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Es de ley comenzar diciendo que Quique Peinado (Madrid, 1979) se arriesgó a pillar ómicron en esta entrevista: la que la escribe estaba contagiada el día de autos, aunque en ese momento no lo sabía y el mundo era aún una charla por estrenar, un desayuno saliendo a recibirnos. A partir de aquí hemos de entender al personaje con visos de superhéroe: era él quien moqueaba sorteando un sospechoso resfriado durante la conversación, pero el virus pasó de largo y los antígenos de las jornadas posteriores le devolvieron la sonrisa mientras Madrid entero se descuajaringaba y caía en psicosis médica, con un alcalde caído en batalla y un Papá Noel que era los padres, en muchos casos infectados también. En definitiva: Peinado es un prodigio de la ciencia. Pura resistencia vallecana.
Digamos que Quique aterriza de pie y no sólo en este sentido: es uno de esos tipos que cae irremediablemente bien aunque nunca lo intenta. Es un antiinfluencer muy influyente, esa es seguro su paradoja más elocuente: uno de esos hombres serios y graciosos, carismático casi a su pesar, como si no le quedase más remedio, como sin mucho afán, como sin muchas ganas de verbena, como con poco cuerpo pa’ tonterías. Por costarle, hasta le cuesta sonreír en las fotos. Dice palabrotas, se indigna cómicamente pero sin concesiones, lo reboza todo de una ironía implacable. Le gusta el humor sentao', que dice un amigo suyo. Sin aspavientos.
Trabaja desde 2013 como guionista y copresentador en Zapeando -el programa de La Sexta dirigido por Dani Mateo-, en Radio Gaga con Manuel Burque desde 2017 -ahí se llevó el Ondas-, y en Buenismo Bien, en La SER, desde 2018. También escribe columnas en Infolibre, tituladas Aquí me cierro otra puerta en referencia a su irrevocable don para mojarse políticamente y "palmar pasta que da gusto".
Nos tiene rodeados, Quique, ese hombre sin carné de conducir, ese niño del Rayo que mide ya 1,90 y que vive con el barrio a cuestas, en permanente conversación con sus raíces, sin cerrar nunca el ojo de la nuca. Una prueba: la chaqueta que lleva puesta hoy tiene quince años. Bebe café. Un chaval le saluda a voces desde un coche derrapando en Malasaña. De entre todas sus buenas ideas, aquí una fundamental que moja con pan: el mejor pincho de tortilla de Madrid está en la Bodega de la Ardosa.
Pregunta.- ¿Quién es Quique Peinado y por qué tiene una foto de WhatsApp de Muhammad Ali de niño?
Respuesta.- Soy muy fanático de Muhammad Ali: las dos cosas que más me gustan son la política y el deporte. Esa foto circula de siempre y es muy flipante por la carilla que tiene. Leí la historia de cómo empezó a boxear y fue porque unos niños le robaron la bicicleta, se encabronó y dijo "tengo que hacer algo para que esto no me pase más". Era una batalla contra la injusticia desde lo más básico de un niño. En el fondo, rebelarse contra la injusticia es una cosa muy inocente, algo connatural a nosotros. No sé si he tenido otra foto en WhatsApp. Diría que no.
P.- ¿Cuál es tu boxeo, cuál es tu manera de defenderte del mundo?
R.- Para defenderme de lo que me duele uso la comedia. Lo he pensado en épocas en las que he estado muy jodido: sólo tengo la comedia. Hay gente que dice "yo me voy al campo, yo corro…". Yo no. A mí sólo me alivia la comedia.
P.- ¿Te puedes hablar a ti mismo en clave cómica, tienes una voz interior humorística?
R.- Yo me hago chistes todo el rato, pero como soy muy serio no me río nunca.
P.- ¿No consigues hacerte reír a ti mismo?
R.- No (y reímos). Pero hasta viendo una comparecencia de Pedro Sánchez me hago chistes. Creo que la cosa es estar siempre alerta, siempre activo, siempre pendiente de lo que pasa para que no se me cuelen cosas, injusticias, por decirlo de alguna manera.
P.- ¿Quiénes son los que más te hacen reír?
