La gallega Marisol Soengas, sobre la mujer en la ciencia: "No tenemos las mismas oportunidades"
La presidenta de la Asociación Española de Investigación sobre el Cáncer denuncia que las mujeres científicas van acumulando muchas trabas para desarrollar su carrera científica, sobre todo para iniciar su propio grupo de investigación: "Los currículos no se valoran de la misma manera, la visibilidad es menor y se reconocen mucho menos los méritos"
8 marzo, 2023 05:00María Soledad (Marisol) Soengas González (Agolada, 1968) es, desde el pasado mes de enero, presidenta de la Asociación Española de Investigación sobre el Cáncer (Aseica), posición que compagina con la de jefa del Grupo de Melanoma del Centro Nacional de Investigaciones Oncológicas (CNIO). Hablamos con ella sobre el "ilusionante" momento en el que se encuentra, así como en los últimos e importantes hallazgos alrededor del melanoma en los que ha trabajado con su equipo, pero también sobre cómo influye ser mujer en la carrera investigadora.
Y es que tal y como la propia Marisol Soengas afirma, las oportunidades no son las mismas para ellos que para ellas, que además tienen menos referentes. Las mujeres se encuentran con barreras como que su currículo no se valora del mismo modo que el de un hombre, cuyo trabajo tiende a tener mayor visibilidad, y con muchos sesgos como el hecho de que ellas son "esta chica" y ellos, "el doctor".
De todo ello hemos charlado con la científica con motivo del Día Internacional de la Mujer. "No me gusta mucho el 8M. No por lo que implica sino por limitarlo a un día en particular. Esta acción reivindicativa hay que realizarla todo el año y no debería ser politizada. Además, no se debería de considerar como ‘algo de mujeres’. Pero el 8M sigue siendo necesario mientras no se equilibren las desigualdades por razón de género. Ojalá no necesitásemos un 8M", asegura la gallega.
Fuiste nombrada recientemente presidenta de Aseica. ¿En qué momento de tu carrera estás?
Estoy en un momento de muchísima actividad científica dentro de mi grupo de investigación en el CNIO, donde trabajamos en el melanoma. También estoy muy implicada en acciones de reivindicación, de promoción de los investigadores e investigadoras jóvenes en España y de intentar integrar mejor la investigación básica y clínica en el campo de la oncología en Aseica. Es un momento muy ilusionante.
¿En Aseica os centráis en ese apoyo a nuevos investigadores?
Sí. En España hay un potencial realmente grande, nuestros investigadores e investigadoras jóvenes están muy bien formados y apreciados en el exterior. Pero tenemos un problema en cuanto a la carrera científica a medio y largo plazo. En este momento, se consigue muy tarde la estabilidad laboral: la media de edad de los científicos con proyectos de investigación del Ministerio es de 50 años. Es muy complicado para impulsar a los jóvenes y atraer y retener talento. Aseica tiene el objetivo de ser un referente a la hora de visibilizar toda esta problemática y de presentar alternativas.
Y además eres jefa de jefa del Grupo de Melanoma en el CNIO.
Sí, compagino las dos actividades, de investigación y de acción social para la comunidad científica.
Entre los últimos descubrimientos, habéis identificado factores que ayudan a definir el melanoma y a distinguirlo de otros tipos de cáncer. ¿Cuál es la importancia de este hallazgo?
Estoy muy orgullosa de mi grupo de investigación porque hemos contribuido a entender mejor cómo se inician y progresan los melanomas y cómo se escapan al control del sistema inmunitario, además de intentar desarrollar nuevos fármacos. Uno de nuestros intereses es saber qué hace al melanoma único, porque este es el único tipo de tumor en el que lesiones muy finas, de poco más de un milímetro de grosor, tienen la capacidad de desarrollar metástasis.
Nos interesa definir qué determina esa agresividad y también el concepto de que no hay un único tipo de melanoma, ni siquiera en el mismo paciente todas las células tumorales son iguales. Esa malignidad del melanoma no solo está determinada por la célula tumoral, sino por cómo se comunica y altera el microambiente. Nos interesa mucho toda esa variabilidad y heterogeneidad entre pacientes y dentro de cada paciente. Un estudio muy novedoso que realizamos fue seguir el desarrollo del melanoma desde las fases más iniciales con un modelo experimental que llamamos MetAlert, que nos está permitiendo seguir el desarrollo de los melanomas y estudiar fármacos que lo inhiben.
