
La astrofísica gallega Minia Manteiga.
La astrofísica gallega Minia Manteiga: "Despegué al sentir que era yo la que tomaba mis decisiones"
Catedrática de Astrofísica en la Universidade da Coruña y académica de la RAGC, la científica negreiresa es desde el pasado mes de julio presidenta de la Sociedad Española de Astronomía
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Desde niña, Minia Manteiga (Negreira, 1963) siempre ha tenido la mirada puesta en el cielo. Las largas horas de su infancia dedicadas a contemplar las estrellas, deleitarse observando la Vía Láctea o preguntarse cómo funcionaba el mundo y el universo llevaron a esta negreiresa a convertirse en 2018 en la primera mujer catedrática de Astrofísica de Galicia.
Dos años después, se convirtió en la primera mujer en entrar en la sección de Matemáticas, Física y Ciencias de la Computación de la Real Academia Galega de Ciencias. La científica gallega también es coordinadora del área de astrofísica en la Agencia Estatal de Investigación, docente en la Universidade da Coruña (UDC) y desde el pasado mes de julio, presidenta de la Sociedad Española de Astronomía.
Con motivo del Día Internacional de la Mujer y la Niña en la Ciencia, que se celebra como cada año el próximo 11 de febrero, conversamos con Minia Manteiga, toda una referente para todas esas niñas y mujeres que sueñan con ser científicas.
¿Cómo y cuándo surge su interés por el universo?
Es una vocación que he tenido desde siempre. De niña me gustaba mirar el cielo, me fascinaba ver la Vía Láctea. En Galicia había muchos sitios oscuros donde se veía el Camino de Santiago muy bien y me sobrecogía esa imagen. Ese interés quedó ahí y cuando fui un poquito mayor leí bastante sobre exploración espacial y sobre los primeros satélites que se hicieron. De adolescente ya empezó todo el mundo de la astronáutica y entonces tuve la oportunidad de hacer una carrera enfocada en esa dirección.
¿Y en qué momento decide ser astrofísica?
Yo estudié la carrera de Ciencias Físicas porque me gustaba tener la posibilidad de entender cómo funciona el mundo natural que nos rodea, la atmósfera, la mecánica celeste, los planetas y las estrellas. Cuando terminé tercero de carrera vi que existía la especialidad de Astrofísica, que me parecía una posibilidad casi como utópica. Ser investigadora en astronomía, y en astrofísica en concreto, fue algo maravilloso.
"Que una chica de 20 años se fuese de Galicia a un sitio lejano es algo que en aquellos tiempos no todos los padres hubiesen visto bien. Y yo tuve la suerte de tener su apoyo"
Aunque empezó su formación universitaria en Santiago, fue en Tenerife donde se especializó en Astrofísica.
Sí, en Santiago de aquella solo existían dos especialidades, Física Electrónica y Física Fundamental, que no me parecían muy interesantes. El año anterior se había ido una compañera a hacer Astrofísica a Tenerife y nos dijo que era maravilloso, que las cosas estaban pensadas para que los estudiantes practicásemos con los telescopios, muy enfocado a la observación astronómica.
Me gustó la idea y tuve la suerte de que mis padres me apoyaron. Que una chica de 20 años se fuese de Galicia a un sitio bastante lejano y a valerse por sí misma, es algo que en aquellos tiempos no todos los padres hubiesen visto bien. Y yo tuve la suerte de tener su apoyo.
Esos años en Tenerife definieron en parte lo que sería su carrera.
Sí, me pareció fascinante entender cómo funcionan las estrellas. Al acabar la carrera, conseguí uno de los siete contratos de astrofísico residente del Instituto de Astrofísica de Canarias. Me pude quedar a hacer mi doctorado en Tenerife y me metí en lo que es el mundo de la investigación astrofísica.
"No era habitual ver mujeres en el ámbito de la astrofísica, ni siquiera en Europa"
¿Era habitual ver mujeres en ese ámbito?
No, no era habitual. El primer año que tuve mi beca para hacer el doctorado colaboraba con una persona que trabajaba en Holanda y me fui a Groningen un mes de febrero. Tengo dos recuerdos de ese viaje: que hacía muchísimo frío, con temperaturas cercanas a 20 grados bajo cero, y que en el instituto en el que estaba (Kapteyn Astronomical Institute) no había ninguna estudiante de doctorado, ni investigadoras ni casi profesoras. No era habitual ver mujeres en este ámbito, ni siquiera en Europa.
¿En España tampoco?
En España y en los países mediterráneos siempre hemos sido más mujeres en ciencia y, en concreto, en física. En Canarias, por ejemplo, éramos varias mujeres. De hecho, cuando hice la especialidad éramos mitad chicos, mitad chicas, lo cual era bastante en comparación con otros países del norte de Europa.