R.- Mis dos hijos. Jorge Ponce. Carolina Iglesias. Henar Álvarez… lo de Henar es el triunfo de la gente de barrio. Es su momento. Ella es una persona de barrio, con una formación de la hostia, pero sus bases y sus códigos se basan en el barrio. Es tan graciosa, tan expansiva, tiene tal capacidad de expresión, disfruta tanto…. en el fondo yo querría ser Henar Álvarez.
"Los acentos no normativos no tienen hueco en televisión"
P.- Estaba pensando que es más difícil que ese orgullo de barrio llegue a la televisión, ¿no? Bueno, tenemos el caso de Cristina Pedroche, que también es tu compañera…
R.- Ten en cuenta que mi acento, por ejemplo, que es del sur de Madrid, no hay tanta gente que lo tenga ya en televisión. A Cristina le sale mucho. Los acentos no normativos no tienen hueco. El día que yo vea a un presentador de las noticias canario en TVE hablando en canario, con su acento, diré: olé.
P.- "Viva España".
R.- (Ríe). Hombre, es que esto no lo hemos superado. En el Estirando el chicle en el que estuvo Francine Gálvez dijo una cosa que me hizo reflexionar. En el año noventa y pocos ella fue una mujer negra que presentó un informativo. Desde entonces, ni un solo negro ha presentado un informativo. Ni los negros, ni gente con acentos… sí, que todos conocemos la periferia, pero, ¿dónde están en el telediario de TVE? ¿Dónde están los señores o las señoras con acento andaluz o canario o de donde sea?
P.- Eso habla mal de nosotros, ¿no?
R.- Tanta hostia con España, tanta hostia con España, todo el día con España en la boca… pues España son los del sur de Madrid, España son los catalanes, España son los andaluces y sus acentos. Y ellos no presentan telediarios.
P.- Te preguntaba al comienzo por el niño Alí, pero, ¿qué tipo de niño fuiste tú y cómo fue tu infancia en Vallecas?
R.- ¡Los noventa en Vallecas! Fui feliz. Ni padecí bullying ni lo vi nunca: y eso que ahora se cuentan unas cosas tremendas… se supone que teníamos que ser lo peor de la vida, ¿no? A mí me encantaba ver la tele. Los deportes. Mi madre es viuda y tenía una tienda de ropa, trabajaba mucho. Perdí a mi padre con dos años pero no he tenido nunca la sensación de niño huerfanito. Lo peor era el Día del Padre, pero le regalaba a mi cuñado, que se llama Jose. Eso lo pienso ahora y sí digo: joder, qué tremenda crueldad. En el cole de mis hijos hacen el "día de la familia" y parece esto de "ya está aquí la posmodernidad, tal", pero creo que se agradece, porque familia tenemos todos. Vivía con mi madre, mi hermana y mi tía.
P.- Rodeado de mujeres.
R.- Sí. Fue una infancia bastante guay. Nunca me faltó de nada pero tampoco tuve caprichos. Sí que conocí a gente con problemas muy tremendos, gente jodida, y eso agradezco haberlo visto porque creo que me ha dado empatía. Eso me obsesiona con mis hijos: no quiero que crezcan en un entorno privilegiado, no por nada, sino porque crecer en un entorno en el que ves que la gente está jodida te hace mejor.
"Me obsesiona que mis hijos no crezcan en un entorno privilegiado: ver a gente jodida te da empatía"
P.- ¿Cuándo dices "basta" a tus hijos? ¿Cuándo les dices "esto no"?
Bueno, hay un tema tremendo, y es que si de mí dependiera, estaría siempre debajo del columpio para sujetarles. Todos los días. Tengo que luchar constantemente para el instinto de sobre protegerlos al máximo. Cuando nació Mikel, el mayor, no podía somatizar tanto sufrimiento. De bebé, muy pequeño, dijo "papá" en sueños. Y me subieron unas ganas de llorar de estas que te dan en los ojos y explotas. Dije: "Wala, que sueña conmigo".
P.- Qué ternura eso, Quique.
