8 octubre, 2022 02:56

La dramaturga y cómica feminista Patricia Sornosa (Manises, 1977) ha estado liada últimamente, un poco desaparecida.

Lo dice con sorna, casi como su propio nombre indica, pero es para defenderse del dolor y de un miedo que no ha consentido que la paralice. Hace unas pocas semanas vivió una brutal campaña de acoso, amenazas explícitas y cancelación por participar en el podcast del celebérrimo programa Estirando el chicle, liderado por Carolina Iglesias y Victoria Martín, uno de los más exitosos e influyentes del país. La demostración de fuerza de estas dos humoristas deviene extraordinaria: el 23 de septiembre reunieron a más de 12.000 personas en el Wizink Center de Madrid y a 16.000 por ‘streaming’ en el mayor espectáculo de comedia celebrado jamás en España.

Lo que sería una noticia luminosa para las mujeres que se ríen y las que hacen reír -especialmente después de que el año pasado, el dueño de la Chocita del Loro asegurase que las cómicas “tienen menos nivel que los hombres”- ha acabado empañada por una crisis viral: Sornosa fue acusada de “tránsfoba” por mostrarse crítica con la ideología de género y en las redes cayó la mundial contra ella y contra Iglesias y Martín por haberla invitado a su programa, aunque en esa sesión no se mencionase en absoluto la problemática de la ley Trans.

Sornosa, cuando su madre le pregunta qué ha pasado para que tanta gente ande rabiosa con ella, le contesta, para que se quede tranquila y con su guasa habitual: “Nada, mamá, que soy como J. K. Rowling” -también cancelada por los mismos motivos-. Patricia se ha visto sola, gritando en el desierto, porque sus compañeras no la han apoyado. Carolina Marín llegó a decir que lo sentía mucho por haber cometido un “error”. “¡Me han llamado ‘error’!”, ríe Sornosa, con un poco de amargura de fondo.

Pero ella no se ha disculpado ni piensa hacerlo. Recuerda que de ninguna manera es tránsfoba. Y que una feminista no tiene que pedir perdón por serlo.

La cómica Patricia Sornosa.

La cómica Patricia Sornosa. Iván Navarro.

P.- Has bromeado con que si la orientación sexual se pudiese elegir, preferirías ser lesbiana. Dices que al final hay un conflicto con las mujeres heterosexuales feministas, porque, a pesar de su implicación, siempre acabarán acostándose con un hombre que puede ser un opresor.

R.-(ríe). Yo ahora soy heterosexual no practicante, desde hace años. ¡No consumo! No es que lo haya elegido de forma expresa, no he dicho “no me voy a relacionar sexual o sentimentalmente con hombres”, pero la vida me ha llevado a este lugar. No busco y tampoco encuentro (ríe). Estoy bien así. Durante muchos años de mi vida tenía una necesidad de hombre, pero ahora no la tengo, y esta liberación se ha dado por un montón de cosas que han ido pasando en mi vida. Ya no siento ningún tipo de añoranza.

P.- Se nos ha inculcado también que el éxito pasa por tener una pareja y un hombre que nos “valide”, que nos “dignifique” queriéndonos.

R.- Sin duda. Eso de sentirnos acompañadas o protegidas… todas las películas y todos los libros llevan a eso.

P.- Decías en coña que si las mujeres nos organizásemos para estar dos meses sin practicar sexo oral a los hombres, algo tendríamos ganado. ¿Propones una huelga sexual para que espabilen, como Lisístrata?

R.- No seamos ingenuas: hay cosas que suceden en las relaciones porque los límites que hemos puesto tampoco son firmes, y lo digo por mí la primera. Aunque ahora esté abstinente, cuando he estado en relaciones me he visto ramalazos sumisos. También los veo en muchas otras parejas… ciertas dinámicas… no es que sea culpa de la mujer, nos inducen, desde luego, pero no podemos obviar nuestra parte de responsabilidad. Yo me pongo muy tonta cuando conozco a alguien, y, otras veces, incluso me hago la tonta.

