22 de Noviembre de 1957
Noticias relacionadas
Esa tarde del 22, en el cuartel de tiradores de Ifni, un policía indígena se empeñaba en ver al capitán Rosaleny.
- El capitán está ocupado. Vente a verle más tarde.
- ¡Es urgente, sargento! Muy urgente.
Aquel sargento con años en África escudriñó de arriba abajo al policía. No le pareció sospechoso. Aunque su cara le sonaba, realmente no lo conocía de nada. No era de su compañía.
- ¿Y de qué le quieres hablar, si se puede saber?
- Lo siento, mi sargento, no se lo puedo decir, pero es muy importante...
El sargento arrugó el bigote y levantó el teléfono.
- Mi capitán aquí hay un policía que dice tener información importante.
Y lo era: el Ejército de Liberación, nombre rimbombante con que se conocía una "escisión temporal" del Ejército Real Marroquí, iba a atacar esa madrugada la capital y las guarniciones españolas en Sidi Ifni.
Iba a empezar una guerra absurda, que nadie podía ganar y que sólo servía para perder sangre y vida.
¿Por qué empezó una guerra así?
Habría que remontarse a un pasado lejano y a otro más reciente. En 1868, tras las victorias de Castillejos (Prim) y de Wad-Rad en Marruecos, el sultán Mohamed IV firmó con O'Donell el tratado de Wad-Rad por el cual, entre otras capitulaciones, se concedía a España los territorios de Sidi Ifni y algo más al sur, también en la costa noroccidental africana, el vasto territorio de Río de Oro, conocido posteriormente como Sáhara español.
El interés de España por ese territorio era doble: por un lado proteger las pesquerías que se habían ido instalando a lo largo del tiempo e impedir que otra potencia colonial ubicase bases en la costa frente a las islas Canarias. La ocupación militar de esos territorios no ocurrió hasta 1934 tras las expediciones del entonces coronel Capaz.
El interés de Marruecos
El 2 de marzo de 1956 Francia concedió la independencia a Marruecos y España estaba políticamente obligada a hacer lo mismo, ya que su acción protectora nacía de un tratado con Francia y no con Marruecos.
Por eso, el 7 de abril de ese mismo año, concedía también la independencia y se retiraba del Protectorado. Mohamed V fue nombrado rey de Marruecos y su hijo Muley Hassan, luego Hassan II, con solo 26 años, jefe del Estado Mayor de las Fuerzas Reales Marroquíes. Su nacionalismo y sus ambiciones expansionistas para "el gran Marruecos" que promulgaba, y que iba desde Toledo a Senegal, pronto se mostraron meridianas.
No todo era estabilidad en el nuevo reino, jamás lo fue en el antiguo sultanato, pero en aquella década no era sólo la sublevación de una cabila, era geoestratégicamente mucho más importante.
El giro de Argelia como aliado soviético, los afanes republicanos de una parte del pueblo marroquí, sumada a la poca "simpatía" que históricamente los rifeños tienen por los marroquíes, necesitaban una respuesta.
El joven Hassan, que acabó convirtiéndose en rey en 1961, parecía tenerla: el Ejército de Liberación Nacional (ELN) iba a aunar las ansias de algunos y paliar los esfuerzos republicanos de otros. Su inspirador, con el beneplácito de Hassan, fue Allal el Fassi (1910-1974), fundador del Istiqlal, un partido dinástico y nacionalista, y quien lanzó, en 1955, la idea del Sáhara marroquí.
El ELN en 1957 llegó a tener 20.000 hombres, bien pertrechados, de ellos 5.000 en las cercanías de Sidi Ifni y cabo Juby. Su principal jefe (kebir) era Ben Brahim. En la zona más al sur el jefe de aquellas mesnadas era Mesfiou Ben Hammú, antiguo suboficial del Ejército francés, del que había desertado, y con experiencia en la II Guerra Mundial e Indochina.
Muchos de sus componentes con experiencias similares eran excelentes soldados. Su táctica era muy sencilla: se trataba de atacar por sorpresa y luego volver rápido al refugio en la frontera con los territorios españoles, donde tenían los campamentos, los depósitos de armas y los víveres.