Aunque su investigación gira en torno a la astronomía, en su faceta como docente en la Universidad da Coruña (UDC) imparte clases de meteorología y oceanografía. ¿Cómo convive entre ambos mundos?
Cuando pasé a la docencia universitaria lo hice un poco para volver a Galicia, por una razón personal y sentimental. Y lo que se me ofreció como física fue dar clases en la Universidade de Vigo, en la Facultad de Ciencias del Mar. Ahí daba clases de física general y de oceanografía física. No es exactamente la misma especialidad, pero se manejan las mismas herramientas matemáticas. En astrofísica trabajamos con estrellas, en oceanografía se trabaja con el mar y con el océano, y en meteorología con el aire. Las leyes físicas son las mismas y me resultó interesante hacer el cambio.
"A mí me gusta mi vocación, que es ser astrofísica"
¿En qué faceta se siente más cómoda?
A mí me gusta mi vocación, que es ser astrofísica. Pero desde el punto de vista personal, ser docente también me gusta porque te permite interaccionar con jóvenes, que tienen ideas nuevas y puntos de vista diferentes. Además, compaginé, y lo sigo haciendo, la parte docente con la investigación en astrofísica, donde tengo oportunidad de participar en proyectos en los que puedo aportar más experiencia.
De hecho, desde hace años forma parte del proyecto Gaia. ¿Cómo ha sido la experiencia?
Justo acabamos de apagar el satélite Gaia, que ha durado más de 11 años y ha supuesto un antes y un después en la astronomía moderna. Gaia ha permitido calcular las órbitas de las estrellas en torno al centro de la galaxia y esto ha dado la oportunidad de conocer muchas cosas. Por ejemplo, hemos visto que la Vía Láctea evoluciona a lo largo de su vida, absorbiendo otras galaxias que pasan cerca. También se hizo un 'censo de estrellas', que nos da información sobre su temperatura, su radio, los metales que componen su atmósfera y, por tanto, sobre muchas propiedades que tienen cada una de las estrellas individuales de la Vía Láctea.
Los datos de Gaia han sembrado la base de trabajos posteriores como los estudios concretos sobre agujeros negros de decenas de masas solares que hemos encontrado. Ha abierto un montón de puertas y ha revolucionado la astronomía estelar en todas sus facetas.
"En la SEA intentamos que todas las mujeres tengan oportunidades y que nadie se quede por el camino por falta de apoyo"
Desde hace unos meses preside la Sociedad Española de Astronomía (SEA). ¿Qué retos se marca para los próximos años al frente de la entidad?
A lo largo de estos años hemos conseguido que la sociedad sea un foro de encuentro para todos. Intentamos que la gente joven tenga acceso a congresos especializados, premiamos tesis doctorales y subvencionamos actividades de divulgación científica. También tenemos la Comisión Mujer y Astronomía, que trabaja el tema de la igualdad de género.
Desde hace unos años tiene establecido un sistema de mentoría para astrónomas jóvenes, para apoyarlas en su carrera o ayudarlas si hay algún problema. Intentamos que todas tengan oportunidades y que nadie se quede por el camino por falta de apoyo o por problemas que puedan surgir. Estoy muy orgullosa de formar parte y de ayudar. Es un honor, pero no deja de ser una responsabilidad.
¿Cómo ve la situación de la astrofísica en España?
La astronomía que hacemos en España es una de las más punteras a nivel internacional, es una de las áreas de la Física que mejor se ha desarrollado. Somos un colectivo que presenta proyectos muy buenos, de mucha calidad, estamos muy cohesionados para formar redes de investigación y tenemos muchos investigadores jóvenes. Además, tenemos observatorios astronómicos internacionales que han ayudado a ese desarrollo, como son los observatorios del Teide, en Tenerife; del Roque de los Muchachos, en La Palma; y de Sierra Nevada, en Granada.
¿Y en Galicia?
En Galicia no ha habido mucha astronomía y sigue sin haberla. Estamos intentando que esto cambie y una de las cosas que ha sido positiva ha sido que en el Citic de la UDC nos hayan permitido consolidar un grupo de investigación en astrofísica computacional, que ha ido creciendo estos años. Hemos formado doctores y acabamos de formar una unidad asociada con el Instituto de Astronomía de Andalucía (IAA), que permitirá la movilidad entre investigadores del CITIC e investigadores de este instituto. Esto hace que investigadores gallegos que están fuera empiecen a tener interés en retornar a Galicia porque hay un sitio donde pueden desarrollar su trabajo en un ambiente que es óptimo. La esperanza es que el grupo crezca y ayude a consolidar un poco más la astronomía en Galicia.
