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"Duerme con tu enemigo y no con tu vecino", dice un refrán tan cenizo como Chesterton cuando escribió que "a los amigos los elegimos nosotros y a los vecinos no". Que la vecindad es fuente de conflictos lo saben bien franceses y alemanes, que llenaron los ríos de sangre. Aunque el Ebro guarde silencio al bajar por el Pilar, el ruido y la furia definen las relaciones catalanoaragonesas.
Tras Zaragoza, Barcelona es la segunda ciudad con más aragoneses: más de medio millón emigraron a Cataluña entre 1880 y 1980. Por entonces, como cantaba Labordeta, había "tierras al Este donde se trabaja y pagan. Hacia el Oeste el Moncayo, como un Dios que ya no ampara". Una canción sobre el vacío humano que dejaba la emigración masiva a Cataluña.
La memoria de lo que fue el Aragón ahora vacío reside en buena parte en los miles de aragoneses e hijos y nietos de aragoneses residentes en Cataluña.
La interdependencia económica entre los dos territorios se remonta a los orígenes de la industria textil en la Edad Media y al comercio fluvial a través del Ebro. Desde entonces, no han parado de crecer los intereses económicos comunes, la magnitud de las inversiones y del comercio, así como la extensa y tupida red de relaciones familiares y amistosas.
Está, además, la lengua hablada en algunas zonas de la Comunidad de Aragón que, sin embargo, es otro de los motivos de discordia porque la mayoría de sus hablantes ni la llaman catalá ni creen que sea catalana.
Es larga la lista de agravios entre ambos territorios y corta la química entre sus Gobiernos, que ahora andan a la greña por el protagonismo en los Juegos Olímpicos de Invierno de 2030, una gresca que perjudica el éxito de la candidatura.
1. La silla vacía
El 1 de abril se celebra en casi todo el mundo el April Fools' Day (o Poisson d'avril o Pesce d'aprile): el día de las bromas, que en España celebramos el 28 de diciembre. Pero el pasado 1 de abril fue día de inocentadas en el Comité Olímpico Español (COE).
A las 12 de la mañana, en una pequeña mesa redonda se habían dispuesto cuatro sillas, cuatro botellas de agua, cuatro vasos y cuatro carpetas con folios. Sólo se ocuparon tres. La cuarta, reservada para el representante del Gobierno de Aragón, quedó vacía.
No hubo, pues, foto de familia, que habría llevado a Lausana —sede del Comité Olímpico Internacional (COI)— la imagen de la unión de la candidatura española para los Juegos Olímpicos de Invierno de 2030.
Aragón y Cataluña fueron incapaces de ponerse de acuerdo ni siquiera antes de empezar a andar. El futuro de la candidatura depende del acuerdo entre dos Ejecutivos que se observan con desconfianza y muestras de mutuo hartazgo. Nadie se fía de nadie.
Una de las cuestiones que más irrita al presidente aragonés Javier Lambán es la etiqueta excluyente "Pirineus-Barcelona" que usa la Generalitat. Cuando, en julio de 2021, el presidente catalán Pere Aragonès usó esa nomenclatura en una carta al COI, Lambán receló de que fuera a ningunearlo.
Fue el primer bache. El presidente de Aragón tildó entonces a la Generalitat de "desleal" y reivindicó una candidatura en pie de igualdad, o sea al 50%, algo que el Gobierno catalán rechazó de nuevo el pasado mes de enero alegando que el proyecto nació en Cataluña y cuenta con el aval del COI desde 2018, antes de la entrada en escena de Aragón. Conque, a finales de enero, Lambán plantó a Aragonès pocas horas antes del encuentro previsto en Balaguer (Lérida).
2. El reparto como problema
Con la cuarta silla vacía, en la reunión del 1 de abril se adoptó el llamado Acuerdo Técnico de reparto de sedes. En Cataluña se organizaría el esquí alpino (La Molina-Masella), el snowboard, el freestyle, el esquí artístico (Baqueira Beret), el esquí de montaña (Boí Taüll) y el hockey sobre hielo (Palau Sant Jordi de Barcelona).
Aragón acogería el biatlón y el esquí de fondo, con Zaragoza como sede del patinaje artístico y de velocidad en pista larga y corta, mientras Jaca acogería el curling.