Tú eres jefa de Grupo, pero ¿cuál es el papel de la mujer en el ámbito de la investigación?
No me gusta hablar del papel de la mujer o del hombre porque los investigadores e investigadoras tienen las mismas capacidades y deberían tener las mismas oportunidades de desarrollo. Esto debería ser teóricamente así, pero en la práctica no lo es. Lo demuestran las cifras, que han variado muy poco. Solo hay un 20 o un 30% de mujeres en altos puestos de liderazgo, cuando en fases iniciales son muchas, en algunas áreas incluso más que hombres. Hay mujeres que deciden dirigirse a puestos intermedios o de menos liderazgo, pero hay muchas otras que quieren continuar y se encuentran con muchas barreras. Eso es lo que hay que cambiar.
¿A qué barreras te refieres?
Las barreras empiezan muy pronto. Hay estudios que indican que a partir de los 5 años las niñas consideran que los hombres están más capacitados para trabajos difíciles o tecnológicos. Después llega el problema de las adolescentes, que no se ven reflejadas en las mujeres científicas, en gran parte porque no tienen referentes. Por esta razón iniciamos el proyecto Conócelas en Aseica, para dar visibilidad a las científicas en el campo del cáncer y mostrar quiénes y cómo son.
Pero quizás el punto más importante a la hora de la falta de liderazgo se establece en la transición entre la universidad y los laboratorios de investigación, y particularmente, cuando las mujeres tienen que dar el paso para iniciar su propio grupo independiente. Ahí empiezan las trabas porque los currículos no se analizan de la misma manera, la visibilidad es menor, se reconocen mucho menos los méritos, hay mucha presión por publicar y la conciliación familiar sigue siendo un problema.
Además, como somos pocas mujeres en puestos de responsabilidad, muchas tenemos un problema de sobreparticipación en congresos, comités o paneles. Y además hay muchos sesgos inconscientes a nivel social, tanto en hombres como en mujeres, que también determinan estas barreras. Al final, la mujer se va encontrando con una serie de obstáculos que, aunque aparentemente pequeños, se van sumando y van frenando la carrera profesional hasta que es muy difícil ser competitiva. Y las mujeres somos a veces demasiado cautas. El síndrome de la impostora está ahí y lleva a pensar a muchas que no están preparadas cuando sí lo están. Tenemos que dar el paso nosotras también.
Digamos que las niñas sí que tienen esa vocación científica…
Sí, pero luego hay desconocimiento sobre la carrera investigadora y de que no hay un único tipo de mujer en puestos de responsabilidad. A veces se tiene una idea muy masculinizada del liderazgo, aunque a mí no me gusta hablar de liderazgo masculino o femenino. Yo creo que hay una serie de características que un líder tiene que tener: de confianza, de ambición, de intentar ir más allá… y que estas características deberían considerarse de la misma manera seas hombre o mujer. Pero todavía hay muchos sesgos sobre esto.
¿Sigue siendo la conciliación familiar, que todavía recae sobre todo en la mujer, un problema en este aspecto?
Por supuesto. Pero me gustaría que esta pregunta que me estás haciendo se le hiciese a los hombres. A ellos casi nunca se les pregunta por la conciliación. Tiene sentido porque el peso del cuidado de la infancia y de mayores ha recaído mayoritariamente en la mujer, y es algo muy difícil de cambiar a nivel social y personal, pero tenemos que trabajar en ello. Hay estudios en los que se pregunta en el mismo centro de investigación a hombres y mujeres si creen que hay un problema de sesgo o discriminación. Los hombres mayoritariamente dicen que no y muchas mujeres dicen que sí. La percepción es muy diferente.
Te refieres a la discriminación. ¿La has sentido a lo largo de tu trayectoria?
Discriminación como tal, creo que no, pero hay muchos matices sobre esto. Sesgos muchísimo, paternalismo continuamente… Me lo sigo encontrando ahora y lo intento hacer ver. Es verdad que muchas mujeres que estamos en puestos de liderazgo solemos decir que no se nos ha discriminado, pero si miramos atrás, hemos llegado con un sobreesfuerzo. Además, hay muchos sesgos y muchísimo paternalismo, continuamente… Me lo sigo encontrando ahora y lo intento hacer ver.