"Despegué cuando vi que podía hacerlo, cuando sentí que era yo la que tomaba mis decisiones"
Ha sido la primera catedrática de Astrofísica en Galicia y la primera mujer de la sección de Matemáticas, Física y Ciencias de la Computación de la Real Academia Galega de Ciencias. ¿Alguna vez ha sentido más dificultades por ser mujer?
Yo accedí a la cátedra un poco tarde porque llega a un momento en la vida en el que uno prioriza la familia. Yo tengo dos hijos y tuve un bajón de productividad cuando crié a los niños. Es difícil encontrar apoyo para mantener el ritmo, así que tuve que bajarlo. Además, en España no se premia suficientemente la movilidad. El hecho de haber estado en varios sitios -pasé por Italia dos años, luego en el Instituto Nacional de Técnica Aeroespacial en Madrid otros dos años- no se valora lo suficiente. De hecho, la antigüedad es una de las cuestiones que más se valoran en la universidad y creo que es algo a cambiar.
La maternidad y la familia influye, por supuesto. En mi caso, despegué cuando vi que podía hacerlo, cuando sentí que era yo la que tomaba mis decisiones, que ya podía prescindir un poco de las opiniones que tenía alrededor y tomar las riendas de mi futuro. En ese momento empecé a tomar buenas decisiones y mi carrera repuntó otra vez. Eso ocurre muchas veces cuando dejas de tener ataduras.
¿Cómo fue ese camino hasta llegar a la cátedra?
Tuve que esperar seis años. En aquel momento, la universidad no sacaba promociones por el tema de la crisis. Tuve mala suerte, pero tampoco tuve apoyo para que esa espera no fuese tan larga. Todo lo que he ido consiguiendo ha sido por esfuerzo mío. Y una vez que llegué a la cátedra vino todo detrás, lo de la academia, que también fue muy positivo. Se está haciendo una labor muy buena en la RAGC, con acciones para visibilizar la ciencia en la sociedad gallega, renovando la plantilla con investigadores jóvenes e investigadoras mujeres.
"Es posible ser físico, ingeniero, trabajar en ciencias espaciales. El hecho de ser niña o niño no tiene nada que ver"
Usted, junto a otras científicas, abrieron camino para que las niñas y jóvenes vean que es posible que una mujer haga una carrera científica y que ocupe puestos de responsabilidad.
A veces da un poco de pudor tener tanta visibilidad y uno se siente un poco abrumado, pero es algo que los que ya tenemos una edad y hemos llegado a un punto en nuestra carrera tenemos que hacer. Hay que dar a conocer que es posible estar ahí, que es posible ser físico, ingeniero, trabajar en ciencias espaciales, y que el hecho de ser niña o niño no tiene nada que ver.
Ahí los padres tienen una importante labor por delante, en tratar por igual siempre a sus hijos y a sus hijas, como hicieron los míos. Si es posible económicamente deben apoyarles en su vocación, en su deseo, para que realmente puedan cumplir esas aspiraciones profesionales. Todos tenemos la misma capacidad, por lo que no debería haber ningún tipo de barrera, pero hace falta apoyo en casa y hacen falta referentes en la escuela para que se vea que es posible.
En su caso, ¿tuvo referentes femeninos en su infancia?
Quizá el referente que tenía era el impulso de mejorar, de ponerse el mundo por bandera y tirar para adelante a perseguir un sueño. Es lo que hicieron mis padres cuando muy jóvenes emigraron a Venezuela. Yo creo que más que un referente femenino fue un referente de la forma de enfrentar la vida, de no tener miedo a mejorar. Luego ya de mayor, trabajé con la doctora París Pishmish, que fue la decana de la astronomía en México. Su espíritu crítico, su capacidad para dar un punto de vista diferente al establecido fue muy importante para mí y me impactó mucho.
Hablábamos de la dificultad de compatibilizar una carrera profesional con la vida personal y, en espacial, con la maternidad. ¿Sigue siendo difícil conciliar en la actualidad?
Creo que ha ido mejorando y que la situación ahora es muy diferente a la que había hace 20 años, cuando tuve a mis hijos. Ahora se tiene mucho en cuenta la conciliación. Por ejemplo, intentamos que los horarios sean compatibles con la vida familiar y que no haya reuniones más allá de las 17:00 horas. Además, también noto que ahora es normal que en las parejas los roles estén más repartidos.
Antes tú te encargabas del pediatra del niño, de las actividades extraescolares, de prácticamente todo. Y ahora, por lo que veo en investigadores jóvenes, no es así, está más repartido. Eso es lo que hay que hacer. Una pareja tiene que ayudarse. Si uno de los dos tiene posibilidades de asumir un rol de dirección, hay que apoyarle, porque eso puede suponer más cantidad de horas en el trabajo o viajes. Tenemos que ver la familia como algo colaborativo, no con roles establecidos. Y poco a poco creo que estamos yendo hacia allí, pero no hay que relajarse.