Fuera de España, en un lugar aún por determinar (tal vez los Alpes o el sur de Francia), se celebrarían las pruebas de saltos de esquí, combinada nórdica, bobsleigh, skeleton y luge.
Según un comunicado emitido por el COE, el Gobierno de Aragón no ha asumido la decisión del Comité Técnico. Lambán pretende que en Aragón haya también esquí alpino. ¿O es que acaso Cerler, Formigal, Candanchú, Astún o Panticosa tienen algo que envidiar a las pistas catalanas?
Los responsables del COI, que elegirán la sede en el primer trimestre de 2023, visitarán en mayo las instalaciones propuestas por los aspirantes. La favorita parece la ciudad japonesa de Sapporo, que ya organizó hace 50 años unos Juegos de Invierno en los que Paquito Fernández Ochoa ingresó con página propia en la Historia sentimental de España al ganar el oro en eslalon.
En el COE confían en el hecho de que Pirineos, una gran cordillera, nunca ha acogido unos Juegos. Y en que nuestra fuerza es la unión que crea el deporte. Visto lo visto, este alegato parece un chiste malo. Tan malo como el del aragonés que puede meter seis elefantes en un 600: "Si le dicen a un aragonés que algo es imposible lo intenta y, muy frecuentemente, lo consigue". Pero es mucho más fácil cargarse la candidatura olímpica y conseguir que los huesos de Fernández Ochoa se remueven en su tumba.
Debería andarse con mucho cuidado Aragonès con su homólogo aragonés. La frase de la película Nobleza baturra -"chufla, chufla, que como no te apartes tú"- pasa por quintaesenciar la idiosincrasia baturra.
En la película de Florián Rey, uno de los mayores éxitos del cine durante la II República, Miguel Ligero, volviendo de Zaragoza con su burro por la vía del tren, se topa con el convoy y, cuando le pita, le suelta la frase para que se aparte el tren porque él no se piensa mover.
3. Sijena y la Dios es Cristo
Si la candidatura española ha empezado con mal pie es porque aún resuenan los agravios pasados y las desavenencias entre ambas regiones. La relación con la Generalitat es "imposible de calificar como buena por la soberbia con que Cataluña trata a Aragón", ha dicho Lambán en más de una ocasión.
En Aragón se han vivido como ultrajes los intentos de incluir sus comarcas orientales en la nación catalana, la construcción de embalses para generación hidroeléctrica destinada a Cataluña o, remontándose a la Historia, la negativa del Principado de Cataluña a ceder un puerto marítimo a Aragón.
Aún se recuerda el contencioso sobre la propiedad de más de un centenar de obras de arte religioso procedentes de las parroquias aragonesas que en 1995 se segregaron de la diócesis de Lleida provocando un vergonzoso enfrentamiento institucional.
De estilo románico de transición, el Real Monasterio de Santa María de Sijena (Huesca) fue fundado en 1188 por Doña Sancha de Castilla, esposa del monarca aragonés Alfonso II el Casto. En pleno desierto de Los Monegros, este enorme cenobio femenino sirvió de depósito de una parte del tesoro real y como archivo en la Edad Media.
Entre 1983 y 1994 la Orden de San Juan de Jerusalén vendió a la Generalitat de Cataluña bienes de gran valor artístico sin el permiso de las autoridades aragonesas de Patrimonio. El conflicto entre las administraciones de ambas Comunidades estalló poco después de que el Vaticano diera luz verde, en 1995, a la segregación de 111 parroquias de la franja oriental de Aragón que durante varios siglos habían pertenecido a la diócesis de Lérida.
Cuando, en febrero de 1997, se descubrió la venta se montó la de Dios es Cristo porque se había realizado sin permiso del Gobierno aragonés. Tras un largo litigio, en noviembre de 2017, la disputa se resolvió por orden del ministro de Educación, Cultura y Deporte, Íñigo Méndez de Vigo, que tras la aplicación del artículo 155 en Cataluña era también responsable de la Consejería de Cultura de la Generalitat.
En cumplimiento de una orden judicial las obras se trasladaron de Lérida a Sijena. Un grupo de independentistas catalanes, con picos máximos de hasta 300 personas, se agolpó a la entrada del museo de Lérida para abortar la salida de los vehículos que iban a llevar las obras a Sijena.