Madrugada del 23 de noviembre de 1957
Alertado Mariano Gómez Zamalloa y Quirce, el general en jefe del Ejército español en el antiguo protectorado, puso en marcha un plan de defensa. Gómez Zamalloa era un héroe en la Guerra Civil de 1936, en la que había destacado por su valor en la defensa del Pimarrón (Madrid). Era un militar laureado y Medalla Militar Individual, las dos más altas condecoraciones del Ejército español.
Inicialmente los españoles parecían no darse por aludidos de los movimientos marroquíes, incluso se permitió la celebración de la despedida de soltero de un oficial en el Casino de Sidi Ifni, para aparentar normalidad. Las previsiones del ataque eran correctas, pero los recursos eran escasos. En los diversos poblados, los destacamentos o eran mínimos, como para contener un ataque, o escasos para luchar durante un tiempo contra un enemigo superior que podía concentrar sus fuerzas en un lugar determinado.
Los españoles para defender el territorio tenían: la II Bandera de Paracaidistas, que nunca había entrado en combate y que había llegado como refuerzo a los Tabores I, II y IV de Tiradores de Ifni, un grupo de artillería de Montaña; y a una Unidad de Mar. En total 2.700 hombres; de ellos en los puestos del interior, 600.
El ataque contra Sidi Ifni se inició a las 6.30 de la mañana contra los polvorines, los depósitos de combustibles, el aeropuerto y los asentamientos de oficiales europeos. Fueron defendidos por los Tabores de Tiradores y la II Bandera Paracaidista. Una vez rechazados, los atacantes se perdieron en el desierto.
Los destacamentos de los poblados fueron atacados, sitiados o rendidos y surgió el heroísmo español
Nunca hay alegría completa en casa del pobre, como dice el refrán. Los destacamentos de los poblados fueron atacados, sitiados o rendidos. La superioridad numérica, con la deserción en algún caso de tropas indígenas al sentir peligrar su entrada en el paraíso si colaboraban con el infiel, hicieron el resto. Surgió como siempre el heroísmo del soldado español. Las guarniciones de Tiliuin con 43 españoles y 13 indígenas, Tiugsa con 109 españoles y 39 indígenas y Telata, con 101 españoles y 19 indígenas resistieron.
Quedaron sitiados Tiliuin, Telata, El Mesti y Bifurna que finalmente cayó. Los defensores de Tamucha resistieron durante cinco días, retirándose bajo fuego hasta Tigusa una vez muertos sus jefes, el teniente Gonzalo Fernández y el sargento Ros.
En Hameidut, un pelotón de tiradores luchó hasta agotar su munición. Destacó el soldado indígena Muley Ahamed que defendió el pozo de agua potable, en las inmediaciones del puesto, imprescindible para poder resistir. Herido y prisionero, tuvo que curarse sus heridas con agua y vinagre. Sobrevivió y fue ascendido.
En Sidi Ifni no había en ese momento suficientes hombres para emprender las acciones necesarias para recuperar el control de lo que entonces era territorio español... No obstante, la Bandera Paracaidista destacó una sección al mando del teniente Ortiz de Zarate, un militar, hijo de otro militar muerto en combate durante la Guerra Civil. No se sabe si intuyó o no que iba a revivir la gesta paterna, pero es histórico lo que dijo: "¡Entraré en Telata o en el cielo!" Y entró... en el cielo. O al menos eso creen los creyentes y se debe tener respeto a sus creencias. Lo que es seguro es que fue valiente, audaz y que tuvo un comportamiento heroico.
A las 17.30 horas del mismo día 23, una columna con 57 hombres, tres camiones y un coche ambulancia partían para liberar Telata. A bordo de los vehículos, 37 paracaidistas (tres cabos primeros y el teniente), una escuadra de morteros de 50 mm y otra de ametralladoras. Completaban el convoy un capitán médico, un practicante indígena, dos enlaces y cuatro conductores. Iban camino de la muerte, pero eran al fin y al cabo la gloriosa infantería, la que según su himno "los que saben morir saben vencer".