"Soy heterosexual no practicante, ¡no consumo!: me he liberado y ya no necesito estar con ningún hombre"

P.- Eres abolicionista de la prostitución y muy crítica con el porno. ¿Cómo imaginas esa España donde el sexo no sea mercantilizado, es posible en un país como éste?

R.- Mira, cada vez que publico algo sobre esto, noto una reacción muy histérica por parte de los hombres. Ellos prefieren que estos temas queden en el ámbito privado, claro, porque no quieren que cuestiones qué videos se ven y qué prácticas se realizan. No quieren que deslices que eso no es una ficción. Se vuelven locos con el tema, y eso debería hacernos pensar. Sabiendo cómo es el exorcismo veo cómo de grande es el demonio, ¿sabes? Es un problema profundo que tenemos los seres humanos, el de la unión de la violencia con el sexo.

Sornosa.

Sornosa. Iván Navarro.

P.- Lo vemos hasta en los títulos de los vídeos porno. Siempre hay una degradación enorme a las mujeres e insultos tremendos.

R.- Sí. La mayoría de estos vídeos están orientados a la pedofilia, a la infantilización de las mujeres, al abuso intrafamiliar… hay muchos vídeos donde se simula que el padre abusa de la hija mientras está dormida en la siesta, o borracha. O el “me follo a mi madre”. ¿A qué lugar crees que te va a llevar excitarte con estas ideas? Es una perversión increíble. ¿De verdad hace falta seguir creando más porno, seguir grabando…? Ya no digo ni que se quite lo que haya. Hay porno suficiente para que los tíos se masturben durante toda su vida. Pero se sigue haciendo y veo, además de un interés económico, un interés en el abuso por el abuso. Su pequeño egoísmo, su obsesión por el orgasmo, por correrse, sirve de excusa para justificar los abusos más grandes. Les devuelvo la responsabilidad a ellos. Yo también veía porno y dejé de verlo.

P.- La que se está montado simplemente para eyacular, ¿eh?

R.- ¡Sí! Que no me digan esos hombres que quieren a su hija, porque no me lo creo, fíjate. No me creo que quieran a sus hijas si no quieren a las mujeres, si consumen porno que las degrada.

Patricia Sornosa.

Patricia Sornosa. Iván Navarro.

P.- ¿Qué les dirías a las chicas que se hacen llamar “trabajadoras sexuales” y que defienden la prostitución y el porno? Dicen que las van a dejar sin trabajo…

R.- Esa no es mi competencia. Ni siquiera creo que todo se pueda cambiar con una ley, lo fundamental es el cambio de conciencia, la educación. Yo me tomo la tarea de mostrar de la mejor manera que sé, de la menos violenta, la menos traumática y la más cómica, que necesitamos un cambio de perspectiva alrededor del porno.

P.- La edad del primer consumo de porno ha bajado de 11 años a 8.

R.- Sí. Eso genera una huella mental que va a ser muy difícil de superar, porque desde niños relacionan la excitación con la violencia mientras siguen alimentando a los que ganan dinero, a una industria multimillonaria que está a la par del tráfico de drogas y la venta de armas en cuanto a beneficios. ¡Pero la siguen defendiendo, todo por su pajita! Y así ponen en peligro a niños y a mujeres, aunque haya mujeres que también lo defienden. Hay que procurar que baje la demanda. Yo lo regularía, claro, pero es necesario un compromiso como sociedad, porque si no, hecha la ley, hecha la trampa. Las cosas no van a cambiar desde fuera. Para cambiar el mundo primero tienes que cambiarte tú.

P.- ¿Existe el porno feminista?

