Foto: @blackandcolourphotography.

Foto: @blackandcolourphotography. AIR HOSTESS A CORUÑA.

Educación

"Esto era lo que te faltaba por ver en un avión siendo TCP"

En una escuela de formación de tripulantes de cabina de pasajeros se obtienen conocimientos que salvan vidas. Y también es un lugar donde instructoras con muchas experiencia de vuelo cuentan anécdotas que parecen sacadas de una película. Porque hay cosas que solo suceden a 30.000 pies de altura

30 marzo, 2022 14:37

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Si quieres vivir experiencias increíbles, hazte tripulante de cabina de pasajeros. Desde aterrizajes de emergencia porque tu avión tiene un motor en llamas a quedarte sin combustible intentando tomar tierra en medio de una tormenta. Los TCP son una fuente inagotable de anécdotas en cualquier reunión familiar o de amigos. Imagínate lo que pueden ser tres meses formándote en una escuela, el tiempo aproximado que se tarda en obtener el certificado de tripulante de cabina de pasajeros homologado por la Agencia Estatal de Seguridad Aérea.

El centro formativo Air Hostess en A Coruña, con más de 26 años de experiencia en el sector, no es solo una cantera de excelentes azafatas y auxiliares de vuelo. Es el lugar ideal para escuchar historias increíbles que suceden en los aviones. Porque sus instructoras tienen muchas horas de vuelo y son capaces de preparar a los futuros TCPs o de amenizar una sobremesa con relatos sobre sus vivencias. Podrían incluso colaborar en guiones de películas de esas en las que piensas que al guionista se le ha ido la imaginación de las manos.

Estaba escrito que aquel vuelo no podía ser normal

Cuando le preguntamos a Fátima y a Laura, instructoras en Air Hostess A Coruña, sobre historias de aviones, se les dibuja una sonrisa. “¿Qué quieres, un drama o una comedia?”, responden. Tienen de todo. “Lo más raro que hayas visto”, sugerimos. “De acuerdo, te contaré una que triunfa tanto en una comida familiar como aquí en clase con los chicos.”

Era un vuelo largo y Fátima Varela ejercía de sobrecargo. El embarque fue complicado debido a los retrasos acumulados en el aeropuerto y algún que otro problema técnico. El despegue no ayudó a calmar el ambiente por culpa de un viento intenso que puso al pasaje de los nervios durante un buen rato. También la tripulación iba acumulando tensión porque aun quedaban 8 horas de viaje y hasta el momento no habían tenido ni un respiro.

Una vez en ruta, a 30.000 pies de altura, las cosas ya parecían haberse normalizado. Los pasajeros ya no tenían esa mueca de nerviosismo y los tripulantes de cabina por fin habían podido preparar algo con relativa normalidad. Era el momento de ofrecer el servicio de bebidas y parecía que la gente estaba ansiosa por relajarse mientras tomaba algo. Pero estaba escrito que aquel vuelo no podía ser normal. 

Mientras se agachaba a coger una bebida, la compañera de Fátima se le acercó al oído para susurrarle: “Esto sí que era lo que te faltaba por ver en un avión.” Un escalofrío le recorrió la espalda mientras pensaba que ese vuelo empezaba a estar maldito. Y cuando se incorporó y vio lo que sucedía casi se le caen las bebidas de las manos. Tuvo que recurrir a toda su profesionalidad para evitar una carcajada mientras pensaba cómo solucionar aquel asunto con diplomacia. 

Foto: @blackandcolourphotography.

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Un pasajero, seguramente agotado por la tensión del embarque y del despegue, había recurrido al chaleco salvavidas para hacer más cómodo su viaje. Lo había inflado a la mitad de su capacidad para usarlo como almohada y dormir plácidamente, ajeno a las miradas atónitas de la tripulación y de los pasajeros que podían ver su ocurrencia. 

La situación, ya de por sí rocambolesca, se complicó todavía más cuando la tripulación despertó al señor para indicarle que el salvavidas debía volver a su sitio de seguridad. El pasajero, que no tenía buen despertar, era de nacionalidad china y no entendía ni hablaba inglés ni español. Pero un TCP se caracteriza, entre otras muchas cosas, por su talante para resolver situaciones complicadas, tanto las ordinarias como las surrealistas. También ayudó que llevaba un buen abrigo para sustituir el chaleco salvavidas y la manta que le ofrecieron para hacer su descanso más confortable.