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Jesús García (Granada, 1975) nunca quiso tener nombre de banquero porque era artista desde las hechuras. En una lejana noche madrileña, fue el mismísimo cineasta Pedro Almodóvar quien lo rebautizó como Rafael Amargo, con Uma Thurman y Tarantino de testigos: aquí sigue, lorquiano, irredento, bailaor, actor y folclórico sideral, un animal calé de esos que te miran al fondo del ojo, un tipo con energía a prueba de redadas policiales y humor deslenguado y torrencial para enterrarlos a todos.
Como él mismo dice, con mucha guasa, "cariño, los hay de casta y los hay de cásting". Nos recibe Amargo en su casa de calle la Palma, la misma de la que hace un año salió detenido, acusado de tráfico de drogas y de pertenencia a banda criminal, aunque él recuerda que la única banda de la que forma parte es de la flamenca. Ya lo saben ustedes: "En el café de Chinitas / le dijo Paquiro a su hermano: / soy más valiente que tú, / más torero y más gitano". Pues eso.
El piso hace esquina en el barrio de Malasaña: es grande y hermoso, aunque anda medio desmantelado por una reforma que se le ha atravesado desde la detención. Estas ruinas tienen algo de poético: es como si hablaran solas. Ladrillos, carteles de los viejos teatros, retratos enormes con su cara a pinceladas de colores, un cuadro con un oso panda que grita "Amargo is innocent", vaginas y penes de bronce y un ordenador en el que suena el Pequeño vals vienés de Enrique Morente. Una Biblia. Un tarot -"¿a que te lo echo?"-. Un rosario. Un colchón blanco en el que se tumba Amargo para arrancar la entrevista, con el arcángel San Miguel guardándole desde la mesilla.
Rafa viene de vuelta: es el hombre del que se encaprichó Gadafi -que llegó a pagar 100.000 euros por disfrutarle en una fiesta secreta-, el chico retratado junto a Penélope Cruz por Annie Leibowitz -autora de imágenes tan icónicas como la de John Lennon y Yoko Ono en la cama-, el bailarín de Lola Flores, el hijo sentimental de Chavela Vargas en sus últimos meses de vida, el chaval que le arrancó la voz a Fernando Fernán Gómez para una versión punk de El Quijote justo antes de que también se nos fuese el maestro. Rafa fue un día el niño vivaracho que se hizo amigo de Gabriel García Márquez porque le tocó sentado al lado en un congreso. El Gabo le dijo: "Tú haces preguntas muy interesantes. Son sencillas pero duelen". Pero también le sobran respuestas.
Le apadrinó Carlos Berlanga. Taconeó para el tema principal de la oscarizada Gladiator. Recogió la Medalla de Oro de las Bellas Artes de las manos de los reyes con los ojos empapados. Vivió en Marruecos, Los Ángeles, Nueva York, Buenos Aires, Barcelona, París y Tokio. Encandiló al diseñador francés Stéphane Rolland y hasta besó a Brad Pitt en los labios -"de pasada, hija"- en una de esas madrugadas cosidas a juego y sorpresas. Su hospitalidad se canjeó en que su casa se convirtiese en una verbena eterna llena de caras conocidas: de Charo Vega a Andy García pasando por Keanu Reeves o Inés Sastre. Invitados estaban los compadres del lumpen, aquí no se desmerecía a nadie: nunca les miró los dientes. "Yo no tengo prejuicios", subraya Rafael.
Ganó mucho, perdió más. Pero al muchacho que se pasó casi veinte años subido a un avión repartiendo el nombre de España por acá y por allá, ahora no le devuelven el pasaporte: anda a la espera de juicio. A cada mes que pasa encerrado en el país, cuenta, deja de asistir a sus shows en el extranjero -el 85% de su trabajo-, se le escapan vivos los proyectos y no cobra, "y eso que ya hemos demostrado que no existe riesgo de fuga". A pesar de eso, está tranquilo, dice: tiene a Dios de su parte. Y a alguien mejor, o, al menos, de influencia más directa en los tribunales terrenales: a José Antonio Choclán, su abogado galáctico, el mismo que defendió a Cifuentes.
Pregunta.- Así que “Amargo is innocent”.
