En la última década, las Navidades de la Reina Emérita Sofía han cambiado profundamente. Algo que le duele, porque para la madre de Felipe VI estas fechas siempre han sido las más importantes del año. Los meses de noviembre, diciembre y enero eran los más emocionantes en el seno de la familia Borbón y Grecia. Al menos los buenos tiempos.
Las fiestas comenzaban el día de su cumpleaños, el 2 de noviembre. Era una jornada muy especial en Zarzuela en la que se reunían para comer y para celebrar el aniversario de la Reina si las agendas lo permitían. La última vez que la Emérita consiguió juntar a toda su familia para soplar las velas fue en su 80 cumpleaños, en 2018. Fue uno de los cumpleaños más inolvidables para ella, y quiso celebrarlo de forma doble: primero, con un multitudinario almuerzo en el palacio al que asistieron todos sus hijos y sus ocho nietos, además de familiares y allegados.
Por la tarde, tras la comida, hubo una celebración institucional, que consistió en un concierto de la Escuela de Música Reina Sofía a cargo de la orquesta Freixenet. Lo dirigió el tenor Plácido Domingo, quien también estuvo en la comida y quiso homenajear a la madre de Felipe VI. "Han pasado ya varios años y una pandemia de por medio. Aquella cita de todos juntos no fue muy real: la Reina Letizia sólo acudió a la foto y no se quedó ni al café, así que todo era un poco postureo. Pero lo cierto es que a doña Sofía, aunque sea por unos instantes, le hizo muy feliz", explica a EL ESPAÑOL | Porfolio una de las pocas amigas que le quedan en Madrid a la madre del actual Monarca. La misma que conserva desde sus primeros días como Princesa de España.
Pero lo cierto es que los vientos en la familia Borbón y Grecia ya eran huracanados en aquella época. Algo que no ha variado mucho en la actualidad. Por ello, que se repita una reunión tan ambiciosa como aquélla, aunque sea con un motivo tan importante como la Navidad, es algo impensable.
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Sola con Irene
La Reina Sofía va a pasar la Nochebuena con su hermana Irene, en la zona de la residencia de Zarzuela donde ha vivido desde que se instaló en Madrid como Princesa de España. Atrás quedan esas veladas del 24 de diciembre tan multitudinarias cuando Juan Carlos era el jefe del Estado. Aquellas noches todos se reunían para ver el tradicional mensaje de Navidad del Rey rodeados de decenas de invitados a la cena. De las personas que se sentaban en la mesa de la Emérita solo queda una, la princesa griega.
Entonces también acudían a la cita las hermanas del Emérito: la fallecida Infanta Pilar, con todos sus hijas, y la infanta Margarita, con su marido y sus hijos. En muchas ocasiones también se reunían allí Constantino de Grecia con su esposa, Ana María, y sus cinco vástagos. En total, podían llegar a juntarse más de 100 personas para celebrar una noche tan especial.
Pero esta Navidad de 2022, aunque la actualidad no se ha llevado a sus seres queridos lejos –Felipe VI vive a menos de dos kilómetros de su madre–, sí lo ha hecho a nivel sentimental. El cordón sanitario impuesto por los actuales Reyes respecto a todo lo que tiene que ver con el anterior reinado, ha hecho que la relación entre ellos sea casi nula. Además, doña Sofía es consciente de que su nuera, Letizia, no quiere saber nada de los Borbón y Grecia y que desde hace ya varios años prefiere cenar en Nochebuena con su madre. Sus hijas, las Infantas Elena y Cristina, pasan también la velada lejos. La primera, con un grupo de amigas y, la segunda, en Vitoria, rodeada de su exfamilia política, los Urdangarin, que siguen considerándola una más del clan.
Eso no significa que su relación con sus hijas no esté más fuerte que nunca. De hecho, hace poco estuvieron juntas celebrando el cumpleaños de la duquesa de Lugo. En concreto, el pasado 20 de diciembre aparecieron juntas antes de que diera comienzo el El Mesías de Händelen en el Auditorio Nacional de Música de Madrid. Estaban la Reina Sofía, la Infanta Elena, su hermana Cristina, su tía Irene y su hija Victoria Federica, y se sentaran, como cualquier espectador más, en el patio de butacas para disfrutar del concierto. Se trataba de un acto privado y el protocolo estaba fuera de lugar, así que se sentaron de forma libre y como quisieron.
La hermana mayor de Felipe VI celebraba así su 59 cumpleaños, con las mujeres de su familia. Y a nadie le llamó la atención, ya que es de sobra conocida la pasión de todas por la música clásica. Lo que si fue llamativo fue lo cariñosas que se mostraron unas con otras, sobre todo, la ex duquesa de Palma con su madre, de la que no se separó durante todo el acto. "Mantiene una estrecha relación con ellas, como es natural. Ella siempre ha querido que todo volviera a ser normal entre sus tres hijos, aunque fuera solo en el ámbito privado. Ha intentado mediar entre ellos, pero la cosa se ha complicado todavía más con la marcha a Abu Dabi de don Juan Carlos y, sobre todo, con la infidelidad de Iñaki. Ahora las distancias, que se habían acortado un poco, vuelven a ser enormes", cuenta la misma persona.