Los vecinos de Villanueva de Sijena recibieron los bienes entre vítores. Hoy se encuentran expuestas en los dormitorios del monasterio y pueden visitarse muy cerca de la casa natal del científico heterodoxo Miguel Servet.
4. Los códices invisibles
El presidente de Aragón, Javier Lambán, editó —bajo el formato de un librito de tapas doradas con el escudo de Aragón— tres mil ejemplares de un calendario para felicitar el año 2000. Evocaba hechos históricos que, según defendía, han sido manipulados en los últimos años. Una copia se la mandó al entonces president Quim Torra.
"No es admisible —escribió Lambán— que se deforme la Historia, máxime cuando el fin último es legitimar un nacionalismo que ha adquirido matices agresivos".
La referencia correspondiente al mes de enero se refería al Archivo General de la Corona de Aragón, que se encuentra en Barcelona y es uno de los archivos generales (junto con los de Indias y Simancas). Durante siglos fue el de la cancillería del rey de Aragón y pertenecía al soberano de la Corona.
El primer testimonio de la existencia de un archivo de la cancillería del rey de Aragón data de 1255, que documenta un archivo real ubicado en el Monasterio de Sijena. En 1307, fue trasladado al Hospital de San Juan de Jerusalén de Barcelona y diez años después se instaló en el Palacio del Lloctinent. Desde 1993, el Archivo tiene sede en un nuevo edificio en el número 77 del Carrer dels Almogàvers de Barcelona.
Para discernir si los documentos pertenecen a Cataluña o a Aragón, haría falta el buen juicio del rey Salomón. El problema para delimitar la titularidad es que los más antiguos no tienen asiento en códices diferentes para los distintos territorios patrimoniales del rey, sino que se ordenan cronológicamente en un mismo códice.
El Archivo de la Corona de Aragón, por contener las series completas de la cancillería real, no sólo tiene documentación propia de los condes de Barcelona y del Principado de Cataluña, sino muchos documentos relativos al conjunto de la Corona.
Con el pretexto de reorganizar el Archivo General de la Corona de Aragón, el archivero decimonónico Prosper Bofarull manipuló algunos manuscritos para favorecer el nacionalismo catalán. En la España del XIX, siguiendo el exitoso modelo del Risorgimento italiano se produjeron una serie de "Renacimientos" (Renaixença catalana, Rexurdimento gallego), cuya orientación principal consistió en relanzar los mitos medievales. Como si vivir fuera ver volver.
La Renaixença catalana acabaría fabricando los ladrillos para las construcciones nacionalistas. Hubo una idealización de la Edad Media catalana como una época heroica, gloriosa y de independencia de Aragón en la que los catalanes ataban los perros con longanizas bajo el sol esplendente de una libertad luego perdida. Cuentos y leyendas contadas al amor de la lumbre con la pretensión de convertirse en Historia.
Ahora, el Archivo de la Corona de Aragón tiene como titular al Ministerio de Cultura y Deporte y está regido por un Patronato al que pertenecen los presidentes de Cataluña, Aragón, Comunidad Valenciana, y Baleares. Pero en Aragón no se entiende que la Historia de Aragón no se custodie en Aragón. El pasado noviembre, Lambán dijo en sus Cortes que "el Archivo es símbolo de la negligencia del Estado español en su política con Cataluña en los últimos años".
5. La lengua bífida
El debate de las lenguas que se hablan en Aragón se ha enquistado. Lejos de una solución científica y política, el lío sobre lo que se habla en las comarcas aragonesas que lindan con Cataluña es eterno: ¿es una variedad del catalán o un dialecto aragonés? Según a quien se le pregunte, como si fuera bífida.
En el Aragón oriental, donde se hablan distintas modalidades lingüísticas, la mayoría de los hablantes rechazan el nombre de "catalán". Carlos Trullén, portavoz de Educación, Cultura y Deporte de Ciudadanos en las Cortes de Aragón, asegura que ese rechazo "se ve incrementado ante los frecuentes ataques del pancatalanismo que campa a sus anchas en nuestra comunidad vecina".
Donde los catalanistas dicen catalá, la mayoría de sus vecinos dice que las variedades lingüísticas habladas en la Franja de Aragón son el aragonés oriental o chapurreau, chapurriau, chapurreat o chapurreado. En las comarcas de la Ribagorza, la Litera, Bajo Cinca, Bajo Aragón-Caspe y Matarraña, las hablan la mitad de la población. Los hablantes han disminuido con los años, debido principalmente a la emigración de los locales y la llegada de inmigrantes.