R.- (Ríe). Es como el monstruo del Lago Ness. Nadie lo ha visto y eso es porque no existe. ¿Qué es el porno feminista? ¿Qué les echan a las chicas en la cara: frase de Simone de Beauvoir? ¿En qué consiste: en los mismos abusos de siempre pero que luego limpien ellos el set? El verdadero porno feminista es gente adulta teniendo sexo con consentimiento con gente adulta. El verdadero porno feminista es el buen sexo consentido.

"El verdadero porno feminista es el buen sexo: gente adulta acostándose con gente adulta que desea"

P.- En uno de tus monólogos hablabas del tiempo que tardaron las mujeres en ingresar en la RAE y señalabas su veto en la entrada, “como en las saunas gays”. También has señalado el machismo de la izquierda. ¿Quedan lugares seguros, si hemos visto la misoginia hasta en el mundo gay y en el progresismo, tan bienintencionados?

R.- En la vida no hay lugares seguros para las mujeres, ni en el mundo gay ni en la izquierda. En estos ambientes yo intento hacer reflexionar a los míos igual que me gusta que me lo hagan a mí. No me enfrento pero digo “observemos este asunto”. Hay mucha apropiación del movimiento feminista, de “hablar en nombre de las mujeres”. Muchos partidos están empeñados en ponerse esa medalla y hay que señalarlo, aunque yo sea una mujer de izquierdas. Los derechos de las mujeres no son una ideología, son un básico. Dicho esto: también hay hombres de izquierdas maravillosos y que respetan a las mujeres, que nos miran en nuestra altura y para los que no somos una categoría.

P.- ¿Cómo has vivido el episodio de acoso y cancelación después de tu programa con Estirando el chicle? ¿Te lo esperabas?

R.- En absoluto. No me lo esperé nunca y tampoco me esperaba que no me defendiesen. Ni me imaginaba tanta saña en redes y en medios de comunicación… a ver, yo ya desde hacía tiempo tuiteaba cosas con un poco de miedo acerca de los roles sexistas y siempre he sido crítica con el género como identidad, que me parece una basura sideral y tengo todo el derecho a expresar lo que pienso. Y lo hacía, ¿eh?, pero con cierto cuidado. No me esperaba que se me malinterpretase tanto y de tal forma de creer que soy tránsfoba. En el programa ni siquiera hablamos de ese tema, fue mi mera presencia lo que desató el odio. Y ha tenido alguna consecuencia en mi trabajo y en otros asuntos, pero en mi salud por suerte no, soy una tipa fuerte y estoy muy bien acompañada.

Sornosa.

Sornosa. Iván Navarro.

P.- ¿Tuviste que recibir ayuda psicológica cuando sucedió?

R.- Afortunadamente no, pero me alejé de las redes, justo me pilló yéndome a un viaje a Tanzania y sólo hablaba con mi familia por las noches, por teléfono. El miedo es increíble, ¿no? Pero he aprendido que lo tienes que atravesar. Eso me interesa. Ya lo he atravesado en otras ocasiones, y cada vez se presenta con un disfraz diferente. Pero el miedo es un mentiroso: las cosas que te dice que te van a pasar y las que tú crees que te van a pasar no son las cosas que te pasan. Me cancelaron algún bolo, pero al final no ha sido tan terrible como sonaba en mi cabeza.

P.- ¿Te has sentido una apestada entre compañeras de profesión?

R.- Pero muchísimo, muchísimo. Me ha gustado verlo, ¿eh? Siempre pienso que es mejor conocer que no conocer, y doy las gracias por haber visto esto. He visto una reacción muy diferente a cuando ha habido polémicas con David Suárez o Ignatius Farray. No soy tonta. Aquí nadie ha hablado de libertad de expresión.

P.- Parece que en este caso ha primado más la cultura de la cancelación que la sororidad.

R.- Totalmente. He recibido rechazo, también mucho silencio por parte de otras compañeras y otras, directamente, me han llamado “error” [en alusión a Carolina Iglesias]. Cuidado, ojo cuidado con eso.