Respuesta.- ¡Hombre! Totalmente. Yo soy más bueno que el pan y estoy más bendito que el agua. Esto que me han hecho lo han hecho con mucha maldad, con mucha mala leche, pero conmigo no pueden porque todo es mentira. Y no he ido ni a la tele contarlo -sólo a un programa porque me hacía mucha falta el dinero y porque al menos una vez, uno debe dar su versión-; prefiero hablarlo aquí contigo. Llevo un año callado. Mi lealtad ni se compra ni se vende. Se han querido cebar conmigo, que además soy Marca España y lo único que he hecho ha sido hacerle bien a este país.
"¿No dice el artículo 35 de la Constitución que todo español tiene derecho a trabajar? Pues no me dejan: estoy sin un duro"
P.- ¿Te consideras un hombre con estrella, Rafa?
R.- Gracias a Dios, sí. Para otras personas, tener la vida que yo tengo les habría costado tres vidas. He estado más de treinta años sin parar, de un lado a otro, y yo nada más le pedía al Señor un año en el sofá de mi casa.
P.- Pues míralo, aquí estamos.
R.- ¡Sí, hasta eso me ha dado!
P.- Cuidado con lo que se desea.
R.- (Ríe). Sí, y yo lo que deseo lo deseo de verdad, lo vivo, lo sueño, lo idealizo, y aterriza, ¿sabes? Soy Capricornio con ascendente Capricornio. Más Capricornio que todas las cosas. Nací sietemesino y en una situación dramática. Cómo no voy a ser un folclórico empedernido (ríe).
P.- ¿Quién es el último hijo de puta que se te ha cruzado en el camino, Rafael?
R.- Mira, yo siempre digo que prefiero un hijo de puta de frente antes que un tonto, porque el tonto te arruina. Al hijo de puta te lo ves venir. Yo no le bailo el agua ni a Espinete. El último habrá sido cualquier persona que sea consciente de que tiene que hacer una cosa y no la haga, como, por ejemplo, tener un cargo político grande y no actuar conforme a la verdad.
P.- ¿A Marlaska, te refieres? Dijiste en una entrevista a mi periódico que Marlaska sabía que eras inocente…
R.- ¿Sabes lo que pasa? Él puede decir lo de "esto no me compete a mí, le compete a un juez". Claro que le compete a un juez, pero él al menos puede contestarme a un mail, ¿no? ¿Si no para qué tiene un gabinete? ¡Pues ni a seis mails me han contestado, ni por compromiso político!
P.- Pero, ¿por qué esperas ese trato? ¿Qué relación tienes con Marlaska?
R.- Yo no tengo ninguna historia… es cuestión de humanidad. Y mira que tenemos como cuatro o cinco amigos íntimos en común, y a pesar de que les dije que no pidieran favor alguno por mí, alguno lo hizo. De momento, ya me he quedado sin ir al Festival Internacional de Estambul, donde iba a representar a España, y era ir, bailar y volver. Se han quedado veinte personas sin trabajar. Quinto festival internacional que me pierdo. ¿No dice el artículo 35 de la Constitución que no se puede quitar el derecho a trabajar a ningún español? Pues aquí estoy, sin un duro.
P.- ¿Os conocéis Markasla y tú personalmente, de la vida?
R.- Bueno, el día del Orgullo Gay, que lo vi, podía haberle dicho cualquier barbaridad y haberle abucheado, pero agaché mi cabeza y me fui. Soy un señor elegante. Si lo llego a hacer, la gente se une a mí y el que queda como un ridículo es él. Yo seré Rafael Amargo toda la vida, pero, ¿qué hará él cuando se le acabe el cargo ministerial? Acabaré enseñándole a bailar. Me acuerdo de cuando lo vi en Rota, más de una y dos veces. A ver si coge la gracia del sur, que yo la madera del norte la porto muy bien y le hago un aurresku rápidamente. Que aprenda unas sevillanas al menos, ¿no?
P.- ¿Le has echado una maldición?
R.- ¿Yo? No me llega la maldición, mira… todo lo que hace uno mal, lo está sembrando en uno mismo. Jamás le deseo el mal a nadie, eso es de cobardes. Dentro de dos días me va a tocar sentarme cerca de él, la vida es así de caprichosa. Y que conste que no me parece mal tío: como conozco a su círculo, sé que me llevaría bien con él. Bueno, él mejor conmigo (ríe). Pero como político… me parece que se está riendo en toda mi cara, en la de mi familia y en la de mis hijos.