La reciente creación del Institut Aragonès del Català, como un órgano que se enmarca en la Academia de la Lengua Aragonesa, ha reabierto el conflicto lingüístico. El Partido Aragonés (PAR), socio principal del cuatripartito de Gobierno de Lambán, tilda al órgano lingüístico de ilegal y exige su supresión por alentar las tesis del nacionalismo catalán.
Su secretario general, Alberto Izquierdo, cree que "está muy claro que el chapurriau es la lengua que se habla aquí y que una mayoría inmensa de la gente defiende eso. El catalán es otra lengua, de otro sitio".
6. Palos de gules sobre oro
Los cuatro palos rojos sobre fondo de oro es el Señal Real de Aragón. Se tiene noticia del distintivo desde los inicios de la heráldica en el siglo XII y, por lo tanto, se considera uno de los emblemas más antiguos. Su origen alimenta la controversia entre catalanes y aragoneses. Algunos historiadores lo atribuyen al linaje de Aragón; otros a la Casa de Barcelona.
En 1982, el hallazgo en la catedral de Gerona de un emblema de barras rojas sobre dorado en el sarcófago de Ramón Berenguer II (1053-1082), llamado Cabeza de Estopa por su espesa cabellera color membrillo, hizo salivar al nacionalismo catalán, que creyó tener la prueba de que el Señal Real estuvo asociado desde su origen a los condes de Barcelona. La decoración exterior del sarcófago, en buen estado de conservación, era efectivamente una sucesión de barras rojigualdas, identificadas con las armas tradicionales de la corona de Aragón.
Según unos, el primitivo sarcófago confirmaba el origen catalán del escudo de armas —que es el emblema oficial de las comunidades autónomas de Aragón, Baleares, Cataluña y Valencia— y demostraba que el linaje condal de Barcelona tenía como distintivo palos de oro y gules ya antes de la unión del condado de Barcelona al reino de Aragón.
Según otros, esa decoración heráldica en el ataúd de Cabeza de Estopa no era original sino un añadido de 1385, cuando Pedro IV de Aragón ordenó el traslado de los restos a la catedral de Gerona. La verdad es que no parece posible que, en su emplazamiento original, a la intemperie, se conservara la pintura durante tres siglos.
Lo cierto es que las primeras manifestaciones aparecen en los siete sellos de Ramón Berenguer IV, conde de Barcelona y príncipe de Aragón, que datan, más o menos, del año 1150. O sea, del momento de la unión dinástica de la casa real aragonesa y la condal barcelonesa.
Ramón Berenguer IV (1131-1162), se casó con Petronila de Aragón, hija del rey Ramiro II, lo que supuso la unión dinástica del condado de Barcelona y del Reino de Aragón, por lo que con el tiempo el territorio común sería denominado Corona de Aragón.
En 1982 el nacionalismo catalán creyó tener pruebas de que el Señal Real estuvo asociado a los condes de Barcelona
Según lo acordado en los Capítulos matrimoniales de Barbastro, en 1137, Ramón Berenguer pasó a ser el princeps de Aragón, ya que el rey aragonés Ramiro le hizo donación de su hija y de su reino para que la tuviera a ella y al reino en dominio, "salva la fidelidad a mí y a mi hija", y se retiró a la vida monástica.
Su nieto Alfonso II (hijo de Petronila y de Ramón Berenguer IV y primer soberano del Reino de Aragón y de los condados barceloneses) inauguró este símbolo en su escudo, bandera, indumentaria y arreos del caballo. Total, que difícilmente pudo lucir Cabeza de Estopa el emblema de los cuatro palos de gules sobre oro. Además, la heráldica no apareció en Europa hasta finales del segundo cuarto del siglo XII.
7. La Historia escindida
En 1365, Pedro IV el Ceremonioso (1336-1387) creó la Diputación General de Cataluña o Generalidad de Cataluña. Su hijo Martín I el Humano, rey de Aragón, Valencia, Mallorca, Cerdeña y Sicilia, y conde de Barcelona, fue el último de una dinastía fundada cinco siglos antes por Wifredo el Velloso.