A tres kilómetros del objetivo, el Ejército de Liberación hizo de nuevo su aparición. Los estaban esperando. Más de doscientos hombres se lanzaron contra los paracaidistas a los que ni siquiera les funcionó la radio. En la madrugada del 26, protagonizaron un duro ataque donde perdió la vida Ortiz de Zarate. Un tremendo golpe para la sección, que admiraba el valor de su jefe. Resistieron hasta el día 2 de diciembre cuando fueron rescatados por la 21 compañía de Tiradores de Ifni.
Refuerzos
El 23 de noviembre los refuerzos venían de El Aaiún, la VI bandera de la Legión, y el 27, desde Getafe, donde se estableció un puente aéreo para reforzar a los distintos batallones. Las noticias en la capital no eran nada optimistas: habían caído los puestos de Tabercut, Hameidut, Bifurna, Tamucha, Sidi Borya, Sidi Mohamed ben Daud y Ur-Gug.
El Ejército de Liberación prácticamente controlaba todo el territorio y comenzaba una operación de reconquista y rescate.
El mando militar español empezó a considerar que mantener posiciones alejadas de la capital era una misión imposible. El enemigo atacaba y se desvanecía como el humo. Tras un ataque podía volver a sus bases en suelo marroquí donde se encontraban seguros.
El general Zamalloa no tenía ni fuerzas suficientes ni autorización para cruzar una frontera invisible y así no se podía derrotar al enemigo. No se podía hacer más: el reino de Marruecos era aliado de EEUU, que veía en Argelia un riesgo potencial por sus veleidades comunistas. Francia no estaba por la labor de meterse en nuevos conflictos y a España, para más inri, EEUU le impedía utilizar el material de guerra conseguido tras los acuerdos firmados. Nuestro país, como después de la Guerra Civil, volvía a estar solo.
Alférez Rojas Navarrete
Todavía había tiempo para héroes. El 30 de noviembre llegaban a Sidi Ifni desde Sevilla 716 soldados y oficiales del batallón expedicionario Soria nº 9 al mando del comandante Martín Bailo. Días más tarde, el 7 de diciembre, reciben la orden de reanudar los trabajos de reparación de la carretera que va a Tiugsa, bajo el mando del alférez de la Milicia Universitaria Rojas Navarrete.
Ese mismo día, la sección del alférez Rojas recibe el ataque de más de 300 enemigos. Abren fuego contra los atacantes y el alférez, pistola en mano, dirige la defensa. Una granada de mortero le hiere mortalmente en el vientre, pero él sabe morir con honor y sigue arengando a su tropa hasta que recibe un nuevo impacto. Con él, en ese combate desigual, mueren 22 de sus hombres y quedan heridos 28.
El parte de guerra dice lo siguiente: "Salió en protección de las tropas de ingenieros encargadas de la reparación de la pista que conduce a Tenin, en las proximidades de Tafrut Beni-Aix. Al llegar a la altura de las vanguardias de la legión se adelantó en misión de cobertura, en cuyo momento el enemigo desencadenó un fuerte ataque con gran fuego de fusilería y morteros, destacando por su actuación el gran espíritu y valentía del citado oficial, que a pesar de estar mortalmente herido por una granada de mortero, continuó alentando a su tropa hasta el momento de su muerte". Le fue concedida la medalla al Mérito Militar Individual. En Úbeda, su tierra natal, existe un monumento con su estatua como homenaje.
Las secciones que protegían la retirada a la capital desde los puntos más lejanos fueron constantemente hostigadas, aumentando la cuenta de muertos y heridos de la operación. En la tarde del 9 de diciembre fueron llegando las columnas a Sidi Ifni, tras una larga marcha. La entrada en la capital se hizo en el más estricto silencio. Era el respeto a sus muertos los que con valor había dado su vida en lo mejor de su juventud.
Defender Sidi Ifni
Con las últimas evacuaciones, el Alto Mando dio orden de establecer un perímetro defensivo en torno a la capital, que asegurase al menos la posesión de territorio en manos españolas. Se había perdido el control de casi todo el territorio, pero con las fuerzas disponibles y al no poder atacar las bases de suministro enemigas era lo único razonable que se podía hacer. Mientras, la Armada iba a realizar una operación que para unos era una demostración de fuerza y para otros, además, un "farol".
