Ofrecido por:
Largas colas en los puestos de flores de los cementerios de A Coruña por el Día de los Santos
- Con los sentimientos a flor de piel, los que visitaban esta mañana el cementerio e Feáns escogían al detalle el ramo perfecto para llevarle a sus familiares fallecidos
- Más información: A Coruña homenajeará a Wenceslao Fernández Flórez en el Día de Todos los Santos
Como todos los días, los cementerios de toda A Coruña abren sus puertas en el Día de Todos los Santos. Lo de hoy es un día especial. Es momento de ponerse al día con los seres queridos, de sacar brillo a las lápidas de nuestros familiares y recordarles que aunque ya no estén en este mundo, sí lo están en nuestros corazones.
El cementerio de Feáns estaba a abarrotar esta mañana del 1 de noviembre. Llenos de emociones, los vecinos de la zona hacían cola en el puesto de flores para comprar el ramo más bonito del puesto. Algunos escogían rosas, otros margaritas y otros claveles. Pero también había quién se bajaba del coche directamente con un ramo de flores en la mano tan grande que dejaba ocultos sus rostros.
Era algo que ya se esperaba. El Concello de A Coruña ya había anunciado días antes que iba a ampliar el horario en los cementerios y de los bus: estos son el cementerio de Feáns, como el de San Pedro de Visma y San Amaro, así como el de Oza y San Cristóbal de Viñas. Menos mal. En la parada de bus del camposanto subía y bajaba gente sin parar.
Aparcar estaba complicado: una hilera de coles a ambos lados de la carretera daban la bienvenida al cementerio. Familias enteras se bajaban de los coches. Gente de mediana edad ayudaba a sus padres a bajar del coche. Impaciente, una mujer apuraba el paso para visitar la tumba de su marido fallecido. "Enrealidad vengo todos los meses", confesaba a Quincemil. Pero en esta ocasión lo hacía en compañía de sus hijos.
Otros mostraban orgullosos el ramo de flores que le llevaban a su madre, enterrada en el cementerio de Feáns. Reconocían que no iban desde el año pasado: se emocionaban al decirlo, como si lo dijeran con sentimiento de culpa. Es complicado preguntarle a la gente porqué están allí. La mayoría no quiere hablar. Es un momento íntimo en el que se vuelcan en su familia y que nadie les va a quitar.