Beltrán de Castro, el joven gallego que cazó al pirata más temido del siglo XVI: Richard Hawkins
La increíble historia de un gallego que dio caza a uno de los piratas más peligrosos de su época
3 diciembre, 2023 05:00En 1595, Francis Drake propuso a la reina Isabel de Inglaterra una audaz operación contra la América española: establecer una base inglesa permanente en Panamá para desde allí poner en jaque los dominios españoles en el Caribe. Pero su idea se convirtió en una larga y desastrosa campaña en la que sufrió varias derrotas consecutivas frente a fuerzas españolas muy inferiores y donde enfermó de disentería. Tras caer en Panamá frente a 120 soldados españoles, el 28 de enero de 1596, con 56 años, murió frente a las costas de Portobello, donde su cuerpo fue sepultado en el mar dentro de un ataúd lastrado. La flota inglesa sería definitivamente expulsada del Caribe tras otra derrota en las Antillas. El saldo de la expedición fue de 3 buques capturados por los españoles, 17 buques hundidos, 2.500 muertos y 500 prisioneros y también costó la vida del primo de Drake, John Hawkins. El hijo de John, Richard Hawkins, era uno de los piratas más temidos del siglo XVI y había sembrado el pánico en las posesiones españolas en la costa americana del Pacífico tan solo unos años antes, por lo que un joven y noble gallego había sido puesto al frente de una expedición para darle caza y acabar para siempre con sus correrías. Su nombre era Beltrán de Castro y de la Cueva y esta es su historia.
El dominio de América enfrentó a España y Gran Bretaña durante varios siglos, dando origen a algunas de las más cruentas batallas y guerras de todos los tiempos. En este contexto, los piratas y bucaneros encontraron la excusa perfecta para sus tropelías y desmanes, pero ahora ya no eran piratas, sino corsarios, delincuentes bajo el mandato de los reyes de Inglaterra, con una patente de corso que les autorizaba a saquear, matar y violar al amparo de la ley.
A finales del siglo XVI, Inglaterra y España estaban en medio de una de esas guerras. En 1570, el Papa Pío V había promulgado una bula que excomulgaba a Isabel I de Inglaterra, autorizaba a cualquier católico a asesinarla y a cualquier monarca católico a destronarla. Felipe II, ferviente defensor del catolicismo conspiró para eliminar a la “hereje”, aunque no lo consiguió.
Así que, el 22 de Julio 1588, envió desde A Coruña a la Grande y Felicísima Armada, conocida como la Armada Invencible, con la misión de invadir Inglaterra para instaurar de nuevo el catolicismo y sofocar los ataques piratas ingleses contra la flota española. Pero las enfermedades, el mal tiempo y la inexperiencia acabaron con su “invencibilidad”.
Los ingleses responderían con su “Contraarmada” que acabaría atacando A Coruña, donde se encontraron con Maria Pita entre otros. No pasarían de allí. Y aunque intentaron que aquella derrota fuese olvidada, todavía es recordada como uno de sus mayores fracasos bélicos.
Para reponerse de aquella derrota, Inglaterra reactivó el corso y la piratería contra los españoles, ya que era la única manera que tenían de vencerles.
Richard Hawkins había nacido en 1562 en Londres y ya desde su niñez se familiarizó con el mar y la navegación, ya que los Hawkins eran una familia de piratas y corsarios. Con tan solo 20 años, Richard acompañó a su tío, William Hawkins, a las Indias Occidentales y en 1585 fue capitán de un galeón en la expedición de Francis Drake a las posesiones españolas en América.
En 1593, Richard compró tres barcos a su padre, que además de corsario era comerciante de esclavos: la Dainty, un galeón de 500 toneladas con 30 cañones que había sido bautizado por la reina de Inglaterra y dos navíos de carga y exploración. Su objetivo era asaltar las posesiones de España en las costas americanas del Pacífico, aunque él sostenía, en un escrito realizado treinta años después del viaje, que su interés durante aquella expedición había sido puramente el descubrimiento geográfico.
Las operaciones británicas en aguas españolas estaban consideradas por la Corona como asaltos salvajes e injustificables, por lo que Felipe II ordenó que cualquier barco inglés que surcara sus aguas fueses tratado como un pirata con todas las consecuencias.
La expedición de Hawkins partió del puerto de Plymouth el 24 de mayo de 1593. Tardó cuatro meses en llegar a las costas americanas y ocho meses más en cruzar el Estrecho de Magallanes, en una travesía en la que perdió sus dos barcos de apoyo.
