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No hubo un discurso concreto ni un acto de esos que se desarrollan entre pompa litúrgica. No hubo ritual alguno. Fue, más bien, el pasar de época, de infante a heredero directo, como en una especie de bar mitzvah regio. En 1998 Felipe VI, entonces Príncipe de Asturias, cumplió 30 años. Ya había terminado sus estudios por aquí y por allí, comenzaba a acudir a actos oficiales en representación de la Corona, consolidó definitivamente su imagen como futuro rey… Y empezó a cobrar por ello.
Esta semana se ha producido algo sin duda histórico. Felipe VI ha hecho público por primera vez en la Familia Real española su patrimonio, el cual asciende a 2,6 millones de euros descontados ya los impuestos pagados. Esta cifra le viene de los últimos 25 años en los que ha cobrado un total de 4,3 millones de euros brutos desde que cumplió esos 30 años en los que empezó a percibir oficialmente una retribución.
Si bien se trata de un movimiento en aras de la transparencia −para "renovar la Monarquía para un tiempo nuevo", se lee en el comunicado oficial hecho público por Zarzuela el pasado lunes 25 de abril−, lo cierto es que sigue siendo un dato muy escueto que, aunque se celebra conocerlo por fin, también plantea nuevas preguntas por el camino. Con el objetivo de arrojar luz sobre el asunto, EL ESPAÑOL | Porfolio le ha hecho la Declaración de la Renta y de bienes a Felipe VI y lo ha analizado con expertos fiscales y en la Ley de Transparencia para averiguar realmente qué tenemos entre manos; no sólo qué ha querido decir el Rey a los españoles, sino qué ha revelado en realidad a la ciudadanía.
Una de las primeras conclusiones es que Felipe VI ha tenido una cuota de IRPF muy elevada a lo largo de estos años −en torno al 39% en 2021−, lo que hace que su patrimonio actual sea prácticamente el neto de lo que ha cobrado desde 1998. Poniéndolo de una forma más sencilla; sorprendentemente, el monarca ha sido capaz de ahorrar casi todo su sueldo. Nada que ver con la situación del resto de los españoles que, se estima, ahorran en torno al 9% de su salario anual.
¿Quiere decir esto que desde 1998 hasta 2022 no ha gastado ni un euro para vivir, comer, pagar el colegio de sus hijas, hacer algún regalo a Letizia...? No. Quiere decir que ese dinero que declara seguramente no está muerto de risa en una cuenta corriente, sino que tiene inversiones financieras, acciones, y demás, que le permiten obtener una rentabilidad. Pero lo que el comunicado de Zarzuela no aclara es dónde invierte el Rey su dinero y qué rentabilidad le ha podido sacar.
Por otro lado, el Real Decreto que se ha aprobado esta semana y que reforma algunos aspectos de la Casa Real subraya, de manera innecesaria para los expertos, la inviolabilidad del Rey. Es decir, la nueva norma aboga por fiscalizar las cuentas de la Casa Real, pero deja clarísimo que todo se tiene que hacer de acuerdo con el artículo 56 de la Constitución; ello significa que si se encuentra alguna irregularidad, el Rey no cargará con ninguna culpa procesable. Es llamativo, porque no hacía falta esa referencia expresa ya que la Carta Magna es de rango superior y en ningún momento se podría contradecir.
"Vemos con buenos ojos el hecho de que haya dado un paso más hacia la transparencia. Sin embargo, consideramos que no debería ser algo tan extraordinario y que ese tipo de declaraciones se deberían convertir en algo habitual", asegura Patricia González, investigadora legal de Access Info, una plataforma que trabaja por el acceso a la información en Europa y que actualmente está sentada con el Gobierno español para la elaboración de un nuevo borrador de la Ley de Transparencia.
"Es un paso más hacia la transparencia, pero no debería ser algo tan extraordinario, sino habitual"
"Otro apunte es que la información aportada es mínima y se habría agradecido un mayor desglose, como hacen otros altos cargos. También que se hubiera incluido el patrimonio de toda la Familia Real", añade Carlos Cruzado, presidente de Gestha, el sindicato de técnicos del Ministerio de Hacienda, en una clara referencia a la reina Letizia.
Así es su Declaración
Carlos Cruzado, en calidad de experto, ha ayudado a esta revista a hacer la declaración del Impuesto sobre la Renta de las Personas Físicas de Felipe VI con los escasos datos que están disponibles. En ese sentido, hay que remarcar que en 2021 cobró 258.927 euros de salario; que está casado, pero que el matrimonio Borbón-Ortiz hará la declaración seguramente por separado. En su caso, les favorecería.