En mi caso, por ejemplo, mi primer laboratorio fue en la Universidad de Michigan, en un departamento clínico. Era la única mujer y 15 hombres. El director del departamento les dijo en la primera reunión que ‘a Marisol’ hay que protegerla. Empezaron otros compañeros conmigo, pero el trato con ellos era diferente.
Por otra parte, se sigue usando mucho "esta chica". A mí me gusta la moda, llevo tacones muchas veces, y he tenido que ganarme quizás con esfuerzo que se me vea como científica y no como mujer. Tengo anécdotas como una en una reunión en la que mis compañeros eran "doctor" y yo era Marisol. Lo curioso es que si preguntas, la persona no se da cuenta del vocabulario sesgado que utiliza.
Este vocabulario en el que no pensamos al hablar y usamos día a día, ¿puede ser desmotivador para aquellas jóvenes que están empezando?
El vocabulario suma, porque cuando se habla de ‘los oncólogos’ muchas personas piensan en hombres, cuando hay muchas mujeres en esta profesión. Pero es interesante ver cómo esta percepción de hombres y mujeres en puestos de liderazgo cambia con la edad
En Conócelas hemos conectado a casi 25.000 alumnos y alumnas con más de 300 científica. Es muy curioso que las niñas pequeñas no tengan esa conciencia de que van a tener problemas por ser mujer, y a las adolescentes tampoco les preocupa mucho, pero no se ven tan reflejadas en las científicas. De hecho, les sorprende muchísimo ver el perfil personal de las científicas: unas son deportistas, otras saltan en paracaídas, otras bailan… Esa falta de referentes es muy importante. A nivel universitario vemos que el interés está en qué pasos seguir, qué ayudas conseguir. Y ya para la más mayores, en la conciliación, si es un problema, particularmente cuando las mujeres están intentando montar su propio grupo de investigación. Ahí el reparto desigual de tareas pesa mucho y obliga a elegir entre la familia o la investigación. Ese es un gran problema a solucionar.
¿Ha mejorado en los últimos años la situación?
Ha mejorado. Hoy por hoy sería impensable, y cuando ocurre llama la atención, que no haya un número más o menos equilibrado de participantes en congresos. Además, nos quejamos cuando comités de evaluación de proyectos o de premios están constituidos solo por hombres y cuando vemos fotos masculinizadas que no deberían ocurrir. Pero se ha avanzado. Todos los centros de investigación públicos y muchos privados tienen comités de Mujer y Ciencia porque es un requerimiento de muchas agencias financiadoras y también legislativamente, porque se han impuesto medidas para asegurar un equilibrio.
Desde Aseica proponemos acciones que se tienen que desarrollar a todos los niveles: de administración, de los laboratorios, de los institutos, de las universidades… pero también a nivel personal. Es difícil, desde luego, pero hemos impulsado dos lemas. Pásate a la acción, porque las personas que estamos en un puesto de responsabilidad debemos ayudar a los demás y no permitir estas desigualdades, y Yo puedo, tú puedes, animarse a dar un paso adelante.
Esto es complicado porque depende del ambiente en el que estés, de la situación familiar o del acceso a becas, pero hay que atreverse. En mi familia no había nadie que hubiese ido a la universidad, pero eso no fue una limitación para mí. Estudié mucho, tenía buenas notas y eso me permitió elegir. Yo era muy tímida, pero quería ir a los mejores laboratorios, así que me armé de valor y pedí entrevistas con por ejemplo Margarita Salas, una gran científica a la que convencí para entrar en su grupo de investigación. Siempre digo que las oportunidades hay que buscarlas.
¿Cuáles son los objetivos de Marisol Soengas a título personal?
Yo lo que quiero es sorprenderme. Hace cinco años no me imaginaba que iba a ser presidenta de la asociación más importante de apoyo a la investigación básica y clínica en oncología en España. Quiero seguir aprendiendo y contribuir a formar nuevos científicos y científicas. Espero, en cinco años, estar haciendo algo que no me hubiese esperado, quizás más ambicioso, a nivel internacional. El plan de Marisol es no quedarse sentada e ilusionarse por algo nuevo.