R.- Claro, dije: "Qué importante soy para esta persona, que sueña conmigo". Gestionar ese miedo me fue muy difícil. Siempre pienso que tenía que haber ido a terapia cuando nació mi hijo el mayor, porque me habría ido mucho mejor. Ahora cuando tengan que ir solos al cole… vamos, ya estoy pensando en ir por la otra acera persiguiéndoles y mirándoles. Intento decirles que la tristeza es normal, no tapar las cosas, decirles que les voy a ayudar pero que no pasa nada si se sienten tristes… no sé. Pero no: me cuesta evitarles cualquier mínimo dolor, cualquier mínima frustración. Lo difícil no es limpiar pañales ni dejar de salir, es dejar de sufrir constantemente por ellos. Sí que les digo que "no" a los caprichos, a las cosas que no necesitan (y en el fondo ni quieren), porque ellos piden y piden constantemente. No les doy ni el 10% de lo que piden.
P.- Está bien que conozcan la frustración, porque se van a encontrar con ella muchas veces en la vida.
R.- Totalmente. En mi casa hay limitaciones: un regalo por Papá Noel y dos regalos por reyes. "No, tío" (sonríe). Criarles en cosas que no necesitan no les hace ningún bien. Mejor que se lleven un berrinche que que se críen sin darle valor a las cosas.
P.- ¿Qué es la conciencia de clase y cómo se forja?
R.- No sabría decirte cómo no. En mí es algo muy natural. La gente que me preocupa es la gente con la que considero que comparto origen o clase social, aunque ahora estos términos estén demonizados a la hora de hacer política. ¿Por qué me voy a preocupar yo por alguien de una clase social por encima de la mía? Pienso en los de mi lado.
P.- Los ricos dirán lo mismo, ¿no? "¿Por qué me voy a preocupar por una clase inferior a la mía?".
R.- Sí. De hecho lo hacen. Los que poseen los medios de producción, los de las clases altas, tienen el poder económico. Nosotros tenemos que somos más. Nosotros nos tenemos a mano, por eso es tan importante el asociacionismo y la idea de que el de al lado importa. Yo sé las limitaciones que tengo por ser de la clase social que soy.
P.- ¿Cuáles?
R.- Puedo ganar dinero, puedo estar haciendo una entrevista contigo hoy, puedo ir a un garito y que me hagan la pelota… pero no puedo ser socio de un despacho de abogados.
P.- ¿Por qué?
R.- Porque no soy de esa clase social, porque no he ido al colegio con ellos.
P.- ¿Porque no tienes un apellido compuesto?
R.- (Sonríe). Porque no me he criado con tíos que ahora tienen empresas que van a ser clientes de ese despacho de abogado.
P.- Pero, ¿no es verdad que el dinero llama al dinero? Aunque esa no sea tu clase social, como te ha ido bien en la vida, podrían quererte en su equipo, ¿no? Podrían quererte en sus fiestas.
R.- Pero eso no es ser de otra clase social. El acceso a determinados núcleos de poder está vedado. Es un coto cerrado y no entra gente de la clase trabajadora. Y tú ya puedes hacer lo que te salga de los cojones, que eso está muerto para ti. Yo puedo ganar mucho dinero, podría montar una empresa… que no lo voy a hacer, porque no me apetece, aunque a la gente de clase trabajadora que monta empresas les digo "ole, eso es lo que hay que hacer, habrá que llegar hasta donde podamos".
"Las clases altas tienen el poder económico: nosotros tenemos que somos más"
Pero yo sé hasta dónde puedo llegar. Me lo definió muy bien Ángel Cappa: "Los jugadores de fútbol salen del barrio, los desclasan, los ponen aquí [señala lo alto], y cuando dejan de ser jugadores de fútbol, ya no están ni en lo alto, ni en el barrio". Se quedan sin lugar, no pertenecen a ninguna parte. Uno siempre es de donde nace: el barrio no te lo quitas de encima nunca. ¿Que puedes progresar? Mucho. Tengo una vida privilegiadísima, pero sé a dónde puedo llegar.
P.- Pero hay gente que es racista hasta que la persona racializada tiene dinero, ¿no? Y ya sí que les mola. Ahí ya no son racistas. Sólo son clasistas.