Tras llegar al Pacífico, inició el ascenso por las costas de Chile sembrando el caso y la destrucción a su paso, hasta que llegó a la bahía de Valparaíso. Allí se apoderó de cinco barcos mercantes por cuyo rescate obtuvo 25.000 ducados y secuestró a un piloto español que sería clave en su derrota: Alonso Pérez Bueno.
Tras este incidente, una fragata partió de Valparaíso al puerto de El Callao para llevar las noticias de las tropelías del inglés por las costas chilenas y poner sobre aviso al virrey de Perú, García Hurtado de Mendoza. Éste armó una escuadra de guerra de cinco navíos bajo el mando de Beltrán Castro y de la Cueva, un joven gallego que además era su cuñado.
De Beltrán de Castro y de la Cueva se sabe poco. Era hijo de Pedro Fernández de Castro, V Conde de Lemos y Marqués de Sarria, y se sabe que participó junto a Felipe II en la anexión de Portugal a España en 1580. Había llegado a Perú en 1589, acompañando a su hermana Teresa, que se había casado en 1562 con el virrey de Perú quien, conocedor de sus habilidades, lo puso al frente de la partida de caza.
La expedición partió de El Callao el 24 de mayo de 1594, sin alejarse de la costa esperando noticias del paradero de su presa. Mientras, García Hurtado envió mensajeros a Panamá y al virreinato de Nueva España informando de las intenciones de Richard Hawkins.
Había comenzado la caza.
El 5 de junio de 1594, Alonso Pérez, el piloto español que habían secuestrado en Valparaíso, conduce la Dainty hasta El Callao, sin que el corsario se percate del engaño, momento en que es avistado por Beltrán. Desgraciadamente una tormenta daña dos de sus galeones y Hawkins logra huir tras deshacerse de todo su botín en el mar para ganar velocidad.
Confiado en haber dejado atrás a los españoles, descubre que no es así: los están persiguiendo. Beltrán no dejaría que huyeran.
El 30 de junio, harto de huir y tras soñar que el español le había atrapado, decide lanzar un ataque sorpresa a la desesperada, pero fue rechazado. Su tripulación de 120 marinos está herida, su flota (formada por la Dainty y los barcos robados a los españoles) acribillada por los cañones españoles y las cubiertas están llenas de serrín para evitar patinar con la sangre derramada. Y, aunque intentaron escapar de nuevo, no lo consiguieron. Era el fin.
El 2 de julio son alcanzados de nuevo por una salva de cañonazos ordenada por Beltrán, pero Hawkins sigue negándose a rendirse, hasta que los españoles abordan la Dainty para luchar cuerpo a cuerpo. Los ingleses son superados y acaban izando la bandera blanca.
Beltrán apresó al capitán y a los 90 supervivientes y les dio su palabra de que serían tratados con justicia y honor. Se repararon las vías de agua de la Dainty y la remolcaron con destino a Lima, ciudad a la que llegaron el 14 de septiembre. A pesar de ser de madrugada, el virrey ordenó el repique de todas las campanas de la ciudad y la celebración de una misa en la iglesia de San Agustín. Hawkins fue paseado por las calles de la capital peruana, fue puesto a disposición de la Inquisición y sometido a juicio ante la Real Audiencia de Lima. La Audiencia concluyó, según las Leyes de Indias, que el enemigo que viola la inmunidad de los mares, debía ser condenado a la pena de muerte.
Beltrán hizo todo lo posible por mantener su palabra y Hawkins, en el escrito que haría treinta años después, le manifestaría “gratitud eterna” al español.
Dado que el inglés apeló al Real y Supremo Consejo de Indias y Beltrán de Castro insistió al virrey en hacer cumplir su palabra, el corsario no fue ejecutado y fue enviado a España en 1597, primero a Sevilla y luego a Madrid, donde cumplió 5 años de prisión.
En España, Beltrán de Castro y de la Cueva intercedió de nuevo por él, por lo que fue puesto en libertad tras el pago de 3.000 libras y retornó a Inglaterra en 1602, donde el rey Jaime I le nombró caballero. Falleció en 1622. Jamás volvió al mar.
Esta cacería sería inmortalizada en 1598 por Lope de Vega en uno de sus poemas más legendarios, La Dragontea.
Del joven Beltrán de Castro nada más se supo tras su hazaña: dar caza al pirata más temido del siglo XVI.
Iván Fernández Amil. Historias de la Historia.
Referencias:
- es.wikipedia.org
- abc.es
- lavozdegalicia.es
- elpais.com
- historia-hispanica.rah.es
- espanaenlahistoria.org
- elconfidencial.com
- misteriosyleyendasdegaliciayasturias.wordpress.com
- estudiosindianos.up.edu.pe
- labrujulaverde.com
- okdiario.com