se masticaba esa negritud que ella reivindica ahora con orgullo casi como un castigo, como una enfermedad.
"Cuando era pequeña y mi mamá me peinaba, que me dolía, recuerdo a mis tías diciéndole que ella había empezado bien –porque su primera hija había sido con un mestizo–, pero que se había devuelto en el camino, en referencia a mí. Por eso yo quería tener un novio blanco y tener hijos con un blanco, claro. Yo quería mejorar la raza para que a mis hijos no les doliera cuando los peinaran", aseguró al periódico El Tiempo.
Es raro oírla hablar de pobres, siempre dice empobrecidos; o de esclavos, habla de esclavizados; pero cuando se le pregunta cómo se sintió siendo empleada doméstica en Cali con 18 años, nunca duda en decir que "como una esclava". Cuenta detalles que la marcaron también en su lucha por los Derechos Humanos y por los derechos laborales de las mujeres, mucho más deteriorados que los de los hombres en un país con muchos conflictos sociales a flor de piel.
"Yo fui empleada del servicio y me tocó soportar bastantes humillaciones, era como si me consideraban su esclava. Las mujeres negras, indígenas campesinas empobrecidas que trabajan como empleadas se merecen un salario y trato digno", dejó claro en Twitter.
Amante del canto y del baile –"cuando estoy triste o angustiada acudo a la marimba, y la marimba me sana", ha asegurado en algunas ocasiones–, se proclama seguidora de la filosofía ubuntu, de raíces africanas y que habla de esa conexión, que ella hace su modo de vida, entre los seres humanos, el amor y el cambio social. "Soy porque somos", el lema con el que se presentó a las primarias para ser elegida candidata a la Presidencia de Colombia, hablaba precisamente de eso.
Si todos los pronósticos se cumplen, en unos meses Francia Márquez llevará sus coloridas faldas y blusas a la Casa de Nariño como segunda de Gustavo Petro y los analistas esperan a ver cómo podrá llevar también sus reivindicaciones a políticas concretas que provoquen cambios reales: redistribución de la riqueza, la legalización de las drogas, iniciativas antirraciales y feministas...
"Mi decisión de aspirar a la Presidencia no es caprichosa, es un sentir de los pueblos", ha dejado claro ella. Todo está por ver.
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