El nuevo monarca parecía tener asegurada la continuidad de la estirpe en su primogénito Martín el Joven. Aunque las crónicas describen al príncipe como un chaval sano, valeroso y de grandes aptitudes, no pudo con la malaria, que lo mató en 1409. El rey se afanó en engendrar otro heredero y se casó con Margarita de Prades, de una rama secundaria de la Casa de Barcelona, pero esa unión no dio frutos.
El 31 de mayo de 1410 moría Martín I el Humano. La Corona de Aragón, sin titular y a la greña, se abismó en la inestabilidad. El papa Luna y el dominico Vicente Ferrer reunieron en Caspe a nueve compromisarios que representaban a Cataluña, Aragón y Valencia e impusieron al castellano Fernando de Antequera. Hijo de Juan I de Castilla y de Leonor de Aragón, sus derechos derivaban de ser nieto de Pedro IV y sobrino de Martín I el Humano.
La casualidad sobrevuela la Historia como los pájaros sobre sus nidos. Gracias a una ristra de azares, y contra todo pronóstico, los castellanos Trastámara se convertían en los nuevos reyes de Aragón. Y, por lo tanto, en señores de Cataluña.
La nueva idea de "España" no era la misma entre los habitantes de los diferentes reinos. Para Castilla, España era la expansión del poder castellano en todos sus dominios. Para los territorios de la corona aragonesa, España era la geografía, la idea de un territorio donde convivían los diferentes pueblos peninsulares. La idea castellana de España provocaba malestar en los territorios de la corona aragonesa. Sobre todo, en Cataluña.
La negación de las identidades nacionales y la progresiva marginación política de sus territorios dentro de la construcción del nuevo Estado hegemonizado por Castilla no acabó ni de lejos con los fuertes sentimientos nacionales. Tampoco lo logró el centralismo jacobino que impuso Felipe V, cuyos decretos de Nueva Planta abolían las leyes e instituciones propias.
Y de aquellos polvos, estos lodos. Y estas rencillas entre los unionistas aragoneses y los separatistas catalanes.
Socios a pesar de todo
Una encuesta de noviembre de 2019 del Centro de Estudios de Opinión de la Generalitat de Catalunya aborda la opinión de los españoles de las distintas comunidades autónomas hacia el resto. En general, todos tienen buena opinión de todos.
Los peor valorados son los catalanes, que obtienen un 5,98 sobre 10. Las notas que otorga el resto de los españoles a Cataluña oscilan entre el 4,6 asturiano y el 5,1 extremeño. Aragón le da más de un 6. Cataluña tiene parecido afecto a su vecino. Según Jesús Félez, presidente de la Casa de Aragón en Barcelona: "A la mayoría de los catalanes les caemos bien, aunque entre los más mayores pervive el estereotipo de que somos unos cabezones".
El flujo comercial entre Aragón (1.321.000 habitantes) y Cataluña (7.566.000 habitantes) es de los más intensos del país. Según la base de datos de las Cámaras de Comercio, Cataluña vende bienes y servicios en Aragón por valor de más 11.600 millones de euros. El doble que a Alemania (5.530 millones) y más que a toda Francia (10.430 millones).
Aragón hace lo propio en dirección contraria, con un volumen de ventas en tierras catalanas que asciende a 5.224 millones, según los datos oficiales de la CEOE de Aragón. Ninguna autonomía española compra tanto en otra como la aragonesa en la catalana.
Los porcentajes de la balanza comercial por sectores evidencian todavía más la mutua dependencia: a finales del siglo XX, entre el 61% y el 69% de la exportación agroalimentaria aragonesa se vendía en Cataluña, además del 49% de la producción metalúrgica, el 51% de la maquinaria y el 56% del material de transporte. De las importaciones aragonesas, el 63% de los alimentos procedía de Cataluña.
Es habitual que los vecinos viajen al municipio más cercano donde hay algún servicio que no encuentran en el suyo, hijos que se mueven de pueblo si en el suyo no está la rama de bachillerato que quieren estudiar, empresas que viven a caballo entre comunidades o ganaderos que pastan sus reses sin reparar si están en el lado catalán o aragonés.
Las principales organizaciones empresariales de Aragón y Cataluña apoyan la candidatura olímpica, que aportaría a ambos territorios una inyección millonaria en turismo, inversiones e infraestructuras. El eslabón más débil para sacar adelante la candidatura es la desavenencia entre ambos Gobiernos.