"Mi relación con ‘Estirando el chicle’ está rota. Me he convertido en una apestada por compañeras de profesión”

P.- ¿Has vuelto a hablar con las chicas de Estirando el chicle?

R.- No. A ver si me vuelven a invitar al programa. Estoy deseando ir (ríe). Bueno, al principio hablamos de la “estrategia que yo debería seguir”… pero entendí ese juego y no lo acepté, porque no trabajo para ellas. Creo que les sentó muy mal que hiciese una broma al respecto.

P.- “Mis vecinos tienen un bebé que no para de llorar. Debe de haberles salido queer”.

R.- Eso es. No les gustó nada, me pedieron “perfil bajo”, no sé qué… pero yo cuando algo me molesta me pongo un poco así y salgo por el humor. Estuve días recibiendo barbaridades y amenazas muy explícitas.

P.- ¿Qué sentiste cuando viste que al poco llenaban el Wizink Center mientras tú estabas condenada al ostracismo?

R.- Me alegro de los éxitos de todas las compañeras, de verdad, el éxito de cualquier mujer cómica es éxito para todas las mujeres cómicas. Tengo defectos, pero la envidia no es uno de ellos. Tengo cosas jodidas, mucha mala hostia y lo que quieras, pero esto no. La relación está rota, eso seguro. No les deseo nada malo. Sé que ellas recibieron mucha presión y tuvieron también mucho miedo, y esto es lo que más me interesa ahora: saber cómo podemos hacerle mejor frente al miedo para no acabar haciendo lo que otros quieren, porque esa ha sido siempre la estrategia del patriarcado. ¿Por qué no puedo decir lo que quiero decir? ¿Por qué el deseo de las mujeres no se respeta? ¿Por qué no voy a poder ser crítica con lo que yo quiera o invitar a un programa a quien yo quiera?

Patricia Sornosa.

Patricia Sornosa. Iván Navarro.

P.- ¿Cómo te hubiera gustado que hubieran gestionado ellas esa crisis? ¿Cuál crees que habría sido la solución para minimizar el daño de todas?

R.- Tenían otra manera de hacer las cosas, pero lo que más te frena es tu propio miedo y la presión de los demás. “Te va a pasar esto o lo otro”, y te convierten en una sierva. Ser una mujer libre cosiste en equivocarse también y no andar pidiendo perdón por cualquier nimiedad, porque nosotras no tenemos a hombres encerrados en prostíbulos: eso sí me parece algo como para pedir perdón. Yo hubiera hecho las cosas… como las hice yo. Será que yo tengo unos parámetros que ellas no, porque ellas se midieron por lo económico, y yo no lo tengo tan presente a la hora de analizar el “control de daños”. Yo no soy tránsfoba, porque las mujeres críticas con el género no lo somos.

Yo, de ser ellas, habría dicho “esta tía no es tránsfoba, porque no le ha hecho daño a ninguna persona trans, es una feminista crítica con el género”. Punto. Ahora dicen que las feministas somos como Hitler: es el mismo comportamiento machista de siempre. ¿Cómo es esto? ¿Que dentro del movimiento hay muchas mujeres feministas históricas que se han vuelto nazis? Si te parece que el problema con la ley Trans es esa, es que eres imbécil. Estamos hablando de mujeres que se han jugado la vida por los derechos humanos.

"Nunca he hecho daño a ninguna persona trans, soy una feminista crítica con el género"

P.- ¿Cuál es tu crítica a la ley Trans, que ha entrado esta semana en el Congreso?

R.- Estoy en contra de la ley Trans por muchos motivos, principalmente porque me la he leído. De entrada el título ya mosquea: “Ley para la igualdad efectiva y real de las personas trans”… trans, ¿qué? ¿Transgénero, transexo, transedad, transrracial? ¿Transportistas? (ríe). Estoy absolutamente de acuerdo con que hay que mejorar los derechos de las personas transexuales, pero yo no estoy diciendo eso, estoy señalando la ideología que hay detrás de esta ley, que es pura ideología queer. ¿Por qué lo sé? Porque confunden interesadamente “sexo” y “género”. La mención registral que se cambia es la del sexo, no la del género. ¿Cómo no va a tener implicaciones en el deporte, en la población reclusa, en los hospitales, en el lenguaje…?

