Ramón Aller, el sacerdote gallego descubridor de estrellas que tiene un cráter en la luna
La historia de un sacerdote gallego enamorado de las estrellas que fue uno de los pioneros españoles en astronomía.
6 junio, 2021 06:00El Mar de la Tranquilidad, bautizado con este nombre en el siglo XVII por dos astrónomos jesuitas, fue el lugar elegido para uno de los eventos más extraordinarios de todos los tiempos. Allí alunizaba, el 21 de julio de 1969, el módulo Eagle del Apolo XI, y Neil Armstrong se convertía en el primer ser humano en pisar la Luna y sus cráteres. En 1955, dos astrónomos ingleses, habían bautizado un nuevo cráter de nuestro satélite, y lo habían hecho con un nombre nada británico: “Aller”. Era el apellido de un gallego que se había convertido en un referente mundial en astronomía, y cuya gran obra maestra fue su propia vida, la de una persona extraordinaria entregada a la ciencia y a los demás, un sacerdote gallego que miraba a las estrellas, que se enamoró de ellas y que incluso descubrió cuatro nuevas: Ramón María Aller Ulloa.
Ramón Aller nacía en Lalín, Pontevedra, en el Pazo de Filgueiroa, un 3 de febrero del año 1878. En A Guarda estudiaría Bachillerato con los Jesuitas, donde se despertó su vocación sacerdotal, así como su pasión por las matemáticas y la astronomía. Posteriormente ingresaría en el Seminario Diocesano de Lugo. A los veinte años de edad obtendría la Licenciatura y el Doctorado en Teología en la Universidad Pontificia de Santiago de Compostela. En aquella época ya tenía en su poder un anteojo que le había regalado su abuela materna, con el que se inició en la afición de la astronomía.
Tras terminar sus estudios sacerdotales se hace una promesa a sí mismo: nunca accederá a ningún cargo religioso ni recibirá retribución alguna por el hecho de ser sacerdote. Y lo cumplió. Y decide desarrollar su otra pasión por lo que, en 1899, inicia los Estudios de Ciencias Exactas en la Universidad de Oviedo, de los que se acabaría licenciando en 1904 en la Universidad de Madrid.
En aquella época, gracias a la ayuda de una amiga de la familia, se hace con un magnífico teodolito, un instrumento de medición que se utiliza para obtener ángulos verticales y horizontales, fabricado en Londres, y que se convertiría en uno de sus instrumentos más queridos.
Con este teodolito y el anteojo comienza a realizar observaciones astronómicas de gran calidad desde la galería de su casa. El rigor de su trabajo era tan extraordinario que, a pesar de los precarios medios con los que contaba, se le abrieron las puertas de las revistas astronómicas más prestigiosas del mundo.
Y decidió que quería saber más. Así que en 1917 levantó en el jardín de su casa dos casetas de madera en las que instaló los dos instrumentos. Ramón acababa de construir el primer observatorio astronómico de Galicia, que llegó a figurar entre los más importantes de España y el cual contaba con gran prestigio en el extranjero. El gallego producía mediciones y publicaciones de tal calidad que fuera de España se creía que en aquel lugar trabajaba un amplio equipo de astrónomos. El único investigador que allí había acabaría descubriendo para la historia de la astronomía cuatro nuevas estrellas dobles.
Siguió ampliando y mejorando su pequeño observatorio hasta que en 1940 fue invitado por el rector de la Universidad de Santiago de Compostela para ser profesor en la Facultad de Ciencias. Tres años después, trasladaría su observatorio de Lalín a Santiago, al nuevo Observatorio Astronómico que se allí se construyó con el apoyo y patrocinio del Consejo Superior de Investigaciones Científicas, al que se dotó de nuevos y modernos aparatos.
En 1943 obtendría el Doctorado en Ciencias Exactas por la Universidad de Madrid y un año después se le pediría que se hiciera responsable de la recién creada Cátedra de Astronomía de la Facultad de Ciencias de la Universidad de Santiago, de la que fue nombrado Catedrático Extraordinario, cargo que desempeñó hasta 1965.
El 14 de Septiembre de 1963, ejerció como Director de la primera Tesis sobre Astronomía que se leía en la Facultad de Matemáticas de la USC y la primera Tesis sobre este tema defendida en España por una mujer, Antonia Ferrín Moreiras.
Gracias a que fue el descubridor de cuatro estrellas, en 1948 fue nombrado miembro de la Comisión de Estrellas Dobles de la Unión Astronómica Internacional en la Asamblea General que ese año tuvo lugar en Zurich.
Ramón fue un científico extraordinario, que llegó a dominar varios idiomas, el arte del dibujo, de la relojería y el diseño. Siempre que podía enseñaba a los pequeños de Lalín matemáticas, geografía o literatura. Publicó más de setenta y ocho artículos, cuatro libros, cinco tesis doctorales y fue el creador de varios diseños de instrumentos de observación y medición, algunos de los cuales fueron adoptados por el Observatorio Astronómico de París.
El Papa le nombró Canónigo Honorario de la Catedral de Santiago, un puesto que no se concedía desde el siglo XII, el Ayuntamiento le nombró hijo adoptivo y le otorgó la Medalla de Oro de la ciudad, fue académico de la Real Academia de Ciencias Exactas, Físicas y Naturales, así como de la Real Academia Gallega, fue Director del Observatorio Astronómico de la Universidad de Santiago de Compostela, Consejero y su Vocal en Galicia de los Patronatos Alfonso el Sabio y Juan de la Cierva del Consejo Superior de Investigaciones Científicas, fue miembro de la Unión Nacional de Astronomía, le concedieron la Gran Cruz de la Orden Civil de Alfonso X el Sabio y fue miembro de la Sociedad de Astronomía de España y América, de la Sociedad Matemática Española, de la Sociedad de Astronomía de Francia y de la Sociedad Belga de Astronomía y Ciencias. Además, el Observatorio Astronómico que él mismo fundó en Compostela fue bautizado con su nombre.
Es considerado una de las principales autoridades astronómicas españolas y mundiales y, en su honor, dos astrónomos británicos bautizaron un cráter de la Luna con el nombre de “Aller”, aunque en la actualidad es conocido con el nombre de Atwood o Langrenus K.
Pasó los dos últimos años de su vida en Lalín junto a su familia, hasta su fallecimiento el 28 de marzo de 1966. Antes de dejarnos donó al Observatorio Astronómico de Santiago sus principales instrumentos de observación y la mayor parte de su biblioteca privada.
Su gran obra maestra fue su propia vida, la de una persona extraordinaria entregada a la ciencia y a los demás, un sacerdote que se enamoró de las estrellas y que llegó a la luna. “Cada paso que da el hombre le muestra nuevos horizontes; cada conquista del entendimiento humano enseña más conquistas por hacer, y cada problema resuelto plantea innumerables por resolver. Parece que el conocimiento del Universo jamás será definitivo; a medida que avanza la Ciencia, nos vemos forzados a eliminar las afirmaciones categóricas y a limitarnos a aproximaciones sucesivas; el límite se lo ha reservado indudablemente para sí la Suprema Inteligencia”. Ramón María Aller Ulloa.
Historias de la Historia…
Iván Fernández Amil. Top Inspira LinkedIn. Storyteller. Jefe de Compras.
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Referencias:
- es.wikipedia.org
- laopinioncoruna.es
- madridmasd.org
- farodevigo.es
- turismodeestrellas.com
- culturagalega.gal
- lavozdegalicia.es
- elcorreogallego.es
- usc.gal
- juansamartin.net
- jralonso.es
- dbe.rah.es
- cienciaengalego.org