"Le da pena lo que ha ocurrido con su marido, don Juan Carlos, y que le echa de menos en el día a día."
Sobreviviendo a huracanes
Lo que está claro es que si en algo es una profesional la Reina Sofía es en atravesar y sobrevivir a tormentas o, mejor dicho, huracanes, de los que siempre sale indemne y luciendo una gran sonrisa. Durante su vida han sido muchos los momentos en los que se ha visto comprometida y en los que su imagen, en vez de hundirse, ha salido incluso reforzada.
Un último ejemplo de esta capacidad de supervivencia de la griega –mote cariñoso con el que le llamaba su cuñada, la fallecida Infanta Pilar– ha tenido lugar durante todo este otoño-invierno. Doña Sofía siguió adelante con su agenda oficial en medio del chaparrón mediático provocado por el polémico podcast de Corinna Larsen acerca de su relación con el Rey Juan Carlos.
El día más duro tuvo lugar durante su asistencia a la reunión del Patronato de la Fundación Atapuerca, de la que es presidenta de honor, a mediados de noviembre en Burgos. Justo esa mañana se publicó el capítulo de la examante de su marido en el que relataba su tenso encuentro con la Emérita. Un cara a cara tras el cual, Larsen no tenía inconveniente en detallar con pelos y señales el supuesto carácter hostil de la Monarca. Sin embargo, durante esta visita ella no dejó de mostrar una enorme sonrisa.
Pero ese no fue el único detalle del acto que demuestra su firmeza, ya que también llamó mucho la atención la joya que lució en la solapa de su chaqueta. La Reina llevó un broche con forma de libélula. Una pieza inspirada en un animal que, en diferentes culturas representa el resurgir, la prosperidad, la fuerza y la felicidad. Puede que se tratara de un mensaje frente a la polémica, dejando claro cuál es su actitud ante todo lo que está sucediendo a su alrededor.
"Para ella siempre será su marido. La Reina es una mujer profundamente religiosa y no entiende otro concepto, ya que solo Dios puede disolver su matrimonio. Habla frecuentemente con su marido, siente un enorme cariño por él, le considera su familia y está muy preocupada por su salud y la soledad que pasa en Abu Dabi. Ella ha querido ir en varias ocasiones a visitarle, pero es consciente de que esto hubiera puesto en una posición muy difícil a su hijo Felipe VI y, por él, ella es capaz de cualquier sacrificio", relata esta misma persona.
"Nada deprimida"
Nadie puede decir que Doña Sofía va a echar de menos este 2022 cuando se despida dentro de siete días, ya que ha sido un año especialmente duro para ella. Empezando por enero, cuando se destapó un nuevo escándalo en su familia: la portada de la revista en la que se veía a su yerno, Iñaki Urdangarin de la mano de una mujer que no era su hija, Ainhoa Armentia.
"Aquello fue un duro golpe para ella porque hizo saltar por los aires el matrimonio de la Infanta Cristina, después de todo lo que había soportado para salvar su matrimonio, entre otras cosas el exilio y la ruptura de la relación con su hermano don Felipe. Pero nada de esto ha impedido que pierda el ánimo y que haya dejado de aparecer en la agenda oficial de la Familia Real cuando se le ha solicitado que acuda a algún acto representando a la jefatura del Estado", cuenta la misma fuente.
Añade que "Doña Sofía tiene una imagen para la gente que no es real. Es cierto que le da pena lo que ha ocurrido con su marido, don Juan Carlos, y que le echa de menos en el día a día. Es verdad que con todo lo de Corinna lo ha tenido que pasar mal, pero la verdad es que está mejor que nunca. Tranquila, serena y acompañada solo por las personas que realmente la aprecian. No se puede decir que es feliz, pero por el problema que hay con sus tres hijos".
Sin embargo, la Emérita, "físicamente y de cabeza, a sus 84 años, está perfecta: come bien, hace cinta para caminar en una máquina que tiene en su casa cada mañana y disfruta de sus aficiones favoritas de forma más discreta y tranquila. Así que sí, se puede decir que se encuentra en un gran momento, de deprimida nada. Esperando que las aguas se calmen de nuevo para seguir remando hacia el único objetivo que ha tenido en la vida y para la que fue educada, el servicio a la Corona y a su familia", termina la amiga de la Emérita.
"La Reina Sofía, a sus 84 años, está perfecta: come bien, hace cinta para caminar y disfruta de sus aficiones favoritas."