R.- Sitapha Savané, el jugador de baloncesto, que es amigo mío, dice "desde que tengo dinero, no soy negro, soy verde, soy del color del dinero". Es consciente de que cuando nadie sabe que tiene dinero, le paran en el aeropuerto. A mí me ha pasado en centros comerciales… el que me estaba atendiendo me miraba mal. Desde que me conoce mucha gente ya no me pasa.
P.- ¿Y la lucha de clases, es un concepto actual o un término obsoleto del marxismo?
R.- Claro que existe. Y se ejerce de arriba hacia abajo. Hay una lucha de los ricos y los poderosos por ponerle el pie en el cuello a la clase trabajadora. Ya te digo que ahora no se lleva hablar en estos términos, y quizá tengan razón…
P.- De Pablo Iglesias a Yolanda Díaz.
R.- Sí.
P.- Pero mira dónde está Pablo ahora, ¿no?
R.- Bueno, ¿dónde está con respecto a hace diez años? Antes no le conocía nadie y ahora tiene una tribuna desde la que influye en muchísima gente, ha sido vicepresidente del Gobierno, ha roto el bipartidismo en España y ha conseguido que una serie de gente (entre la que me encuentro yo) pase a tener una representación muy tocha con la que no podíamos ni soñar. Yo diría que le ha ido de puta madre. Los ciclos ahora son más cortos, la gente se quema, y él ha hecho una labor de darse contra la pared para que la gente que viene detrás lo tenga mejor. Puedes pensar en su personalidad, en su ego, en que es un bocazas, bueno, y puede ser, pero también puedes pensar que ha hecho una buena labor de arrastre. Y yo no he sido de Podemos en mi puta vida.
P.- ¿Estás más a la izquierda de Podemos?
R.- A mí, por mi tradición, hay muchas cosas de Podemos que me chocan. Yo nunca he votado a Podemos. He votado a Unidas Podemos o a Izquierda Unida, pero a Podemos, Podemos, no. Pero no podemos negar lo que ha supuesto ese movimiento para la izquierda.
P.- ¿Crees que Yolanda puede conseguir cosas que Pablo no, quizá por el hecho de tener otro tono?
R.- El día que Yolanda Díaz tenga 72 escaños y sea vicepresidenta del Gobierno, ese día diremos que Yolanda ha conseguido lo que consiguió Pablo Iglesias. Es que se nos olvida. Cinco ministerios, vicepresidencia, influencia política, movimientos de mareas que llegaron a la alcaldía de Coruña, Cádiz, Barcelona, Zaragoza, Madrid… no sé si volveremos a conseguir eso. Ojalá que sí.
P.- ¿Cuáles crees que son los errores de la izquierda actual? No hablo sólo a nivel de partido. Sino del sentir, del actuar, de la mirada. Lo que algunos llaman "brilli-brilli" o "posmodernismo".
R.- A mí me molesta que la izquierda siempre esté señalando comportamientos. Es como "dejad a la gente vivir". Lo he hecho yo también, ¿eh? Y me he caído del caballo hace poco. Pero he estado ahí. Es que… ¿quién va a querer estar aquí si estamos todo el día diciéndole a la gente que no, que esto está mal, que parriba’, que pabajo’? Tenemos que ponernos en el lugar de los demás y entender que no todo lo que hacemos es porque seamos unos egoístas y unos hijos de puta. La gente hace lo que puede en la vida. La gente va a remolque. La gente vive con muchas tensiones y si en algún momento hace algo que no te parezca bien, pues no te pido que te parezca bien, pero cállate.
"La izquierda tiene que entender que la vida es muy jodida y que la gente hace lo que puede"
La izquierda tiene que entender que la vida es muy jodida y que la gente hace lo que puede. Ese es el mensaje de Díaz Ayuso, en el fondo. "En Madrid trabajamos de sol a sol, una hora de metro para ir a cualquier parte, esto es una puta mierda… pero una vez que haces eso, ancha es Castilla". Pues hombre, lo perverso de ese discurso es que tú me dices que la vida es así y que siempre lo va a ser, pero hasta ahora la izquierda no ha ofrecido tampoco ninguna alternativa. No interviene en la vida de la gente para decirle "no, tu vida no tiene por qué ser eso". No estamos consiguiendo que la gente deje de currar de sol a sol, que pague menos alquiler, ni nada, pero encima les decimos "ah, pero, ¿te vas a tomar una caña?".