P.- ¿Tú te consideras un antisistema?
R.- No, me considero una persona a la que verdaderamente le da igual el sistema pero… mira, yo no me quería poner la vacuna y me la he tenido que poner. Al final es una tontería ir en contra del sistema. ¿Para qué voy a estar luchando para que me suban en los aviones, para que me dejen hacer cosas…? Y nada, al final me he puesto la vacuna, por cojones, ea, como borregos todos. Pim, pam.
P.- ¿Es que eres negacionista?
R.- No, es que yo tengo un sistema inmunológico y unas defensas de puta madre. Y desde que me la he puesto, me siento más débil. Pero bueno, es más fácil ponértela, darles la razón y tirar para adelante. No sé: yo no tengo prejuicios ni filtros. Siempre abro mi casa, como he hecho contigo, que mira cómo te trato, amiga, ¡qué guapa tú! Olé mi boquerona en almíbar.
"El que venga a mi casa con lo que venga, ¿a mí qué me importa? ¿O es que yo soy alguien pa’ registrar la casa de nadie?"
P.- Como a una reina, sí que es verdad.
R.- Pues eso. Antes de la reforma de la casa, imagínate cómo estaba esto. Aquí venía todo el mundo, y todo el mundo pum, pum. Pues el que venga con lo que venga, ¿a mí qué me importa? ¿O es que yo soy alguien pa’ registrar la casa de nadie? A mi casa lo único que hay que traer es amor y buen rollo. Lo demás no me interesa. La gente que tiene esos prejuicios son los peores: se visten de negro, se meten en los bujíos y tienen unas perversiones muy oscuras y muy feas. Yo las tengo muy limpias y muy claras, expuesto al público estoy. Yo lo que hago detrás, lo hago delante. ¡Me critican a mí de una cosa cuando son ellos los que lo tienen debajo de su colchón…!
P.- Dicen que no sólo hay que ser decente, sino parecerlo. ¿Has pecado de confiado?
R.- Sí, pero yo moriré como Lorca, de pie. Yo duermo de a gusto… no tengo doble moral, como ellos. Aunque han intentado cortarme la cabeza. Me han llamado "el cabecilla" de una banda criminal con armas. ¡Guau! Pedí que me lo repitieran dos veces porque es mucho. Qué gracia.
P.- ¿Qué es lo más amargo que esconde Rafael?
R.- Escondo muchísima pena por muchas cosas que me duelen. Me duele mucho el dolor ajeno. Y me como medio pan y un libro, como decía García Lorca, y me gusta compartirlo con la gente. Llevo veinte años sacando adelante a mucha gente, dándoles nóminas, y en la vida me han dado una ayuda en un ministerio. Las ayudas se las dan a los que les bailan el agua. Ellos no tienen que ayudar al más políticamente correcto, sino al que más sembró y aporto, al que no pidió y llegó dando. No sé si yo soy ese, pero las cosas que he hecho le han interesado al público.
P.- ¿Te has sentido maltratado por las instituciones?
R.- No puedo decir eso, porque sería quejarme de que me quiere el pueblo. A mí el pueblo me llena los teatros. A los ballets públicos no, que se tienen que gastar millones en cartelera y autocares, se lo ponen tó’… el año que viene se cumplen 20 años del ballet español más premiado de estas dos décadas, Poeta en Nueva York, donde marcamos un antes y un después. Y con el ciclo de Lorca en Granada, con casi 900.000 euros que ganamos, le dimos beneficios a las arcas públicas. Eso sólo de beneficios, ¿eh? Que de gasto fueron 350.000 euros. O sea, una es puta, apaleá’, y paga la cama (risas).
P.- ¿Has llorado mucho por esto?
R.- Yo gracias a Dios no me he dado casi ni cuenta, pero he sufrido mucho por mi gente, que lo ha padecido mucho. Ahora tiene que haber un juicio.
P.- ¿Tenemos fecha?
R.- Aún no, pero es que es muy fácil. En mi casa han venido y han hecho un registro y no había ná’. Nada me pueden decir, lo demás son todo suposiciones.
P.- Pero tenías balanzas, ¿no?