Felipe VI no tiene inmuebles de su propiedad, según afirmó Casa Real (es de los pocos monarcas europeos, si no el único, que no tiene ningún tipo de casa o palacio a su nombre), y la reina Letizia tampoco tiene inmueble alguno, según ha podido comprobar EL ESPAÑOL | Porfolio a través del Registro de la Propiedad, lo que significa que se ha deshecho de un modesto piso que tenía en Madrid.
Como bien es sabido, el Rey tiene dos hijas, las infantas Leonor y Sofía. Pero ellas no cobran aún, y es de suponer que carecen de inversiones a su nombre por razones de edad, por lo que en la adecuación del impuesto a las circunstancias personales, que figura en la Declaración, el mínimo personal y familiar sale a 8.100 euros.
Otro de los aspectos llamativos es el de la Seguridad Social. Felipe VI, al igual que los demás miembros de la Familia Real, está en un estatus especial y no es ni trabajador por cuenta propia ni trabajador por cuenta ajena. Su asignación sólo está sujeta al IRPF y no cotiza a la Seguridad Social. Así, al rellenar su Declaración de la Renta, habría que poner un cero en esa casilla, lo que acabará significando además que, como su padre el rey Juan Carlos I, Felipe VI nunca tendrá derecho a cobrar una pensión por su jubilación.
En esa dirección, habría que rellenar cero euros en el apartado de reducciones por aportaciones y contribuciones a sistemas de previsión social. Además, al ser residente en la Comunidad de Madrid, no pagaría impuestos de patrimonio. Al tener un patrimonio por encima de los 2 millones de euros −en su caso es de 2.573.392,8 euros−, sí que debe presentar formalmente su declaración del impuesto, aunque no hay que abonar ninguna cantidad.
En el comunicado difundido por la Casa del Rey se especifica que para la elaboración de las declaraciones, el Rey es asistido por los servicios competentes de la Delegación Especial de Madrid de la Agencia Estatal de Administración Tributaria. Aunque de nombre rimbombante, de especial tiene poco y es a la que acude cualquiera que necesite ayuda para hacer la Declaración, aunque es difícil de imaginar que, como el resto de ciudadanos, Felipe VI vaya con cita previa.
Con toda esta información disponible, el técnico Carlos Cruzado calcula que Felipe VI pagaría en 2021 aproximadamente 100.650,66 euros de cuota, resultado de aplicar aproximadamente el 39% de IRPF a los ingresos brutos de 2021, que fueron 258.927 euros. Sin embargo, hay un obstáculo que impide saber a ciencia cierta detalles muy importantes: se desconocen sus inversiones financieras.
¿Dónde tiene acciones?
Aunque muchos se han apresurado a decir que Felipe VI tiene 2,6 millones en cuentas corrientes, lo cierto es que no es así. Dentro del escaso desglose que ha tenido a bien facilitar Casa Real sobre el patrimonio del Rey, se explica que esa cantidad está dividida entre 305.450 euros en objetos de arte, joyas, etcétera, y 2.267.942,8 euros en "cuenta corriente o de ahorro y valores representativos de la participación en fondos propios de cualquier entidad".
¿Qué puede deducirse de esto último? Que el Rey no tendrá esa alta suma de dinero en el banco, con ganancias cero. Nadie con un patrimonio así lo tiene paralizado. En cambio, lo más probable (y lo que el comunicado invita a pensar) es que una pequeña parte esté en una cuenta corriente, pero todo lo restante sean acciones y demás inversiones financieras. Lo que no se sabe es dónde tiene ese dinero invertido ni cómo.
"La información aportada es mínima y se habría agradecido un mayor desglose, como hacen otros altos cargos"
El nuevo Real Decreto establece que los altos cargos de la Casa Real van a tener que presentar una declaración de patrimonio similar a la que ya presentan los demás altos cargos del Estado. En ella se desglosan los bienes inmuebles y los depósitos en cuentas corrientes, pero también otros bienes, el pasivo y las acciones y participaciones en empresas (aunque no se dice en qué empresas). Además, firman una declaración de Conflicto de Intereses. Así, cargos como el jefe de la Casa del Rey, Jaime Alfonsín, tendrán que dar cuenta de su patrimonio con desgloses, como lo hace ahora por ejemplo Pedro Sánchez, pero Felipe VI seguirá exento de este trámite.
Esta falta de información clave trae problemas a la hora de intentar complementar la Declaración de la Renta del monarca, ya que se desconocen factores claves como las ganancias y pérdidas patrimoniales o los rendimientos de capital mobiliario. Así es difícil saber si, en definitiva, a Felipe VI le va a salir a devolver o no.
