Los monjes que defendían las costas de Galicia con los cañones de su monasterio
La historia del Monasterio de Santa María de Oia y como venció en una batalla a una flotilla de naves del Imperio Otomano
28 abril, 2024 05:00El 18 de mayo de 1565 tenía lugar una de las batallas más trascendentales de todos los tiempos: el sitio de Malta. Esta isla, situada al sur de Sicilia, controlaba las rutas comerciales del mar Mediterráneo además de las que unían la Península Itálica y el Norte de África, lo que provocó el interés del Imperio Otomano, que se disputaba el control de la zona con el Imperio Español de Felipe II. Una flota de 193 naves y 48.000 hombres desembarcó en Malta esperando invadirla en pocos días, pero el Gran Maestre de la Orden de Malta decidió ponérselo difícil con una pequeña guarnición de menos de 2.000 soldados, caballeros y reclutas, mientras esperaban la ayuda internacional. Tras varios improductivos asaltos los otomanos decidieron abandonar la isla, dejando tras de sí más de 30.000 bajas y el orgullo por los suelos. Un año después, el rey Felipe II envió, en agradecimiento por su valor, una espada y una daga de acero toledano con fornituras de oro y pedrería al Gran Maestre de la Orden de Malta, objetos que, desde entonces, cada 8 de septiembre desfilan por las calles de la capital de la isla. 60 años después de aquella hazaña, una pequeña fortaleza de Pontevedra se enfrentó a piratas otomanos, pero esta pequeña fortaleza no era una instalación militar, ni estaba al cargo de caballeros y soldados. Se trataba de un monasterio repleto de monjes a quienes el rey les había encomendado defender las costas de Galicia con cañones de artillería. Esta es la historia de la gesta de los monjes artilleros del Real e Imperial Monasterio de Santa María de Oia que esta semana ha cumplido 400 años.
No se conoce con certeza el año de fundación de este monasterio levantado junto a una bonita cala de cara al océano Atlántico. Algunos historiadores afirman que nació en la época sueva en el siglo VI, otros que fue erigido por un santo portugués y algunos menos que fueron los templarios sus constructores originales. Sea como sea, lo que sabemos es que ya estaba en pie en el año 1137, por lo que hay quien aventura que fue construido por orden del rey gallego Alfonso VII.
Desde aquella época hasta finales del siglo XVIII sufrió multitud de reformas, reacondicionamientos y modificaciones, provocando que cuente con elementos románicos, góticos y barrocos. Parece que ya desde su fundación, los sucesivos reyes que otorgaron privilegios y concesiones a los monjes cistercienses del monasterio, exigieron que esta fortaleza, la única de la orden del Císter a orillas del mar, estuviese armada y, más tarde, artillada, provocando que multitud de ex-soldados acabasen sirviendo como monjes en sus muros debido a la continua presencia de piratas en sus costas.
La labor de estos monjes era doble. Por un lado, eran vigías, utilizando el campanario del monasterio como torre de vigilancia, y por otro, el Abad tenía el rango de general y ostentaba el mando de la defensa local.
Durante siglos, no habían tenido que tomar las armas y su labor se había limitado a la de vigilancia, pero a partir de 1616, se les complicó el trabajo. Ese año, el sultán del imperio otomano, Ahmed I el Afortunado, ordenó una ofensiva naval que inundó el Mediterráneo y también el Atlántico de barcos piratas que no solo asolaban las costas gallegas, sino que reducían a muchos de sus habitantes a esclavos.
Por este motivo, en 1621, el Abad de Oia solicitó ayuda al capitán general de Galicia, Rodrigo Pacheco y Osorio, III Marqués de Cerralbo, que envió al monasterio varios cañones de artillería para su defensa, convirtiendo este recinto religioso en un auténtico fortín inexpugnable.
El 14 de marzo de 1624 pusieron a prueba su artillería. En el horizonte atisbaron varias velas de galeras otomanas persiguiendo a dos barcos cristianos que se dirigían hacia la costa y todo el monasterio se puso en estado de alerta. Los monjes prepararon los cañones, junto a la pólvora y las balas, además de varios arcabuces que habían sido enviados junto a la artillería. Los invasores, ignorantes de que aquel imponente monasterio podría ofrecer algún tipo de resistencia, navegaban sin temor pensando en el tesoro que les esperaba en las bodegas de aquellos dos barcos y dentro de los muros de aquel lugar de reunión de infieles.
Pero cuando se pusieron al alcance los cañones el Abad dio la orden de disparar y se desató la locura, poniendo en fuga a aquellos piratas que pretendían romper la paz de su tranquilo lugar de descanso. Tras la victoria, los monjes regresaron a su vida, pero aquella tregua duraría poco más de un mes.
El 20 de abril los vigías detectan dos barcos portugueses y uno francés llegando a la cala del monasterio huyendo de una flota de 5 galeras otomanas. Los monjes envían varias barcas para recoger a la tripulación de los barcos que se habían refugiado en la ensenada y los ponen a salvo tras sus muros. Mientras tanto, el Abad da orden de preparar la artillería y tocar las campanas llamando a todos a la defensa.
Cuando los piratas se encontraban al alcance de los cañones de Oia sus bocas comenzaron a vomitar fuego en dirección a las naves invasoras. Durante tres horas, la artillería rugió por ambos bandos, hasta que uno de los monjes artilleros, que había sido capitán en los Tercios de Flandes, tomó un cañón bajo su mando y, mientras lo apuntaba, gritó: “Esta va en nombre de la Virgen María de Oia”. El cañonazo retumbó en el mar y, cuando el humo se disipó, pudieron ver cómo la nave capitana de los otomanos había sido alcanzada en un costado, hacía agua y se iba a pique.
Durante el ataque fallecieron 37 otomanos y otros 9 fueron apresados por los monjes cuando alcanzaron a nado la costa. Los demás barcos, con buen criterio, dieron media vuelta y se batieron en retirada.
La noticia de esta hazaña llegó a oídos del rey Felipe IV quien, en reconocimiento por esta gesta, otorgó el título oficial de “Real e Imperial” al monasterio, además de aumentar su artillería y de mejorar y equipar a la milicia de la zona.
Tras aquella batalla, los cañones de Oia nunca volvieron a ser disparados, aunque sus monjes artilleros continuaron ejerciendo de vigías y defensores de las costas de Galicia hasta bien entrado el siglo XVIII, cuando la invasión napoleónica y la Desamortización de Mendizábal provocó el abandono del monasterio, en 1835, pasando a ser propiedad privada. En 1910, jesuitas portugueses establecerían allí un colegio hasta 1932, año en que el gobierno republicano expulsó a esta orden de España.
En 1931 fue declarado Bien de Interés Cultural y durante la Guerra Civil, aquel legendario, real e imperial monasterio que había puesto en fuga a piratas otomanos en una gesta que esta misma semana ha cumplido 400 años, fue empleado como campo de concentración, hacinándose entre sus muros más de 3.000 prisioneros.
Iván Fernández Amil. Historias de la Historia.
Referencias:
- es.wikipedia.org
- elespanol.com
- mosteirodeoia.com
- elpais.com
- lavozdegalicia.es
- farodevigo.es
- eldebate.com
- galiciamaxica.eu
- elviajeroaccidental.com
- viajablog.com
- espanafascinante.com