P.- "Cáncer" es una palabra maldita para todos, pero tú has definido a tu familia como "los Kennedy del cáncer": perdiste a tu padre cuando tenías dos años, a tu tía, tu madre ha tenido problemas también… ¿vives con miedo?
R.- Sí, sobre todo me vino la hostia de realidad con mi tía Milagros, con la que yo vivía, porque ella llevaba toda la vida currando muchísimo y estaba deseando jubilarse… me acuerdo de que me ponía a mí a hacer cuentas a ver qué día exactamente se podía jubilar (sonríe), pero en ocho meses un cáncer de útero se la llevó por delante. Dije: joder. Se te va la vida un día, así. Intento no pensar mucho en ello. Me da miedo por mis hijos, porque hereden ese componente genético que evidentemente, en mi familia está.
P.- Pusiste en un tuit "a lo mejor Amancio Ortega cura el cáncer con su súperyate, no nos precipitemos". ¿Agradecemos, no agradecemos…? ¿A favor de las donaciones, a favor de reforzar los impuestos?
R.- A mí me gustaría poder hacer la cuenta. ¿Qué sale más rentable: que este señor (o cualquiera, no tengo nada en contra de él en concreto) pague todos sus impuestos aquí, o que done de vez en cuando 20 millones de pavos? La cuenta que mejor salga, ésa es la que yo quiero. Pero pagar impuestos no te da buena imagen, donar sí.
P.- Tu columna de Infolibre se llama "Aquí me cierro otra puerta". Es un nombre estupendo. ¿Cuántas puertas te has cerrado por mojarte políticamente?
R.- No las puedo cuantificar, pero sé que palmo dinero a espuertas por esa razón. Con marcas, con historias. Y luego me digo: "Tanta hostia de que estás aquí por tus hijos, por el futuro de los niños… te podías callar un poco la boca por ellos, ¿no?". Pero no me sale. "¿Por qué no te callas?".
P.- Se podría llamar tu columna también así.
R.- Sí (sonríe). Pero es que no puedo hacerlo, porque si no voy a estar mal, intranquilo. Cuando me pasa esto, intento hablar con mi yo de 16 años. Esto es un ejercicio que le recomiendo mucho a la gente. Cuando veo que voy a dejar de hacer o decir algo por la pasta, me digo "tío, pero, ¿tú sabes lo que has conseguido ya, tú sabes la pasta que tienes…?". Bueno, "la pasta que tengo". En comparación con un currela normal, claro.
P.- ¿Tú no eres rico?
R.- No.
P.- Ooooh.
R.- Sí. Y eso es una putada porque yo pensaba que sí iba a ser rico.
P.- Llegas a nacer diez años antes y en el mundo de la televisión te hubieras hecho rico, definitivamente.
R.- Absolutamente.
P.- Estuvo cerca, ¿eh?
R.- Muy cerca, joder. Yo ahora tengo un piso que heredé de mi tía, que es para uno de mis hijos; otro piso mío, que es para otro de mis hijos, y vivo de alquiler. Y me quiero comprar una casa, para tener una casa, vaya. Pero he conseguido que cada uno de mis hijos tenga un piso y eso para mí es el triunfo de mi vida, y vale todo los sinsabores que tiene esto. Si mañana el jefe de mis hijos les dice cualquier cosa, van a poder decirle "que te den por el culo, que yo mi casa la tengo pagada".
P.- Eso sí que es una gran forma de libertad.
R.- Es LA libertad. Para mí. Tener la casa pagada te quita de que te pisen la cabeza muchas veces.
"Nunca podré trabajar en Telemadrid, esa puerta la tengo cerrada"
P.- Y poder decir "basta".
R.- Sí. Ese es mi planteamiento. Es un privilegio que tengan la casa pagada, quiero que lo entiendan y deseo que lo usen para bien. Para mí esa conquista vale todos estos años de televisión, todos estos años de curro y todo.
P.- ¿Dónde no vas a poder trabajar nunca?
R.- En muchísimos sitios. Por ejemplo, en Telemadrid. Lo veo muy complicado (ríe). Esa puerta la tengo cerrada.