R.- Un elefante se balanceaba sobre la tela de una araña, y como veía que no se caía fueron a llamar a otro elefante (canta)… Mira, aquí hubo una juez que firmó un acta, y aquí en mi casa sólo había memoria artística, o sea, recuerdos, vivencias, anécdotas… En fin, lo demás era pa’ pesar lo que yo cogía para mi consumo y que no me engañaran, que hay mucho listo suelto. Porque además, como comprenderás… era una balanza de llavero, repito, ¡de llavero!, ¿eso tú qué crees que puede pesar? (Ríe). Tendría que tener si no una báscula del matadero de Las Ventas, hija.
P.- ¿Qué hay del botín que aparece en las fotos?
P.- ¡Botín! Emilio Botín, a eso sí que se le puede llamar “botín”… (bromea). Pues no lo sé, porque ya te digo que yo sé lo que firma la jueza en el acta de mi casa, que no fue nada. Pero lo de la foto supongo que sería el resultado, la suma de los cuatro imputados con mi cara por delante, que evidentemente era la que buscaban. Yo es que no sé qué pensaban que se iban a encontrar en mi casa, ¿los grifos de oro? Mi casa es divina, sí, pero estoy haciendo una reforma para ponerla más divina todavía. Y te digo más, les dije: "De los trece profesionales que estáis aquí, tres la frecuentáis, y sabéis que aquí no hay ná’, sólo mucho compás".
P.- ¿De los policías?
R.- Ajá.
P.- Qué surrealista es esto, ¿no, Rafael?
R.- Tía, ¿y la manera que tienen de hacerlo, haciendo como que ligan por las aplicaciones gays para investigar…? Eso es ilícito, hombre. Si vas a ligar con un tío, hazlo porque te gusta.
P.- ¿Cómo? ¿Que los policías se hicieron pasar por tíos que querían ligar contigo en aplicaciones gays?
R.- (Risas) No, qué va, pero es una táctica antigua, la de coger a sus presas por esa vía. Digo yo que también les será entretenido. Hace un año ya de eso, gracias a Dios, y he arrancado a trabajar, y tengo más trabajo que antes. Me armé de paciencia, dejé que los días fueran pasando, y seguí al pie del cañón hablando con mis promotores, con mis productores, unos más reacios, otros menos… Y encima estoy en la universidad.
P.- Exacto, he visto que estás estudiando un master de Drogodependencia. ¿Cómo surge eso?
R.- Todo empezó porque yo estuve, como paciente, en un centro maravilloso que hay en Cataluña, en Argentona…
P.- ¿Porque te encontrabas mal?
R.- Bueno, no, pero tenía que parar. Esta energía que tengo, imagínate: escribiendo dos películas, tres espectáculos de baile que compaginaba, el trabajo fijo que tenía en al Palau de la Música de Barcelona, una historia de amor que estaba acabando que me había salido mal… iba a explotar. Dije "me voy a meter en un sitio donde no suene el teléfono".
P.- Pero, además de esa ansiedad, ¿tenías problemas con las drogas?
R.- No, no tanto como problemas. O sea, sí consumía, pero no es que consumiera mucho, nunca fui dependiente -me gusta tanto trabajar y soy tan ambicioso que jamás me veré así, Dios mediante, sino que lo consumía mal. El buen consumo es para celebrar, con tus amigos, con tu gente, pero cuando consumes para castigarte y autodestruirte… eso es lo peligroso. Tenía mucho dinero, me sobraba, y creía que eso era un refugio, y eso lo que hacía era atorarme y dije “para”. Yo me pongo el freno: sé que la adicción es una enfermedad terrible. Allí las terapias de grupo nos ayudaron muchísimo. Yo, desde que tengo 19 años, trabajo con 20 o 30 personas en una compañía en la que, además de director, soy psicólogo. Y he trabajado mucho con gitanos, con latinos, con personas con las que tienes que tener una psicología muy especial, ¿no? O que son más susceptibles o vulnerables. Yo adoro esas razas y me siento muy querido y respetado por ellas. Pero muchos han tenido problemas de drogas...
"Para ser un buen terapeuta tienes que estar tú muy limpio, pero no de drogas, sino limpio de alma. Yo tengo principios"
R.- Ajá. ¿Y cómo conseguías ayudarles?