P.- Ya no se puede decir en los anuncios de támpax, por ejemplo, que son para mujeres, sino para “personas gestantes”. También se dice que el embarazo está muy “feminizado”. En casos más locos se ha llegado a decir que la palabra “madre” es tránsfoba.

R.- Sí. Es un lenguaje con una ideología detrás. Yo seguiré llamando hombre al hombre y mujer a la mujer, al pan, pan, y al vino, vino. Yo considero que ser mujer u hombre está en relación al cuerpo, aunque ahora si dices eso te acusan de haber salido de la caverna. Pero para mí ser mujer o ser hombre va con eso y no con complementos determinados o estereotipos sexistas. Es ridículo, me parece un pensamiento patético. Ahora si vemos a alguien desnudo tenemos preguntarle cómo se siente para saber si es un hombre o una mujer. ¿Ya no me puedo fiar de mis ojos? Esto no es de lo más grave, pero es significativo: al cambiar tu mención registral en el sexo, no hace falta que te cambies de nombre si no quieres. Ahora te dicen “soy mujer, me llamo Manolo, soy madre...” (risas). Y si un hombre de 52 años, por decirte algo, tiene hijos y se cambia su sexo registral porque se siente mujer, en los documentos oficiales pasa a ser madre.

Patricia Sornosa.

Patricia Sornosa. Iván Navarro.

P.- Has hablado alguna vez de que te preocupa que esta ley afecte a la infancia.

R.- Ahí se ve más evidentemente que nunca que tenemos un problema. No paran de recibir influencias por parte de los medios y de redes sociales, sobre todo TikTok. Mira, yo he tenido problemas con el alcohol y esa no era mi identidad, era una enfermedad en la que yo tenía parte de responsabilidad, sin duda, pero que se me había inoculado con publicidad, con la imagen de que la gente que bebe es guay, con la cosa de que haya cereza en todos los putos sitios… es un ambiente que acaba facilitando que te arruines la vida. Con este tema pasa exactamente lo mismo. Se dirigen a gente joven para decirles que su cuerpo se puede equivocar. ¿Cuánto sufrimiento hace falta para evaluar esto con cordura? Lo tendremos.

"Ahora te dicen ‘soy mujer, me llamo Manolo y soy madre’. La ley Trans es patética"

P.- ¿Qué le dirías a Irene Montero?

R.- Ella es muy lista pero no sabe definir qué es una mujer. ¿Sabes quién lo sabe? El proxeneta rumano que trata de explotarte. Irene Montero no escucha a las feministas, que han intentado muchas veces reunirse con ella. Esta ley no está pensada para que las personas transexuales tengan más garantías, es al revés: sirve para que cualquiera pueda identificarse como mujer, también un abusador o un violador. ¿Eso no va a traer problemas? Ministra, ¿cree usted que institucionalizar la mentira no va a traer problemas? ¿Cree que con el ingrediente base de la mentira se puede construir un buen pastel? Nunca, porque siempre va a ser un pastel de mierda.

Uno no se hace mujer por nombrarse mujer. La historia de las mujeres es la historia de los abusos y la violencia que ejercen hacia ellas, y esta ley sólo da más herramientas para seguir violentándolas. Esta ley no nos protege. Esta ley trans está pensada para que los abusadores puedan abusar y los violadores, violar. Es ultramachista defender que lo que piense un hombre puede estar por encima de los cuerpos de las mujeres y de su seguridad. Esto es sólo machismo clásico.

Sornosa.

Sornosa. Iván Navarro.