Otro de los problemas derivados de desconocer sus inversiones financieras −que, recordemos, deben de ser grandes− es que se escapa al control del conflicto de intereses, algo a lo que todos los altos cargos están sometidos. Lógicamente, Hacienda tiene esta información en la Declaración de la Renta del Rey, pero, en este caso, otros órganos de control interno, como el Tribunal de Cuentas, no la tienen.
Recuérdese que el Rey muchas veces viaja en representación de las empresas españolas y las ayuda a hacer negocios. Ciertamente, suele ser una de sus actividades más beneficiosas para el mundo empresarial por la buena imagen internacional del monarca. Tener acciones de esas empresas a las que luego ayuda como jefe de Estado puede ser problemático según cómo se obre. También lo sería su papel como representante internacional de España si tiene acciones en empresas extranjeras. Ya es conocido el episodio en el que Juan Carlos I intentó junto a Corinna Larsen que Repsol se vendiera a los rusos.
"También, aunque no toma decisiones, podría tener acciones en una empresa que está recibiendo fondos públicos", explica Helen Darbishire, directora y fundadora de Access Info. "Por eso nuestra valoración es que debería haber más detalle en su declaración de patrimonio y, cómo no, una declaración de que no hay conflicto de intereses", añade. "Si ya tenemos a personas como los ministros y todos los demás altos cargos haciendo eso, ¿por qué no tener la declaración del Rey también?", se pregunta.
Ahorra lo que ingresa
Es cierto que Felipe VI no tiene que pagarse prácticamente casi nada en el día a día. Su vivienda es del Estado, la luz la paga el casero, el servicio también, la seguridad corre a cargo de la Guardia Real, el transporte es en coche oficial… Sin embargo, es una persona física y entra en gastos propios. Por un lado, el colegio de las hijas, que siempre ha salido de su bolsillo. Por otro, las joyas y obras de arte y demás. Pero también las cenas con amigos, los conciertos, los viajes y todo aquello que conforma la vida, el día a día, de una persona cualquiera.
En ese sentido, es muy sorprendente que Felipe VI ahorra casi todo lo que ingresa. Lo explicamos. En el comunicado difundido por Casa Real se detalla que desde 1998, cuando empezó a cobrar, Felipe VI ha recibido en total 4,3 millones de euros brutos en retribuciones. Y el patrimonio que tiene ahora, esos 2,6 millones, son en neto.
Aunque es imposible saber cuánto ha pagado de impuestos Felipe VI a lo largo de todo este tiempo −porque sólo se conocen las retribuciones exactas desde 2011−, varios expertos fiscales estiman que si a esos 4,3 millones en bruto les restas los impuestos, la cifra resultante sería muy cercana a los 2,6 millones que tiene en la actualidad. Es decir, que el monarca habría ahorrado prácticamente todo su sueldo.
¿Entonces, de dónde obtiene el dinero para pagar las cosas que corren a su cargo? Pues los expertos fiscales vuelven a mirar a las inversiones financieras y creen que los beneficios que salen de ahí son los que ha usado para sufragar sus gastos personales. No hay otra explicación, porque es imposible vivir sin gastar el dinero que cobras. Si se tratara de un ciudadano normal, a Hacienda sin duda le llamaría la atención y abriría una investigación al respecto para aclarar esta importante incógnita.
Inviolabilidad subrayada
Tras la lectura del Real Decreto recién aprobado, una de las cosas que más ha llamado la atención de Carlos Cruzado, presidente de Gestha, es que hace una referencia expresa al artículo 56 de la Constitución Española. Ese es el artículo en el que se recoge la inviolabilidad del Rey y es, a todas luces, algo innecesario que aparezca en el texto porque toda ley está supeditada al contenido de la Carta Magna.
"Si ya tenemos a ministros y demás altos cargos haciendo eso, ¿por qué no tener la declaración completa del Rey?"
El texto del Real Decreto es literalmente así: "Por último, respecto al control externo, que viene realizando la Intervención General de la Administración del Estado desde el ejercicio económico de 2015, se ha considerado conveniente que, al ser la Casa de Su Majestad el Rey un órgano de relevancia constitucional integrado en el Estado, la auditoría de sus cuentas sea llevada a cabo por el Tribunal de Cuentas, en los términos que se acuerden entre ambos organismos a través de la formalización de un Convenio de colaboración, respetando al mismo tiempo las especialidades competenciales y procedimentales que vienen impuestas por los principios establecidos en el título II de la Constitución Española y, en particular, por las previsiones contenidas en sus artículos 56 y 65".