El 7 de diciembre la flota española de maniobra compuesta entre otros por los cruceros Canarias y Méndez Núñez y los destructores José Luis Díez, Escaño, Gravina y almirante Miranda se situaron frente al puerto de Agadir. Se tocó zafarrancho de combate con todos los cañones apuntando a la población y el Canarias entró en la rada portuaria, iniciando un movimiento de puntería con toda su artillería.
La infantería marroquí tomó posiciones de defensa ante lo que presumían un desembarco inminente. En una nueva pasada, el Canarias invirtió su rumbo, "fuese y no pasó nada", aunque quizás sí pasó: los marroquíes habían recibido un mensaje muy claro. ¿Farol o demostración de fuerza? En la lectura de los hechos posteriores está la contestación: solo fue un farol.
Mientras en la capital se recibían nuevos refuerzos peninsulares que permitirían a Zamalloa tomar la iniciativa. La primera operación, el 31 de enero de 1958, fue llevada a cabo por legionarios, paracaidistas y fuerzas peninsulares expedicionarias. Tenían como objetivo Alat Ida Suggun para descongestionar el cerco con el que el ELN tenía sometida a la capital.
La operación se realizó contra otro enemigo, no nuevo, pero sí inoportuno, el siroco, que impidió a los paracaidistas saltar. No obstante, consiguieron hacerse fuertes en ese lugar y el 10 de febrero, se amplió el control de mayor extensión del territorio hasta la antigua posición de Arba de Mesti. Fue una operación de castigo donde se destruyó material enemigo y 180 vidas marroquíes.
Fin de la campaña
Con esta última operación, el 20 de febrero se puso fin a la campaña. Zamalloa disponía ahora de más medios materiales y el apoyo eficaz de aviación y la marina, pero penetrar en territorio marroquí y destruir las bases de apoyo del ELN no le estaba permitido.
El Acuerdo de Angra de Cintra de 1958, entre España y Marruecos, confirmó la presencia española en Sidi Ifni
La actividad bélica decayó tras esa fecha. España dio por bueno el control de solo una parte del territorio de Sidi Ifni, el amplio perímetro defensivo que aseguraba a la capital, y terminar esa guerra, que no su lucha contra el ELN. Ésta continuó con igual o peor virulencia en el Sáhara español. Pero eso, siendo la misma historia, es otra historia.
A España le costó esta guerra 83 muertos (11 oficiales o suboficiales y 72 de tropa), 251 heridos (33 oficiales o suboficiales y 218 de tropa) y dos soldados desaparecidos. En todo el conflicto del Sáhara se llegó a los 300 españoles fallecidos. Sangre tan heroica como inútilmente derramada y por desgracia olvidada por quienes deberían recordar a aquellos hombres que defendiendo su patria, era su deber, dieron lo más importante por ella: la vida.
El Acuerdo de Angra de Cintra (Portugal) de 1 de abril de 1958, entre España y Marruecos, confirmó la presencia española en Sidi Ifni. Marruecos recibió la zona comprendida entre cabo Juby, en la desembocadura del río Draa, y el paralelo 40º 27', que no había sido cedido ni por España ni por Francia, tras la independencia del reino alauita. Sidi Ifni quedó separada por esa franja de territorio del entonces Sáhara español.
Once años después, el 30 de junio de 1969, se arrió la bandera española en Sidi Ifni, también llamada Santa Cruz de la Mar Pequeña. Ya sólo quedaban seis años y cinco meses para la Marcha Verde, con la invasión marroquí del Sáhara, la 53 provincia española.
'Margarita se llama...'
*José María García Páez ha publicado en Éride Editorial el libro Margarita se llama mi amor... La guerra de Sidi Ifni. Una tragedia desconocida. Se trata de una novela sobre las aventuras de unos soldados de la Milicia Universitaria que lucharon en la antigua colonia española. García Páez tiene también otras obras como ¿Quién asesinó al teniente Castillo? o De raíz amarga.