P.- Pues es que a lo mejor no se presentaban, o llegaban tarde, y todo el mundo esperándolos… y yo decía: "A ver, esperadlos, que es mejor que tengan su dosis y estén tranquilos ahora a que no la cojan y suframos. Que me dejéis, que yo sé lo que hago". Yo voy al resultado. He sido un líder, he tirado de ellos. Yo he ayudado a mucha gente a salir de la droga. Te digo: tengo seis personas a las que he rehabilitado, y sus familias me dan las gracias. La música, la danza y el amor son terapias riquísimas. Hay que saber hacer eso desde el arte, la creatividad, el don o el talento que el paciente tenga: hacer de eso su medicina. Tengo esa parte como de misionero, de ayudar al prójimo, de centrarme en personas con conflictos sociales. Ahora me estoy sacando este máster porque me gustaría trabajar en esto: en una clínica de reposo, de renacimiento.
P.- Claro, porque a ti te fue útil en su momento… y además tienes ese don para acompañar y cuidar.
R.- Sí. Date cuenta que la drogadicción es una enfermedad que no tiene medicina. Aquí hay que convencer a una persona de que deje lo que más quiere. Y yo para eso tengo muchos cojones. Para ser un buen terapeuta tienes que estar tú muy limpio, pero no de drogas, sino limpio de alma. Yo vengo de una familia con unos principios y unas bases muy buenas: yo puedo hacerme el loco o estar loco, pero a mí no me dejan pasarme ni "esto". Muchas veces me hago más el loco de lo que he querido porque soy el niño de una familia bien y no me ha hecho falta nada. Igualmente me esfuerzo. Tengo muy buenas notas en el máster.
P.- La gente dirá "qué irónico, a Rafa le detienen por pertenencia a banda criminal mientras hace un máster para ser terapeuta contra la drogodependencia". Es muy loca esta combinación, ¿no?
R.- Yo empecé en octubre del año pasado, ¿eh? Y me detuvieron en diciembre. O sea, que esto yo lo tenía antes. Con lo cual: se equivocan. ¿Que a mi alrededor puede haber cosas? Pues seguramente, pero, ¿quién le pone puertas al bosque? Yo me hago cargo de mí, de mis amigos no puedo hacerme cargo.
P.- En su momento dijiste que podía ser culpa esto de tus malas compañías. ¿Tú crees, como canta Sabina, que “las malas compañías son las mejores”?
R.- Las malas compañías… para mí no son malas compañías, son personas estupendas: ¿que para la sociedad son malas compañías? Bueno, es que yo no he tenido ningún problema con ellos, es que a mí no me han llevado a ningún sitio malo. Los que me han llevado a sitios malos son estas personas necias que me tienen un año aquí, parado, hasta que yo pueda demostrar mi inocencia. Se mezclan aquí muchas cosas, ¿eh? También hubo unos celos… en fin, un lío de faldas (ríe).
P.- ¿Me estás diciendo que te han podido empapelar por una cuestión de venganza personal, pasional?
R.- ¿Y qué es el mundo sino una guerra de amor? Esto es una serie de televisión. Esto pa’ Netflix. El guion ya se está escribiendo, ¿eh?
P.- ¿Quién lo está escribiendo?
R.- Aaaaah. Es una comedia pa’ morirse. Ya lo verás.
P.- ¿Ha habido gente que se ha alejado de ti después de esto? Esto de “que no me relacionen…”.
R.- Los que siempre han estado a mi lado siguen estando. Pero yo voy a una fiesta social y todo el mundo me quiere y me apoya.
P.- ¿Has visto que el Gobierno ha indultado parcialmente a Juana Rivas? Y a los políticos del procés. ¿Por qué a ti no?
R.- Porque yo no doy votos, y Cataluña sí. Todo es estrategia. Yo no sé si debo ser indultado, pero el PP me dio la Medalla de Oro de las Bellas Artes, y a los diez días me dio el PSOE la Medalla de Andalucía. Como decía Chavela Vargas, mi bandera la bordo yo, y yo soy la bandera de todo y de nada. Qué maravilla tan grande. Eso sí: la derecha cuida más la cultura.
P.- Fíjate que siempre se ha dicho históricamente lo contrario.
R.- Pues yo tengo un alma de izquierdas y te digo eso. La derecha es más cerrada, quizá, pero cuando te da la mano no te la muerde.
P.- Tú has sido un progre.