P.- ¿Qué piensas de la frase "la revolución no será televisada"?
R.- Creo que hoy día pocas cosas no serán televisadas. La gran aportación de Pablo Iglesias al escenario político es esa: entender que hay que estar en la tele o en los medios para conseguir muchas cosas. La revolución será televisada porque todo va a ser televisado.
P.- ¿En la tele se puede ser verdaderamente de izquierdas o no hay espacio para ello?
R.- Hombre, tienes que saber un poco dónde estás. Yo trabajo en un programa de humor, a las cuatro de la tarde, en una televisión en abierto… no tiene ningún sentido que me ponga…. (ríe). Supongo que se filtrará en algunos comentarios. Uno no puede estar todo el día dando la puta turra. Tampoco yo soy así en mi vida.
P.- Parece que el activismo, en general, es carente de humor. Es todo de una rigidez…
R.- Yo el día que vi a Botto en ¿Qué fue de Jorge Sanz? riéndose de sí mismo… mira, me encantó. Es una escena graciosísima donde Juan Diego Botto se encuentra en un tren con Jorge Sanz y le empieza a dar la brasa de que no había estado en no sé qué manifestación. "Tú en esto no estuviste, ¿no?". Riéndose de sí mismo como activista. Yo pensé: a esta persona le como la cara. Se puede ser como Juan Diego Botto, que dice "¿lo de Chile?", lo de Chile. "¿Lo de Sáhara?", lo de Sáhara. "¿Argentina?". Argentina. Creo que eso tiene también que ver con la edad, con crecer. Como le pasa a Ismael Serrano, al que le hace mucha gracia cómo era él mismo de joven.
P.- Se descojona abiertamente del cantautor un poco chapas, muy herido y politizado…
R.- Eso. Eso está muy bien.
P.- Es oxigenante.
R.- Sin duda. Eso es lo que tiene que ser. Desde la izquierda tenemos que dar la puta turra, pero hostias… sin comedia no se puede vivir.
P.- Tú has dicho que no tienes ganas de trabajar.
R.- Nunca.
P.- Y que querrías vivir de vacaciones permanentes.
R.- Claro.
P.- Pues alguien dirá: "Justamente tu trabajo está chulo".
R.- Sí, pues si estando chulo me quejo… (ríe). Imagínate que no estuviera chulo.
P.- ¿Qué es lo más ingrato de tu trabajo? Aparte de que es un trabajo, claro.
R.- Claro. Vendes tu tiempo por dinero. Esto es lo que es. "Es que mi trabajo me gusta, tal". Ya. ¿Todo el rato? ¿Todo el rato te gusta? ¿A las horas en las que lo tienes que hacer te gusta? No lo creo. En mi caso, lo más ingrato es lo de que te reconozcan.
P.- La fotito.
R.- Eso me molesta mucho menos que la realidad de saber que donde vayas hay alguien que sabe quien eres.
P.- Poca intimidad.
R.- Sí. Convives con ello, y la gente es muy maja, la gente es majísima. Todo el mundo que se te acerca es muy guay. Si fueran unos hijos de puta, pues mira, pero no. Pero es una mierda el que vayas a un sitio y de cinco, uno sepa quien eres. Hasta que te acostumbras lo pasas mal, porque nunca estás relajado y tranquilo.
P.- Y el riesgo de convertirse en un gilipollas, ¿no? La fama tiene esa cosita.
R.- Yo creo que la fama no crea gilipollas, sino que los revela. A mí nunca me ha gustado ser el centro de atención.
P.- ¿Qué hay de tu relación con la ansiedad? Tuviste que parar hace unos meses porque no podías más...
R.- Ahora estamos bien (sonríe). Creo que ahora sé lidiar con ella, ya no me sobrepasa. Sé qué puedo hacer cuando viene. Cuando entendí lo que era la ansiedad, me di cuenta de que toda la vida he tenido el vaso a medio llenar. Tengo una especie de ansiedad latente.
P.- Un runrún constante.
R.- Sí, y cuando un rato no lo tienes dices "uf, qué bien estoy así". En junio o así tuve un momento jodido, pero desde entonces está todo muy bien.