Esto viene a significar que, aunque se va a auditar, nada de lo que se encuentre ahí puede ser causa de un proceso judicial contra el Rey. "El artículo 56 es el que establece esa inviolabilidad y el 65 el de la libertad del Rey para distribuir la asignación presupuestaria de la Casa Real. Con lo cual, ya sabemos que esa auditoría va a estar, de alguna manera, limitada. Va a ser una auditoría con sujeción a las especialidades que vienen impuestas por los principios establecidos", expresa Cruzado. En 2022, bajo el concepto "Transferencia a S.M. el Rey para el sostenimiento de su Familia y Casa", Felipe VI, como Jefe del Estado, ha recibido la cifra de 8.431.150 euros.
¿Y por qué se hace tal referencia al artículo 56 si, al estar en la Constitución, no iba a poder ir en contra igualmente? "Pues quizás para dejar constancia e incidir en que se va a aplicar el criterio amplio de la inviolabilidad. La inviolabilidad es gradual y hay algunos constitucionalistas que no ven tan claro que se deba aplicar ese criterio amplio. Quizás esto deja constancia de eso. En realidad, no va a poder haber un juicio contra el Rey en ningún caso. Otra cosa es que se detecten irregularidades de otras personas, claro", añade.
¿Y las otras monarquías?
La decisión de Felipe VI de hacer público su patrimonio ha sido algo realmente novedoso, no sólo en España, sino en Europa. Esa medida es relativamente poco frecuente. No deja de ser curioso, porque hay monarquías, como la británica, que si bien no desglosan el patrimonio de la reina Isabel II, sí entran a explicar hasta el último detalle sus gastos, incluso de agua y luz.
Sin embargo, las propiedades que tienen y de dónde sacan el dinero es generalmente una incógnita que despierta mucho interés y que da lugar a todo tipo de estimaciones. Y lo cierto es que, sabiendo ahora lo que se sabe de Felipe VI, podría decirse que es uno de los reyes más pobres de Europa, si es que se puede ser pobre con un patrimonio de 2,6 millones de euros.
El ranking de las estimaciones de patrimonio de las diez monarquías que hay en Europa está encabezado, indudablemente, por Isabel II. La reina británica tiene, según The Sunday Times, una fortuna valorada en 434 millones de euros. Sin embargo, si se trata a toda la familia al completo, Business Insider asegura que es la familia real de Luxemburgo la más rica del continente, con una fortuna de 3.750 millones de euros.
Según la misma clasificación, la familia real de Liechtenstein acumularía nada menos que 3.300 millones de euros y el príncipe Alberto de Mónaco tendría en torno a 1.000 millones de euros. A Juan Carlos I también se le llegó a estimar unos 1.000 millones de euros. Son estimaciones, eso sí, pero que tienen sentido. Porque lo que sí se conoce es la asignación que recibe cada una de las casas reales de Europa y, de las nueve que reciben fondos públicos, la española es la penúltima en orden de asignación. Dicho de otra forma, es, detrás de Suecia, la segunda que menos recibe −8,4 millones de euros−, según Forbes. La décima monarquía, Liechtenstein, es la única que no depende de los contribuyentes.
Falta transparencia
Tal y como se puede apreciar, no es una práctica muy común que las monarquías desvelen el patrimonio de sus integrantes. Por eso, el movimiento producido por Felipe VI genera un consenso relativamente positivo entre los expertos. Es un paso adelante, desde luego. Sin embargo, de momento sigue siendo una especie de operación de maquillaje, ya que sirve poco para asomarse al escenario real: la publicación de su patrimonio es voluntaria −lo hará cuando él lo considere necesario−, sigue sin saberse exactamente en qué tiene invertido el dinero y, lo más importante de todo, no se sabe cuánto tiene su pareja, la reina Letizia.
"Habría estado bien que se incluyera la obligación de hacer público su patrimonio, porque lo ha hecho voluntariamente y no sabemos cuándo ni en qué periodos lo va a actualizar", valora Carlos Cruzado. "También creemos que debería incorporarse información de todos los miembros de la Familia Real", añade.
"No hablamos de España en concreto, pero hemos visto en muchos países que el que se enriquece no siempre es el ministro o ministra de turno, sino su esposo o esposa", añade Helen Darbishire. "Por eso son importantes las declaraciones de bienes. Son una de las herramientas mejor establecidas a nivel internacional y se ha mostrado su valor para prevenir la corrupción, porque hace mucho más difícil aprovecharse de dinero público", añade.
Su compañera Patricia González apuntala: "Soy más partidaria de que saber su patrimonio esté establecido como una obligación. Es un paso positivo porque lo da voluntariamente. Si lo da voluntariamente el año que viene, bien, pero debería ser una cuestión que trascienda a su voluntad, una obligación". Mientras tanto, parece que hay que fiarse.