R.- Los progres de verdad ahora son los de derechas. Yo prefiero a una pija auténtica a la que va de moderna pero con dobleces. La derecha tiene más tacto a la hora de hacer las cosas. También pienso en Doña Carmen Alborch, que era magia. Pero mira Soraya Sáenz de Santamaría, una mujer más fina que un coral. Me gusta también Ayuso, que se atreve con cambios, tiene frescura, tiene renovación, ¿y esa campaña que hizo con chupa de cuero? ¿Qué me dices? ¡Olé!
P.- ¿Tienes amigos políticos?
R.- Sí, pero no te lo puedo decir, por ser políticamente correcto. A mí los del PP han venido a verme al teatro y los del PSOE, nunca.
P.- ¿Y les has invitado?
R.- Sí, sí, a todos. Y nada, me remiten a sus secretarios. Si no tienen tiempo para recibir a un tío que es de los que más premios tienen en España, ¿para quién tienen tiempo? Me dan miedito los de izquierdas en el poder. Porque la que nunca tuvo bragas, las costuras le hacen llagas.
P.- Irene Montero manifestándose en televisión y en Twitter apoyando a Rocío Carrasco... ¿Por qué tú no has recibido ese trato, crees? ¿Sientes cierto agravio comparativo?
R.- Sí, a ella la recibieron y conmigo se cebaban. Estuve muy vapuleado. Y yo he intentado ayudar al Gobierno con ciertas informaciones que podían interesarle, pero nada.
P.- ¿Tú has sido rico alguna vez?
R.- Actualmente, porque tengo el alma llena y grande. ¿Que si hablamos vulgarmente de si he tenido mucho? Pues sí, yo he tenido una casa abierta en Los Ángeles, otra en Marruecos y otra en Barcelona. Y en Ibiza en verano: cuatro. Pa’cá y pa’llá. Ahora con menos soy mucho más feliz. Tantas casas abiertas… que si se te rompe la depuradora, no sé qué. Un follón. Anda ya. Luego cierra uno los ojos en un colchón y donde te quedas dormido es donde duermes.
P.- ¿Cuál ha sido el lujo más obsceno que te has permitido? Esto de "ay, qué cosa más cara, qué delirio, pero mira, qué me gusta".
R.- No tengo yo esos caprichos, fíjate: lo de los coches caros… no. Bueno, sí (risas). Casas caras. Casas chulas.
P.- ¿Cuánto?
R.- Tuve un loft muy chulo, muy guay. Recibí a gente muy bonita allí. Creo que me costó más de un millón de euros, pero vamos, tampoco me eches cuentas que no soy matemático (ríe). Soy un manirroto. Un disfrutón, vaya.
P.- ¿Le has cogido miedo a la vida, o a echarte una fiesta, o a tomarte una copa, o lo que tú quieras… después de lo que te ha pasado?
R.- No, porque a mí me ha pasado justo esto ahora y yo hace como seis años que estoy muy tranquilo. No le tengo a nada ningún miedo, ya apenas tomo drogas y respeto al que lo quiera hacer. La verdad es que es mejor, casi que se lo agradezco, porque después de la detención se me han quitao’ hasta las ganas.
P.- ¿Crees en la legalización de las drogas?
R.- No, porque sería un libertinaje explícito. Ciertas drogas a lo mejor sí, como el chocolate, pero lo demás no, porque no es necesario. Yo no hago apología de las drogas.
P.- Estamos justo en la casa donde te detuvieron. Desde entonces, ¿la habitas distinto, la miras distinto?
R.- Ha sido tan grande lo que yo he vivido en esta casa de cosas tan buenas, que lo otro es una anécdota minimísima. Han sufrido mis padres, mis amigos, mis hijos. Yo me pongo a bailar, a escribir y a crear… y se me olvida. Pero ellos viven por mí. Todos viven en este edificio.
P.- Patriarca de los tuyos.
R.- ¡Claro! ¡Esto es Ambiciones, cariño!
P.- ¿Le has hablado a Dios sobre esto, qué le has confesado?
R.- Él lo sabe todo antes de que yo se lo cuente. Dios está conmigo, Dios me quiere, me cuida, y Dios me va a poner en el sitio en el que tengo que estar. Y va a ser con el doble de lo que me han querido quitar. Ya lo verán. Ya lo verán. Yo no conozco los infiernos.