P.- ¿Vas a terapia?
R.- Sí, aunque ahora no regularmente. María, mi psicóloga, es estupenda. Me habla en el idioma que me tiene que hablar. Es cariñosa pero no es paternalista, me ha dicho cosas que no me ha dicho nadie, me ayuda un montón. A mí me cuesta la vida cuando no entiendo las cosas, y ella me ayuda a entenderlas y así sufro menos. No nos tenemos que acostumbrar a sufrir. Es una putada que la terapia sea cara y que mucha gente no se la pueda permitir. Yo no sé qué sería de mí si no hubiera podido ir a terapia, si no me lo hubiera podido pagar, ¿sabes? A mí me decían "si a ti te va todo bien, ¿por qué estás así?".
"Buscar la felicidad da infelicidad: hay que procurar la tranquilidad"
P.- La gente que dice eso se nota que nunca ha experimentado la ansiedad en sus propias carnes.
R.- Eso es. Pero hasta yo mismo me lo decía a mí mismo. El sentimiento natural debería ser estar tranquilo, y eso en la vida actual es muy complicado. Cada uno por sus cosas.
P.- Hemos cambiado la felicidad por la tranquilidad porque hemos descubierto que es la gran forma de felicidad.
R.- Sí. Es que la felicidad da infelicidad. Perseguir esa movida te lleva a equivocarte de una manera… es imposible. Esa felicidad plena es momentánea.
P.- Es más euforia.
R.- Sí: los que se enamoran, los que se drogan. Pero lo que van a ser es yonquis de la felicidad. Violines, todo cuadra. No. Hay que perseguir la tranquilidad. Te tienes que rodear bien, tienes que aprender a relativizar, tienes que pasar de muchas cosas y conocerte bien. La tranquilidad es el objetivo.
P.- ¿Qué es el amor para ti y cómo ha cambiado tu concepción del amor desde que eras adolescente?
R.- Yo creo que te tienes que hacer acompañar en la vida por gente en la que te puedas apoyar de verdad. Gente que te aporte paz y gente que te haga sentirte especial y que tú tengas ganas de hacer sentir especial. El problema del amor idealizado es que te puede llevar a cometer los mayores errores del mundo: perder la cabeza, dejar de hacer cosas, dejar de quererte a ti. Puedes hacer cosas que te arruinen. Esta visión trágica del amor, del siglo XIX, esta cosa tan pasional… pues se pasa rápido y te entra toda la bajona. No creo en eso. Creo en alguien que te haga sentir especial, que tú hagas sentir especial. Creo en que tú te levantes por la mañana y digas "joder, ¿qué hará?".
P.- Qué hermoso.
R.- O pensar en que hay alguien que se levanta y piensa qué harás tú. Con eso me vale. Ahora se dice mucho lo de "el amor es admiración"… pues yo lo siento pero no quiero que me admire nadie. Yo quiero que me quieran y quiero querer. Es muy guay tener alguien al lado de quien aprendes, pero eso es un proceso natural, porque "aprender" no significa "aprender conocimientos". Son maneras de vivir, maneras de afrontar las cosas. Eso no tiene que ver con la admiración ni con el aprendizaje. Por eso el amor varía según quién tengas al lado, según esa persona viva o vea el mundo.
"Creo que el amor es levantarse por la mañana y pensar 'joder, ¿qué hará?'"
P.- ¿Y el sexo, qué importancia tiene en la vida?
R.- Para mí no es una cosa súpervital. Y también es otra cosa por la que puedes hacer muchísimas gilipolleces. Decir que el sexo es vital, que es tan importante que no podemos resistirnos a él y que hay una cosa animal que no sé qué… es la excusa para hacer pasar muchos comportamientos de mierda como válidos.
P.- ¿A quién harías ministro o ministra de Cultura?
R.- Pues mira, venía yo escuchando el podcast este de Saldremos mejores, de Inés Hernand y Nerea Pérez de las Heras. Igual a ellas dos, que tienen una visión muy guapa de la cultura, cada una en un entorno. Nerea es de la literatura y del teatro, Inés es más de lo audiovisual. Las harías coministras de Cultura. Tienen una mirada muy batalladora y eso es necesario, son muy potentes.